El nuevo negocio en Costa Rica: los mirones de ballenas
Comunidades costeras se benefician del auge de las visitas para observar a los cet¨¢ceos en las aguas del sur del Pac¨ªfico tico
Dicen que son aguas tibias y seguras, de poca profundidad, protegidas por golfos y ensenadas. Los depredadores no amenazan aqu¨ª a las cr¨ªas que estiran m¨²sculos mientras otros machos adultos emiten cantos de hasta 15 minutos para atraer a otras hembras. Muestran las colas y el dorso, a veces la cabeza. Saltan y colean. Y copulan y cantan.
Esta es la descripci¨®n que hacen los cient¨ªficos y visitantes del Parque Nacional Marino Ballenas, en Bah¨ªa Ballena, en la costa pac¨ªfica del sur de Costa Rica, im¨¢n del nuevo auge tur¨ªstico orientado al avistamiento de los cet¨¢ceos, con acento especial en esta ¨¦poca del a?o.
Esta zona, donde todos los pescadores fueron transform¨¢ndose en operadores tur¨ªsticos para observar ballenas, es poco menos que una gran sala de seducci¨®n de la ballena jorobada y al mismo tiempo un recinto de maternidad y crianza. Las aguas c¨¢lidas de m¨¢s de 25 grados cent¨ªgrados resultan agradables para poblaciones que vienen desde California y desde la Ant¨¢rtida, ambas con un silbido espec¨ªfico que permite a los cient¨ªficos identificar su procedencia.
El avistamiento de ballenas es la nueva apuesta del pa¨ªs centroamericano que atrae en promedio dos millones de turistas por a?o, interesados sobre todo en las bondades naturales de un pa¨ªs cubierto por bosque en m¨¢s del 50% de su territorio, pero con una limitada mirada hacia sus mares, tanto en la vertiente pac¨ªfica como en el Caribe. Las playas funcionaban como una frontera que poco a poco se ha ido derribando y ahora el negocio est¨¢ en los mares.
Fueron 6 millones de d¨®lares los que quedaron en las comunidades locales playeras del cant¨®n de Osa, una zona que a fuerza de la observaci¨®n de ballenas ha encadenado negocios con beneficios a peque?a escala, pero bien distribuidos, seg¨²n Fernando Guerrero, miembro y director de la asociaci¨®n de empresarios tur¨ªsticos locales. ¡°Se beneficia desde las personas que antes eran pescadores hasta el que vende agua de coco o el que tiene un hotel en esta zona¡±, asegura Guerrero sobre una regi¨®n sin franquicias hoteleras, a pesar de la llegada de unos 144.000 turistas locales y for¨¢neos en el a?o 2013.
Atr¨¢s quedaron los tiempos en que los pescadores artesanales cobraban el equivalente a un d¨®lar por un breve pase en los ratos de baja pesca. Las ballenas jorobadas eran vistas como obst¨¢culos porque dificultaban el uso de trasmallos. Adem¨¢s se impide la explotaci¨®n pesquera en el Parque Nacional, creado hace 25 a?os sobre 5.546 hect¨¢reas de superficie (95% marina) para proteger cet¨¢ceos y corales, conocido porque cada d¨ªa, en un momento de la marea, se dibuja en la playa la forma de una enorme cola de ballena. Todo cambi¨® hace unos 8 a?os, cuando descubrieron que la conservaci¨®n result¨® ser un buen negocio por el inter¨¦s de los turistas en esos animales de hasta 18 metros de longitud y 40 toneladas de peso que llegan a aparearse, parir y criar antes de volver a las aguas fr¨ªas y asediadas por las orcas.
Las ballenas jorobadas eran vistas como obst¨¢culos por los pescadores porque dificultaban el uso de trasmallos
¡°Las aguas tibias evitan a los ballenatos gastar energ¨ªa en mantener su temperatura y los mantienen lejos de los depredadores. Es como una gran ¨¢rea de crianza¡±, explic¨® el bi¨®logo Frank Garita, de la asociaci¨®n ambientalista Vida, especialista en cet¨¢ceos y colaborador de la sostenibilidad del negocio de avistamiento de ballenas en Osa.
As¨ª la zona se fue desarrollando y ahora hay 19 empresarios certificados, una capacidad hotelera de 250 camas, control de las autoridades y una organizaci¨®n que lleva a celebrar cada mes de setiembre el Festival de Ballenas y Delfines, pues tambi¨¦n estos mam¨ªferos son parte del espect¨¢culo. Es el mayor punto de avistamiento de cet¨¢ceos de la costa pac¨ªfica costarricense, como tambi¨¦n ocurre en Colombia, Ecuador y en la Patagonia argentina.
Es la nueva apuesta ecotur¨ªstica costarricense. En 2013, 131.000 extranjeros incluyeron el avistamiento de ballenas en su itinerario en Costa Rica, seg¨²n estad¨ªsticas del Instituto Costarricense de Turismo (ICT). Esta cifra triplica la que se registra para el 2010. La mayor¨ªa de ellos lleg¨® al Parque Marino, aunque en toda la Pen¨ªnsula de Osa se ha extendido el negocio, lo que tambi¨¦n genera preocupaci¨®n en grupos ambientales por el efecto que las embarcaciones tengan sobre el h¨¢bitat de las ballenas jorobadas. Ninguna querr¨¢ aparearse ni parir rodeada de motores fuera de borda roncando y compitiendo con el ¡°canto¡± de otros adultos. Ni siquiera los machos estar¨¢n dispuestos a sus peleas competitivas con los humanos al lado.
Para ello se aplica un manual de buenas pr¨¢cticas, para que ninguna embarcaci¨®n pueda acercarse a menos de 100 metros de una ballena adulta o de 150 si se trata de una mam¨¢ con su cr¨ªa, explica el bi¨®logo Garita. ¡°Los animales deben estar tranquilitos. Le aseguro que nadie en este pueblo quiere que las ballenas se vayan de aqu¨ª¡±. La asociaci¨®n trata de coordinar las salidas de las embarcaciones para tener horarios escalonados y no saturar el ¨¢rea marina, a?ade Fernando Guerrero. Esta zona, a fin de cuentas, debe funcionar como un sal¨®n de maternidad.
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