Una extra?a seducci¨®n
De nada sirve combatir las pseudociencias si los productos se venden en farmacias
El sorprendente aumento de las llamadas terapias alternativas en Espa?a, entre ellas la homeopat¨ªa, se nutre de una serie de contradicciones muy arraigadas. La primera, en el propio sistema sanitario. De poco sirve combatir las pseudociencias si sus productos se venden en farmacias etiquetados como medicamentos. Si para aprobar un nuevo f¨¢rmaco se exige que haya superado rigurosas pruebas de eficacia y seguridad, no se entiende que en la misma estanter¨ªa puedan encontrarse productos que se venden como f¨¢rmacos sin haber sido sometidos a esos controles y sin haber demostrado eficacia terap¨¦utica alguna. Dar el mismo trato a lo que de ning¨²n modo puede considerarse lo mismo es un contrasentido que crea confusi¨®n y debilita gravemente al sistema de evaluaci¨®n sanitaria basado en la evidencia cient¨ªfica. El sistema p¨²blico de salud no puede seguir amparando de este modo una pseudoterapia que no ha demostrado eficacia y que, utilizada como alternativa a la medicina cient¨ªfica, puede hacer perder oportunidades de curaci¨®n a los pacientes.
La otra gran contradicci¨®n est¨¢ en la propia sociedad. Y tiene que ver con la baja valoraci¨®n que el m¨¦todo cient¨ªfico tiene en amplias capas de la poblaci¨®n, algo de lo que seguramente debe responder el sistema educativo. No estamos ante el fen¨®meno de aquellos viejos curanderos que embaucaban a personas desesperadas y desprotegidas culturalmente. Muchos de los consumidores de homeopat¨ªa y de otras terapias llamadas naturales o alternativas son personas de elevada cultura, incluso formaci¨®n universitaria, que en sus ¨¢mbitos profesionales utilizan los criterios del rigor cient¨ªfico y que, en cambio, en lo tocante a la salud, son sensibles a reclamos fraudulentos que asumen de manera acr¨ªtica y hasta complaciente.
?Qu¨¦ hace que estas personas que tienen elementos para discernir adopten como infalibles terapias que son un enga?o? En la decisi¨®n, que es libre y consciente, ocupa seguramente un papel relevante la desconfianza hacia un tipo de medicina oficial que en su vertiente privada es percibida como mercantilista, y en su vertiente p¨²blica, como una m¨¢quina insensible que piensa m¨¢s en la enfermedad que en el enfermo.
Estas cr¨ªticas tienen su fundamento, como tambi¨¦n lo tiene una desconfianza que la gran industria farmac¨¦utica se ha ganado a pulso. Pero sorprende que quienes acuden a las terapias alternativas movidos por ese rechazo no valoren que los remedios que consumen ofrecen menos garant¨ªas y sean incapaces de ver el riesgo que entra?a acudir a ellas para tratar dolencias severas. Cuando se dan cuenta del error, a veces es ya demasiado tarde. Y es que en este tipo de decisiones que no tienen una base racional s¨®lida aparecen con frecuencia las disonancias cognitivas, aquellas que nos predisponen a creer lo que coincide con nuestras convicciones y rechazar aquello que las contradice. Muchos de los que abominan de la medicina mercantilista muestran una sorprendente incapacidad para ver el componente de negocio que la homeopat¨ªa tiene. Uno de los negocios m¨¢s rentables, porque cobra mucho a cambio de muy poco. En cualquier caso, los responsables de salud p¨²blica han de reflexionar sobre las razones de este fen¨®meno porque puede convertirse en un factor de deslegitimaci¨®n del sistema sanitario p¨²blico entre la poblaci¨®n joven.
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