La Raya: la tierra de los 50 entierros y los 13 bautizos
Los municipios de la frontera entre Espa?a y Portugal pierden poblaci¨®n y denuncian abandono
En Rabanales hay unas 300 farolas para algo m¨¢s de 500 habitantes. "En unos a?os tendremos m¨¢s farolas que personas", cuenta el alcalde, Domingo Ferrero. "Prefiero ni mirar el n¨²mero de vecinos mayores de 80", dice. El municipio forma parte de la comarca de Aliste (Zamora), que aglutina unos 70 pueblos repartidos en m¨¢s de una decena de Ayuntamientos y linda con Portugal, una frontera que se conoce como La Raya. Son el l¨ªmite de un pa¨ªs, de una comunidad aut¨®noma, de una provincia. La periferia de la periferia. Y tienen los mismos problemas que sus vecinos portugueses: viven en un lugar donde muchos mueren, pocos nacen y los j¨®venes se marchan.
En estas tierras de casta?os y de robles el diagn¨®stico es compartido, no tanto las soluciones. Sus habitantes se quejan de las trabas burocr¨¢ticas para abrir negocios y explotaciones ganaderas, de la baja calidad del tendido el¨¦ctrico, de la mala cobertura y conexi¨®n a Internet. De vivir "olvidados" por las grandes compa?¨ªas y capitales. Con sus pensiones o sus trabajos, con sus caf¨¦s en el bar o las compras en la tienda, mantienen las constantes vitales de este enfermo rural que sufre una sangr¨ªa demogr¨¢fica.?
Zamora es uno de esos puntos oscuros de la despoblaci¨®n en Espa?a. Fue la provincia que, porcentualmente, m¨¢s poblaci¨®n perdi¨® el a?o pasado, seg¨²n el INE: el 1,5%. Unos 2.600 habitantes. En las provincias de La Raya, el 94% de los municipios tiene m¨¢s mayores de 65 a?os que menores de 15. El 84% ha perdido poblaci¨®n entre 2000 y 2017. El 90% tiene menos de 5.000 habitantes y la mitad, menos de 500. En siete de cada 10 hay m¨¢s hombres que mujeres. "Salvo en algunos puntos como la zona de influencia de Vigo, Badajoz o el valle del Guadiana, casi 1.000 de los m¨¢s de 1.200 kil¨®metros de frontera son carne de ca?¨®n. Se pierde poblaci¨®n desde los sesenta", apunta Lorenzo L¨®pez Trigal, catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Humana de la Universidad de Le¨®n. "En el ¨¢ngulo entre Zamora, Ourense y el nordeste de Portugal se ve. En el pasado se dej¨® de lado la actividad econ¨®mica, no se cre¨® industria", prosigue.
Premiar al emprendedor
Domingo Ferrero, de 54 a?os, est¨¢ al frente del Ayuntamiento de Rabanales desde 2007, primero por el PSOE y despu¨¦s por el PP. Seis pueblos conforman el municipio. El mayor, con el mismo nombre, tiene unos 200 habitantes. La escuela cerr¨®. "Hay dos velatorios y una residencia", indica. "Los j¨®venes se marchan a estudiar y aqu¨ª no hay trabajo. Podr¨¢ venir alg¨²n abogado, pero no 10", contin¨²a. "Hay que mejorar la conexi¨®n a Internet; terminar la concentraci¨®n parcelaria; ayudar al emprendedor. Si alguien quiere montar un negocio aqu¨ª, habr¨ªa que darle un premio", pide.
Una estrategia conjunta
Espa?a y Portugal celebran este mi¨¦rcoles en Valladolid la XXX Cumbre Hispano Portuguesa, un encuentro en el que se abordar¨¢, entre otros asuntos, el reto demogr¨¢fico.
"Es considerado prioritario establecer una estrategia entre ambos pa¨ªses, que pueda combatir la despoblaci¨®n de los territorios de frontera, que pueda tener influencia en la negociaci¨®n de los instrumentos de pol¨ªtica de cohesi¨®n territorial, econ¨®mica, social y ambiental con la Uni¨®n Europea", sostienen fuentes de la secretar¨ªa de Estado de la Valorizaci¨®n del Interior portuguesa, creada en octubre.
En La Raya, varias asociaciones potencian la cooperaci¨®n transfronteriza entre ambos pa¨ªses, lanzando proyectos conjuntos. Por ejemplo, las agrupaciones europeas de cooperaci¨®n territorial Zasnet o Duero-Douro. "Los problemas que tenemos son pr¨¢cticamente los mismos. Nos hemos dado la espalda mucho tiempo y ahora se est¨¢ avanzando, pero a¨²n hay terreno por recorrer", apunta Jos¨¦ Luis Pascual, director general de Duero-Douro.
"Todo cuesta el doble de esfuerzo. Yo pago los mismos impuestos que en una ciudad, pero en Madrid pasar¨ªan miles de personas delante de mi restaurante y aqu¨ª, 20", se queja Jos¨¦ Mart¨ªn, de 47 a?os, que vive en San Vitero, de unos 250 habitantes. M¨ªriam Moral, de 32, trabaja en otro restaurante en Rabanales, un "negocio familiar". All¨ª lidian con la cobertura: "A veces nos fallan los dat¨¢fonos. Y en febrero tuvimos una aver¨ªa en el pueblo y tardaron una semana en repararla: una semana sin conexi¨®n". Su negocio "funciona bien", sobre todo gracias a la gente de fuera.
"Aqu¨ª hay mucha caza, y la comarca forma parte de la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Meseta Ib¨¦rica. El turismo rural empieza a moverse", apunta Moral. Para que despegue, el alcalde de Rabanales reclama infraestructuras, "como la se?alizaci¨®n de rutas". Javier Fa¨²ndez (PP), presidente de la mancomunidad Tierras de Aliste, que agrupa a 12 Ayuntamientos y unos 60 pueblos, va en la misma l¨ªnea: "Oportunidades hay, pero tambi¨¦n demasiada burocracia. No hay fondos a proyectos que creen empleo. Desde el principio deber¨ªa haber ayudas". "Necesitamos una fiscalidad favorable, bonificaciones y mejor financiaci¨®n para peque?os municipios", zanja.
?ngel Mezquita, de 42 a?os, es la prueba andante de lo que cuesta emprender. "Tengo una explotaci¨®n de cerdos. Tardaron un a?o en darme el permiso para empezar a construir. Tard¨¦ otro en arrancar. Yo pude hacerlo porque me ayudaron mis padres, pero es demasiado tiempo", cuenta. Vive en San Juan del Rebollar, un pueblo que depende de San Vitero y en el que viven unos 160 habitantes. All¨ª ya no hay tienda.
A estas localidades les cuesta fijar poblaci¨®n. En 2016, San Vitero lanz¨® una campa?a para atraer familias y lograr que el colegio no cerrara. Ahora hay siete alumnos de entre 3 y 11 a?os. Est¨¢n a la ¨²ltima: pizarra digital, casi un ordenador por ni?o. "Estamos como en familia", dice la directora, Yoana Prieto, de 38 a?os. Va y viene cada d¨ªa desde Zamora: "All¨ª tengo mi vida, all¨ª naci¨® mi hija. Y 45 minutos no es tanto".
Fueron los padres y el alcalde los que m¨¢s se movieron para salvar el centro. Ofrecieron dos casas gratis. Hubo 200 solicitudes. Llegaron dos familias. Una no se adapt¨®. Otra sigue all¨ª, en la casa de la ermita. "Cuando vimos la oportunidad, no lo dudamos, pero hay que combatir la imagen id¨ªlica de los pueblos. Tiene que gustarte esta vida, pasas mucho tiempo sola", afirma Esmeralda Folgado, de 36 a?os, que est¨¢ "encantada". "Y si quieres ir al teatro, lo tienes solo a 45 minutos", a?ade. Reconoce, sin embargo, limitaciones, como que el pediatra solo vaya dos veces a la semana. Si los ni?os se ponen malos, tiene que ir a Alca?ices.
Esta localidad, con unos mil habitantes, es la cabecera de comarca. En palabras de su alcalde, Jes¨²s Mar¨ªa Lorenzo Mas (72 a?os, del PP), tampoco se libran de la despoblaci¨®n, aunque aqu¨ª "el ¨¦xodo ha sido menor". "Si logr¨¢ramos que unos 100 funcionarios o empleados que trabajan aqu¨ª se mudaran, ganar¨ªamos mucho. Pero la gente se marcha. Se matan por conseguir una plaza de guardia civil, por ejemplo, y despu¨¦s se van a vivir a Zamora", se queja.
Alca?ices linda con Portugal. Luis Augusto Lucas, de 65 a?os, preside la junta de freguesia (concejo vecinal) de S?o Martinho de Angueira, que con unos 200 habitantes depende de Miranda do Douro, uno de los municipios que m¨¢s poblaci¨®n ha perdido en el pa¨ªs luso en los ¨²ltimos a?os. Se diferencia poco de pueblos espa?oles con los que hace frontera. Tambi¨¦n ellos reclaman trabajo, oportunidades.
"En el mundo rural no hay que defender la sostenibilidad, sino la justicia social", defiende Te¨®filo Nieto, cura en 15 pueblos de Aliste. Lleg¨® en 1995 y lo ha visto evolucionar. Mientras avanza por la calle, es capaz de contar las casas que ha ido cerrando. El a?o pasado, 50 entierros frente a 13 bautizos. "De ellos, solo un ni?o vivir¨¢ aqu¨ª", dice. Conf¨ªa en que la soluci¨®n llegar¨¢. Cree en las posibilidades de David contra Goliat. Y cita a Jos¨¦ Antonio Labordeta: "Ni t¨², ni yo, ni el otro lo lleguemos a ver, pero habr¨¢ que empujarlo para que pueda ser".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.