Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e, el padre de la educaci¨®n p¨²blica para sordos
El cl¨¦rigo franc¨¦s, reconocido por la Asamblea Nacional como ¡°benefactor de la humanidad¡±, utiliz¨® su patrimonio para integrar en la sociedad a las personas con discapacidad auditiva
El cl¨¦rigo franc¨¦s?Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e es una de las figuras m¨¢s destacadas de la historia para las personas sordas. Si bien ¨¦l no sufr¨ªa discapacidad auditiva, es considerado un miembro ilustre de esta comunidad por haber contribuido de manera decisiva al acceso a la educaci¨®n p¨²blica y gratuita de los sordos a trav¨¦s del uso de la lengua de signos.
Hijo de una familia adinerada e inteligente como para obtener el t¨ªtulo de Teolog¨ªa a los 17 a?os, De l¡¯?p¨¦e desarroll¨®, como pedagogo y logopeda, un m¨¦todo sistem¨¢tico para ense?ar a las personas con discapacidad auditiva y un alfabeto manual, al que llam¨® Lengua de Signos Francesa, que fue adaptado a la Lengua de Signos Americana unas d¨¦cadas despu¨¦s de su muerte. Su trabajo, altruista y muchas veces filantr¨®pico con su propia riqueza familiar, lo han convertido en una figura tan determinante que la comunidad de personas sordas de Francia tiene en la fecha de su nacimiento su celebraci¨®n anual m¨¢s importante.
Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e?naci¨® el 24 de noviembre de 1712, en la localidad francesa de Versalles. Hijo de un arquitecto y en el seno de una familia acomodada, inici¨® los estudios para ser sacerdote siendo a¨²n un adolescente y, a pesar de terminar Teolog¨ªa con 17 a?os, su padre lo orient¨® por el Derecho, convirti¨¦ndose en abogado a los 21 a?os. De ni?o practicaba el alfabeto manual franc¨¦s, una especie de lengua de signos con los dedos, muy extendido en aquella ¨¦poca entre los escolares y que, sin duda, influy¨® en la vocaci¨®n que desarroll¨® a lo largo de su vida.
Tambi¨¦n estudi¨® Filosof¨ªa y obtuvo un doctorado, pero su ilusi¨®n de ordenarse sacerdote se trunc¨® debido a sus ideas progresistas, ya que le fue negado ese sacramento por no refutar en p¨²blico la validez de las ideas jansenistas, una corriente cat¨®lica muy popular en Francia en las primeras d¨¦cadas del siglo XVIII. Por este motivo solo recibi¨® el t¨ªtulo de abate, aspirante a abad, y que permit¨ªa realizar algunas labores religiosas como ser tutor de ni?os o atender a las familias ricas como consejero espiritual.
Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e?orient¨® su vocaci¨®n religiosa a las obras relacionadas con la caridad. Buscaba dinero para ayudar a personas necesitadas, aunque buena parte de ese dinero para los proyectos que emprend¨ªa los consegu¨ªa de su propia fortuna familiar. Poco m¨¢s se sabe de su vida y de sus obras de caridad hasta el a?o 1760, cuando asumi¨® la responsabilidad de otro religioso amigo suyo y que falleci¨® repentinamente en uno de los suburbios que visitaba, el padre Vanin, de educar a dos gemelas sordas muy pobres, de cuya formaci¨®n espiritual se hab¨ªa encargado Vanin.
Las personas con discapacidad auditiva ten¨ªan en aquella ¨¦poca pocas oportunidades para salir adelante y, desde luego, ninguna facilidad. Las supersticiones y los prejuicios todav¨ªa estaban arraigados en demasiadas zonas de Europa occidental. Por ejemplo, el fil¨®sofo griego Arist¨®teles escribi¨® en el a?o 355 a.C. que los sordos carec¨ªan de sentido y eran incapaces de razonar, algo que perdur¨® m¨¢s de un milenio como si fuera una verdad absoluta. Por fortuna, el m¨¦dico Girolama Cardano, en el a?o 1500, realiz¨® un estudio que demostr¨® que los sordos eran capaces de razonar. Aun as¨ª, en gran parte de Europa las personas sordas estaban sujetas a edictos que les prohib¨ªa casarse, poseer bienes o, en algunos casos, incluso acceder a una m¨ªnima y elemental educaci¨®n. Tan solo los ni?os sordos de familias ricas pod¨ªan leer y escribir. Algunos, hasta aprendieron a hablar a trav¨¦s de maestros dedicados en exclusiva a ello y cuyos m¨¦todos, considerados casi milagrosos, se convirtieron en secretos bien guardados.
En Par¨ªs, la comunidad de personas sordas usaba un lenguaje manual com¨²n, y?Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e comenz¨® a ense?ar a las gemelas utilizando una forma de se?ales manuales que sustitu¨ªan los sonidos del alfabeto. Los resultados fueron excelentes y se convenci¨® de que era posible ense?ar a los sordos a trav¨¦s de un lenguaje de se?as, as¨ª que a partir de ese momento se propuso abrir una instituci¨®n para recibir a otros ni?os sordos e instruirlos ense?¨¢ndoles religi¨®n. As¨ª, en 1755, y financi¨¢ndola con sus propios medios, fund¨® la Institution Nationale des Sourds-Muets en la capital francesa, llenando sus aulas con menores sordos que ¨¦l mismo reclutaba por toda la ciudad.
El verdadero avance del cl¨¦rigo en la educaci¨®n de sordos fue su afirmaci¨®n de que las personas sordas deben aprender visualmente lo que otros adquieren al escuchar, y su m¨¦todo de ense?anza sent¨® las bases de la instrucci¨®n sistem¨¢tica de sordos posterior. ¡°Todos los sordomudos que recibimos ya tienen un lenguaje¡±, escribi¨®. ¡°Tienen el h¨¢bito de usarlo y comprenden a los dem¨¢s que lo hacen. Con ¨¦l expresan sus necesidades, deseos, dudas, dolores, etc¨¦tera, y no cometen errores cuando otros se expresan de la misma manera. Queremos instruirlos y, por lo tanto, ense?arles franc¨¦s. ?Cu¨¢l es el m¨¦todo m¨¢s corto y f¨¢cil para expresarnos en su lenguaje? Al adoptar su lenguaje y hacerlo conforme a reglas claras, ?no podremos dirigir su instrucci¨®n como deseamos?¡±
De l¡¯?p¨¦e adopt¨® una visi¨®n democr¨¢tica de la educaci¨®n para los discapacitados auditivos. Lo hizo siempre con la caridad con la que se comprometi¨® cuando quiso ordenarse sacerdote y no se lo permitieron. Nunca quiso enriquecerse con sus m¨¦todos, ni tan siquiera cuando entre sus alumnos sordos se encontraban los de las clases altas de Europa, sino que, al contrario, se empobreci¨® para ense?ar a ni?os de todos los ¨¢mbitos de la sociedad. Aument¨® de manera paulatina el n¨²mero de alumnos que recib¨ªa y daba a conocer sus ¨¦xitos con exhibiciones en su propia casa: el religioso dictaba una oraci¨®n a sus estudiantes en su lenguaje de se?as y luego ellos la transcrib¨ªan al franc¨¦s escrito. En su escuela los estudiantes tambi¨¦n aprend¨ªan a hablar recurriendo a m¨¦todos que ya exist¨ªan y que eran exitosos.
Pero esa pedagog¨ªa educativa no estaba exenta de grandes desaf¨ªos. Uno de ellos era la complejidad del propio idioma franc¨¦s, con las terminaciones de las palabras y el orden de ellas en una oraci¨®n. De l¡¯?p¨¦e ide¨® una serie de signos de mano para el final de las palabras en franc¨¦s y un vocabulario que se bas¨® en las ra¨ªces latinas de las palabras. Este sistema evolucion¨® a lo que se conoci¨® como Lengua de Signos Francesa (lo que llamamos signos met¨®dicos), y fue tal su ¨¦xito que de Par¨ªs se extendieron sus haza?as educativas a Francia y, de ah¨ª, a Europa.
El obispo de Burdeos, por ejemplo, al enterarse de los ¨¦xitos de los estudiantes que el abate ten¨ªa en Par¨ªs, envi¨® all¨ª a un ni?o que luego fue quien sucedi¨® al propio De l¡¯?p¨¦e tras su muerte. Este maestro, convertido despu¨¦s en el abate Roch-Ambroise Sicard, fund¨® la segunda escuela para sordos en Burdeos alrededor del a?o 1786. En su escuela de Par¨ªs el cl¨¦rigo de Versalles recibi¨® a muchas personas de otros pa¨ªses europeos interesadas en su actividad. Varias de esas personas regresaron despu¨¦s a sus pa¨ªses de origen y fundaron en ellas escuelas similares, lo que le report¨® a?Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e fama continental y expansi¨®n a su m¨¦todo de ense?anza.
De l¡¯?p¨¦e fue una de las primeras personas en reivindicar que los sordos eran ciudadanos con plenos derechos en la sociedad seg¨²n la Declaraci¨®n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de Francia. Como escribi¨® en su libro de 1784, ¡®El verdadero m¨¦todo de educar a los sordos, confirmado por mucha experiencia¡¯, ¡°la religi¨®n y la humanidad me inspiran con un inter¨¦s tan grande en una clase de personas verdaderamente indigentes que, aunque son similares a nosotros mismos, se reducen, por as¨ª decirlo, a la condici¨®n de animales siempre que no se intente rescatarlos de la oscuridad que los rodea, por lo que considero una obligaci¨®n absoluta hacer todo lo posible para liberarlos de estas sombras¡±.
Sin embargo, a pesar de sus logros, fue acusado de que sus alumnos no hac¨ªan otra cosa sino aprender de memoria pero sin tener comprensi¨®n del lenguaje ni capacidad de construir oraciones por s¨ª mismos. Con la tenacidad que lo caracterizaba, De l¡¯?p¨¦e tambi¨¦n demostr¨® que sus detractores estaban equivocados, ya que Clement de la Pujade, uno de sus estudiantes sordos, fue reconocido por un discurso de cinco p¨¢ginas en lat¨ªn y por su participaci¨®n en una discusi¨®n sobre la historia del pensamiento filos¨®fico.
Su fama fue tal en vida que Luis XVI apoy¨® financieramente el instituto para sordos que dirig¨ªa y hasta el emperador del Sacro Romano Germ¨¢nico Jos¨¦ II visit¨® su escuela y le lleg¨® a ofrecer una abad¨ªa a L'?p¨¦e, que rechaz¨®. Sin embargo, el emperador mand¨® a un abate para que aprendiese la t¨¦cnica del franc¨¦s, y a su vuelta fund¨® una instituci¨®n para sordos en Viena.
Sin embargo,?Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e?muri¨® casi en la indigencia el 23 de diciembre de 1789 en Par¨ªs. A pesar de su renombre, acab¨® arruinado por su causa. Sus propios estudiantes contaban que muri¨® sin calor en sus habitaciones para que ellos pudieran tener lumbre en las suyas. Cuando muri¨® fue enterrado en la iglesia de Saint-Roch en Par¨ªs, y en 1838 se erigi¨® un monumento de bronce como reconocimiento sobre su tumba.
Poco antes de su muerte, una delegaci¨®n de estudiantes y representantes de la reci¨¦n creada Asamblea Nacional de Francia lo visit¨®. El cuerpo legislativo, instaurado a ra¨ªz de la Revoluci¨®n Francesa ese mismo a?o, se comprometi¨® a continuar con su trabajo, as¨ª la escuela de De l¡¯?p¨¦e fue asumida formalmente por el gobierno franc¨¦s en 1791, y permanece abierta hoy con el nombre de Institut National de Jeunes Sourds de Par¨ªs. La Asamblea tambi¨¦n nombr¨® al abate ¡°benefactor de la humanidad¡± por su contribuci¨®n a la educaci¨®n y al desarrollo de la comunidad sorda.
Los m¨¦todos de trabajo del religioso De l¡¯?p¨¦e continuaron dando frutos varias generaciones de sordos despu¨¦s de su muerte, con destacados intelectuales en la Francia de los siglos XVIII y XIX. Estos logros sirvieron para otorgar a su escuela y a su tradici¨®n de ense?anza el mote de ¡°m¨¦todo franc¨¦s¡±, seg¨²n el cual, la prioridad era la formaci¨®n intelectual de los alumnos a trav¨¦s del desarrollo de habilidades en la lectoescritura. Y es que?Charles Mich¨¨le de l'Ep¨¦e educ¨®, instruy¨® y form¨® a una poblaci¨®n abandonada que nadie sab¨ªa c¨®mo entender y a la que nadie quer¨ªa atender.?
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