Ninguna mujer nace para puta
Se ha pretendido blanquear la forma m¨¢s antigua de opresi¨®n, abuso, explotaci¨®n y violencia hacia las mujeres
Contaba El M¨²sico, un exproxeneta condenado y sentenciado por prostituci¨®n coactiva y trata de personas, ide¨®logo de la trata en Espa?a y expropietario de m¨¢s de una docena de los burdeles m¨¢s importantes que adornan nuestra geograf¨ªa, c¨®mo, cuando escuch¨® por primera vez en un informativo a un pol¨ªtico espa?ol hablar de la legalizaci¨®n de la prostituci¨®n con la intenci¨®n de acabar con las mafias y mejorar los derechos sociales de las prostitutas, le entr¨® la risa, la risa floja incluso.
Este hombre no daba cr¨¦dito a lo que hab¨ªa escuchado. Aquel pol¨ªtico de traje y corbata quer¨ªa exactamente lo mismo que ellos o, mejor dicho, que sus exsocios, unos iletrados, macarras, tratantes de mujeres y proxenetas (¨¦l ya estaba retirado de la noche tras salir de la c¨¢rcel).
No era posible que fuera lo mismo que ellos vendieron ya en 2001 cuando crearon ANELA, la patronal del proxenetismo, con el objetivo de lavar, centrifugar y planchar la imagen de la prostituci¨®n; pero, sobre todo, legalizarla. ?Para qu¨¦? Entre otras razones (siempre econ¨®micas), para que en caso de una redada por parte de la polic¨ªa no se llevaran a sus mujeres de los pisos o burdeles. La polic¨ªa detiene a las mujeres en situaci¨®n irregular, a las sin papeles. Por tanto, ?qu¨¦ les conviene a los delincuentes? Que las mujeres est¨¦n legalizadas para que as¨ª tampoco les hagan preguntas.
?Acabar con las mafias? Si eran precisamente las mafias, o sea, ellos mismos, quienes quer¨ªan legalizar la prostituci¨®n, precisamente para poder campar a sus anchas como en la actualidad hac¨ªan sus compadres en B¨¦lgica, Holanda o Alemania, donde muchos de sus j¨®venes cachorros, a los que ellos hab¨ªan ense?ado el oficio, hab¨ªan montado ya burdeles, pero no porque les fuera mal en Espa?a, sino porque la legislaci¨®n regulacionista les beneficiaba y hac¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil la captaci¨®n de mujeres en el extranjero para despu¨¦s implantarlas en los macroburdeles con tarifa plana.
Justo en el momento actual vuelven a ser ellos, los proxenetas y sus intereses econ¨®micos, los protagonistas del debate de la prostituci¨®n, eso s¨ª, siempre manejando los hilos desde la trastienda del negocio. Y, si bien es cierto que ANELA perdi¨® todo su poder cuando se demostr¨® que en los puticlubs de los asociados hab¨ªa trata incluso de menores, de nuevo llegan otros y otras a coger el testigo y, tal y como ocurri¨® en 2001, han estado a punto de convencer a parte de la ciudadan¨ªa, aquella que se tacha de transgresora y moderna en nombre de la libertad, de que las mujeres queremos ser putas, que somos libres de elegir la profesi¨®n ¡°m¨¢s antigua¡± del mundo y que estamos incluso encantadas de ejercerla, sobre todo cuando no hay otra alternativa, cuando esa ¡°libertad¡± est¨¢ condicionada por la precariedad, la pobreza, y la exclusi¨®n social y legal¡
Una vez m¨¢s se ha pretendido blanquear la forma m¨¢s antigua de opresi¨®n, abuso, explotaci¨®n y violencia hacia las mujeres. La prostituci¨®n, adem¨¢s, es la m¨¢xima expresi¨®n de la desigualdad.
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