La prostituci¨®n no es inevitable
Rechazar leyes que penalizan al cliente forma parte de un debate pantanoso plagado de trampas
El debate sobre la prostituci¨®n es un terreno pantanoso salpicado de trampas. En Francia, una decena de asociaciones y la secci¨®n gala de M¨¦dicos del Mundo alegan la inconstitucionalidad de la ley de 2016 porque vulnera, alegan, la libertad de empresa y la libertad sexual. Desde que esa norma est¨¢ en vigor, aseguran, las prostitutas sufren m¨¢s precariedad. El Constitucional deber¨ªa pronunciarse al respecto este mismo viernes. La norma en cuesti¨®n no ilegaliza el mercado del sexo, sino que penaliza al cliente. Hasta entonces, solo se persegu¨ªa a las putas. Pocos blandieron una espada en su favor por esa ley que desde 2003 las penalizaba a ellas.
En esas asociaciones contrarias a la norma de 2016 hay quienes rechazan la prostituci¨®n, esgrimen, pero prefieren otras v¨ªas para afrontar el problema. Por ejemplo, la protecci¨®n real de las mujeres forzadas a ejercer esa actividad ofreci¨¦ndoles, entre otras cosas, alternativas reales para ganarse la vida de otra forma.
Otras organizaciones creen, por el contrario, que penalizar al cliente y proteger a la prostituta (ese es el esp¨ªritu de la ley) es un importante paso adelante contra un mercado repleto de abusos, violencia, explotaci¨®n y trata de personas. Las avala el 71% de la poblaci¨®n, favorable a penalizar al cliente, seg¨²n un sondeo de Ipsos.
Las prostitutas son vulnerables. Eso no es nuevo. Varios m¨¦dicos publicaron recientemente una tribuna en Le Monde asegurando que ellas tienen la mitad de esperanza de vida que cualquier otra mujer. Corren m¨¢s riesgos de depresi¨®n profunda y de consumo de drogas para soportar las condiciones de su ¡°trabajo¡± y suelen sufrir heridas en la zona vaginal con cicatrices en todo el cuerpo por haber sido atadas o incluso quemadas con cigarrillos.
En Espa?a, la Organizaci¨®n de Trabajadoras Sexuales (Otras) recibi¨® el a?o pasado un primer permiso oficial para funcionar como sindicato. De no haberlo revocado el Gobierno, muchos proxenetas se habr¨ªan convertido en empresarios y algunas prostitutas, en empleadas con Seguridad Social. ?Es eso lo que se necesita mientras se acaba con la lacra de la prostituci¨®n tal como la conocemos?
Habr¨¢ casos, pero es pura fantas¨ªa considerar que en esta actividad hay contratos entre iguales de uno que cobra (casi siempre, mujer) y otro que paga (casi siempre, hombre). Las v¨ªctimas de explotaci¨®n se cuentan por millones y de la libertad sexual solo suele disfrutar el cliente. Resignarse a la existencia del sistema es dar una batalla justa por perdida. ¡°No cabe en una sociedad democr¨¢tica¡±, ha dicho Pilar Llop, delegada del Gobierno para la Violencia de G¨¦nero, a este peri¨®dico.
Continentes enteros han desterrado la esclavitud, el racismo y la pena de muerte. Que se produzcan debates tan encendidos demuestra que hoy las sociedades cuestionan este abominable mercado del sexo con el que s¨ª, se puede terminar.
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