Harriet Tubman, ej¨¦rcito de un soldado
Analfabeta, negra y mujer, salv¨® a decenas de esclavos estadounidenses
Araminta Ross (1820-1913) naci¨® en la Maryland de las plantaciones, marcada por su condici¨®n de mujer, negra, analfabeta y esclava. Su abuela, la africana Modesty, vino en aquellos barcos de carne humana. Su madre, Rit, alumbr¨® hijos en permanente peligro de venta. Cuando los tratantes vinieron a buscar a su benjam¨ªn, Moses, amenaz¨® con matarles. Nunca m¨¢s volvieron a intentarlo. Ese triunfo caus¨® una profunda impresi¨®n en la peque?a Minty que, azotada y explotada, hall¨® una esperanza para la liberaci¨®n.?
Mujeres en la historia
La vida de Harriet Tubman?se incluye en la colecci¨®n de EL PA?S?Mujeres en la historia, que arranca este domingo.?El diario re¨²ne la biograf¨ªa de una treintena de artistas, cient¨ªficas, historiadoras, etc. que marcaron un hito.
De adolescente, una pesa arrojada contra un esclavo fugitivo le rompi¨® el cr¨¢neo. Sobrevivi¨® gracias a su pelo recogido en forma de cesta. Desde entonces padeci¨® terribles dolores y visiones en las que aseguraba hablar con Dios. Prefer¨ªa el Antiguo Testamento y rechazaba el Nuevo por exhortar a los esclavos a la obediencia. En 1849 escap¨® para siempre. Cambi¨® su nombre por el de Harriet, en honor a su madre. Tom¨® el apellido de un marido que no dur¨® mucho y empez¨® su labor en el Ferrocarril Subterr¨¢neo. 13 misiones. 70 personas rescatadas a trav¨¦s de aquella red de refugios y rutas secretas. Y nunca perdi¨® un solo pasajero. La guiaba la Estrella del Norte durante los inviernos, cuando los caminos estaban menos vigilados. Su nombre en clave, el tot¨¦mico Moses, Mois¨¦s, el b¨ªblico l¨ªder que llev¨® a los jud¨ªos a la libertad. Su c¨®digo, la canci¨®n Go Down Moses cuya letra variaba para anunciar a los fugitivos si hab¨ªa peligro.
Durante la Guerra Civil Americana, pele¨® al lado de la Uni¨®n en calidad de cocinera, enfermera, esp¨ªa, exploradora y soldado. Fue la primera mujer en dirigir un asalto, el de Combahee Ferry (1863) donde se rescataron setecientos esclavos. No en vano el abolicionista John Brown la llamaba General Tubman. Jam¨¢s recibi¨® un salario. Hasta 1899 no se reconoci¨® su participaci¨®n en la contienda; a pesar de todo, logr¨® poseer un peque?o terreno en Auburn donde reuni¨® a casi toda su familia.
La inmensa Harriet y Frederick Douglass, el bello Le¨®n de Anacostia, dos colosales figuras del abolicionismo, representan las caras de una misma moneda. ?l le dedic¨® estas c¨®mplices palabras: ¡°La diferencia entre nosotros es muy marcada. La mayor parte de lo que he hecho y sufrido al servicio de nuestra causa ha sido en p¨²blico, y he recibido mucho aliento. T¨² has trabajado de manera solitaria. Si yo he forjado en el d¨ªa, t¨² en la noche... donde las silenciosas estrellas han sido testigos de tu devoci¨®n a la libertad y de tu hero¨ªsmo¡±.
Despu¨¦s de la guerra, ambos apoyaron activamente al movimiento sufragista. ¡°He sufrido lo bastante para creer en la necesidad del voto femenino¡±, afirmaba Harriet. Su permanente ayuda al pr¨®jimo la hab¨ªa dejado en tal pobreza que, para acudir a su propio homenaje en Boston, tuvo que vender su ¨²nica vaca.
Muri¨® de neumon¨ªa en un asilo que contribuy¨® a fundar. ¡°Me adelanto para preparar un lugar para vosotros¡±, se despidi¨®.Estaba previsto que, en 2020, el billete de 20 d¨®lares empezara a circular con su efigie. La iniciativa se detuvo. Tubman a¨²n tendr¨¢ que esperar un poco m¨¢s. Pero ella, la mejor persona posible, nos ense?a que nada est¨¢ perdido.
Ada del Moral es editora y coordinadora de la colecci¨®n Mujeres en la historia.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.