Un inmenso banco de bienes culturales
El informe de la ONU alerta del deterioro de la salud de los ecosistemas a escala global, con una redistribuci¨®n y perdida de la vida que llega hasta los polos
El informe sobre biodiversidad del IPBES hace una llamada desesperada al cambio transformacional pues los intereses particulares doblegan al inter¨¦s p¨²blico en todo el planeta. Los impulsores directos de extinci¨®n de especies est¨¢n hoy presentes incluso en los remotos Mares del Sur y el continente blanco. La caza de ballenas y focas peleteras ya a principios del siglo veinte casi lleva a su extinci¨®n. Afortunadamente, el desinter¨¦s por la grasa de ballena tras la emergencia del petr¨®leo, junto con las medidas de protecci¨®n de los f¨®cidos y cet¨¢ceos han permitido recuperar sus poblaciones.
Sin embargo, hoy en d¨ªa, ¨¦stas y otras muchas especies como los ping¨¹inos, compiten con el hombre por el consumo del kril ant¨¢rtico Euphausia superba (cuyo aceite rico en Omega 3 se usa para pienso). Si la deca¨ªda de depredadores emblem¨¢ticos ha trastocado los ecosistemas marinos, los efectos de la p¨¦rdida de kril como la base de las cadenas alimentarias marinas se prev¨¦n mucho m¨¢s catastr¨®ficos. Cabe destacar que se estima que el kril, despu¨¦s del hombre, es la especie animal m¨¢s abundante en tonelaje en la Tierra. En consecuencia, muchos organismos marinos dependen de la abundancia del mismo a la vez que sufren de los efectos de la contaminaci¨®n y el calentamiento clim¨¢tico de las aguas. Actualmente la gesti¨®n de los recursos marinos en el Oc¨¦ano Austral se erige como un tema clave para la supervivencia de miles de especies as¨ª como para nuestro propio bienestar. De tal forma muchos pa¨ªses y organizaciones se posicionan, pero la pregunta es, con respecto a que intereses.
Por otra parte, en el ¨¢mbito terrestre la biodiversidad natural en los archipi¨¦lagos del Oc¨¦ano Austral se ha visto afectada por otro gran mal, la introducci¨®n de especies ex¨®ticas. Por ejemplo, la llegada de conejos y gatos a la isla sub-Antarctica Macquarie (al Sur del Mar de Tasmania) asol¨® la poblaci¨®n del perico de Macquarie (Cyanoramphus erythrotis), extinguiendo la especie de loro m¨¢s sure?a. Hoy en d¨ªa el panorama se antoja desolador. Anualmente se descubren nuevas introducciones que se suman a los centenares de especies ex¨®ticas presentes en las islas Sub-Antarticas (tales como roedores, maleza e insectos), y unas pocas decenas de invertebrados en la propia Ant¨¢rtida. El debilitamiento de las barreras clim¨¢ticas por el calentamiento regional junto con la llegada continuada de visitantes facilita la colonizaci¨®n asistida por la actividad humana. La vida Ant¨¢rtica, ajena a presiones exteriores durante millones de a?os se ve sobrepasada por la agresividad competitiva de los invasores. Esa vida Ant¨¢rtica, aparentemente d¨¦bil, se ha adaptado para soportar la adversidad del continente helado, d¨¢ndonos una fuente de conocimiento sobre la supervivencia en ambientes extremos.
Conservar esta diversidad nos supone un inmenso banco de bienes culturales. Como ejemplo, los peces del hielo exentos de hemoglobina son un referente de estudio para el tratamiento de la anemia. Debemos plantearnos a cu¨¢nto ascender¨¢ el coste de oportunidad con la p¨¦rdida de biodiversidad y para ello conocer la salud de los ecosistemas en el Oc¨¦ano Austral ser¨¢ un buen reflejo.
Luis R. Pertierra es investigador Juan de la Cierva en la Universidad Rey Juan Carlos. Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica para El Pa¨ªs.
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