Los chicos puntuaron a las chicas por su aspecto, ellas dijeron basta
El MeToo llega a un centro de Maryland, donde una lista que clasificaba a las alumnas por su belleza desat¨® una rebeli¨®n contra el ambiente t¨®xico en la vida adolescente
El rumor comenz¨® a circular, el primer lunes de marzo, entre las alumnas del ¨²ltimo curso. Los chicos hab¨ªan hecho una lista con los nombres de las chicas. Estaban ordenadas de m¨¢s a menos guapa. Antes de que se fueran a casa, la clasificaci¨®n, escrita en la aplicaci¨®n de notas de un iPhone, ya hab¨ªa llegado a todos los m¨®viles. Los nombres de 18 alumnas del instituto Bethesda-Chevy Chase, en Maryland, a las afueras de Washington DC, puntuadas y ordenadas en funci¨®n de su aspecto f¨ªsico. Con dos decimales.
Ah¨ª estaba, junto a un n¨²mero, el nombre de Paloma Delgado, de 18 a?os. ¡°Me sent¨® muy mal¡±, explica a EL PA?S. ¡°Me sent¨ª triste y humillada. No pod¨ªa evitar pensar que mis compa?eros, con los que hablo y comparto cada d¨ªa, en realidad por dentro me estaban puntuando por mi aspecto¡±.
No era la primera vez que una lista como esa circulaba entre los chicos del instituto p¨²blico, en un barrio residencial de alto poder adquisitivo. Listas as¨ª se han hecho en muchos otros centros. Ha sucedido siempre. Pero esto estaba pasando ahora, en plena era del MeToo. Mujeres de todos los ¨¢mbitos se han alzado contra machismos cotidianos ante los que callaron durante generaciones. Y las chicas del instituto sintieron que tambi¨¦n ellas deb¨ªan decir basta.
¡°Creamos un grupo de WhatsApp y empezamos a hablar de ello, de c¨®mo nos sent¨ªamos y de qu¨¦ deb¨ªamos hacer¡±, recuerda Delgado. ¡°Y esto que ve aqu¨ª es parte del resultado de esa conversaci¨®n¡±.
Delgado se refiere a las piezas art¨ªsticas que la rodean, en un modesto centro de exposiciones de la peque?a ciudad de Bethesda, donde los alumnos de su clase han querido reflejar la ¡°cultura t¨®xica¡± a la que se enfrentan de manera cotidiana. La exposici¨®n se titula?Madurar en la toxicidad. De una cuerda que atraviesa un tramo de la sala, por ejemplo, cuelgan prendas de mujer con folios pegados, en las que las estudiantes comparten experiencias personales de abusos. En una hoja pegada a un ba?ador negro, una chica de 18 a?os cuenta c¨®mo su novio, durante una fuerte discusi¨®n, la agarr¨® con violencia por las mu?ecas y la forz¨® para besarla. ¡°Me sent¨ª impotente¡±, dice. En otra, una relata c¨®mo, cuando ten¨ªa 16, un amigo de su familia se meti¨® en su cama borracho, la abraz¨® y le toc¨® el culo y los pechos: ¡°No deb¨ª haber llevado esos shorts ni ese top ajustado, pens¨¦ entonces¡±.
La direcci¨®n del instituto, despu¨¦s de una breve investigaci¨®n interna, decidi¨® poner un d¨ªa de castigo al alumno que reconoci¨® haber redactado la lista, en aplicaci¨®n de la normativa disciplinaria del distrito escolar. Pidieron a las chicas que no hicieran una monta?a de un grano de arena. Pero ellas no estaban dispuestas a que aquello se despachara con un simple ¡°son cosas de chicos¡±. Propusieron una conversaci¨®n colectiva sobre la cultura t¨®xica que permite que sucedan estas cosas. Comprendieron que les tocaba a ellas enfrentarse a las ra¨ªces del problema.
¡°No quer¨ªamos que la ¨²nica respuesta fuera un castigo¡±, explica Delgado. ¡°Algo que se acaba en un d¨ªa y no hay reflexi¨®n. Quer¨ªamos tener una conversaci¨®n entre los chicos y las chicas. Mucha gente nos criticaba. Dec¨ªan que eran solo cosas de ni?os, que era parte de la vida, que nada iba a cambiar porque siempre habr¨ªa gente mala. Pero yo creo que no es que la gente sea mala, sino que no piensa en las consecuencias¡±.
A trav¨¦s del grupo de WhatsApp, las chicas se citaron en el despacho de la directora. Acudieron 40 alumnas. Le dijeron que se sent¨ªan inseguras y que estaban hartas de ese ambiente t¨®xico. Acordaron celebrar una asamblea con todos los alumnos del curso, incluidos los que crearon y distribuyeron la lista. La reuni¨®n tuvo lugar ese mismo viernes, 8 de marzo, D¨ªa Internacional de la Mujer.
Las chicas contaron c¨®mo se sintieron al ver sus nombres en la lista, pero tambi¨¦n compartieron otras experiencias de abuso, acoso y cosificaci¨®n de las que hab¨ªan sido v¨ªctimas en el pasado. Habl¨® tambi¨¦n el autor de la lista sobre su ¡°decisi¨®n est¨²pida¡±.
¡°Iba a durar solo una clase, pero se prolong¨® durante dos horas y media¡±, recuerda Delgado. ¡°Fue una experiencia ¨²nica. Nos empezaron a llamar de los peri¨®dicos y televisiones. Y quisimos que continuara, que no se quedase ah¨ª¡±.
Desde aquel d¨ªa, un grupo de alumnos y alumnas se re¨²ne cada semana para debatir sobre c¨®mo evitar que cosas as¨ª sucedan de nuevo. Parejas de chicos y chicas del curso acuden ahora a las clases de los estudiantes m¨¢s j¨®venes para hablarles de la masculinidad t¨®xica. En la exposici¨®n, entre proyectos que han realizado inspirados por este episodio, comparten sus vivencias con chicos y chicas de otros institutos. Los alumnos del ¨²ltimo curso quieren que la conversaci¨®n no termine cuando ellos se marchen, este verano, camino de su vida universitaria.
¡°Cuando hay una cultura en la que es normal hablar de esas cosas, supongo que hacer una lista sobre ello no parece algo tan terrible¡±, reconoc¨ªa el autor de la lista, en una entrevista en The Washington Post. Pero aseguraba que agradece que las chicas decidieran hablar del asaunto: ¡°Son tiempos diferentes y las cosas, es verdad, necesitan cambiar¡±.
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