C¨®mo saber si mi dieta contamina
Las decisiones de consumo ganan cada vez m¨¢s importancia ante la amenaza del cambio clim¨¢tico
?Unas galletas biol¨®gicas envueltas en pl¨¢stico respetan el medio ambiente? ?Y un pescado que procede del oc¨¦ano ?ndico? Las implicaciones medio ambientales de nuestras acciones en t¨¦rminos de consumo ganan cada vez m¨¢s importancia ante la amenaza del cambio clim¨¢tico y en un contexto donde la producci¨®n de alimentos es responsable de cerca de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta, seg¨²n un reciente estudio de la universidad de Oxford. ¡°Creo que es necesario concienciar a la gente de que del medio ambiente es responsable todo el mundo¡±, dice Emilio Chuvieco, docente de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares (UAH) y coautor un proyecto piloto que busca una metodolog¨ªa para calcular la huella de carbono de los alimentos para reflejarla en un etiquetado entendible para el consumidor. ¡°Ahora se sabe el precio y los ingredientes, pero nada de la huella ambiental, y hace falta informaci¨®n para tomar decisiones correctas¡±, reflexiona.
Seg¨²n el WWF, la agricultura y la ganader¨ªa intensiva ¡ªlos productos animales acaparan m¨¢s de la mitad de las emisiones de los alimentos¡ª emplean el 34% de la tierra disponible, consumen el 69% del agua y son las causas principales de deforestaci¨®n y p¨¦rdida de biodiversidad, sin contar los desperdicios. ¡°Tenemos que cambiar a un sistema alimentario sostenible¡±, afirma Celsa Peiteado, coordinadora de pol¨ªticas agraria y desarrollo rural de WWF Espa?a.
Peiteado explica que la huella de carbono de la dieta de los espa?oles podr¨ªa reducirse en hasta un 30% con un cambio en la alimentaci¨®n y a paridad de precio, seg¨²n los c¨¢lculos de LiveWell, un proyecto de la UE desarrollado por WWF y Friends of Europe.
¡°Comer una cosa u otra no es lo mismo en t¨¦rminos de emisiones¡±, comenta Chuvieco. El estudio de la UAH, realizado en colaboraci¨®n con la Universidad Ponitificia de Comillas, Mercadona y Carrefour, mide la huella de carbono en CO2 equivalentes para tres productos (pan rallado, mejillones en malla y aceite de oliva virgen), considerando su ciclo de vida desde la producci¨®n hasta la estanter¨ªa del supermercado. ¡°Nos concentramos en la huella de carbono, pero tambi¨¦n est¨¢ la h¨ªdrica y la ambiental en su conjunto, cuyo c¨¢lculo es a¨²n m¨¢s complicado¡±, a?ade.
Todo cuenta: desde los recursos usados para el cultivo y la transformaci¨®n, como el tipo de energ¨ªa empleada, la cantidad de agua, la superficie usada hasta el transporte y el envoltorio. Para los tres productos analizados, los resultados est¨¢n en l¨ªnea con el panorama internacional o por debajo de los valores medios de alimentos similares. Estela D¨ªaz, profesora de la Universidad Pontificia de Comillas, que sigui¨® a los grupos de consumidores que participaron en el estudio, se qued¨® sin embargo soprendida con su desconocimiento sobre las implicaciones de la producci¨®n alimentaria para el medio ambiente. ¡°La mayor¨ªa se fija mucho en precio, no le dedica tiempo a la compra y no mira la etiqueta¡±, asegura, ¡°pero sobre todo no entiende el impacto ambiental de la comida¡±.
Sin tomates en invierno
Peiteado, del WWF, explica que no existe una receta ¨²nica para consumir de manera m¨¢s sostenible, pero da una pista: ¡°Comprar local, de temporada y a granel con criterios de agroecolog¨ªa, es decir que la producci¨®n respete las normas ambientales y de trabajo¡±. Introducir un etiquetado con la huella de carbono de los alimentos ser¨ªa indudablemente un paso hacia adelante, pero hacen falta cambios estructurales, se?ala Blanca Ruibal, coordinadora de la ONG Amigos de la Tierra.
Esta organizaci¨®n, que propone aplicar un IVA reducido a los productos agroecol¨®gicos y fomentar la producci¨®n local, ha desarrollado una herramienta para saber cu¨¢nto CO2 hay detr¨¢s de lo que comemos en el marco de una campa?a, Alimentos kilom¨¦tricos, que busca concienciar sobre el da?o ambiental causado por el transporte de alimentos. Seg¨²n su ¨²ltima estimaci¨®n, de 2011 y recogida por el Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica, los productos importados que acaban en nuestras mesas tienen a sus espaldas un recorrido medio de casi 4.000 kil¨®metros. ¡°Para el consumidor, es una informaci¨®n m¨¢s valiosa el precio a que una naranja venga de Valencia o de Sud¨¢frica¡±, dice Ruibal, quien lamenta que hoy en d¨ªa consumir de manera respetuosa con el medio ambiente se est¨¢ convirtiendo en un lujo para pocos.
De momento, no solo el etiquetado ambiental es un futurible, con iniciativas que no est¨¢n realmente encima de la mesa ¡ªsalvo algunos pa¨ªses, como Dinamarca, que quiere introducirlo en su estrategia medio ambiental¡ª, sino que el consumo de productos de cercan¨ªa sigue representando un nicho limitado a cooperativas y muchas veces vinculado a propuestas militantes. ¡°En Espa?a, este sector tiene dif¨ªcil crecer¡±, dice Fernando D¨ªez, de la consultora especializada en consumo The cocktail Analysis. Explica que una mayor sensibilidad hacia los modelos de producci¨®n y distribuci¨®n o unos sellos de garant¨ªa que orienten la decisi¨®n del consumidor podr¨ªan ser claves para ampliar este mercado. ¡°Pero nada de esto existe masivamente por ahora¡±, concluye.
Ricard Espelt, investigador de la Universitat Oberta de Catalunya, se?ala por otro lado que el sector de las cooperativas se est¨¢ profesionalizando, y cada vez m¨¢s ¡°va asumiendo el car¨¢cter del s¨²per, donde el consumidor ya no tiene que participar tanto¡±, detalla. ¡°Dentro de las pol¨ªticas de surtido de las empresas, especialmente en las secciones de frescos, est¨¢n teniendo cada vez m¨¢s presencia los productos de proximidad¡±, asegura por otro lado Aurelio del Pino, presidente de la Asociaci¨®n de Cadenas Espa?olas de Supermercados. Explica sin embargo que este protagonismo se debe m¨¢s a que el consumidor asocia la cercan¨ªa a una calidad superior que por razones medio ambientales.
Seg¨²n una encuesta del WWF realizada a nivel global, el 91% de los ciudadanos entrevistados desconoce el elevado coste medio ambiental del sistema alimentario. ¡°No ven la alimentaci¨®n como fuente de contaminaci¨®n; el etiquetado es una parte, tiene que venir acompa?ado de campa?as educativas¡±, dice D¨ªaz, de la Pontificia de Comillas. ¡°Pero podemos aprender¡±, concluye.
¡°Si el producto recorre 6.000 kil¨®metros deja de ser ecol¨®gico¡±
El mercado de la alimentaci¨®n ecol¨®gica est¨¢ viviendo una expansi¨®n. ¡°Es una producci¨®n menos intensiva y con menos pesticidas, lo que hace pensar que su huella ambiental es menor¡±, detalla Emilio Chuvieco, de la Unversidad de Alcal¨¢ de Henares, quien a?ade que la cantidad de emisiones de CO2 por hect¨¢rea de estas explotaciones suele ser inferior a la del sistema convencional. Sin embargo, certificar que la producci¨®n de un alimento haya seguido criterios ecol¨®gicos no necesariamente coincide con la mejor elecci¨®n en t¨¦rminos medio ambientales. Unos kiwis con etiqueta bio importados desde Nueva Zelanda, por ejemplo, o unas hortalizas que han necesitado grandes cantidades de agua, acaban teniendo pegas en cuanto a huella ambiental aunque tengan sello org¨¢nico.
¡°Un producto que recorre 6.000 kil¨®metros deja de ser ecol¨®gico¡±, reflexiona el investigador Ricard Espelt. ¡°Tiene que ser una visi¨®n hol¨ªstica¡±, a?ade. Blanca Ruibal, de la ONG Amigos de la Tierra, coincide en que la certificaci¨®n ecol¨®gica no es suficiente para determinar si estamos comprando un producto al 100% respetuoso con el medio ambiente y con el territorio. ¡°El recorrido deber¨ªa ser un condicionante, as¨ª como las condiciones sociales de los trabajadores¡±, zanja.
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