Comer menos carne: ?una estrategia efectiva contra el cambio clim¨¢tico?
La mitigaci¨®n del calentamiento global requiere considerar acciones de forma conjunta, pues resulta inefectivo o incluso contraproducente centrarse en una
El cambio clim¨¢tico supone un desaf¨ªo para la humanidad. Por suerte, nuestras acciones pueden mitigarlo. Para comprender nuestro papel necesitamos informaci¨®n entendible, contrastada y basada en la evidencia cient¨ªfica, pero con frecuencia recibimos mensajes simplistas y contradictorios. Es el caso de la producci¨®n y consumo de productos de origen animal y su reducci¨®n como estrategia contra el calentamiento global.
Los mensajes contradictorios son un error de comunicaci¨®n en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Tienen un notable efecto disuasorio sobre la acci¨®n pol¨ªtica y social y dificultan la acci¨®n clara y decidida: ¡°Para qu¨¦ voy a hacer algo si ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo¡±. En otros casos, se elige el mensaje que coincide con los intereses de cada uno.
Lo que comemos, c¨®mo lo producimos y lo que desechamos tiene un gran impacto en el medio ambiente y en nuestra salud. ?Se debe reducir el consumo de productos de origen animal para paliar los efectos del cambio clim¨¢tico?
Un grupo de investigadores pertenecientes a la Red Remedia, que nos dedicamos al estudio de la mitigaci¨®n del calentamiento global en la agricultura y la ganader¨ªa, hemos tratado de responder a esta cuesti¨®n.
Para ello debemos:
Precisar cu¨¢l es la contribuci¨®n de la producci¨®n y el consumo de productos de origen animal al cambio clim¨¢tico, en comparaci¨®n con otros alimentos y sectores.
Valorar en qu¨¦ medida es efectivo reducir nuestro consumo de estos productos en la lucha contra el calentamiento global.
Esclarecer si existen diferencias entre distintos tipos de producciones animales en cuanto a las emisiones.
Este es el resultado de nuestras reflexiones:
Debemos ser rigurosos al contar emisiones
Los inventarios de emisiones no siempre reflejan el impacto clim¨¢tico asociado a las pautas de consumo de alimentos.
Un viaje de ida y vuelta en avi¨®n de M¨¢laga a ?msterdam tiene unas emisiones comparables al consumo anual de carne de un consumidor espa?ol promedio
Para conocer cu¨¢l es la contribuci¨®n del sector ganadero al cambio clim¨¢tico acudamos al inventario nacional de emisiones. Esta es la herramienta con la que pa¨ªses como Espa?a cuantifican las emisiones anuales de sus sectores productivos. Gracias a ella, se establecen los compromisos de reducci¨®n de emisiones.
El inventario facilita el c¨®mputo de las emisiones mediante unas reglas comunes establecidas por la ONU. Para ello, clasifica las emisiones de cada pa¨ªs en varios apartados y seg¨²n sector (energ¨ªa, industria, agricultura). En definitiva, es una herramienta muy potente para poder llevar a cabo pol¨ªticas de mitigaci¨®n a nivel estatal.
Los datos de 2016 del inventario espa?ol indican que la agricultura es responsable directa del 11% de las emisiones de gases efecto invernadero. M¨¢s de la mitad (un 6% del total) corresponde a la cr¨ªa de animales y la gesti¨®n de sus deyecciones. Estas se producen en forma de metano, un gas con un poder de efecto invernadero muy superior al del CO? y que se origina en la digesti¨®n de rumiantes como vacas, ovejas y cabras. Tambi¨¦n durante la gesti¨®n de los esti¨¦rcoles l¨ªquidos, purines, procedentes del ganado porcino.
Seg¨²n el inventario espa?ol de emisiones, la ganader¨ªa se sit¨²a lejos del sector energ¨¦tico, que representa un 78% del total y est¨¢ liderado por las industrias energ¨¦ticas (28%) y el transporte (22%). Actuar sobre el sector ganadero tendr¨ªa, en principio, un impacto escaso. Sin embargo, el inventario sirve para computar el total de emisiones de un pa¨ªs, pero no est¨¢ dise?ado para determinar la contribuci¨®n de un sector en las emisiones de gases efecto invernadero.
Estas emisiones deben cuantificarse sumando las generadas en todas las etapas de la producci¨®n de un producto o servicio, lo que se conoce como huella de carbono.
Las emisiones indirectas duplican a las directas
La FAO estima que las emisiones directas procedentes de los animales y sus excreciones suman, a nivel mundial, unos 2.300 millones de toneladas de CO? equivalente. Reconoce, eso s¨ª, que incluyen tambi¨¦n otros procesos. Por ejemplo, el uso de combustibles para maquinaria y calefacci¨®n en granjas tambi¨¦n debe asociarse a la producci¨®n animal, pero est¨¢ incluido en el apartado de energ¨ªa del inventario.
La huella de carbono de un producto de origen animal considera tambi¨¦n las emisiones procedentes de la obtenci¨®n de su alimento. Esta no siempre es producida en Espa?a y, por lo tanto, no siempre aparece computada en el inventario. Adem¨¢s, la producci¨®n de piensos requiere con frecuencia cambiar la forma en la que se usa el suelo, que pasa a retener menos carbono, liberando CO? a la atm¨®sfera, aunque estos cambios se pueden revertir. El ejemplo m¨¢s claro es la deforestaci¨®n de bosques tropicales.
En definitiva, la FAO estima que estas emisiones indirectas son casi el doble que las directas. Desde esta perspectiva, el peso de los productos de origen animal en las emisiones de gases de efecto invernadero se sit¨²a en un 14,5% a escala global, con unos 7.100 millones de toneladas de CO? equivalente, seg¨²n la FAO. Esto supone una parte muy relevante de las emisiones relacionadas con la producci¨®n agroalimentaria, que se estima cercana al 25%, seg¨²n organismos como el IPCC.
El ritmo de mejora es insuficiente
El reciente informe de IPCC Global Warming of 1.5 ¡ãC detalla de qu¨¦ forma podemos evitar las peores consecuencias del cambio clim¨¢tico. Indica que ser¨¢ necesario reducir, adem¨¢s del CO? emitido por la quema de combustibles f¨®siles, las emisiones procedentes de la agricultura.
La producci¨®n animal es, por tanto, una pieza esencial en la lucha contra el cambio clim¨¢tico por sus emisiones directas e indirectas. Las posibilidades t¨¦cnicas para mitigarlas son amplias:
Optimizar la cr¨ªa de animales en las granjas para que necesite la menor cantidad de recursos posibles.
Limitar los procesos por los cuales se originan las emisiones.
En ambos casos se han logrado grandes avances en los ¨²ltimos a?os, con perspectiva de que sigan mejorando en el futuro. Existen tambi¨¦n medidas m¨¢s estructurales:
- Reducir las p¨¦rdidas asociadas al desperdicio alimentario.
A pesar de todo, existen evidencias cient¨ªficas de que el ritmo actual de mejora no ser¨¢ suficiente. Aunque producir carne pueda tener cada vez una menor huella de carbono, el total de emisiones asociadas no se reducir¨¢ debido al aumento de la demanda global.
Por tanto, es indispensable desarrollar a trav¨¦s de la investigaci¨®n e innovaci¨®n formas de producci¨®n ganadera que permitan reducir a mayor ritmo las emisiones directas e indirectas relacionadas con la producci¨®n animal. Las medidas ligadas al consumo tambi¨¦n ser¨¢n fundamentales.
?Reducir el consumo donde m¨¢s se consume?
En las regiones de rentas m¨¢s altas, como Espa?a, la ingesta de prote¨ªna de origen animal es, en general, mayor de la recomendable
En este contexto, se introduce en el tablero de juego un cuarto grupo de estrategias asociadas a los consumidores:
- Reducir el consumo de productos con una elevada huella de carbono (entre los que se suelen encontrar los de origen animal) y sustituirlos por otros con menor huella que mantengan el aporte nutricional.
Esta estrategia genera controversia y tiene matices que dificultan su aplicaci¨®n a escala global. Se entremezclan aspectos ajenos al cambio clim¨¢tico, pero igual de relevantes, como la salud, la seguridad alimentaria, el bienestar animal y la sostenibilidad econ¨®mica del mundo rural, entre otros.
El enfoque siempre debe ser por regiones, pues existen partes del planeta muy deficitarias en la ingesta de nutrientes y prote¨ªna de alto valor biol¨®gico. All¨ª, los productos de origen animal desempe?an un papel fundamental. Adem¨¢s, los esti¨¦rcoles generados son necesarios para la fertilizaci¨®n de los cultivos.
Por el contrario, en las regiones de rentas m¨¢s altas, como Espa?a, la ingesta de prote¨ªna de origen animal es, en general, mayor de la recomendable. Muchos estudios indican que reducirla para adecuarla a las recomendaciones de los nutricionistas ayudar¨ªa a mitigar el cambio clim¨¢tico. Una dieta con un mayor peso de legumbres, frutas y verduras de proximidad y temporada, en detrimento de carnes, bebidas azucaradas y alimentos procesados es un ejemplo de dieta m¨¢s saludable y a la vez m¨¢s sostenible desde el punto de vista clim¨¢tico.
Una estrategia efectiva, pero con matices
Reducir el consumo de productos de origen animal es efectivo, pero tiene matices importantes que deben ser considerados. ?Qu¨¦ tipo de producto animal convendr¨ªa reducir por motivos clim¨¢ticos? La respuesta no es evidente, ya que existen producciones animales muy diversas.
Los animales criados en condiciones intensivas pertenecen a razas mejoradas de cerdos y aves, alimentados con piensos de elevada calidad nutricional. Son los que aprovechan una mayor proporci¨®n de los nutrientes que ingieren y los que emiten menos metano por cada kilo de producto.
Este tipo de producci¨®n es la que m¨¢s se han intensificado en las ¨²ltimas d¨¦cadas, y ha permitido incrementar el consumo de productos de origen animal al hacerlos m¨¢s accesibles. Esto no tiene por qu¨¦ significar un mejor resultado a nivel de la cadena de producci¨®n, pues la mayor parte de su huella de carbono no est¨¢ asociada a la cr¨ªa de los animales, sino a la obtenci¨®n de su comida, que alternativamente podr¨ªa emplearse para alimentar a la poblaci¨®n.
La producci¨®n de pienso utiliza amplias zonas de cultivo de soja y cereal, con frecuencia alejadas miles de kil¨®metros del lugar en que son consumidas. Tambi¨¦n conlleva el uso de fertilizantes y las emisiones asociadas a su fabricaci¨®n, aplicaci¨®n y transporte. A menudo, implica cambiar el uso de suelos para implantar cultivos.
Los animales criados en condiciones m¨¢s extensivas, con una menor densidad de ganado por unidad de superficie, aprovechan una menor proporci¨®n de los nutrientes que ingieren. Al ser habitualmente rumiantes, tienden a emitir mayores cantidades de metano en su digesti¨®n. Pero por ser rumiantes son capaces de aprovechar (tanto en pastoreo como en condiciones intensivas) recursos dif¨ªciles de aprovechar por otros animales e incluso humanos. Esto reduce bastante la huella de carbono asociada a su alimentaci¨®n.
Entre los extremos mencionados existe una amplia variedad de producciones ganaderas en cuanto a sus impactos y potenciales beneficios. Esto impide cualquier valoraci¨®n gen¨¦rica y, una vez m¨¢s, hace necesario un enfoque regionalizado.
No solo gases
Las emisiones de gases efecto invernadero no deben ser la ¨²nica herramienta de decisi¨®n ambiental. La producci¨®n animal tiene otros impactos relevantes e importantes.
Estos dependen del tipo de producci¨®n, y est¨¢n asociados al consumo de recursos naturales y suelos, as¨ª como a la gesti¨®n de las excreciones de los animales. El grado de concentraci¨®n ganadera dificulta (pero no imposibilita) su control, de forma que el modelo de producci¨®n intensiva es m¨¢s proclive a generar problemas ambientales, mientras que la producci¨®n extensiva y en pastoreo contribuye en mayor medida a la conservaci¨®n de determinados h¨¢bitats y ecosistemas.
Algunos ejemplos de impactos negativos nada despreciables est¨¢n relacionados con las emisiones de amoniaco y la contaminaci¨®n de las aguas subterr¨¢neas por nitratos, ambas muy vinculadas a la agricultura y ganader¨ªa intensivas. Tambi¨¦n la generaci¨®n de olores y el uso de antibi¨®ticos.
En cualquier caso, no deben obviarse los beneficios econ¨®micos, sociales y ambientales asociados a cada tipo de producci¨®n animal. Por tanto, la imagen completa de los impactos y beneficios de ganader¨ªa es dif¨ªcil de abarcar incluso para especialistas en estos temas.
La necesidad de estrategias conjuntas
La mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico requiere considerar estrategias de forma conjunta, pues resulta inefectivo o incluso contraproducente centrarse en una.
Podr¨ªa pensarse, err¨®neamente, que dejar de consumir este tipo de alimentos compensar¨ªa otras emisiones como las del transporte, o viceversa. Por poner un ejemplo, un viaje de ida y vuelta en avi¨®n de M¨¢laga a ?msterdam tiene unas emisiones comparables al consumo anual de carne de un consumidor espa?ol promedio, lo que puede dar a cada uno una idea sobre cu¨¢les podr¨ªan ser sus prioridades clim¨¢ticas.
Tampoco debemos negar el papel que tienen nuestras acciones diarias. El ¨²ltimo informe del IPCC defiende medidas coordinadas que afectan a nuestros h¨¢bitos de consumo. Es decir la forma en la que vivimos, nos desplazamos y nos alimentamos.
Las mejoras ambientales asociadas a reducir el consumo de productos de origen animal son evidentes, al igual que lo es reducir otras actividades como los desplazamientos en avi¨®n y en coche. Debemos seguir trabajando para reducir a¨²n m¨¢s las emisiones de la ganader¨ªa, tanto de consumo como de producci¨®n, con una estrategia que tenga en cuenta los impactos y beneficios asociados.
Por tanto, el consumo y producci¨®n de productos de origen animal no son la soluci¨®n al cambio clim¨¢tico, pero seguramente ser¨¢n parte de ella. Siempre, eso s¨ª, de forma coordinada, regionalizada y basada en evidencias cient¨ªficas.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente por The Conversation.
Los autores son: Salvador Calvet Sanz, profesor titular en el Instituto de Ciencia y Tecnolog¨ªa Animal, Universitat Polit¨¨cnica de Val¨¨ncia; Agustin del Prado Santeodoro, investigador en agricultura y cambio clim¨¢tico , bc3 - Basque Centre for Climate Change; Agust¨ªn Rubio S¨¢nchez, catedr¨¢tico de Ecolog¨ªa y Edafolog¨ªa, Universidad Polit¨¦cnica de Madrid (UPM); Ana Iglesias Picazo, investigadora del Centro de Estudios e Investigaci¨®n para la Gesti¨®n de Riesgos Agrarios y Medioambientales , Universidad Polit¨¦cnica de Madrid (UPM); Cipriano D¨ªaz Gaona, profesor del departamento de Producci¨®n Animal, Universidad de C¨®rdoba (Espa?a); David R. Y¨¢?ez-Ruiz, investigador cient¨ªfico, Nutrici¨®n Animal, Estaci¨®n Experimental del Zaid¨ªn (EEZ - CSIC); Elena Gal¨¢n, investigador postdoctoral, bc3 - Basque Centre for Climate Change; Fernando Estell¨¦s Barber, profesor titular en Producci¨®n Animal, Universitat Polit¨¨cnica de Val¨¨ncia; Guillermo Pardo, investigador postdoctoral, bc3 - Basque Centre for Climate Change; Haritz Arriaga Sasieta, investigador, Instituto Vasco de Investigaci¨®n y Desarrollo Agrario NEIKER-Tecnalia; Inmaculada Batalla, investigadora postdoctoral, bc3 - Basque Centre for Climate Change; Jorge Alvaro-Fuentes, cient¨ªfico titular, Estaci¨®n Experimental de Aula Dei (EEAD - CSIC); Mar¨ªa Almagro Bonmat¨ª, investigadora postdoctoral Juan de la Cierva-Incorporaci¨®n, bc3 - Basque Centre for Climate Change; Pol Llonch Obiols, investigador en bienestar animal, Universitat Aut¨°noma de Barcelona; Sonia Roig G¨®mez, profesora titular. Depto. Sistemas y Recursos Naturales. Presidenta Sociedad Espa?ola de Pastos, Universidad Polit¨¦cnica de Madrid (UPM) y V¨ªctor V¨¦lez-Marroqu¨ªn, investigador y profesor en Producci¨®n Animal, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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