Los ¨²ltimos d¨ªas de Jeffrey Epstein
El suicidio del financiero, acusado de tr¨¢fico sexual, destapa las irregularidades en la custodia del preso y las dur¨ªsimas condiciones de la prisi¨®n federal donde esperaba juicio


El 6 de julio, Jeffrey Epstein, un millonario financiero que repart¨ªa su vida de lujo entre una mansi¨®n en el Upper East Side, otra en Palm Beach (Florida) y una isla privada en el Caribe, se convirti¨® en el recluso 76318-054 del Centro Correccional Metropolitano del sur de Manhattan. Su nueva residencia era un agujero de seis metros cuadrados, oscuro y h¨²medo, frecuentado por cucarachas y roedores, en una prisi¨®n saturada que ha alojado a algunos de los m¨¢s famosos terroristas y narcotraficantes del mundo, cuyas tremendas condiciones han sido denunciadas recurrentemente por abogados y organizaciones humanitarias.
Ese d¨ªa, a la vuelta de un viaje a Par¨ªs, Jeffrey Epstein fue arrestado en el aeropuerto de Teterboro, en Nueva Jersey. Se le acusaba de tr¨¢fico sexual y conspiraci¨®n, alegando que el financiero y sus empleados pagaron a docenas de chicas menores de edad, entre los a?os 2002 y 2005, para mantener relaciones sexuales. Epstein se declar¨® no culpable. Se enfrentaba a hasta 45 a?os de c¨¢rcel.
La prisi¨®n de alta seguridad, una mole de 12 plantas de color ¨®xido enclavada entre Chinatown y Tribeca, fue abierta en 1975 para alojar a 500 reclusos. Pero en la actualidad se hacinan ah¨ª dentro casi ocho centenares de presos, que esperan ser juzgados o sentenciados en Nueva York. Epstein acab¨® en la unidad nueve sur, en la novena planta.
Se trata de la unidad de alojamiento especial, la segunda m¨¢s rigurosa, por detr¨¢s de la temida unidad 10 donde, por ejemplo, fue alojado El Chapo Guzm¨¢n, despu¨¦s de dos sonadas fugas de prisiones mexicanas. Las celdas son ocupadas normalmente por dos presos cada una. Se les escolta a la ducha, esposados, tres veces por semana. Epstein compart¨ªa celda con Nicholas Tartaglione, un exagente de polic¨ªa acusado de asesinato y tr¨¢fico de coca¨ªna.
Acostumbrado a moldear su entorno a golpe de talonario, Epstein pagaba a varios abogados para que fueran a visitarle, la ¨²nica v¨ªa que le permit¨ªa escapar de la angustiosa rutina durante largos periodos de tiempo, que pod¨ªan prolongarse hasta 12 horas. Se ve¨ªa con ellos en una sala de reuniones, y pasaba largos ratos en silencio, sentado en una silla de pl¨¢stico, o devorando los productos de las dos m¨¢quinas de vending. Tambi¨¦n, seg¨²n The New York Times, transfiri¨® a cuentas bancarias dinero destinado a otros presos, pr¨¢ctica habitual para evitar ataques. Pero pronto comprendi¨® que ni todo el oro del mundo podr¨ªa hacer su vida all¨ª menos miserable.
Los abogados de Epstein solicitaron que se le permitiera depositar una cuantiosa fianza a cambio de trasladarlo, mientras esperaba el juicio, a su mansi¨®n de Manhattan, donde estar¨ªa sometido a una vigilancia constante que costear¨ªa el propio acusado. El 18 de julio, el juez deneg¨® la solicitud, que calific¨® de ¡°irremediablemente inadecuada¡±, dada la posibilidad de reincidencia y el riesgo de fuga debido a su elevado patrimonio.
Cinco d¨ªas despu¨¦s, los guardias de la prisi¨®n encontraron a Epstein tendido medio inconsciente en el suelo, en posici¨®n fetal, con marcas en el cuello. Los funcionarios investigaron el incidente como un posible suicidio, pero no descartaron la posibilidad de que hubiera sido atacado por otro recluso. Incluso interrogaron a Tartaglione, su compa?ero de celda, que fue quien dio la voz de alarma.
Las lesiones de Epstein no revest¨ªan gravedad. Pero se decidi¨® aplicar al recluso el protocolo de prevenci¨®n de suicidios. Epstein permaneci¨® seis d¨ªas bajo este severo r¨¦gimen de vigilancia en una celda especial. Despu¨¦s, a petici¨®n de sus abogados, que llegaron a alegar que sus lesiones en el cuello hab¨ªan sido causadas por un ataque de Tartaglione, Epstein fue trasladado de vuelta a la 9 Sur. All¨ª pas¨® sus ¨²ltimos 12 d¨ªas de vida, con una supervisi¨®n reforzada que inclu¨ªa revisiones cada media hora y la presencia de un compa?ero de celda. Lo tuvo los primeros d¨ªas, pero este fue pronto trasladado y Epstein se qued¨® solo.

Tres d¨ªas despu¨¦s de regresar a la nueve sur, Epstein recibi¨® la visita de un abogado, David Schoen, que el acusado quer¨ªa que se incorporara a su equipo de defensa. Estuvieron cinco horas reunidos. ¡°Una cosa que puedo asegurar es que cuando lo dej¨¦, estaba muy, muy animado¡±, declar¨® Schoen a The New York Times.
Pero en los d¨ªas siguientes, Epstein empez¨® a mostrarse m¨¢s bajo de ¨¢nimo. No se comunicaba con terceros, se aseaba menos, no se peinaba, se descuid¨® la barba y empez¨® a dormir en el suelo, seg¨²n han declarado abogados y funcionarios de la prisi¨®n en The New York?Times.
El viernes 9 de agosto, sus abogados llegaron temprano. Se sentaron con ¨¦l en la sala de reuniones, durante horas, para explicarle que acababan de hacerse p¨²blicos nuevos documentos judiciales que ofrec¨ªan detalles escabrosos sobre sus acusaciones. No hay registro de lo que ocurri¨® en su celda cuando cay¨® la noche. Hay c¨¢maras de videovigilancia en los pasillos, pero no en las celdas, ya que la ley federal restringe el uso de las mismas en lugares donde los presos pueden estar desnudos.
Solo 17 funcionarios cubr¨ªan el turno de noche en la prisi¨®n, dos de ellos asignados a la unidad nueve sur. Los guardias deb¨ªan realizar visitas a Epstein cada media hora. Pero, al menos entre las 3.30 y las 6.30, no lo vigilaron. Los dos funcionarios, seg¨²n revel¨® la investigaci¨®n posterior, se quedaron dormidos y, para encubrir su error, falsificaron el registro que estaban obligados a llevar.
Llevaban m¨¢s horas trabajando que las reglamentarias, algo com¨²n en esta y otras penitenciar¨ªas federales, ahogadas de financiaci¨®n como consecuencia de la reducci¨®n de gasto p¨²blico de la Administraci¨®n Trump. Uno de los funcionarios que custodiaba a Epstein no trabajaba vigilando a reclusos, pero se hab¨ªa ofrecido a hacerlo para obtener un sobresueldo. La otra, una mujer que s¨ª estaba asignada en esa unidad, estaba realizando horas extras.
A las 6.30 del s¨¢bado 10 de agosto, cuando realizaban su ronda, los funcionarios encontraron a Epstein con una s¨¢bana atada al cuello, colgado de la litera. Los reclusos oyeron gritos. ¡°?Respira, Epstein, respira!¡±. Se le practicaron maniobras de reanimaci¨®n y fue trasladado a un hospital cercano, donde certificaron su muerte.
El domingo se llev¨® a cabo la autopsia. La jefa de los forenses de la ciudad, Barbara Sampson, declar¨® que necesitaba m¨¢s informaci¨®n antes de llegar a una conclusi¨®n definitiva, algo frecuente en estos casos. Epstein ten¨ªa roto el hioides. La fractura de dicho hueso suele indicar muerte por estrangulamiento, pero en varones, sobre todo de una edad avanzada, puede ser compatible con el ahorcamiento. El viernes por la tarde se conocieron los resultados de la autopsia: Epstein se hab¨ªa suicidado ahorc¨¢ndose con una s¨¢bana.
El FBI y el Departamento de Justicia han abierto investigaciones para aclarar las ¡°graves irregularidades¡± que, en palabras del propio fiscal general, William Barr, se produjeron en la custodia de uno de los presos de m¨¢s alto perfil del pa¨ªs. Los abogados del fallecido han asegurado que llevar¨¢n a cabo su propia investigaci¨®n. ¡°Nadie deber¨ªa morir en la c¨¢rcel¡±, declararon en un comunicado.
Riesgo de suicidio
El protocolo de prevenci¨®n de suicidios, que se le aplic¨® durante seis d¨ªas a Epstein despu¨¦s de un incidente el 23 de julio, incluye el traslado del preso a una celda especial de observaci¨®n, rodeada de ventanas, con una cama atornillada al suelo y sin s¨¢banas ni mantas. Todas las prisiones federales deben tener al menos una de estas celdas, que proporcionan "una visi¨®n sin obst¨¢culos" del recluso y no deben tener "caracter¨ªsticas arquitect¨®nicas que puedan permitir la autolesi¨®n".
La luz est¨¢ encendida las 24 horas del d¨ªa y los funcionarios, por turnos, se sientan en una habitaci¨®n adyacente y monitorizan constantemente al preso, llevando un registro escrito de su comportamiento. Se les da alimentos que puedan comer con los dedos, sin cubiertos. Est¨¢n en la celda hasta 23 horas al d¨ªa, a menudo sin poder ducharse.
El r¨¦gimen de vigilancia por suicidio est¨¢ pensado para periodos de tiempo cortos, por el estr¨¦s que genera en el sujeto y en los funcionarios. Es el coordinador del programa, normalmente el psic¨®logo jefe de la prisi¨®n, quien determina que ya no hay "riesgo inminente de suicidio", despu¨¦s de conducir una evaluaci¨®n psicol¨®gica cara a cara con el preso.El riesgo de suicidio es tan alto en las prisiones federales que los guardias tiene acceso a un palo de madera con una cuchilla en un extremo para poder cortar r¨¢pidamente la s¨¢bana si encuentran a un preso colgado. No es p¨²blico el dato de cu¨¢ntas personas se han suicidado en el correccional de Manhattan, pero las cifras de la Oficina de Prisiones muestran que al menos 124 personas se quitaron la vida en centros penitenciarios federales entre 2010 y 2016.
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