El hombre que limpia las calles mientras duermes
Pedro ?ngel G¨®mez recorre Rivas de madrugada y vac¨ªa los contenedores amarillos en su cami¨®n. Al d¨ªa, recoge m¨¢s de 4.000 kilos de basura
Pedro ?ngel G¨®mez trabaja con premeditaci¨®n, nocturnidad y alevos¨ªa. Todos los d¨ªas, de seis de la ma?ana a una de la tarde, este mostole?o de 49 a?os se afana con su cami¨®n en la tarea de despejar de basura los contenedores de Rivas-Vaciamadrid, municipio al sureste de la capital. G¨®mez, un tipo tranquilo, lleva 13 a?os a los mandos de este peculiar veh¨ªculo, en la actualidad repleto de pantallas y sensores y m¨¢s automatizado que nunca. Son las 6:30 y el conductor coloca su cami¨®n en paralelo a un contenedor amarillo de una silenciosa calle residencial. Dos palas se despliegan, alzan el mamotreto y vuelcan su contenido: si la conciencia ambiental de los vecinos no ha fallado, ser¨¢n envases de pl¨¢stico, latas y briks. Y a simple vista lo son. ¡°La gente recicla cada vez m¨¢s¡±, exclama G¨®mez, uno m¨¢s de la flota de conductores que se ocupa de esta zona perif¨¦rica de Madrid. ¡°Se recoge mucho por aqu¨ª, hay muchas viviendas. Incluso le hemos dicho al encargado que ponga otro contenedor¡±.
En cada ruta, G¨®mez carga m¨¢s de 4.000 kilos de envases dom¨¦sticos. Pertenece a un eslab¨®n intermedio de la cadena del reciclaje, esa que comienza en cada hogar y termina en una empresa recicladora donde los residuos se convierten en nuevas materias primas. Su jornada comienza a las seis de la ma?ana, cuando llega junto a un compa?ero, tambi¨¦n de M¨®stoles, a la central, donde el encargado le da las llaves del cami¨®n. Despu¨¦s, una revisi¨®n r¨¢pida del aceite y el l¨ªquido refrigerante, entre otros, y "a hacer la ruta, pr¨¢cticamente sin parar".
"Cuando yo empec¨¦ ten¨ªamos otros camiones, unos muy grandes que para m¨ª era una maravilla. Yo no quer¨ªa cambiarlos, pero luego llegaron estos nuevos y, cuando te haces con ellos, se nota. Son un poquito m¨¢s r¨¢pidos y dan m¨¢s seguridad. Tambi¨¦n tienen m¨¢s sensores", ampl¨ªa. G¨®mez tiene un toque vieja escuela que reluce cuando maniobra con los contenedores. "Mira, aqu¨ª tenemos una pantalla donde vemos perfectamente la posici¨®n del cubo y cogemos la referencia", explica en plena faena. "Lo que pasa es que a m¨ª me gusta trabajar con el espejo normal, el de toda la vida". Acto seguido, mueve con pericia un joystick para atraer el cubo y voltearlo. "Y esa es la rutina", concluye. ?Dificultades? A veces, el incivismo: "Como hay poco espacio en las aceras, los coches intentan aparcar donde pueden. Y te suelen mover los cubos. T¨² tienes que maniobrar con los brazos para enderezarlos. Tan solo hay que tener un poquito de ma?a", cuenta.
Los horarios tempranos, las solitarias rutas y los ocasionales malos olores, particularidades de su trabajo, nunca fueron inconvenientes para G¨®mez. ¡°Me acuesto a las once de la noche y me pego un buen madrug¨®n, pero a las dos estoy en casa. Tengo el d¨ªa por delante¡±, dice el conductor, que pas¨® por varios empleos, entre ellos el de vigilante de seguridad. Considera que su actividad ejerce una labor social importante y, seg¨²n pasan los a?os y las rutas, aprecia una mayor implicaci¨®n de los ciudadanos. ¡°Me gusta mi trabajo. Hay que cuidar lo que uno tiene y donde se encuentra bien¡±, sentencia.
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