Leila Slimani: ¡°?Tienen derecho las autoridades a saber qu¨¦ pasa entre nuestras piernas?¡±
La escritora franco-marroqu¨ª que impuls¨® el manifiesto por el encarcelamiento de una periodista que abort¨® en Marruecos denuncia que "ninguna religi¨®n sabe adaptarse a la modernidad"
Si Leila Slimani (Rabat, 1981) se ha implicado, y mucho, en el caso de una periodista marroqu¨ª condenada a un a?o de c¨¢rcel por abortar es porque Marruecos es el pa¨ªs donde naci¨®. Lo siente tan suyo como la Francia en la que vive y donde se ha convertido en una escritora de primera fila, una pensadora respetada y hasta representante de la francofon¨ªa a petici¨®n del presidente Emmanuel Macron.
A ra¨ªz de la detenci¨®n de la periodista Hajar Rasuni, Slimani public¨®, junto con la cineasta Sonia Terrab, una tribuna firmada inicialmente por 490 personalidades, hombres y mujeres, en la que denunciaban la hipocres¨ªa moral y sexual del pa¨ªs. Desde entonces, m¨¢s de 10.000 personas han firmado el manifiesto y las iniciadoras han creado un colectivo para canalizar su impacto. Si llegan a 25.000 firmas, podr¨ªan incluso llevar una petici¨®n al Parlamento. Ya han pedido ayuda legal para analizar las posibilidades, cuenta entusiasmada por la movilizaci¨®n: ¡°La gente ten¨ªa ganas de empezar a hablar de esto¡±. En un caf¨¦ en Par¨ªs, la escritora subraya que la acci¨®n ha tenido una gran repercusi¨®n mundial porque el tema no es una cuesti¨®n espec¨ªfica de Marruecos. Ah¨ª est¨¢n los casos en Am¨¦rica Latina, en Alabama o en Georgia, dice en entrevista con periodistas europeos del grupo LENA. Y no se trata solo del aborto.
¡°El cuerpo de las mujeres sigue siendo un campo de batalla en todas partes, ya sea en Francia, en Marruecos, Estados Unidos o Argentina. Cuando se es mujer, se es mucho m¨¢s susceptible de sufrir violencias, agresiones, precariedad y aislamiento¡±, opina.
La condena de la periodista marroqu¨ª a un a?o de c¨¢rcel, igual que su pareja ¡ªpor someterse a un aborto ilegal y practicar el sexo fuera del matrimonio¡ª y de dos a?os al m¨¦dico que la oper¨® le ha ¡°consternado¡± y le ¡°inquieta¡± m¨¢s all¨¢ del caso en s¨ª. ¡°Lanza una se?al terrible a las mujeres que se ven obligadas a abortar; y lanza tambi¨¦n una se?al sobre la manera en que el Estado act¨²a frente al cuerpo de las mujeres¡±.
A ello se une la sempiterna desigualdad social. En Marruecos, tras la sentencia, el precio del aborto ha pasado de 3.000 dirhams a costar 8.000, cuenta. ¡°Si tienes dinero, si vives en una ciudad grande, si puedes viajar... en realidad tienes la misma sexualidad que alguien que viva en Par¨ªs o Londres. Puedes gozar de intimidad y, si se produce un accidente, irte al extranjero a abortar. Si eres pobre, un aborto es una cat¨¢strofe¡±.
Por todo ello, la cuesti¨®n que se debe plantear ¡°al Estado marroqu¨ª, a los legisladores¡±, es la siguiente: ¡°Las ciudadanas marroqu¨ªes, ?somos due?as de nuestro cuerpo, s¨ª o no? ?Tenemos derecho a poseerlo? ?Pertenece nuestro cuerpo al Estado? ?A nuestros maridos, a nuestros padres? ?Tienen derecho las autoridades a saber qu¨¦ pasa entre nuestras piernas? ?O tenemos derecho a crear una intimidad? Tenemos tantos deberes como los hombres, pagamos tantos impuestos como ellos, pero estamos sometidas a m¨¢s presiones que ellos en el espacio p¨²blico. As¨ª que, ?nuestro cuerpo, nos pertenece o no?¡±, plantea la autora de Sexo y Mentiras, la vida sexual en Marruecos.
Las preguntas no son cuestiones exclusivas de Marruecos, ni de la regi¨®n. Ni del Islam en s¨ª, subraya Slimani. ¡°En Israel no es f¨¢cil abortar hoy. En los Estados del sur de Estados Unidos, pr¨¢cticamente tampoco, y se debe a los evangelistas. En Am¨¦rica Latina lo mismo, en Brasil con todas esas nuevas iglesias que te explican que si abortas eres una serpiente de Sat¨¢n¡ Lamentablemente, se ha convertido en un combate universal¡±, dice. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que ninguna religi¨®n sabe adaptarse a la modernidad¡±, contin¨²a. ¡°A la gente le gusta decir que el Papa es s¨²per sobre esto o lo otro, pero no, no hace grandes discursos sobre los preservativos, el aborto o los homosexuales. Para m¨ª, toda religi¨®n monote¨ªsta es hom¨®foba, mis¨®gina y no favorable al aborto. Es decir, enemiga, en cierto modo, de una forma de modernidad y del libre derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo¡±.
¡°Con el Me Too hay m¨¢s solidaridad entre las mujeres¡±
Puede que sea porque se encuentra ultimando su nuevo proyecto, una trilog¨ªa sobre una pareja franco-marroqu¨ª que se conoce en los a?os 50 cuya primera parte saldr¨¢ en 2020. Una historia que le ha permitido reflexionar tambi¨¦n mucho sobre la evoluci¨®n del papel en la sociedad el ¨²ltimo medio siglo, y el impacto del movimiento del Me Too que ahora cumple dos a?os. Y que para Leila Slimani ha sido, sobre todo, positivo. ¡°Creo que hoy hay una relaci¨®n mucho m¨¢s solidaria, m¨¢s c¨®mplice y menos culpabilizadora entre las mujeres, especialmente entre generaciones, que ha abierto un gran di¨¢logo entre madres e hijas¡±. Algo que tambi¨¦n se ve en la calle, donde si un hombre importuna a una mujer, ni esta se deja ya hacer y adem¨¢s otras la ayudan. ¡°La impunidad de los hombres es menor y yo me siento m¨¢s segura porque tengo la sensaci¨®n que las mujeres est¨¢n m¨¢s presentes y estamos dispuestas a arrimar el hombro¡±.
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