¡°Un jefe est¨²pido puede ser peor para el coraz¨®n que el colesterol¡±
Enrique Gavil¨¢n publica 'Cuando ya no puedes m¨¢s', un libro que narra el desgaste de un m¨¦dico de atenci¨®n primaria
Un infierno. Una tortura. Una pesadilla. La guerra. Todos estos sustantivos emplea Enrique Gavil¨¢n para describir c¨®mo era cada d¨ªa de consulta; cada jornada como m¨¦dico de familia en dos pueblos de Extremadura, donde los pacientes se suced¨ªan uno detr¨¢s de otro. Y otro. Hasta 60 en un d¨ªa tuvo que atender. Sin tiempo de mirarles a los ojos, de entenderlos, de prestarles la atenci¨®n que requer¨ªan.
El desamor de Gavil¨¢n (Benalm¨¢dena, 1972) con la atenci¨®n primaria est¨¢ narrado en el libro Cuando ya no puedes m¨¢s (Anaconda Editions) a lo largo de 236 p¨¢ginas. Con un mes en la calle y una segunda impresi¨®n en marcha, el texto es una confesi¨®n ¨ªntima de una situaci¨®n personal, pero tambi¨¦n el reflejo de las condiciones en las que trabajan los m¨¦dicos de familia: "Para referirnos a los pacientes no es raro llamarles 'los enemigos'. Cuando estos se hartan de esperar y se vuelven a casa sin ser atendidos, recurrimos a la expresi¨®n 'A enemigo que huye, puente de plata".?
Gavil¨¢n acab¨® quemado por su trabajo, padeciendo lo que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud denomina s¨ªndrome del burnout, que seg¨²n algunos estudios afecta, en grado severo, hasta a un tercio del personal de atenci¨®n primaria. "Si su m¨¦dico se comporta como un c¨ªnico, es probable que lo sufra", advierte el autor.
Es una historia con final feliz: volvi¨® a enamorarse de la atenci¨®n primaria, regres¨® a una consulta rural donde hoy es feliz. Eso s¨ª, manejando su agenda, viendo a entre 15 y 20 pacientes al d¨ªa y con una sinton¨ªa con los pacientes y sus compa?eros que poco ten¨ªa que ver con la plaza que le llev¨® a dejarlo todo, familia incluida, para irse a trabajar a una ambulancia.
Pregunta. En su libro se pregunta: ¡°?Por qu¨¦ he llegado a odiar ser m¨¦dico de familia?"
Respuesta. Hab¨ªa llegado a querer tanto a la medicina de familia y me hab¨ªa defraudado tanto que acab¨¦ odi¨¢ndola. Es un sentimiento de despecho, de desilusi¨®n, de decepci¨®n, que tengo ya superado. Ten¨ªa un concepto idealizado y cuando me vi sumergido en el d¨ªa a d¨ªa me sent¨ª atrapado.
P. Expone un problema estructural de c¨®mo est¨¢ planteada la atenci¨®n primaria, sin suficiente tiempo para atender a los pacientes. ?C¨®mo cree que deber¨ªa ser?
R. La medicina de familia tal y como la conozco sigue subsistiendo en el medio rural, que es donde conserva su esencia, donde se le puede dedicar el tiempo suficiente al paciente, hay cercan¨ªa, se puede trabajar de cara a la comunidad, una atenci¨®n continuada a lo largo del tiempo¡ En un entorno urbano es m¨¢s complicado. La demanda es m¨¢s alta, la presi¨®n asistencial, tambi¨¦n.
P. Habla de un sistema hospitalcentrista. ?Qu¨¦ es eso?
Si su m¨¦dico se comporta como un c¨ªnico, es probable que sufra el s¨ªndrome de 'burnout'
R. Cuando la sanidad est¨¢ centrada en la soluci¨®n que se puede ofrecer de un hospital; cuando hablamos de que llega la epidemia de la gripe y de los colapsos de los hospitales y no nos damos cuenta de que los centros de salud estamos sin dar abasto todos los d¨ªas...
P. Tambi¨¦n asegura que existe un halo de superioridad de los m¨¦dicos del hospital con respecto a los de atenci¨®n primaria.
R. El otro d¨ªa a un residente, en una rotaci¨®n hospitalaria, una enfermera le pregunt¨® de qu¨¦ especialidad era. Respondi¨® que medicina de familia y le cuestion¨® si eso era una especialidad. Existe desde 1978. Lo curioso es que 41 a?os despu¨¦s sigamos con esas preguntas. El trato directo con los compa?eros del hospital es muy bueno; aprecian el trabajo que hacemos porque saben que es importante. Pero nos cargan con muchas tareas que no son nuestras; consideran que son de segunda fila y recaen en nosotros. Sobre todo, tareas administrativas: bajas, recetas, volantes, etc.?
P. ?Qu¨¦ margen hay para automatizar procesos burocr¨¢ticos para que el m¨¦dico se dedique realmente a la medicina primaria?
R. Muchas veces se informatizan papeles que no deber¨ªamos hacer, como justificantes o papeles de mil circunstancias, como poder acceder a un programa de ejercicio, a una plaza de aparcamiento de discapacitados; tenemos que certificar a veces que una persona no ha podido ir a sellar el paro. O que un ni?o no pueda ir al colegio por un catarro.
P. Habla de guerra, calvario, pesadilla en tu d¨ªa a d¨ªa. ?Ser m¨¦dico de atenci¨®n primaria puede provocar esto?
Mi r¨¦cord de asistencia en un d¨ªa fueron 60; tengo compa?eros que han visto a 80 o 90. Otros que ven diariamente a 40, 50 o 60
R. La prueba es que cuando dej¨¦ aquel trabajo desaparecieron todos mis problemas. Coincidi¨® una etapa en la que yo estaba desgastado. Las circunstancias no eran peores que las de muchos compa?eros. Mi r¨¦cord de asistencia en un d¨ªa fueron 60; tengo compa?eros que han visto a 80 o 90. Otros que ven diariamente a 40, 50 o 60. No soy el que haya trabajado en peores condiciones de Espa?a, ni mucho menos. He podido salir de ese calvario, estoy contento de mi trabajo, pero mucha gente sigue ah¨ª.
P. Narra c¨®mo esto perjudica al paciente, que recibe un peor trato.
R. S¨ª, y eso hac¨ªa que me sintiera todav¨ªa peor. Esto te supone un estr¨¦s tan cotidiano que dejas de ser t¨² mismo. Empiezas a comportarte de una manera que no te reconoces. Yo no soy as¨ª, yo no estoy encabronado todo el d¨ªa. Acabas tan embrutecido que lo pagas con el paciente. Y ¨¦l no tiene culpa.
P. ?Tambi¨¦n se hacen peores diagn¨®sticos?
R. S¨ª, hay mucha literatura al respecto. Un m¨¦dico que no se encuentra bien an¨ªmicamente y que tiene ese desencanto por su d¨ªa a d¨ªa tiende a no concentrarse de la misma manera, a equivocarse a la hora de diagnosticar, a no escuchar al paciente¡
P. En el libro reparte culpas. Habla de pacientes que no hacen un buen uso de la sanidad, en sus palabras, "una plaga de sanos preocupados".
R. Las personas no van al m¨¦dico porque s¨ª, sino porque tienen una preocupaci¨®n o un problema. La cuesti¨®n est¨¢ en que hacen lo que se les ha ense?ado. Si miras el grueso de la informaci¨®n sanitaria hoy en d¨ªa¡ te bombardean de informaci¨®n. Hoy por ejemplo es el d¨ªa internacional del dolor [la entrevista se realiz¨® el 17 de octubre] y casi todas las noticias tienen que ver con f¨¢rmacos para aliviarlo. El dolor es algo humano, siempre lo ha habido, pero en los ¨²ltimos 15 o 20 a?os la prevalencia de dolor cr¨®nico se ha disparado. Sin embargo, las enfermedades que pueden producirlo no han aumentado. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando? Hay m¨¢s intolerancia al dolor. ?Eso redunda en mayor calidad de vida? Todo lo contrario, los pacientes con dolor viven peor y cada vez hay m¨¢s f¨¢rmacos para tratarlos. Hemos ense?ado a la gente a demandar una soluci¨®n m¨¦dica, como puede ser la unidad del dolor. Se hablaba de que hay muchas menos unidades de las que deber¨ªa. Me gustar¨ªa que tambi¨¦n se publicaran sus resultados, a cu¨¢nta gente dejan de tratar al cabo de cierto tiempo, cu¨¢ntas altas dan por resolver el problema. Lo que hacen es cronificarlo.
P. ?Estamos demasiado medicalizados?
R. Existen problemas que anteriormente no se trataban en consultas m¨¦dicas y ahora mismo se han convertido en problema m¨¦dico, como la menopausia, que es un proceso natural que se ha medicalizado. Ayer vino a mi consulta una mujer preocupada porque se le estaba yendo la regla, cuando realmente estaba en la edad en la que suele producirse esto. Ven¨ªa demandando una serie de controles. Ella cre¨ªa que necesitaba densitometr¨ªa, mamograf¨ªa, citolog¨ªa... lo que le hemos ense?ado. Algunas de ellas pueden tener sentido, pero no por la menopausia. En las consultas hay gente preocupada por su salud, pero sin problemas de salud.
Existen problemas que anteriormente no se trataban en consultas m¨¦dicas y ahora mismo se han convertido en problema m¨¦dico, como la menopausia, que es un proceso natural
P. Tambi¨¦n afirma que se demandan demasiados an¨¢lisis. ?No debemos controlar el colesterol, los triglic¨¦ridos, los niveles de az¨²car?
R. No hay ning¨²n problema en hacerse un an¨¢lisis de vez en cuando. La recomendaci¨®n para medir colesterol en un adulto joven y sano es uno cada cinco a?os. ?Tiene sentido hac¨¦rselo todos los a?os? No. La cuesti¨®n es la necesidad de que un an¨¢lisis nos diga c¨®mo estamos de salud. Si los an¨¢lisis rutinarios sirven para algo: ni mejoran la supervivencia, ni la salud¡ Lo l¨®gico es usarlos cuando tenemos un problema o si existe mucho riesgo de uno. Est¨¢ demostrado que no tener empleo es un factor de riesgo coronario, el barrio donde vives tambi¨¦n... tener un jefe est¨²pido que te amarga la vida puede ser peor para el coraz¨®n que el colesterol. Tenemos que preguntarnos por qu¨¦ le prestamos tanta atenci¨®n al colesterol y menos a este tipo de cuestiones sociales.
P. Es enemigo de la medicalizaci¨®n, pero tuvo que recurrir a los f¨¢rmacos para superar su problema. ?C¨®mo lo explica?
R. Me hizo removerme mucho. Yo quer¨ªa salir para adelante, me puse en mano de mi m¨¦dica y fue la que me propuso tomar este tipo de medicamento. A¨²n sabiendo que no tienen una efectividad muy alta acced¨ª. No me arrepiento. Una de las cosas que he aprendido es darme cuenta de las muchas contradicciones que puedo tener y c¨®mo convivir con ellas. Los antidepresivos me sirvieron durante un tiempo, pero al mismo tiempo conserv¨¦ la capacidad para saber lo que estaba haciendo y para decir: hasta aqu¨ª he llegado.
P. ?Cu¨¢nto tiempo?
R. Estuve dos a?os en psicoterapia y tres o cuatro meses con tratamiento farmacol¨®gico. Se me derrib¨® un mito: que estos medicamentos no sirven para nada. No s¨¦ si fue efecto del f¨¢rmaco o placebo, pero notaba que las cosas me afectaban menos, me sent¨ªa anestesiado. Y cuando sientes mucho dolor, una anestesia no viene mal. Pero tiene que servir para algo: si tienes una herida, te puede servir para coserla. Yo la necesitaba para poder enfrentarme a mi problema y fue lo que hice.
P. ?C¨®mo se vuelve a enamorar de la profesi¨®n, qu¨¦ ha cambiado?
R. Que ya no estoy en el mismo sitio, que dije hasta aqu¨ª, que escrib¨ª el libro, que me ayud¨® a sacar toda la quemaz¨®n que ten¨ªa.? Ahora soy due?o de mi agenda, puedo dedicar el tiempo que requiere cada paciente, dejar el ordenador y mirarlo cara a cara.
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