Murmullos con miedo al tel¨¦fono
Las peque?as historias que te llegan penetran en el alma m¨¢s que las cifras y notas que tu entorno empieza a crujir. El sonido pasa de pared a pared, de barrio a barrio, estamos todos ligados unos a otros
Es dif¨ªcil empezar el lunes incluso cuando ni recuerdas que es lunes, porque todos los d¨ªas parecen lunes. En los segundos que tardas en despertar preservas la inocencia previrus, pero luego recuerdas que tampoco hoy es un d¨ªa normal. Ya no sabes c¨®mo enfrentarte a las noticias, si saber solo un poquito, no saber nada, saberlo todo. Pero hablando con los dem¨¢s te enteras, y las peque?as historias que se confiesan al tel¨¦fono, como un murmullo, con miedo, penetran en el alma m¨¢s hondo que las cifras. Esto es tan gigantesco que los n¨²meros dicen poco, no los traduces en im¨¢genes. O no quieres. Pero no me quito de la cabeza lo que le pas¨® a una amiga. Se muri¨® su t¨ªo, en su propia casa, y no fue lo peor: tuvo que seguir all¨ª cuatro d¨ªas. La funeraria no daba abasto. Les aconsejaron abrir la ventana, quitar la calefacci¨®n y no entrar all¨ª. Lejos de los ojos de todos suceden escenas espantosas.
En la empresa de un amigo, bien grande, el consejero delegado casi se les puso a llorar en videoconferencia. Tengo compa?eros que ya cobran la mitad. Conocidos con tiendas me dijeron hace casi un mes que como mucho aguantar¨ªan un mes. Otro tiene un restaurante y tras pagar 20 a?os el alquiler ahora el due?o no se lo baja porque, hombre, ten¨ªa que haber pensado en ir ahorrando por si ven¨ªan mal dadas. La mujer que viene a limpiar, a la que casi ya no puedes pagar, aunque no viene, no sabe c¨®mo pagar¨¢ a su casera. Tiene una docena de pisos y le dice que se lo apunta para que lo abone despu¨¦s.
Estos d¨ªas todos intuimos mejor el misterio de la vida, pero hay gente que ni por esas. Cuenta Ennio Flaiano que un amigo se interes¨® por un cuadro de su casa, que era raro. Le pregunt¨® el significado, no supo explicarle, pero por bromear le dijo que cost¨® una fortuna. Se le abrieron los ojos: ¡°El misterio art¨ªstico se convirti¨® para ¨¦l en un misterio econ¨®mico, y eso s¨ª llegaba a apreciarlo¡±.
En cambio, la t¨ªa de un amigo tiene un mont¨®n de viviendas y llam¨® el primer d¨ªa a todos sus inquilinos para que dejaran de pagar. Hay gente tan pobre que solo tiene dinero, dec¨ªa mi abuelo, pero esta mujer es rica de verdad. Tengo otro amigo que vive en el campo y no tiene nada, pero s¨ª una huerta. Se ha puesto a plantar como un loco y le salen patatas y lechugas para 40 familias, si hace falta. Su vecino le dej¨® el otro d¨ªa un pollo en la puerta. Otro amigo cura se pasa el d¨ªa llamando a la gente mayor de su parroquia para ver qu¨¦ necesitan. Aqu¨ª nos retrataremos todos, unos saldr¨¢n feos, otros m¨¢s guapos. Yo estoy aqu¨ª pontificando pero sal¨ª fatal el otro d¨ªa. Vi pasar bajo la lluvia a un anciano que se ayudaba de un carrito para caminar, con la compra. No reaccion¨¦, ten¨ªa atrofiadillo el impulso de ayudar. Luego pens¨¦ si me estaba volviendo gilipollas, a veces intuyo se?ales. Ahora lo busco cada vez que salgo, debe de vivir por aqu¨ª, pero no lo encuentro.
En la puerta del supermercado hay pobres nuevos, vienen de otras zonas. Ayer un se?or le compr¨® a una anciana b¨²lgara un costillar de cerdo. La mujer le miraba, y ¨¦l meti¨® otro en la bolsa. Hasta que meti¨® tres y ella por fin sonri¨®. Le dijo que en su familia son doce. Los desconocidos nos dar¨¢n lecciones. No hay que esperar ¨®rdenes, depende de nosotros, no saldr¨¢ decreto para eso, para que seamos buena gente.
El dinero de mucha gente se acaba. Necesitamos coraz¨®n e inteligencia. Quien pueda renunciar a algo debe hacerlo por otro, que lo har¨¢ por un tercero. Tu sacrificio es la salvaci¨®n de otro. Si la cadena se rompe caeremos unos encima de otros, hasta aplastar al ¨²ltimo de la fila, para variar. Ante el s¨¢lvese quien pueda, hay un poema de Benedetti que se titula No te salves: ¡°No te salves, no te llenes de calma, no reserves en el mundo solo un rinc¨®n tranquilo¡±. Habla de una historia de amor, de c¨®mo hay que arrojarse a ella, sin ropa, y esto es igual. Bueno, no s¨¦ si quer¨ªa decir eso, pero la poes¨ªa se puede romper en caso de emergencia.
Con estas historias notas que tu entorno empieza a crujir. El sonido pasa de pared a pared, de barrio a barrio, estamos todos ligados unos a otros. Recuerdas a alguien, por un detalle, y escribes: ?todo bien? ¡°Cu¨ªdate¡±, dices al despedirte. Debemos cuidarnos unos a otros. Le preguntaron a Mark Twain al final de su vida una raz¨®n para vivir, y dijo: ¡°La estima de nuestros vecinos¡±.
Unos amigos viven en mi calle. A las ocho, con los aplausos, nos saludamos y les veo agitar los brazos a lo lejos, como en la despedida de un barco. Pero seguimos aqu¨ª, donde vivimos todos juntos. Este es nuestro destino.
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