Suspense general
Si asumir el presente ya cuesta, del futuro es que ni idea, mejor aprovechar el momento y luego ya nos ir¨¢n explicando despacito
Lo del aprobado general me ha dado mucha envidia. Qui¨¦n lo hubiera pillado de ni?o, era un sue?o que jam¨¢s se har¨ªa realidad. No es la ¨²nica utop¨ªa que se ha visto realizada, que se lo pregunten a quienes han visto por primera vez al marido pasar la aspiradora. Ahora bien, razonando como un ni?o, no s¨¦ si ha sido buena idea decirlo en abril. Yo pensar¨ªa de inmediato: ya no tengo que estudiar ni hacer los deberes, la vida es maravillosa...
Lo del aprobado general me ha dado mucha envidia. Qui¨¦n lo hubiera pillado de ni?o, era un sue?o que jam¨¢s se har¨ªa realidad. No es la ¨²nica utop¨ªa que se ha visto realizada, que se lo pregunten a quienes han visto por primera vez al marido pasar la aspiradora. Ahora bien, razonando como un ni?o, no s¨¦ si ha sido buena idea decirlo en abril. Yo pensar¨ªa de inmediato: ya no tengo que estudiar ni hacer los deberes, la vida es maravillosa. Me parece bien hacerles creer a los chicos que el mundo es mejor de lo que es, ya que se han visto menos considerados que las mascotas, pero dir¨ªa que se ha tomado esta medida pensando como adultos. Suele ser as¨ª, se proyecta en ellos paranoias de mayores. Un amigo me contaba perplejo que su hijo a¨²n no sabe restar, pero en las clases virtuales se pasan el d¨ªa con la gesti¨®n de las emociones, y los cr¨ªos est¨¢n convencidos de que la profesora es tonta, mira que no saber lo que es estar triste.
Inventarse reglas, crear mundos nuevos, es complicado. No envidio a quien trabaja en el CIS en este momento. Tampoco a los elementos m¨¢s imaginativos de la derecha, fantaseando con una dictadura sovi¨¦tica, con la ilusi¨®n que les har¨ªa tener raz¨®n. Recuerdo una historia que no s¨¦ si es cierta o una leyenda de cooperantes, pero vale igual. En una poblaci¨®n pobre y con riesgos sanitarios se les ocurri¨® afrontar la plaga de ratas dando una moneda por cada rata muerta, como incentivo para acabar con ellas. Pero nada parec¨ªa cambiar, hasta que descubrieron por qu¨¦: todo el mundo se hab¨ªa puesto a criar ratas.
Estos hechos reales que vivimos, basados en un relato fant¨¢stico, se van a alargar m¨¢s de lo imaginado y a ver qu¨¦ sale. Todav¨ªa estamos intentando comprender los primeros cap¨ªtulos y los guionistas ya van por la tercera temporada. De los creadores de la peor pandemia del siglo llegar¨¢ pronto la nueva sociedad del futuro. Se habla de aplicaciones que nos dir¨¢n si nos hemos cruzado con un contagiado. Ya puestos, podr¨ªan desarrollarla para que en una cena te diga qui¨¦nes son los pelmazos y poder elegir la silla. No s¨¦ si acabar¨¢n haciendo carn¨¦s a los contagiados ya inmunes (falsificables y a la venta en eBay), para crear zonas seguras en restaurantes, playas y, por qu¨¦ no, en ciudades. Nuevas castas sociales, partidos pol¨ªticos: los no contagiados exigen descuentos en el bonob¨²s y tal.
La verdad, si asumir el presente ya me cuesta, del porvenir es que ni idea, mejor aprovechar el momento y luego ya nos ir¨¢n explicando despacito. Es como ese di¨¢logo de Woody Allen, cuando intenta ligar con una chica en Sue?os de un seductor (Herbert Ross, 1972):
-?Qu¨¦ haces el s¨¢bado por la noche?
-Me voy a suicidar.
-?Y el viernes por la noche?
La frase estoica de la cuarentena ha sido: ¡°Es lo que hay¡±. Pero ya pasamos a preguntarnos qu¨¦ habr¨¢ despu¨¦s. Quiz¨¢ el plan es financiar con las multas la renta m¨ªnima o, si esto sigue as¨ª, un t¨²nel para un AVE a Canarias. Si multiplicas las casi 600.000 denuncias que llevamos por los 300 euros que te cascan como m¨ªnimo, salen 180 millones. Y las sanciones pueden llegar a 30.000 euros. ¡°Menospreciar¡± a un polic¨ªa son 2.000 (?si le haces la pelota te hacen descuento?). Est¨¢n rompiendo el mercado, as¨ª las injurias a la corona se van a poner por las nubes. Ah, si pudi¨¦ramos hacer lo mismo los periodistas, cobrar cuando nos insultan, tendr¨ªamos el futuro resuelto.
En cuanto al teletrabajo, quiz¨¢ vaya tan bien que nunca m¨¢s volvamos a ver a los colegas, hasta que un d¨ªa los veas por la calle: ¡°Ah, ?te despidieron hace dos a?os? No me hab¨ªa enterado¡±. En realidad en el encierro no paras y hasta te falta tiempo, entre trabajar, la compra, la comida y tender la ropa. Te dan las diez de la noche y caes dormido delante de la tele. Quedar con amigos en un chat empieza a ser complicado, todo el mundo anda liado. Al volver a la vida normal a lo mejor uno ha aprendido chino y otro se ha sacado una carrera.
La vacuna, el fin del confinamiento, son metas inciertas. Lo importante tambi¨¦n est¨¢ pasando ahora, estamos en medio de la trama. Es como el c¨¦lebre truco del MacGuffin de Hitchcock, el mago del suspense: un elemento narrativo que parece important¨ªsimo, pero que solo sirve para mover la historia. En su caso lo que generalmente le interesaba era una historia de amor. En Encadenados (1946) Ingrid Bergman tambi¨¦n est¨¢ encerrada en una casa, y encima con un nazi. El MacGuffin es encontrar unas botellas de uranio, pero recuerdas la pel¨ªcula por su beso sin principio ni fin con Cary Grant, y la forma de mirar de ella cuando est¨¢ enamorada, aunque no lo diga. Un d¨ªa estaremos todos vacunados de espanto, tendremos rechazo a mirar al pasado, pero luego recordaremos cosas que no dijimos, y escenas que ahora nos parecen sin misterio.
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