La restricci¨®n por g¨¦nero desnuda los prejuicios de Bogot¨¢
La medida de la alcaldesa Claudia L¨®pez durante la cuarentena ha sido blanco de cr¨ªticas, pero la mandataria defiende que ha reducido las aglomeraciones y el riesgo de contagios
Es viernes, el ¨²ltimo d¨ªa h¨¢bil de la semana inaugural del ¡®pico y g¨¦nero¡¯, como se bautiz¨® en Bogot¨¢ a la medida que restringe el tr¨¢nsito de personas. A primera hora de la ma?ana una alerta de una de las aplicaciones de taxis, la ¨²nica manera recomendada por las autoridades para pedirlos durante la cuarentena nacional extendida hasta el pr¨®ximo 11 de mayo, recuerda con un emotic¨®n bigotudo que hoy es el turno de los hombres para salir.
En el norte de la capital, donde se concentran muchos de los sectores m¨¢s acomodados, hay que recorrer algunas cuadras para toparse con mujeres en las calles solitarias, un marasmo interrumpido por los taxis amarillos, algunos buses semivac¨ªos y uno que otro furg¨®n de seguridad. La otrora animada Zona Rosa ofrece un aspecto fantasmal. Tanto en la calle 85 como en la carrera 15, tradicionales arterias comerciales, los locales permanecen cerrados con las visibles excepciones de bancos, farmacias y supermercados. Una decena de hombres hacen fila en la plazoleta frente a uno de estos supermercados, todos a un par de metros de distancia del siguiente. En el interior, la imagen dominante es la de hombres, con el tapabocas obligatorio, que tachan juiciosamente los productos que van adquiriendo de su lista de compras. Las empleadas y cajeras son en su inmensa mayor¨ªa mujeres exentas del ¡®pico y g¨¦nero¡¯, pues su trabajo hace parte de la lista de actividades y servicios esenciales. Los altavoces recuerdan a los clientes que solo debe comprar una sola persona por familia, y m¨¢ximo cuatro unidades de cada producto.
A pocas calles de ah¨ª, los vecinos pasean sus perros bajo los urapanes del parque El Virrey, otra de las excepciones al confinamiento permitidas desde el propio simulacro de la capital que ya cumple m¨¢s de un mes y antecedi¨® en cinco d¨ªas la cuarentena nacional. Solo lo pueden hacer durante 20 minutos. Hay tanto hombres como mujeres, pues sacar a las mascotas no hace parte de las restricciones por g¨¦nero. ¡°Es terrible decirlo, pero nunca me hab¨ªa sentido tan segura como el primer d¨ªa que salimos solo mujeres¡±, cuenta Gloria Nieto, una joven publicista, mientras pasea como todos los d¨ªas a Molly, una springer inglesa, y Sayayin, un ¡°criollito¡±, como se le dice en Colombia a los perros mestizos. ¡°Me da mucha tranquilidad que haya solo mujeres¡±, valora, al momento de hacer tr¨¢mites bancarios o abastecerse de alimentos en una ciudad replegada.
Un par de domiciliarios atraviesan los carriles para bicicletas de ese corredor ecol¨®gico, por estos d¨ªas convertidos en autopistas para ese otro servicio esencial que ha multiplicado sus pedidos durante el aislamiento. La burbuja se ve fugazmente reventada por Salom¨®n Olivares, un venezolano de 19 a?os que pide ayuda. ¡°Yo s¨¦ que deber¨ªa estar en casa pero necesito para comer¡±, le dice a los pocos transe¨²ntes a los que aborda t¨ªmidamente, guardando una prudente distancia. Cuenta que vive con su hermana y dos sobrinos de meses en uno de los inquilinatos denominados ¡°pagadiarios¡± cerca de la estaci¨®n Bicentenario, en el centro de la ciudad. Sali¨® de Caracas hace cinco meses, pero carece de papeles y no hab¨ªa conseguido trabajo cuando irrumpi¨® la pandemia. Ni siquiera como domiciliario, un oficio popular entre los migrantes, explica. La v¨ªspera se acost¨® con hambre. Quer¨ªa salir a pedir comida, pero debi¨® esperar por el ¡®pico y g¨¦nero¡¯ pues tem¨ªa que lo detuvieran en la calle.
El sur de la ciudad revela una faceta mucho m¨¢s cruda del llamado ¡°aislamiento preventivo obligatorio¡±: incluso en los d¨ªas de hombres, se siguen viendo muchas mujeres. Esto porque son la mayor¨ªa de las empleadas dom¨¦sticas, las que limpian los hospitales, las enfermeras, las vendedoras en supermercados o las polic¨ªas. Ellas est¨¢n exentas y pueden moverse a diario sin restricciones. Sin embargo, en los d¨ªas pares cuando el resto de mujeres puede salir a comprar v¨ªveres, el panorama ha sido de filas m¨¢s largas en la entrada de los mercados.
La Federaci¨®n de Comerciantes, Fenalco, lo ha medido. Seg¨²n este gremio, en un supermercado de 10.000 metros cuadrados hace 15 d¨ªas se registraron 3.000, mientras que el lunes 13 de abril cuando comenz¨® el pico y g¨¦nero hubo 900 hombres y el martes 14 de abril, 1.500 mujeres. Esto quiere decir, seg¨²n su director para Bogot¨¢ y Cundinamarca, Juan Esteban Orrego, ¡°que las mujeres son quienes m¨¢s salen a hacer las compras para abastecerse de v¨ªveres y alimentos, mientras que las medicinas se compran por necesidad, as¨ª que no habr¨¢ variaci¨®n significativa para este sector por el ¡®pico y g¨¦nero¡¯¡±.
Cuando anunci¨® la medida, la alcaldesa Claudia L¨®pez, la primera ¡°mujer diversa¡± que gana las elecciones en Bogot¨¢, como ella misma se ha definido, recibi¨® numerosos cr¨ªticas, algunas de sectores que suelen simpatizar con ella y su partido, la progresista Alianza Verde. En Per¨², una medida similar se mantuvo vigente apenas por ocho d¨ªas. En otras ciudades colombianas han optado por un ¡®pico y c¨¦dula¡¯, restricciones de circulaci¨®n seg¨²n el ¨²ltimo n¨²mero del documento de identidad. Pero desde Bogot¨¢ han defendido que, en momentos en que se quiere evitar la propagaci¨®n de la covid-19, el g¨¦nero es un criterio mucho m¨¢s sencillo para las autoridades que evita el intercambio de documentos y los consiguientes riesgos de contagio. La capital es el epicentro del coronavirus en Colombia con 1.682 de los casi 4.000 casos confirmados hasta este lunes.
Para las personas transg¨¦nero, como anticipaban algunas cr¨ªticas, no ha sido tan f¨¢cil. Seg¨²n la Alcald¨ªa, pueden ¡°circular de acuerdo al d¨ªa correspondiente al auto reconocimiento de su identidad de g¨¦nero¡±. Pero la Red Comunitaria Trans ya ha denunciado tres casos en los que la verificaci¨®n de identidad de g¨¦nero ha quedado en manos de empleados de supermercados. Al final de la tarde del viernes, una mujer trans se dirige a comprar un aj¨ª y debe demostrar qui¨¦n es. ¡°¡¯Mu¨¦streme un certificado que pruebe lo que est¨¢s haciendo para volverte ni?a¡±, le pide una empleada. ¡°Soy una ni?a trans, solo quiero comprar un aj¨ª¡±, insiste la mujer que sali¨® para abastecerse. En otra de las denuncias, una mujer trans dej¨® una nota de queja en un supermercado por recibir burlas y chistes transf¨®bicos. A pesar de esos lunares, la alcaldesa ha defendido el ¡®pico y g¨¦nero¡¯ como una apuesta exitosa. ¡°Bajaron las aglomeraciones¡±, argumenta.
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