¡°S¨¦ que es irresponsable, pero me saltar¨¦ las normas¡±

Las autoridades sanitarias no se cansan de repetirlo: si la ciudadan¨ªa se salta las restricciones existe la posibilidad de un rebrote y habr¨¢ que dar marcha atr¨¢s. ¡°Para evitar desplazamientos y conductas no autorizadas¡± la Polic¨ªa Nacional inform¨® este jueves de un refuerzo de los controles con motivo del Puente de Mayo. ¡°La irresponsabilidad de algunos puede afectarnos a todos¡±, subrayaba. Aunque la mayor¨ªa de los espa?oles cumple las normas del confinamiento, seg¨²n el Ministerio del Interior, desde el comienzo del estado de alarma se han propuesto ya 740.117 sanciones. A pesar de ello, y de poner en peligro la salud propia y ajena, el alivio de este s¨¢bado ha animado a algunos a planear ya sus infracciones.

Jaime, 27, y Andrea, 30, pareja de residentes en Madrid que se ¡°est¨¢ conociendo¡±, piensan pasar el fin de semana juntos. ¡°Ahora ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil¡±, le dijo ¨¦l a ella apenas enterarse de que el s¨¢bado se podr¨¢ pasear y hacer deporte. ¡°S¨¦ que es irresponsable, pero pesan m¨¢s las ganas¡±, reconoce Andrea, justificando que todo el mundo va a saltarse la cuarentena. ¡°Hemos cumplido al m¨¢ximo hasta ahora: abrirle la puerta es la ¨²nica irregularidad que voy a cometer¡±, a?ade. Si le para la polic¨ªa, su c¨®mplice piensa decir que est¨¢ ¡°haciendo la compra para una persona mayor¡±. Planea llevar varias mudas puestas para no cargar con una mochila que pueda levantar sospechas.

Mar¨ªa (que prefiere, como el resto de testimonios, no dar su nombre real) decidi¨® saltarse la cuarentena el 2 de mayo cuando vio el pasado domingo ¡°a los padres con sus hijos tan juntos en la calle¡±. ¡°Me dio hasta rabia¡±, dice esta canaria que llam¨® entonces a una amiga para invitarla a pasar el s¨¢bado en su casa de Tenerife. Vive con su marido y tres hijos. Su amiga Clara, con su esposo y dos ni?os. ¡°Somos un grupo peque?o y hemos cumplido muy bien la cuarentena¡±, dice excus¨¢ndose. ¡°En las islas no hay tantos casos... Hay gente que lo hace desde el d¨ªa uno¡±.

Uno de ellos es Antonio, de 37 a?os. Vive en el centro de Madrid y ha salido ¡°un par de veces¡± a visitar a ¡°unos colegas del barrio¡± desde el principio del confinamiento. ¡°S¨¦ que no se debe, pero son los ¨²nicos a los que he visto¡±. Su t¨¦cnica: bolsa en mano, finge ir a la compra. ¡°Solo han sido un par de cervezas¡±, comenta.

Los amigos de Roberto, otro joven madrile?o, han planeado un botell¨®n este s¨¢bado. ?l no ir¨¢: vive con su madre, de 75 a?os, y no quiere exponer su salud. ¡°Esto lo va a hacer media Espa?a. Luego vendr¨¢ otra ola del virus y la culpa ser¨¢ del Gobierno. Como siempre¡±, opina.

Estas conductas son, para la psic¨®loga y codirectora del Instituto Avanza de Madrid, Beatriz Plans, una forma de ¡°cubrir las necesidades afectivas y emocionales¡± que el confinamiento impide. Ella propone alternativas ¡°sin exponerse al riesgo¡±, como m¨¢s videollamadas y ejercicio f¨ªsico, y anima a que cada uno se cuestione sus propios actos: ¡°?Saltarme el confinamiento qu¨¦ consecuencias tiene para m¨ª y para las dem¨¢s personas? ?Qu¨¦ suceder¨ªa si todos hici¨¦ramos lo mismo?¡±. Plans ha notado un aumento en las consultas online de personas con ansia de burlar la cuarentena y aconseja pedir ayuda profesional para gestionar los retos del encierro.

En Barcelona, Rita esgrime precisamente una cuesti¨®n de ¡°salud mental¡± para justificar sus escapadas a casa de unos amigos y de sus padres: ¡°Vivo en un piso peque?o, necesitaba salir de estas cuatro paredes¡±.

No todos los que quieren encontrarse este fin de semana lo hacen por placer o desahogo. Un amigo de Marcos lleva tres a?os tramitando su asilo pol¨ªtico en Espa?a y hace poco m¨¢s de un mes que se paraliz¨® el proceso. Perdi¨® su permiso de trabajo y no ten¨ªa opci¨®n a paro, cuenta Marcos. ¡°El s¨¢bado coger¨¦ la furgo e ir¨¦ a por sus cosas. Que venga a casa y que est¨¦ tranquilo¡±, a?ade este catal¨¢n de 32 a?os. ¡°Ojal¨¢ no hiciera falta que me saltase la cuarentena. Pero hay que intentar ayudar a la gente pr¨®xima y cercana¡±.

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