El coronavirus privatiza los espacios
El confinamiento suprime escuelas, plazas, playas, zonas verdes y otros lugares que ejercen de igualadores sociales
Por franjas horarias, segmentados por edad, en algunas ciudades con los parques cerrados (Madrid), en otras sin poder pisar las playas (Barcelona) y en la mayor¨ªa con algunas aceras muy concurridas mientras por la calzada apenas pasaban coches, los ciudadanos empezaron a recuperar el s¨¢bado el espacio p¨²blico. La reapertura, todav¨ªa con grandes restricciones, ha puesto de manifiesto una de las consecuencias del confinamiento: el coronavirus ha suprimido durante semanas unos lugares que, junto a los equipamientos p¨²blicos, ejercen de igualadores sociales: todo el mundo puede ir a una plaza, un parque o una biblioteca. Todos los ni?os pueden ir a la escuela, los mayores, al hogar del jubilado, los polideportivos municipales tienen precios asequibles, y a una distancia razonable de todo pueblo y ciudad hay alg¨²n espacio natural.
Ello ha dejado a los ciudadanos con aquello que poseen: grandes casas con jard¨ªn o pisos muy peque?os. Las consecuencias en t¨¦rminos de igualdad son enormes, afirma Ricard Gom¨¤, director del Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB). ¡°Por poner un ejemplo: el elemento m¨¢s democratizador que han tenido las pol¨ªticas urbanas en muchas ciudades ha sido la recuperaci¨®n de sus playas, que ha implicado poner un espacio p¨²blico de alt¨ªsima calidad a disposici¨®n del conjunto de la poblaci¨®n, con un uso intensivo por parte de sectores populares¡±.
Repercusi¨®n en la salud
¡°No tenemos memoria de algo as¨ª¡±, se?ala el soci¨®logo Marc Mart¨ª, jefe del ¨¢rea de gobernanza y pol¨ªticas p¨²blicas del IERMB. ¡°Sin la compensaci¨®n del espacio p¨²blico hemos quedado limitados al mercado de la vivienda, que es muy segregador. Para las personas con menos ingresos, el confinamiento est¨¢ siendo m¨¢s duro y tendr¨¢ m¨¢s repercusiones negativas posteriores en t¨¦rminos de salud, bienestar f¨ªsico y mental. No solamente por el tama?o de las casas, sino tambi¨¦n por el hacinamiento que se vive en muchas de ellas¡±.
No hace falta irse a los extremos del arco social para o¨ªr historias de la cuarentena que parecen contadas desde planetas muy lejanos. Ana Barreiro, due?a de un ¡°espacio de pilates¡±, su marido, ch¨®fer de la empresa municipal de autobuses de San Sebasti¨¢n, y sus dos hijos, de 17 y 14, est¨¢n viviendo el confinamiento en un adosado de 140 metros cuadrados del barrio de Intxaurrondo, a los que hay que sumar un jard¨ªn de 30 metros en la entrada y dos terrazas ¡ªen las parte de atr¨¢s y superior de la casa¡ª de 30 y 20 metros. ¡°No son unas vacaciones, pero estamos bien. Aprovechamos para hacer cosas que no hac¨ªamos antes, como estar con los cr¨ªos un mont¨®n. Podemos tomar el sol, hacemos deporte, jugamos al pimp¨®n, comemos fuera... Y no hay roces; una casa tan grande nos permite pasar muchas horas sin vernos¡±, comenta Barreiro.
Tensi¨®n
Rafaela Romero, empleada de la limpieza en paro, su marido, encofrador, y sus tres hijos, entre 12 y 18, est¨¢n pasando la cuarentena en Villamart¨ªn, Cadiz. La vivienda mide 72 metros cuadrados y no tiene balcones ni terrazas, solo cuatro ventanas, y est¨¢ en una planta baja. La casa tiene tres dormitorios para cinco personas. ¡°Mis hijos iban mucho al polideportivo, y mi hija a la biblioteca a hacer los trabajos. A todos nos gusta salir a la calle y ahora estamos un poco desesperados. Chochamos m¨¢s, es mucha tensi¨®n. Yo me pongo negra¡±, comentaba la mujer d¨ªas antes de que se autorizaran los primeros paseos.
¡°La cuarentena est¨¢ generando una gran desigualdad en funci¨®n del tama?o de la casa, la distribuci¨®n, el n¨²mero de personas que est¨¢n conviviendo y la existencia de espacios abiertos, como un jard¨ªn o terraza. Estos factores determinan el acceso a un espacio m¨ªnimo de privacidad y a un espacio suficiente que permita las buenas relaciones de convivencia, adem¨¢s de otros aspectos, como que los ni?os dispongan de un lugar adecuado para estudiar o, en caso de enfermedad, que pueda mantenerse la distancia social en la vivienda¡±, afirma In¨¦s S¨¢nchez de Madariaga, profesora de Arquitectura de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, a quien la pandemia sorprendi¨® en una estancia investigadora en la Universidad de California en Los ?ngeles.
Privilegio suburbano
El confinamiento ha hecho perder al espacio p¨²blico su ¡°potencia igualadora¡± y ha puesto de manifiesto c¨®mo las construcciones levantadas en las ¨²ltimas d¨¦cadas prescindieron de balcones y terrazas, indica la arquitecta y asesora del Ayuntamiento de Barcelona B¨¢rbara Pons. ¡°Y a mucha gente que hemos querido vivir en la ciudad, en el centro, ahora nos parecen unos privilegiados quienes est¨¢n en entornos suburbanos, porque tienen contacto con el exterior y un espacio donde poder estirarse, dar vueltas a un jard¨ªn o botar una pelota¡±.
Las redes sociales se han llenado el fin de semana de peticiones de vecinos y expertos pidiendo a los Ayuntamientos cortar el tr¨¢fico de calles para facilitar el distanciamiento de quienes pasean y van en bicicleta. Es lo que los arquitectos llaman ¡°urbanismo del mientras tanto¡± o t¨¢ctico, y que diversas ciudades, desde Vigo a Barcelona, pasando por Valencia, quieren aprovechar para acelerar sus pol¨ªticas de limitaci¨®n del veh¨ªculo privado a motor ampliando las aceras y los carriles bicis. Un movimiento que se anticipa a otra tendencia que puede generar el virus: el crecimiento del uso del coche para reducir el riesgo de contagio en el transporte colectivo.
Confinamiento dentro del confinamiento
Una parte de la vida comunitaria ha sobrevivido a la cuarentena migrando ¡°al espacio p¨²blico virtual, que est¨¢ en ebullici¨®n¡±, afirma Helena Cruz, ge¨®grafa e investigadora del Instituto de Gobierno y Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. ¡°Ello ha permitido a los abuelos ver crecer a sus nietos, a los amigos tomar el aperitivo por videollamada, celebrar reuniones de trabajo, impartir clases por Internet y poner en marcha iniciativas de ayuda para llevar comida o medicamentos¡±. Tambi¨¦n en el mundo virtual el coronavirus ha hecho m¨¢s lacerantes desigualdades que ya exist¨ªan, resalta Cruz. ¡°Las personas mayores y solas que carecen de habilidades o acceso a las TIC est¨¢n quedando todav¨ªa m¨¢s excluidas. Y los ni?os de familias vulnerables que no pueden conectarse a la docencia online, se est¨¢n quedando m¨¢s atr¨¢s. Quienes no tienen estas puertas viven un confinamiento dentro del confinamiento¡±.
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