¡°?Ya tocaba comerse una paella frente al mar!¡±, pero con distancia y compartiendo lo justo
Populares restaurantes del frente mar¨ªtimo del arroz en Valencia acogen a comensales m¨¢s distanciados y menos proclives que anta?o a comer del mismo caldero
Comer una paella en alguno de los casi 40 restaurantes que forman el frente mar¨ªtimo del arroz en Valencia es una antigua tradici¨®n solo interrumpida por la pandemia. Este lunes, tras dos meses de confinamiento, se ha vuelto a servir el plato t¨ªpico, con muchas prevenciones, en las terrazas que van a dar a las playas de las Arenas y de la Malva-rosa. En el primer d¨ªa en la ciudad m¨¢s poblada de Espa?a que ha avanzado esta semana a la fase 1 de desescalada no ha habido el estr¨¦pito de anta?o. No solo porque buena parte de los establecimientos permanecen cerrados, a la espera de ir incorpor¨¢ndose a lo largo de esta semana o de que se les permita ocupar espacio en el paseo, sino tambi¨¦n porque la gente se lo ha tomado en serio y guarda su turno para entrar y tomar asiento en unas mesas separadas al menos dos metros. Se limpian las manos con asiduidad. Esperan pacientes que se desinfecte la mesa. Ya no se oyen los aplausos de asentimiento cuando sale el camarero para exhibir la paella. No se come tanto de manera grupal en la misma paella. Se hace todo con m¨¢s distanciamiento, con un ruido m¨¢s amortiguado, si bien, conforme avanza la comida, el tono de las voces se va elevando, y los comensales, que antes se mostraban indiferentes entre s¨ª, acaban cantando al un¨ªsono el cumplea?os feliz a uno de ellos.
¡°S¨ª, pon que cumplo 30, eso est¨¢ bien¡±, dice Carlos, el celebrante. ¡°S¨ª, s¨ª, a m¨ª tambi¨¦n me conviene que lo pongas¡±, apostilla la madre mientras a su lado su hija r¨ªe. Los tres se han reencontrado en torno a una mesa dos meses despu¨¦s. Estaban separados, ahora se les nota emocionados. Ellos s¨ª que han compartido la paella (nombre original de la sart¨¦n en que se cocina el popular plato) aunque han pedido fideu¨¤. Una excepci¨®n en este restaurante barrido por una brisa agradable bajo el sol y traicionera en la sombra. ¡°Hemos marchado todo tipo de arroces. La gente tiene muchas ganas y se muestra muy generosa, muy respetuosa con la nueva se?al¨¦tica. Lo tenemos todo reservado hasta el fin de semana. Tenemos que concienciarnos todos. Ahora lo normal es servir los platos nosotros, a no ser que sea una familia que, entones, ponemos la paella en medio. El virus ha llegado para quedarse¡±, explica Jos¨¦ Miralles, propietario del establecimiento desde hace 25 a?os y presidente de los hosteleros de la Malva-rosa.
¡°Ya tocaba comerse una paella frente al mar. Nosotros lo hac¨ªamos cada lunes, como hoy¡±, apunta Juanjo, sentado junto a Isabel. ¡°Hay que disfrutar de la vida cuando se pueda, si no, qu¨¦ sentido tiene. Nosotros decidimos que el primer d¨ªa fuera de casa comer¨ªamos aqu¨ª, frente al mar, como hac¨ªamos antes. Yo estoy con un ERTE en mi trabajo, en fin, a ver qu¨¦ pasa¡±, a?ade encogiendo los hombros. M¨¢s cerca del mar, se encuentran dos amigas, Carolina y Valeria, que est¨¢n preparando las oposiciones a la Polic¨ªa Nacional. Comen tambi¨¦n una paella de pollo y conejo, la valenciana, la tradicional, como se hab¨ªan conjurado desde hace tiempo. ¡°El arroz, el sol, la playa. Esto es un placer que como valencianas no pod¨ªamos perdernos¡±, dice Carolina
Hay movimiento en la Malva-rosa, pero mucho menos que en la vida antes de la pandemia, aunque m¨¢s que en la vecina playa de Las Arenas. La mayor¨ªa de los m¨¢s de 30 establecimientos de este popular enclave que frecuentaba Ernest Hemingway durante la Guerra Civil tiene techumbre en sus terrazas y, por tanto, no se consideran como tales y no han podido abrir en la fase 1. ¡°Esperamos a la fase dos¡±, dicen resignados desde La Marcelina, restaurante abierto en 1888 y ahora en pretemporada forzosa. ¡°Hemos pedido a [la Direcci¨®n General de Costas] que nos deje poner las mesas en este pasillo del paseo, pero nos remiten al Ayuntamiento y el Ayuntamiento a Costas. En fin¡ A ver si se resuelve, porque hay que trabajar y con seguridad. No hay m¨¢s remedio¡±, explica Jos¨¦ Miguel Bielsa, presidente de los empresarios de Las Arenas. Uno de los pocos espacios abiertos ha sido r¨¢pido habilitando una espl¨¦ndida terraza sobre la arena junto al espig¨®n de la playa. All¨ª, una pareja de italianos disfruta de una paella. ¡°Claro, ?qu¨¦ ¨ªbamos a pedir si no?¡±, se?ala ¨¦l mientras apura su copa de vino blanco.
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