La trinchera descuidada
Los profesionales de la atenci¨®n primaria alertan: si el sector no es reforzado, una nueva oleada ser¨ªa igual de dram¨¢tica
La atenci¨®n primaria ha sido en esta pandemia la trinchera descuidada. M¨¦dicos que ejercen ese baluarte se han visto ninguneados en las diversas fases, o abismos, del desastre.
Paula Farias, m¨¦dico de familia que ejerce con M¨¦dicos sin Fronteras y ya habl¨® aqu¨ª del estupor de las primeras semanas, siente, dice, que ¡°ya no hay desborde, pero nos vamos con la conciencia de que el sistema se ha hundido y ahora est¨¢ reflotando¡ Se queda en la memoria esa imagen de irrealidad, ¡®?y esto est¨¢ pasando en Espa?a?¡¯. Los sanitarios han puesto las tripas y el coraz¨®n, bati¨¦ndose el cobre en urgencias, en las residencias, en los centros de atenci¨®n primaria completamente saturados¡±. Aqu¨ª no se rinde ni dios, dec¨ªan, ¡°y ahora me pregunto si de verdad no nos hemos rendido¡±. Si no se refuerza esa trinchera ¡ªla atenci¨®n primaria, que ha sufrido tanto¡ª una nueva oleada ser¨¢ igualmente dram¨¢tica.
La atenci¨®n primaria, dice Paula, ¡°ha estado en silencio; ha muerto mucha gente en sus casas como consecuencia del debilitamiento de la trinchera¡ Este tsunami se ha llevado much¨ªsimas vidas que estar¨ªan aqu¨ª si el sistema hubiera aguantado¡±. Araceli Garrido, que trabaja en el centro de salud del barrio del Pilar, en Madrid, sigue ¡°abrumada¡±. ¡°Soy m¨¦dico de familia desde 1987. Tengo 59 a?os. Nunca hab¨ªamos visto algo as¨ª. Parecido podr¨ªa ser el asunto de la colza, o el sida, que era otra cosa. Nos hemos confiado. Y todos hemos tenido un poco de culpa; pens¨¢bamos que iba a ser como con la gripe A, por cuya gesti¨®n tambi¨¦n fue acusado el Gobierno de comprar, en aquel caso, demasiadas vacunas¡ Cuando el virus lleg¨® a Italia tambi¨¦n pens¨¢bamos que aqu¨ª no vendr¨ªa, ?como si no estuvi¨¦ramos en un mundo que vuela much¨ªsimo¡! Cuando ya estuvo aqu¨ª, se ningune¨® nuestro servicio, se alej¨® la atenci¨®n primaria, no se la dot¨® de medios, se concentr¨® todo en los hospitales. A nosotros no nos dejaban ni pedir ambulancias. Fue un pu?etero desastre dejarnos a un lado y concentrarlo todo en los hospitales porque son m¨¢s vistosos¡±.
Alberto L¨®pez trabaja en el centro de salud Doctor Mendiguchia Carriche de Legan¨¦s (Madrid). Al principio de la crisis se colaps¨® el hospital y tuvieron que mandar a los enfermos a otros sitios, y fue donde m¨¢s casos hubo en toda la comunidad. ¡°Ahora estamos en una especie de calma tensa, de paz armada, relativamente tranquilos¡±, afirma. En la memoria tiene la imagen de estr¨¦s de sus compa?eros, ¡°el miedo a una muerte que no respetaba a nadie¡±. ?Y usted c¨®mo calmaba el miedo? ¡°Intentaba informar t¨¦cnicamente, y luego escuchaba, estaba con el paciente. El m¨¦dico de familia establece una relaci¨®n de confianza. ?Se emocionan cuando los llamas y no eres un call center!¡±. Todav¨ªa se pregunta por qu¨¦ ignoraron a los centros de atenci¨®n primaria. ¡°Nosotros pudimos haber hecho la detecci¨®n precoz, los PCR, la estrategia que ahora se dice que es la m¨¢s ¨²til para esta fase de desescalada¡ Nos quitaron recursos porque montaron Ifema y recurrieron a m¨¦dicos de familia. Prefirieron el relumbr¨®n de un hospital hecho en 10 d¨ªas, pero no pudieron cambiar la realidad¡ La Sociedad Espa?ola de Medicina Familiar y Comunitaria calcula que hab¨ªamos visto a un mill¨®n de pacientes aquejados de covid-19 en toda Espa?a. Hicimos una importante labor, pero pod¨ªa haber tenido m¨¢s impacto si la Administraci¨®n hubiera confiado m¨¢s en nosotros¡ Somos como la Cenicienta del sistema, la que m¨¢s recortes ha sufrido¡±. Y la primera que sabe d¨®nde empieza el dolor y por donde viene el miedo.
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