Paseo tranquilo por Santa Clara, el barrio con m¨¢s restricciones de Lisboa
Los vecinos de uno de los 19 distritos con mayores medidas de prevenci¨®n del pa¨ªs viven la epidemia con prudencia, pero con escuelas y parques abiertos
Es el ¨²ltimo d¨ªa de curso de Sandra. Sus alumnos corretean por la escuela de primaria del barrio de Santa Clara, el ¨²nico de Lisboa en el que se han endurecido algunas medidas restrictivas. Hay casi m¨¢s cuidadoras que ni?os. ¡°Los padres tienen miedo y no quieren traer a sus hijos. Desde que se reabrieron las escuelas en mayo ha regresado menos de la mitad¡±. Los ni?os juegan al pilla-pilla y al escondite, algo no tan habitual como pudiera parecer, la raz¨®n es que han desaparecido del patio pelotas, neum¨¢ticos y cualquier objeto de juego. ¡°Hay que tener prudencia¡±, aconseja Sandra que, como sus compa?eras, lleva mascarilla, a diferencia de los ni?os.
Basta cruzar un paso de cebra para tener que obedecer unas normas u otras. En el vecino distrito de Lumiar, al que se llega cruzando la calle, se admiten reuniones de 10 personas m¨¢ximo, sin embargo, en Santa Clara los grupos solo pueden ser de cinco. Pero no hay tales. La actividad peatonal es escasa a media ma?ana, son contados los ciudadanos, con bolsas de la compra o con perro, otros echando comida a las palomas o fum¨¢ndose un pitillo. Todos con mascarilla en la boca, el cuello o el brazo. El comercio est¨¢ abierto ¡ªsiempre lo ha estado, aunque en este barrio, desde esta semana, tiene que cerrar a las ocho de la tarde¡ª. Aparte de supermercados (que pueden abrir hasta las 10), la clientela es muy escasa. Un par de brasile?as sirven en la Pasteler¨ªa de Santa Clara caf¨¦s y bollos a 0,90 euros, no son precios de la Lisboa tur¨ªstica, pero a esta parte nadie va a venir a hacerse un selfi.
¡°Aqu¨ª pagamos justos por culpables, mire usted¡±, explica Raquel, que lleva dos perros. ¡°La presidenta de la junta de distrito vive enfrente del parque y nos tiene como m¨¢rtires a los due?os de los perros¡±. Los jardines de la Quinta de Santa Clara est¨¢n impolutos. Varias madres pasean a sus ni?os y se toman un caf¨¦ en el quiosco en esta zona versallesca. No hay un papel en el suelo en todo el parque y ¡ªbajo amenaza de multas de 5.000 euros¡ª menos a¨²n excrementos caninos.
En la junta de distrito solo se atiende con cita previa. En ventanilla no quieren hablar, se remiten a la Direcci¨®n General de Salud y al bando de la presidenta, Maria da Gra?a Pinto Ferreira, emitido el mi¨¦rcoles: ¡°Como es sabido, en los ¨²ltimos tiempos se verific¨® una deslocalizaci¨®n de los focos de infecci¨®n del norte al sur del pa¨ªs. En esta fase, el ¨¢rea metropolitana de Lisboa presenta la mayor y m¨¢s significativa tasa de incidencia, en particular los concejos que revelan una proximidad geogr¨¢fica: Sintra, Amadora, Loures, Odivelas y la zona noroeste de la ciudad de Lisboa, en los distritos de Santa Clara, Lumiar, Marvila, seg¨²n la Direcci¨®n General de Salud¡±.
Desde hace un mes, el ¨¢rea de Lisboa concentra la mayor¨ªa de los nuevos positivos. Este viernes, el 75% de los 451 casos, la mayor cifra desde el 8 de mayo. Se desconoce cu¨¢ntos de ellos en Santa Clara. ¡°Los contagios no son aqu¨ª¡±, opina Raquel, ¡°sino en los suburbios del distrito, donde hacen m¨¢s fiestas y m¨¢s reuniones, por la zona del mercadillo de Galinheiras¡±.
Otro mundo
Galinheiras es Santa Clara pero tambi¨¦n otro mundo; las viviendas son m¨¢s modestas y apenas se ve a nadie por sus calles. En el aparcamiento que acoge los domingos el popular mercado solo queda por testigo un par de chancletas en piel de leopardo, n¨²mero 38, impecables. Deben llevar ah¨ª cinco d¨ªas, pero quiz¨¢s la precauci¨®n impide que vuelen, como la basura, que cinco d¨ªas despu¨¦s desborda los contenedores. Desde este fin de semana, el mercado de Galinheiras, como el de Ladra, ha sido prohibido por el alcalde de Lisboa, Fernando Medina.
Una camioneta para enfrente del mercado de Galinheiras. El conductor sale y deja un pu?ado de bolsas en la valla de un edificio de pisos; al segundo, una persona de unos 30 a?os aparece de la nada y desaparece y ya no hay bolsas. Desde el inicio de la epidemia, los funcionarios de Santa Clara Igor y Fillipa se dedican a repartir comida a los hogares necesitados. ¡°Nuestro recorrido es de 158 viviendas, pero en total son m¨¢s de 500 comidas diarias¡±, explica Fillipa. ¡°Las personas necesitadas o los padres de los ni?os que antes com¨ªan en sus escuelas llaman a la oficina del distrito, los apuntamos y se las traemos¡±. Son los estragos sociales de la epidemia.
¡°Calamidad, contingencia y alerta¡±, pero no confinamiento
Desde el 1 de julio Portugal se dividir¨¢ en tres zonas seg¨²n su situaci¨®n pand¨¦mica. Pasar¨¢ a ¡°estado de alerta¡±, el nivel m¨¢s laxo, un amplio territorio donde viven unos siete millones de habitantes. All¨ª solo ser¨¢ obligatoria la mascarilla en lugares cerrados y transportes p¨²blicos, as¨ª como guardar la distancia f¨ªsica. Pasar¨¢ a un estado intermedio, llamado ¡°de contingencia¡±, casi toda Lisboa y su zona de influencia (m¨¢s de dos millones de habitantes). En esa zona las reuniones se han restringido ya a 10 personas (en el resto son 20), se proh¨ªbe la venta de alcohol en gasolineras y los comercios cierran a las ocho de la tarde. La Gran Lisboa tiene 118 distritos, 19 de ellos (solo uno en la capital), estar¨¢n en el ¡°estado de calamidad¡±, el nivel m¨¢s restrictivo, en principio 15 d¨ªas.
En esos 19 distritos, que suman 690.000 habitantes, se han endurecido ya algunas medidas: las reuniones se limitan a cinco personas y se recuerda el ¡°deber c¨ªvico de recogimiento¡±, es decir, no salir de casa si no es necesario. No es un confinamiento tal y como se entiende en Espa?a, y como public¨® el jueves este peri¨®dico. Esto nunca ha existido en Portugal, ni siquiera durante el pico de la epidemia, salvo para las personas que dan positivo.
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