El campo de Lleida necesita manos pero teme a la covid-19
Peque?os municipios de la provincia se preparan para la llegada de temporeros entre el miedo a nuevos brotes y la necesidad de sacar adelante la cosecha
¡°Los payeses cobramos solo una vez al a?o. ?Ves estas manzanas? Comenzar¨¦ a recogerlas el 4 de agosto. Ahora mismo, todo mi dinero est¨¢ en estos ¨¢rboles. Si me contagio de coronavirus, las manzanas se pudrir¨¢n aqu¨ª mismo y yo, adem¨¢s de estar enfermo, me arruinar¨¦¡±, explica Josep Maria Salvador, un agricultor del peque?o municipio de Castellnou de Seana, en Lleida. Salvador mastica cada una de las palabras ¡ªsiempre a m¨¢s de tres metros de distancia tanto de forasteros como de conocidos¡ª y mantiene el m¨ªnimo contacto social desde hace semanas. Quiere protegerse todo lo posible de un virus que se ha quedado a las puertas de este peque?o pueblo de la comarca del Pla d¡¯Urgell, pero que se expande a sus anchas en la ciudad de Lleida, a solo 35 kil¨®metros. La comarca, con 16 municipios y 36.600 vecinos, vive de la agricultura y la ganader¨ªa.
All¨ª y en la comarca del Segri¨¤, donde se han reportado 2.555 contagios, la epidemia se descontrol¨® hace algunas semanas. La cifra supone el 64% de todos los infectados registrados durante la pandemia en la zona y hay, al menos, una docena de empresas hortofrut¨ªcolas con personal infectado. Las hospitalizaciones en Lleida tambi¨¦n se han duplicado en las ¨²ltimas dos semanas y el domingo eran 142 (19 en la UCI). Desde entonces la econom¨ªa se est¨¢ hundiendo entre cordones sanitarios y confinamientos impuestos por la Administraci¨®n.
Se ha culpabilizado de estos contagios a las fiestas masivas y al relajamiento de la poblaci¨®n pero, sobre todo, a la presencia de centenares de temporeros que llevan semanas recolectando en la campa?a de la fruta de hueso ¡ªmelocot¨®n, nectarina y paraguaya¡ª en la comarca del Segri¨¤. Son j¨®venes que trabajan a destajo y ocultan los s¨ªntomas para que el coronavirus no les impida ganar el jornal de ese d¨ªa. Malviven hacinados en albergues, pisos, coches o en la propia calle con tal de poder enviar dinero a sus familias en Senegal, Gambia o Mal¨ª.
La campa?a de la fruta de hueso est¨¢ a punto de finalizar y ahora es el turno de la pera y la manzana en comarcas como el Pla d¡¯Urgell y l¡¯Urgell. Los municipios han tomado nota de lo que ha pasado en el Segri¨¤ y de c¨®mo ¡°el bicho¡± se ha extendido por comarcas cercanas como la Noguera. Ahora, el Pla d¡¯Urgell empieza a recibir en sus municipios la primera remesa de temporeros de la ¨¦poca de la covid. Saben que no pueden permitirse ning¨²n error.
Pere Roqu¨¦ es el presidente de la Asociaci¨®n Agraria de J¨®venes Agricultores de Lleida. ?l, junto con otros t¨¦cnicos, han dado las directrices al alcalde de Castellnou de Seana y a otros municipios del Pla d¡¯Urgell. ¡°La de este a?o la he bautizado como la campa?a de la mascarilla. El problema es que el pay¨¦s solo puede garantizar la seguridad a los temporeros mientras trabajan. Luego, lo que hagan despu¨¦s depende de ellos pero nos puede repercutir a todos¡±.
En Castellnou de Seana viven 700 vecinos. Es un pueblo peque?o, forma parte de lo que algunos llaman la Catalu?a vaciada y en solo unas semanas se instalar¨¢n en ¨¦l medio centenar de temporeros. El alcalde, Jordi Llanes, del PdCAT, lleva semanas de reuni¨®n en reuni¨®n y ¡°d¨¢ndole vueltas¡± a c¨®mo proteger de la epidemia a vecinos y temporeros: ¡°He hablado con la delegaci¨®n de la Generalitat en Lleida y, al final, creo que los ¨²nicos que podemos hacer algo para protegernos somos nosotros mismos. Ten¨ªamos que encontrar un lugar donde aislar a temporeros que presenten s¨ªntomas hasta que se hagan la prueba. Encima de la escuela tenemos dos pisos de cuando hab¨ªa que darles cobijo a los profesores. Los tenemos casi a punto¡±, explica orgulloso.
En Castellnou solo se contagiaron dos personas durante el estado de alarma y no transmitieron la enfermedad a ning¨²n vecino. ¡°Estuvimos 60 d¨ªas seguidos regando con agua y lej¨ªa todo el pueblo. Fachadas incluidas. Hicimos una matanza de plantas bestial¡±, ironiza Llanes. El edil llama por tel¨¦fono a uno de los dos alguaciles, Joan Vendrell: ¡°Oye, ven a abrir el piso de los maestros¡±. En dos minutos se presenta el alguacil. Un se?or de mediana edad capaz de bromear mientras mantiene, sin esfuerzo, el rostro serio y siempre enfadado. Vendrell ayuda al alcalde a hacer las camas del piso de los maestros mientras recuerdan todos los trabajos que han hecho juntos desde 2007, cuando Llanes se convirti¨® en el responsable del Ayuntamiento. ¡°Hemos hecho de todo. Ir a domicilios a ver si alguien hab¨ªa muerto, sulfatar el pueblo¡ Esto no lo hacen ni Colau ni Pueyo [el alcalde de Lleida]¡±, subraya Llanes.
Cuando nadie ten¨ªa mascarillas, un vecino advirti¨® al alcalde que ten¨ªa miles. El Ayuntamiento se las compr¨® todas. ¡°Las vendimos a precio de coste. No pod¨ªamos afrontar ese gasto, pero pod¨ªamos ayudar a protegerse a todos. Cien guantes los vend¨ªamos a seis euros y 10 mascarillas, a uno¡±, recuerda.
Pisos para aislamiento
Si alg¨²n temporero presenta s¨ªntomas, la idea es confinarlo en el piso de los maestros. Caben hasta ocho personas. Aun as¨ª, el alcalde tiene un plan b: ¡°Si la cosa se va de madre, podemos instalar a alguno que est¨¦ pendiente de pruebas en el albergue¡±. Llanes vuelve a llamar por tel¨¦fono a Vendrell. El alguacil es una especie de sereno que tiene todas las llaves siempre encima. Abre la puerta de una habitaci¨®n con literas y una ducha.
El humilde albergue est¨¢ instalado justo al lado de unas pistas y una gasolinera que lleva a?os cerrada. ¡°Por aqu¨ª pasa el camino de Santiago y, cuando vienen los peregrinos, nos llaman por tel¨¦fono y, sea s¨¢bado, domingo o mi¨¦rcoles, hay que abrirles¡±, explica el alguacil. El coronavirus ha reducido tambi¨¦n la presencia de peregrinos.
En la casa consistorial los que gestionan el d¨ªa a d¨ªa son la administrativa Trini Oliver y el secretario Andreu Secanell. Oliver ha colocado en la entrada del Consistorio gel hidroalcoh¨®lico. Se asegura de que todos los documentos han reposado en una bandeja ¡°al menos 24 horas¡± antes de tocarlos. ¡°En el Consistorio no hemos cerrado nunca. Cuando no hemos podido atender presencialmente, lo hemos hecho por tel¨¦fono, por WhatsApp o mediante el preg¨®n¡±, asegura Oliver se?alando un micr¨®fono a un lado de la primera planta.
La administrativa es cuidadosa. Una vez a la semana, recopila todos los mensajes de WhatsApp de los pocos agricultores que ya han contratado a alg¨²n temporero. Los payeses est¨¢n obligados a tomarles la temperatura dos veces al d¨ªa y enviar los resultados al Ayuntamiento. El Consistorio lo env¨ªa al consejo comarcal, el m¨¢ximo ente administrativo dentro de la comarca. Adem¨¢s, tiene folios y folios de recomendaciones que entregar¨¢n a los temporeros ¡°en catal¨¢n, castellano, rumano, ¨¢rabe¡¡±.
El agricultor Josep Maria Salvador observa uno de sus campos, el que est¨¢ justo delante del restaurante donde el alcalde surte de cal?ots a media comarca. ¡°Jordi, si cae granizo el seguro me cubrir¨¢ las p¨¦rdidas, pero si cojo el coronavirus ser¨¢ la ruina¡±, espeta al regidor. ¡°Te he dicho mil veces que si enfermas te recojo yo las manzanas¡±, le responde Llanes, alcalde, pay¨¦s y restaurador las 24 horas del d¨ªa.
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