Mil y una excusas para quitarse la mascarilla
Varias ciudades superan el centenar de multas diarias por no usar el protector facial. Unas horas con la polic¨ªa local de M¨¢laga dan pistas de por qu¨¦
Rosario, jubilada, camina junto a una amiga por el paseo mar¨ªtimo Antonio Banderas, al este de la ciudad de M¨¢laga. Quiere que su gesto pase inadvertido, pero los dos agentes de la polic¨ªa local ven claramente c¨®mo la mujer saca de una bolsa roja una mascarilla y, disimuladamente, se la pone. A medida que se acerca a los polic¨ªas, su camino se desv¨ªa hasta el punto de que hace como que entra a un restaurante. ¡°Se?ora, se?ora, un momento. ?Sabe usted que hay que llevar siempre la mascarilla¡±, le dice el oficial Puentes Soler. ¡°Ay, si es que vengo de la playa¡±, se excusa y ense?a unas fotos al agente para demostrar que horas antes s¨ª la llevaba. ¡°Vengo de¡ voy a¡ acabo de salir de¡ son las excusas que escuchamos una y otra vez¡±, relata el agente ?ngel, que prefiere no dar su apellido. Ambos pertenecen a uno de los cuerpos policiales que m¨¢s multa en Espa?a por la ausencia de mascarilla: 3.295 sanciones desde que Andaluc¨ªa impusiera su obligatoriedad el 15 de julio.
Los agentes malague?os tienen la instrucci¨®n de dar prioridad a la vigilancia del uso de la mascarilla y del cumplimiento de la distancia de seguridad, as¨ª como al control de aglomeraciones. M¨¢laga supera las 150 sanciones diarias, pero Valencia le rebasa con algo m¨¢s de 200, informa Ferran Bono. Zaragoza se queda cerca con unas 120 al d¨ªa. En Bilbao y Vitoria la cifra ronda las 150 semanales, al igual que en Ceuta, mientras en Barcelona son unas 100 a la semana, seg¨²n los datos de la Guardia Urbana. En Sevilla, hay noches de fines de semana donde superan las 60. La situaci¨®n es similar en toda la geograf¨ªa espa?ola desde que las comunidades obligaran, una tras otra, su uso, excepto en Canarias.
Para Aar¨®n Cano, concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Valencia, los datos son ¡°la demostraci¨®n de que se ha perdido el respeto a la covid-19¡±. ¡°Es un acto tan sencillo como ponerse la mascarilla por la calle, no es complicado¡±, lamenta el edil. Muchos municipios han puesto en marcha campa?as para concienciar sobre el uso de este trozo de tela, que puede resultar clave para controlar la pandemia.
Las cifras quiz¨¢ parezcan altas, pero resultan peque?as tras una simple observaci¨®n. Es lo que ocurre caminando apenas unos 50 metros junto a la playa de La Misericordia de M¨¢laga. Un minuto despu¨¦s de advertir a Rosario, los agentes se topan con un grupo de turistas franceses. Son tres chicas y tres chicos, rondan los 20 a?os y solo uno lleva el cubrebocas. Una de las chicas aduce, en franc¨¦s, que tiene una bebida en la mano. Otro, que va fumando. Los dem¨¢s, agachan la cabeza, entregan sus identificaciones y atienden a las explicaciones pedag¨®gicas de los polic¨ªas. Acto seguido, la patrulla advierte a una familia madrile?a de que su hijo, adolescente, no tiene la protecci¨®n puesta. La escena se relaja cuando los agentes desaparecen de la escena: una chica en bikini pasea en patinete con la cara al descubierto, al igual que un joven que teclea en su m¨®vil junto al sem¨¢foro. Tres mujeres cargadas con sombrilla, hamaca y toallas, pero no mascarilla, cruzan el paso de peatones. ¡°Vivimos ah¨ª, no hace falta¡±, se justifican.
Caminar con una botella en la mano es la excusa perfecta para no llevar mascarilla. ¡°Te dicen que est¨¢n bebiendo, aunque lleven ya una hora con ella¡±. El deporte es otra gran justificaci¨®n: quienes caminan por el paseo mar¨ªtimo dicen no portarla porque van haciendo actividad f¨ªsica, ¡°cuando se ve claramente que no la est¨¢n haciendo¡±. Tambi¨¦n hay quien se pone un pa?uelo o una camiseta para tapar nariz y boca.
Denuncias de los ciudadanos
Otras veces los agentes acuden a las llamadas realizadas por la ciudadan¨ªa a la sala del 092. ¡°Jam¨¢s hubo tantos avisos¡±, cuenta el agente ?ngel, que antes de citarse con EL PA?S debi¨® acudir a una panader¨ªa porque alguien denunci¨® que la dependienta no llevaba protecci¨®n. Otras veces son clientes de restaurantes los que avisan para denunciar a camareros que tampoco la portan, a los chiringuitos con mesas demasiado juntas o locales que superan su aforo. Hay veces que todo queda en advertencia, pero en otras llega la sanci¨®n, de 100 euros. ¡°Sobre todo a quien directamente no lleva mascarilla o se pone chulo diciendo que no la usa porque no le da la gana¡±, dice otro agente policial.
La experiencia de la polic¨ªa local malague?a desde que la mascarilla es obligatoria es que el principal grupo que no la usa est¨¢ entre quienes tienen 15 y 25 a?os. Lo observan claramente los fines de semana, donde disuelven constantemente botellones o grandes grupos en la playa. El ocio nocturno es otro sector clave, como demuestran las continuas denuncias vecinales. Muchos chavales quedan en grandes grupos ¡ªde hasta 100 personas¡ª en lugares donde creen que los agentes no llegan: urbanizaciones en la monta?a, descampados lejos de todo, zonas deshabitadas.
¡°Hay muchas casu¨ªsticas y es imposible que estemos en todos lados¡±, a?ade un subinspector. ¡°Pero claro, sigue habiendo hurtos, violencia machista, accidentes de tr¨¢fico, alcoholemia¡ y no damos para m¨¢s¡±. Cada ma?ana patrullan la capital malague?a, de 600.000 habitantes, apenas unos 120 polic¨ªas locales. ¡°El mensaje que debe calar es que no hay que confiar el uso de mascarilla a la presi¨®n policial: es una cuesti¨®n de responsabilidad individual que va en beneficio de toda la sociedad¡±, concluye otro agente, que pide, simplemente, empat¨ªa y sentido com¨²n.
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