¡°Era una bomba de relojer¨ªa¡±
Los vecinos damnificados en Huelva por el mayor incendio del a?o alertaron a las Administraciones sobre el peligro de la mala gesti¨®n de los montes
¡°Se me caen dos lagrimones porque esto era precioso. Me falta uno de los tres mastines, pero al menos las gallinas se han salvado. Macho, es todo muy triste¡±. Juan Manuel Garc¨ªa est¨¢ rodeado de una alfombra negra que sepult¨® su campo y que ahora se pierde en el horizonte. Huele a chamuscado en un paisaje con laderas sin verde ni animales y donde a¨²n se atisban columnas de humo. Ahora Garc¨ªa solo puede acceder desde La Zarza (Huelva) a su finca campo a trav¨¦s, porque el puente que salva un riachuelo se derrumb¨® entre el infierno de las llamas, ¡°como un horno coci¨¦ndose¡±, describe entre cenizas.
El mayor incendio del a?o arras¨® la semana pasada 12.000 hect¨¢reas y desaloj¨® a 3.000 vecinos de seis pueblos onubenses, que durante seis d¨ªas interminables vieron c¨®mo se consum¨ªa el monte y las llamas saltaban aupadas por el viento, que cambi¨® varias veces de direcci¨®n y volvi¨® locos a los servicios de extinci¨®n. ¡°Est¨¢bamos en casa pero ve¨ªamos el fuego encima, rodeados por delante, detr¨¢s y los lados. Solo me dio para coger una muda y la documentaci¨®n y salir con el coche. Por lo menos lo estamos contando¡±, respira aliviada Antonia Montilla, vecina de Cueva de la Mora. El fuego salt¨® la carretera y calcin¨® su garaje, ¨¢rboles frutales, tuber¨ªas exteriores y una parte del jard¨ªn, pero respet¨® su casa.
A pesar de que el incendio solo est¨¢ controlado y su completa extinci¨®n se demorar¨¢ d¨ªas, los vecinos intentan asumir ya el duelo de vivir en un paisaje desolador, sin animales, ¨¢rboles ni los jugosos gurumelos. Muchos est¨¢n a¨²n perplejos, con el cuerpo encogido y el susto de las sirenas dentro, habiendo dormido muy poco. ¡°Antes los veranos eran acogedores y ahora viviremos en un cenicero. Esto ser¨¢n d¨¦cadas, el futuro es desalentador¡±, avanza Pedro Mart¨ªn, presidente de la asociaci¨®n de vecinos de Cueva de la Mora.
Este pueblo est¨¢ sitiado por dos explotaciones mineras, entre las mayores de Europa con 2.000 empleados, y a partir de ahora la convivencia ser¨¢ ardua. Cuando los vecinos tienden las s¨¢banas siempre est¨¢n pendientes del viento porque seg¨²n su direcci¨®n, se vuelven amarillas del polvo del cobre, zinc y plomo extra¨ªdos que transportan pesados camiones. Ahora la pantalla natural de pinar y matorral bajo ha desaparecido: el polvo, pero tambi¨¦n el ruido de los camiones y los ventiladores de la mina ser¨¢, a solo un kil¨®metro y medio de distancia, la insoportable banda sonora diaria de los vecinos.
?Se podr¨ªa haber evitado? Pendiente de esclarecerse el origen del fuego, las voces que alertaron del peligro se escuchaban con cierta frecuencia en estos pueblos. ¡°Avis¨¦ de que esto se ve¨ªa venir y siempre hablaba con la concejal de medio ambiente sobre que era una bomba de relojer¨ªa y no la han parado. No s¨¦ c¨®mo los t¨¦cnicos no lo ve¨ªan¡±, explica Santiago L¨®pez, de la asociaci¨®n Pies en la tierra. Ecologistas en acci¨®n denunci¨® esta misma dejadez de las Administraciones la ¨²ltima d¨¦cada.
La planificaci¨®n forestal de la zona es producto de cuando la Empresa Nacional de Celulosas (ENCE) incentiv¨® el cultivo de eucaliptos, que crecieron como setas para sustituir a las encinas y alcornoques de la dehesa. Y en 2014 ENCE cerr¨® su planta de Huelva y el cuidado de las explotaciones se abandon¨®. Las llamas calcinaron un 20% de superficie arbolada (el 50% de eucalipto) el 38% de matorral y el 40% de pastizal y suelo, seg¨²n los datos provisionales de la Junta andaluza. La cuenca minera de Riotinto es un punto negro para los bomberos forestales y en los ¨²ltimos a?os hubo varios conatos de incendios que se sofocaron a tiempo, pero la semana pasada el viento hizo que todo se ti?era de negro con mucha rapidez.
La consejera andaluza con competencias medioambientales, Carmen Crespo, se ha reunido estos d¨ªas para trazar su plan de recuperaci¨®n de la zona con la federaci¨®n de cazadores y las asociaciones agrarias Asaja y Coag, cuya visi¨®n de la sostenibilidad es diametralmente opuesta a la de los colectivos conservacionistas, sobre todo en temas como el reparto del agua y las v¨ªas pecuarias. ¡°La Consejer¨ªa no se ha dirigido a¨²n a las asociaciones de vecinos, en el v¨®rtice del incendio¡±, lamenta Rafael Navascues, de la asociaci¨®n Pies en la Tierra. El anuncio el pasado enero del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno (PP), para plantar un mill¨®n de ¨¢rboles es humo de momento y su ¡°revoluci¨®n verde¡± con medidas para frenar el cambio clim¨¢tico no ha arrancado un a?o y medio despu¨¦s de su subida al poder.
Antonio Pel¨¢ez, agente medioambiental con 30 a?os de experiencia, ha peleado con las llamas en primera l¨ªnea pero aclara que su peor sentimiento no fue el peligro y calor del fuego, ni los turnos de 12 horas con miedo a deshidratarse: ¡°La impotencia de tanta gente llam¨¢ndome a la vez y yo solo pod¨ªa ir a un sitio, hasta que desfalleces, f¨ªsicamente no puedes seguir. Se est¨¢n quemando sus alcornoques, pero no puedes m¨¢s. Porque Do?ana [donde ardieron 8.500 hect¨¢reas del parque natural] fue importante pero no hab¨ªa casas¡±, concluye.
?Qu¨¦ pasa con un pueblo arrasado 15 a?os despu¨¦s?
Berrocal (Huelva) es un claro ejemplo del devenir de muchos pueblos abandonados a su suerte tras las llamas. En 2004 fue el epicentro del mayor incendio registrado en Andaluc¨ªa, con dos muertos, 30.000 hect¨¢reas calcinadas y 13 municipios afectados. La Junta andaluza se apresur¨® a poner 70 millones sobre la mesa para firmar 350 convenios con peque?os propietarios y reforestar la zona con encinas y alcornoques.
Pero si el convenio duraba cinco a?os, a los tres la Consejer¨ªa de Medio Ambiente abandon¨® la reforestaci¨®n y muchos ejemplares se perdieron, lamenta Juan Romero, oriundo de Berrocal y l¨ªder de Ecologistas en Acci¨®n en Huelva. ¡°Literalmente nunca m¨¢s quisieron saber nada de la zona y hoy el monte es un polvor¨ªn con matorral de dos y tres metros de alto. Solo dan ayudas para la agricultura, nada para limpiar el monte¡±, critica. La Junta firm¨® otro convenio gen¨¦rico a 15 a?os para la gesti¨®n, seguimiento y recuperaci¨®n de los bosques, pero con el tiempo cay¨® en saco roto. ¡°Con este fuego de Almonaster pasar¨¢ lo mismo, ahora es medi¨¢tico pero luego se olvidan de ¨¦l. Nerva ardi¨® hace dos a?os y a¨²n no han reforestado¡±, a?ade.
La poblaci¨®n, envejecida, ha descendido estos 15 a?os de los 450 vecinos hasta los 300 censados, pero no todos viven en el pueblo. ¡°Est¨¢ muy de moda la Espa?a vaciada, pero se queda en las palabras. Los montes siguen totalmente abandonados y necesitamos un plan de choque dotado econ¨®micamente porque dentro de pocos a?os no tendremos nada¡±, augura la alcaldesa, Francisca Garc¨ªa. La principal empresa, la cooperativa corchera San Jos¨¦, con 220 propietarios, produce 80.000 kilos, un tercio del corcho de hace tres lustros, debido al incendio y a la seca de Quercus, enfermedad producida por un hongo muy extendido. ¡°La producci¨®n est¨¢ fatal, ha bajado un 60%. El futuro est¨¢ negr¨ªsimo¡±, opina Juan Ram¨®n Garc¨ªa, presidente de la cooperativa.
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