?Cu¨¢nta mentira podemos soportar?
La falsa acusaci¨®n de Trump de que le estaban robando las elecciones es la demostraci¨®n de que la posverdad puede destruir la democracia
?Cu¨¢nta mentira puede soportar un sistema pol¨ªtico? ?Y el medi¨¢tico? En una decisi¨®n ins¨®lita, varias de las principales cadenas de televisi¨®n de EE UU ¡ªABC, CBS, NBC y los canales en castellano, Telemundo y Univisi¨®n¡ª interrumpieron el jueves la comparecencia de Donald Trump mientras insist¨ªa en que le estaban robando la victoria para se?alar que el presidente no dec¨ªa la verdad. Tambi¨¦n Twitter etiquet¨® como enga?oso el tuit en el que Trump lanzaba su colosal mentira de mal perdedor y Facebook cerr¨® el viernes la cuenta Stop the steal (Parad el robo) abierta por partidarios de Trump, que en apenas dos d¨ªas hab¨ªa alcanzado 320.000 seguidores. Crec¨ªa a raz¨®n de 100 cada 10 segundos y en los 36 mensajes que lanzaba por minuto no paraba de incitar a la violencia.
Tras cuatro a?os de locura, el vaso se hab¨ªa colmado. Aquella no era una falsedad m¨¢s de un mentiroso compulsivo. Era la demostraci¨®n de que la posverdad puede destruir la democracia. Y todos percibieron el abismo que eso representaba. Lo sorprendente es que la sociedad norteamericana haya encumbrado, a trav¨¦s de los mecanismos de la propia democracia, a un personaje como ¨¦l y que despu¨¦s de cuatro a?os de mentiras, todav¨ªa le hayan votado 70 millones de personas. Y esta vez no puede decirse que votaran enga?ados. El diario The Washington Post hab¨ªa estimado que a finales de agosto sumaba 22.247 falsedades. Y mucho antes, durante la campa?a de las primarias republicanas en las que fue nominado candidato por primera vez, el equipo de fact check de Politico le hab¨ªa cazado una mentira o una distorsi¨®n deliberada ¡ ?cada cinco minutos! En las presidenciales de 2016 ya era cada tres.
Trump ha mentido constantemente y sobre todo, incluido algo tan serio como la pandemia sin importarle que hubiera en juego cientos de miles de vidas. La ciencia pol¨ªtica tendr¨¢ que aclarar las claves del apoyo popular a un personaje tan err¨¢tico que actuaba como un antisistema desde dentro del sistema. Pero el periodismo tambi¨¦n tendr¨¢ que reflexionar sobre su impotencia ante el avance de la posverdad. Descubrir la mentira no es suficiente. Los pol¨ªticos que mienten saben que ser¨¢n descubiertos inmediatamente. Pero no les importa. Saben que no ser¨¢n penalizados por mentir siempre que sepan mantener la adhesi¨®n de sus seguidores. Si se permiten faltar a la verdad es porque presumen que, en un contexto de polarizaci¨®n extrema a la que ellos contribuyen con sus falsedades, no les importa que les mientan. Que prefieren escuchar lo que quieren o¨ªr antes que escuchar la verdad. Saben que lo que cuenta es la identificaci¨®n emocional y esta no se consigue con la verdad, sino con un relato que les permita sentirse parte de algo, aunque ese relato dibuje una realidad alternativa que nada tenga que ver con los hechos. En ese terreno de extrema subjetividad, el periodismo de calidad, el que busca explicar la verdad, siempre sufre.
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