Un gol contra los derechos de las mujeres
Aumentan las cr¨ªticas contra los reg¨ªmenes que lavan su imagen con eventos deportivos. El ¨²ltimo ejemplo ha supuesto una dimisi¨®n en la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol
Las mujeres que acudieron solas al campo pudieron mezclarse entre el p¨²blico durante la Supercopa. El estadio Rey Abdullah, en Yeda (Arabia Saud¨ª), fue mixto en esos tres partidos. Ellas salieron en las fotos, sonrientes, con las caras pintadas y las bufandas en la cabeza. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, baj¨® al campo sin velo para cerrar la ceremonia tras la final del campeonato, auspiciado por la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol y en el que participaron entre los d¨ªas 8 y 12 cuatro equipos de primera divisi¨®n (Valencia, Real Madrid, Barcelona y Atl¨¦tico de Madrid). Tras el evento, se celebr¨® otro partido. Ellas, a las que se permite entrar a los estadios desde hace apenas un a?o, hab¨ªan vuelto a las zonas restringidas. No hay una confirmaci¨®n oficial de si esas im¨¢genes representan un cambio de criterio o no, ni por cu¨¢nto tiempo. En Arabia Saud¨ª no hay libertad de prensa, rigen la pena de muerte y la tortura y se violan los derechos humanos y, en particular, los de las mujeres. Ellas tienen los movimientos restringidos, deben contar con el permiso de un var¨®n de la familia para casarse y en la mayor¨ªa de los casos pierden la custodia de sus hijos si se divorcian. Durante el campeonato hab¨ªa mujeres en prisi¨®n por intentar defender la igualdad.
No hubo declaraciones de los futbolistas ni de los pol¨ªticos desplazados a Yeda para pedir la liberaci¨®n de esas mujeres. Los medios, en Espa?a, debatieron si el gesto de D¨ªaz Ayuso era un desaf¨ªo al r¨¦gimen o simplemente una estampa de normalidad porque las restricciones a las ciudadanas locales no operan para las occidentales. El diario deportivo Marca public¨® el d¨ªa 12 en portada la imagen de un matrimonio saud¨ª. ?l, sonriente, con la camiseta del Atl¨¦tico; ella, sujetando la camiseta del Real Madrid con un niqab que solo dejaba sus ojos al descubierto. No inclu¨ªa ning¨²n titular alusivo a la situaci¨®n de las mujeres. Tras la pol¨¦mica abierta en las redes sociales, el diario hizo un editorial en Internet: ¡°La imagen es tan poderosa que no necesitaba ni titular¡±, recog¨ªa. ¡°Nos hemos limitado a mostrar lo corriente. Lo com¨²n. La realidad. La cruda realidad¡±.
El traslado de la Supercopa espa?ola a Arabia Saud¨ª, que reportar¨¢ a la federaci¨®n 120 millones de euros durante tres a?os, vuelve a poner una pregunta sobre la mesa: ?debe ser el f¨²tbol neutral ante los pa¨ªses que no respetan los derechos humanos? ?Se le puede pedir al deporte lo que no se reclama a diplom¨¢ticos, pol¨ªticos o empresas?
La pol¨¦mica no es nueva ni exclusiva de este deporte. Hace casi un siglo desde la Copa del Mundo de 1934 en Italia, que impuls¨® Benito Mussolini, el primero que us¨® el f¨²tbol para la propaganda pol¨ªtica. Desde entonces se han celebrado desde foros para debatir sobre educaci¨®n en pa¨ªses que segregan a alumnos y alumnas hasta la universidad a macroconciertos en lugares donde se condena a muerte. Qatar ser¨¢ sede del Mundial de 2022, el pa¨ªs de los petrod¨®lares que viola los derechos humanos y cuya candidatura se impuso a las de Australia, Estados Unidos o Jap¨®n. Las ONG piden, con poco ¨¦xito, que las democracias eviten participar en estos eventos. Denuncian que son un blanqueamiento de la realidad, que las cosas no mejoran (o incluso empeoran) cuando se retiran los focos. Lo llaman sport washing (blanqueamiento deportivo).
La Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol defiende su visita. ¡°Vamos a colaborar con el f¨²tbol saud¨ª para servir de herramienta de cambio social y se van a beneficiar hombres y mujeres¡±, explic¨® antes de los partidos su presidente, Luis Rubiales. Una portavoz a?ade que, adem¨¢s de pedir zonas mixtas, han firmado asesorar para que se cree una liga femenina de f¨²tbol en el pa¨ªs, un proyecto para el que a¨²n no hay fechas cerradas.
El enclave de la Supercopa, con todo, abri¨® grietas en la federaci¨®n. La vicepresidenta de Integridad de la entidad, Ana Mu?oz, dimiti¨® a mediados de diciembre. Fuentes cercanas a Mu?oz se?alan que esta competici¨®n fue uno de los motivos que precipit¨® su marcha, por celebrarse en un pa¨ªs que no garantiza ni los derechos humanos ni concretamente los de las mujeres. La ya exvicepresidenta hab¨ªa mostrado sus objeciones y comunicado su decisi¨®n de no viajar con la comitiva. Seg¨²n su entorno, cuando fue directora general de Deportes no estuvo en eventos en pa¨ªses donde no se respetan los derechos humanos.
Una petici¨®n "superficial"
¡°Creo que centrarse en d¨®nde se sientan las mujeres y los hombres en el campo es muy superficial¡±, considera Madawi Al- Rasheed, profesora visitante de la London School of Economics. Al- Rasheed, saud¨ª, tiene restringido el acceso a su pa¨ªs por publicar libros cr¨ªticos con el r¨¦gimen. ¡°La federaci¨®n ha ido a un pa¨ªs donde meten a la gente en la c¨¢rcel solo por un tuit. No deber¨ªan estar all¨ª para legitimar un r¨¦gimen represivo. Sus justificaciones intentan contentar posiblemente a su audiencia en Espa?a, pero no sirve en Arabia Saud¨ª¡±, rechaza. ¡°Las organizaciones deportivas deber¨ªan pedir la libertad de las mujeres activistas o boicotear eventos, pero no lo hacen, ni ahora ni antes¡±.
El gran precedente de esa presi¨®n que pide Al- Rasheed fue la Copa Mundial de Rugby de 1995 en Sud¨¢frica. Nelson Mandela, ya como presidente, la transform¨® en un elemento de reconciliaci¨®n entre blancos y negros. ¡°Durante el apartheid, hubo un boicoteo total a los equipos sudafricanos en todos los deportes. Fue una medida apoyada internacionalmente que tuvo un impacto pol¨ªtico real de censura al r¨¦gimen. Les lanz¨® el mensaje de ¡®sois los parias del mundo y os vamos a castigar, pero si acab¨¢is con esta injusticia, os daremos el caramelo que ahora os negamos¡±, explicaba en 2013 el escritor y periodista John Carlin a este peri¨®dico sobre aquel episodio, que retrat¨® en el libro Invictus.
La pr¨®xima cita en Arabia Saud¨ª es la celebraci¨®n del G20. Tres ONG a las que el pa¨ªs veta la entrada para hacer sus investigaciones ¡ªAmnist¨ªa Internacional, Transparencia Internacional y Civicus¡ª no participar¨¢n en la cumbre. ¡°No queremos que nuestro nombre se asocie con ese pa¨ªs¡±, explica en Johannesburgo Masana Ndinga-Kanga, portavoz de Civicus para Oriente Medio y ?frica. ¡°Es una distracci¨®n para que la comunidad internacional no vea toda esa violencia¡±. ¡°Si no nos permiten investigar, tampoco asistiremos a actos que blanquean su terrible historia¡±, a?ade Carlos de las Heras, responsable de la zona de Arabia Saud¨ª en Amnist¨ªa. Buscan, en definitiva, evitar que les cuelen un gol.
¡°Solo ayudan a mi hermana denunciando los abusos¡±
?Loujain Alhathloul est¨¢ en prisi¨®n desde abril de 2018 por defender los derechos de la mujer en Arabia Saud¨ª. A sus 30 a?os, es la activista m¨¢s conocida de las represaliadas por protestar por las violaciones de derechos y pedir cambios en el pa¨ªs. El n¨²mero de encarcelados totales se desconoce. Alhathloul fue acusada de traidora y esp¨ªa, de ¡°socavar la seguridad, la estabilidad del reino y su paz social y da?ar su unidad nacional¡±. Fue una de las que lider¨® el movimiento para que las mujeres pudieran conducir, permitido por el r¨¦gimen desde 2018. Su familia denuncia que ha sido torturada y acosada sexualmente desde que est¨¢ presa. ¡°La electrocutaron y la obligaron a besar a otras mujeres¡±, detalla desde B¨¦lgica una de sus cinco hermanos, Lina Alhathloul, de 24 a?os. Los padres pueden visitarla y hablar con ella una vez a la semana. La hermana menor critica que eventos como la Supercopa son peligrosos porque ¡°es lo que lo ¨²nico que la gente ve, un blanqueamiento que oculta las torturas y el estado policial en el que vive la gente. Facilita que sigan con sus violaciones de derechos humanos sin ser cuestionados¡±. Preguntada sobre c¨®mo podr¨ªan ayudar a su hermana y otros represaliados estos eventos, reclama que quienes participan ¡°sepan lo que est¨¢ pasando y pidan la liberaci¨®n de los encarcelados¡±. Lina Alhathloul no defiende un boicot cerrado: ¡°No siempre es bueno para la gente de mi pa¨ªs, sedientes de eventos culturales y deportivos durante a?os. Pero la ¨²nica forma buena de participar es sacar todas estas violaciones de derechos humanos a la luz. Lo ¨²nico que ayudar¨ªa a mi hermana es denunciar los abusos¡±.
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