Encerrados en Wuhan y el Betis perdi¨® ayer
La veintena de espa?oles atrapados en el epicentro del coronavirus contemplan con ilusi¨®n la posibilidad de ser repatriados
La vida en Wuhan pone a prueba los cu¨¢driceps. Hoy es el segundo d¨ªa sin coches en esta enorme ciudad y a la hora de desplazarse sigue sin haber otro remedio que recurrir a bicicletas. Tambi¨¦n pone a prueba el sentido del humor. Preguntado por sus planes para hoy, ?liver Cuadrado contesta que ten¨ªa pensado ir al cine. En realidad, lleva encerrado en su casa desde principios de semana, cuando comenz¨® a extenderse el coronavirus 2019-nCoV que ya deja m¨¢s de 100 muertos y casi 7.000 infectados. ?l es uno de la veintena de espa?oles atrapados en el epicentro del brote, entre los que se cuentan una ni?a de dos a?os y un beb¨¦ de unos pocos meses, a quienes el Gobierno espa?ol intenta evacuar.
Antes de salir a su encuentro, Mobike, la aplicaci¨®n de bicicletas de uso compartido, tiene algo que decir. La odisea de ayer en busca del hospital que China levantar¨¢ en nueve d¨ªas se ha saldado con dos multas. Una, por sacar la bicicleta fuera de los l¨ªmites municipales; otra, por aparcarla en un lugar inadecuado ¨Ca un lado de la autopista¨C. Acusaciones leg¨ªtimas ambas, penalizadas con 29 yuanes (3,80 euros). Hace cinco d¨ªas que Wuhan es una ciudad incomunicada con el resto del mundo y tanto la calzada como las acercas est¨¢n, una jornada m¨¢s, vac¨ªas casi por completo. El canto de los p¨¢jaros se oye m¨¢s que el tr¨¢fico rodado, algo poco habitual en una urbe que acoge a 11 millones de habitantes.
En el encuentro est¨¢n presentes Pedro Morilla, Antonio Sevillano, Manuel Vale, Jos¨¦ Antonio Maldonado y ?liver Cuadrado; todos ellos empleados del club de f¨²tbol Wuhan Shangwen. A la hora de saludarnos vacilamos: el virus y sus debidas precauciones han introducido una f¨¦rrea barrera f¨ªsica entre las personas sobre terreno. Como soluci¨®n intermedia acabamos entrechocando los codos. Pese a los 4? de temperatura nos sentamos en el exterior del edificio: despu¨¦s de varios d¨ªas recorriendo la ciudad, es la opci¨®n m¨¢s segura. ¡°Llevamos desde el jueves pegados al tel¨¦fono, hablando con todo tipo de medios¡±, es lo primero que comenta Cuadrado. Esta fama repentina les ha permitido, incluso, retomar amistades. ¡°A m¨ª me ha escrito gente con la que no hablaba en d¨¦cadas¡±, asegura Maldonado.
Todos hab¨ªan visto ya el tuit de la ministra de Exteriores, Arancha Gonz¨¢lez Laya, de esta ma?ana. El mensaje empleaba por primera vez la palabra "repatriaci¨®n", lo que para ellos ha supuesto un rayo de esperanza al que se aferran. ¡°Ojal¨¢¡±, sentencia Morilla, ¡°aunque una vez all¨ª tengamos que hacer todo tipo de pruebas¡±. En los ¨²ltimos d¨ªas y seg¨²n la informaci¨®n compartida por el Consulado espa?ol en China, la opci¨®n m¨¢s viable para lograr salir de la ciudad pasaba por unirse a los autobuses de la comitiva francesa y despu¨¦s sobrellevar dos semanas de cuarentena en otra ciudad china por determinar. Este plan parece haberse venido abajo en las ¨²ltimas horas, y Francia ya ha anunciado que fletar¨¢ un avi¨®n para evacuar a sus ciudadanos.
Lo que ellos no hab¨ªan o¨ªdo, sin embargo, son las declaraciones del ministro de Sanidad, Salvador Illa, en las que anunciaba que el gobierno decidir¨ªa hoy mismo c¨®mo y cu¨¢ndo se llevar¨¢ a cabo la ¨Cde nuevo la palabra m¨¢gica¨C ¡°repatriaci¨®n¡±. Los seis espa?oles reciben la noticia con entusiasmo. ¡°?Subid¨®n!¡±.
Todos ellos viven en el mismo lugar, una cuidada urbanizaci¨®n a las afueras de la ciudad. Estar juntos les ha permitido hacer pi?a. ¡°Nos sentimos fuertes, pero es verdad que a medida que los d¨ªas van pasando empiezas a dudar, empiezas a pensar... Por suerte tenemos a los compa?eros, nos apoyamos los unos a los otros¡±, apunta Vela. La sensaci¨®n de que el tiempo pasa, el virus se agrava y ellos no encuentran salida es desalentadora. Maldonado lo explica as¨ª: ¡°Nadie sabe c¨®mo va a evolucionar esto, y cuando m¨¢s tiempo pase, m¨¢s expuestos estamos¡±.
Mientras tanto, pasan los d¨ªas encerrados en casa. Solo salen para ir a comprar comida a una tienda cercana, en la que ¡°cada vez hay menos cosas¡±. Cada uno encuentra entretenimiento y esperanza en lo que puede, pero hay veces en la que todo parece ir mal. ¡°Estaba viendo a Nadal y estaba contento porque iba ganando... Y se me ha ido el wifi¡±, se lamenta Cuadrado. "Y el Betis perdi¨® ayer, esto no hay por d¨®nde cogerlo", remata Vela entre risas, protegido del fr¨ªo con un anorak que lleva el escudo verdiblanco.
En su equipo de f¨²tbol, el Wuhan Shangwen, trabajan con casi 700 ni?os chinos. Est¨¢n en contacto con todos ellos y ninguno est¨¢ infectado. ¡°Eso es muy importante para nosotros¡±, manifiesta Morilla. Al cabo de un rato nos despedimos hasta nuevo aviso, entrechocando los codos una segunda vez.
De vuelta al hotel, varios botes de gel desinfectante reci¨¦n aparecidos presiden cada superficie, apremiando a los pocos hu¨¦spedes a extremar las medidas de higiene. El lector de temperatura se ilumina de color verde: 36,7?. A la medici¨®n le sigue por primera vez un registro, en el que los grados van acompa?ados del n¨²mero de la habitaci¨®n del sujeto. Un hu¨¦sped que quiere salir se pone muy nervioso cuando la lectura anuncia que tiene fiebre. "?Estoy bien, de verdad!", exclama. Cuestionada por la posibilidad de una lectura roja, la empleada responde ¡°repetir¨ªamos la medici¨®n varias veces¡±, como si no quisiera reconocer la posibilidad de que tal escenario pudiera deberse a otra cosa que a un error mec¨¢nico. En ese caso lo ha sido, y el hombre puede irse aliviado. "?Y si hubiera seguido saliendo rojo?". "No tendr¨ªamos m¨¢s remedio que alertar a las autoridades...".
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