Cr¨®nica de la cuarentena por el coronavirus | D¨ªa 11: Emporio celestial en la planta 17
En el pen¨²ltimo d¨ªa de su cuarentena, los 21 espa?oles repatriados desde Wuhan, entre los que se cuenta el enviado especial de EL PA?S, ultiman sus preparativos
?¡°10. Todos los d¨ªas les visitar¨¢ el personal m¨¦dico.¡±
Todos los d¨ªas nos han visitado, en efecto, con medio rostro oculto tras inc¨®modas mascarillas y el ¡°?alguna novedad?¡± en violenta pugna con el ¡°buenos d¨ªas¡± por la primogenitura. Y todos los d¨ªas la misma respuesta reversible: ¡°Buenos d¨ªas, ninguna¡±. Ni rastro del indeseable mocoso, reci¨¦n bautizado como COVID-19, Corona de nombre y apellidos Virus Disease. La planta 22, la de los enfermos contagiosos, a estrenar. Y cinco pisos por debajo el mismo guion otra ma?ana m¨¢s, la und¨¦cima en la que veo al sol desperezarse desde la ventana de mi habitaci¨®n en el hospital militar G¨®mez Ulla, de Madrid. A continuaci¨®n, term¨®metro, desayuno, lavabo, el ser y la nada, ya saben. Pero el tiempo restante va quedando arrinconado sin remedio en el calendario como en cualquier otro sitio: hoy ya es la pen¨²ltima jornada de cuarentena.
Con el fam¨¦lico diario en los huesos de esta peculiar cotidianidad, desnudo excepto por el taparrabos de alg¨²n que otro regate de pluma, procedo a enumerar los elementos visibles en las zonas comunes en las que convivimos los 21 repatriados espa?oles. Para ello, seguir¨¦ una taxonom¨ªa inspirada en el Emporio celestial de conocimientos ben¨¦volos. Al fin y al cabo, a estas alturas es complicado discernir si venimos de China o nos ha inventado Borges.
Los cuerpos de la planta de aislamiento se clasifican en:
(a) Una ni?a a la que su madre persigue para cambiarle el pa?al.
(b) Un papel en el que los internos han apuntado sus destinos, cada uno un punto distinto de la pen¨ªnsula, hacia donde saldr¨¢n despavoridos el jueves por la ma?ana.
(c) Equipaje. En su interior, los bienes personales ¨Cno m¨¢s de 15 kilos¨C que los evacuados pudieron sacar de Wuhan. Las maletas se mueven por s¨ª solas en giros s¨²bitos, como los b¨®lidos de F¨®rmula 1 en la vuelta de calentamiento. Alguno ha expresado su deseo de emular a Fernando Alonso en la salida para as¨ª dar esquinazo a los periodistas que estar¨¢n apostados en la puerta del hospital ¨Ca m¨ª que me registren¨C.
(d) Bolsas de tela con ropa sucia para hacer una ¨²ltima lavadora. Despu¨¦s de dos semanas sin apearse del pijama y las zapatillas ¨Calgunos incluso m¨¢s¨C, la transici¨®n se prev¨¦ traum¨¢tica.
(e) Otro ni?o. Este en brazos de su padre.
(f) Un sanitario, que responde al nombre de P., encamin¨¢ndose en mi direcci¨®n al grito de ¡°?paren las rotativas!¡±. Exasperado ante unas mondas de pl¨¢tano que aparecen d¨ªa s¨ª d¨ªa tambi¨¦n en la zona de ocio, ha decidido recurrir al cuarto poder. Desde aqu¨ª te aseguro, P., que estamos trabajando en ello.
(g) Un segundo papel en el que los internos detallan sus pizzas favoritas. El restaurante de Carabanchel que ma?ana reciba un pedido de 20 pizzas, que sepa d¨®nde acabar¨¢n. No solo en nuestros est¨®magos, ya acostumbrados a la comida de hospital y al sobrecito de sal suplementario. En esta fiesta de despedida participar¨¢n tambi¨¦n los trabajadores del hospital, quienes para probar bocado se quitar¨¢n las m¨¢scaras. Por fin podremos conocer los rostros de las personas que han cuidado de nosotros desde el primer d¨ªa que llegamos aqu¨ª.
¡°No hay clasificaci¨®n del universo que no sea arbitraria y conjetural", dej¨® escrito el sabio ciego en ese mismo texto. "La raz¨®n es muy simple: no sabemos qu¨¦ cosa es el universo¡±.
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