Seis italianos encerrados por partida doble
Los compa?eros de viaje de los cuatro positivos en Canarias est¨¢n aislados del resto en el hotel en cuarentena
Era un grupo de 10 amigos italianos. Compartieron esta semana vuelo, transporte hasta el hotel en un minibus, cenas, risas, horas en las tumbonas de la piscina y, claro, alg¨²n c¨®ctel que alegr¨® la noche. Frente a ellos, el mar, el cielo abierto y la luz blanca y cegadora de la costa. Uno de ellos, un m¨¦dico de Emilia Roma?a, una regi¨®n del norte de Italia, hizo menos vida social y pas¨® horas encerrado a su habitaci¨®n. No se sent¨ªa bien. Su pareja le acompa?¨® en algunos momentos de ese proceso febril. El lunes, dos d¨ªas despu¨¦s de llegar al resort, cogi¨® un taxi y se fue hasta un hospital local. All¨ª, por su experiencia profesional, por el lugar del que ven¨ªa, le describi¨® a un colega c¨®mo se sent¨ªa y, antes de acabar la explicaci¨®n, se autodiagnostic¨®: ¡°Creo que tengo coronavirus¡±. Estaba en lo cierto.
La pareja del m¨¦dico, al d¨ªa siguiente, y otros dos amigos, el pasado mi¨¦rcoles, tambi¨¦n resultaron contagiados. Ninguno de los cuatro corre peligro, seg¨²n explican las autoridades, y solo el primer contagiado presenta s¨ªntomas de enfermedad. Los otros tres son asintom¨¢ticos, aunque altamente infecciosos para quien trata con ellos. ¡°No son las vacaciones que so?aban, sin duda. Pero todo est¨¢ bajo control. Eso s¨ª, se aburren¡±, cuentan fuentes hospitalarias.
Tras de s¨ª han dejado un hotel cerrado a cal y canto con 1.000 personas en el interior. El H10 Costa Adeje Palace, un resort de 400 habitaciones. Es una situaci¨®n in¨¦dita en este pueblo tur¨ªstico del sur de Tenerife. ¡°El hotel ahora es un pueblo en s¨ª con 1.000 habitantes y el director del hotel es el alcalde. Nosotros tratamos de ayudarles con v¨ªveres, atenci¨®n m¨¦dica, psicol¨®gica y todo lo que necesiten¡±, explica un portavoz del Gobierno canario.
Los seis italianos del grupo inicial viven un aislamiento particular del resto de los clientes. Se ha generado alrededor de ellos una burbuja que los mantiene alejados del resto hasta que se sepa con seguridad cu¨¢l es su estado. Solo ellos ocupan 10 habitaciones, una planta completa. Han sido confinados en una zona a la que nadie tiene acceso. En principio, esas seis personas son las que han estado expuestas a un mayor riesgo de contagio. El personal m¨¦dico y los traductores que los acompa?an para que no haya equ¨ªvocos en el diagn¨®stico han visitado a los seis italianos enfundados en trajes especiales, como en E.T. Los trabajadores del hotel les dejan la comida a una distancia prudencial y despu¨¦s les avisan por tel¨¦fono para que salgan a recogerla.
Por la ventana de las habitaciones podr¨¢n ver a gente ba?¨¢ndose en la piscina y tomando el sol. En dos d¨ªas han sido evaluados todos los clientes. Los que no presentaban ning¨²n s¨ªntoma pod¨ªan moverse libremente por las instalaciones, pero los que tienen algunas d¨¦cimas de fiebre tienen que quedarse en sus habitaciones. Cada poco tiempo vuelven a ser evaluados. ¡°Seguimiento activo¡±, le llaman los expertos. El hecho de que el m¨¦dico italiano, al no encontrarse bien, se resguardara en la habitaci¨®n evit¨® que contagiara a m¨¢s clientes, fuera de su c¨ªrculo de amigos.
Los trabajadores se han visto obligados a hacer el turno m¨¢s largo de su vida. Ayer se cumpl¨ªan tres d¨ªas de encierro y segu¨ªan al pie del ca?¨®n. En un acto heroico, sabedores de que adentro se viv¨ªa una emergencia de car¨¢cter laboral, algunos empleados que libraban el d¨ªa que comenz¨® la crisis entraron este mi¨¦rcoles en las instalaciones voluntariamente. Eso s¨ª, firmaron un documento de responsabilidad antes de entrar. Fue poco tiempo. Horas despu¨¦s les dijeron a todos los empleados que pod¨ªan irse a casa. Con una advertencia: avisen si les sube la fiebre.
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