La gesti¨®n de la pandemia del gobernador de Nueva York provoca la renuncia de una decena de expertos del Estado
El dem¨®crata Cuomo rechaz¨® los protocolos de vacunaci¨®n existentes para aplicar su propio modelo de inmunizaci¨®n
Puede que sean sus genes italianos, que le provocan esa viveza de car¨¢cter, o tal vez la suficiencia que da verse reelegido una y otra vez, pero la actitud del gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, para con los expertos en salud p¨²blica de su Administraci¨®n raya, seg¨²n estos, en el desprecio. El desd¨¦n o el ninguneo explicar¨ªan que desde finales del verano nueve altos funcionarios del departamento de Sanidad estatal hayan presentado su dimisi¨®n, cuando la pandemia encadenaba oleadas y las cr¨ªticas por la lentitud del proceso de vacunaci¨®n se multiplican en el Estado que fue epicentro de la crisis en primavera. Su actitud, subrayan los cr¨ªticos, recuerda el maltrato que Donald Trump mostr¨® hacia el epidemi¨®logo m¨¢s respetado del pa¨ªs, el doctor Anthony Fauci, por no hablar del negacionismo e incluso el obstruccionismo cient¨ªfico del republicano. Cuomo pertenece al Partido Dem¨®crata y disfruta de su tercer mandato consecutivo.
En una informaci¨®n que publica este lunes el diario The New York Times se recogen los cargos de los dimisionarios, empezando por el vicenconsejero de Salud P¨²blica y siguiendo por el responsable del comit¨¦ de enfermedades contagiosas, adem¨¢s de varios subalternos, todos ellos t¨¦cnicos. La renuncia en cadena de los especialistas se conoci¨® inmediatamente despu¨¦s de unas gruesas declaraciones del italoamericano Cuomo: ¡°Cuando digo ¡®expertos¡¯ entre comillas, parece que estoy diciendo que realmente no conf¨ªo en los expertos. Porque as¨ª es¡±, dijo el viernes sobre las pol¨ªticas p¨²blicas contra la pandemia en una conferencia de prensa que destap¨® el malestar existente.
Para contextualizar lo que algunos calificar¨ªan de alarde lenguaraz, cabe recordar que Cuomo mantiene sonadas diferencias de criterio con su correligionario Bill de Blasio, el alcalde tambi¨¦n dem¨®crata de Nueva York, muy evidentes en cuanto a la gesti¨®n de la pandemia -por ejemplo sobre el cierre de las escuelas o el de bares y restaurantes-, y que llevan incluso a usar dos gr¨¢ficas distintas para el registro de los casos en el Ayuntamiento y el Estado. Cuomo tampoco es santo de la devoci¨®n del sector m¨¢s progresista del partido, especialmente pujante en Albany, sede del Gobierno del Estado. Pero su animadversi¨®n hacia los expertos que eval¨²an la pandemia y prescriben c¨®mo combatirla se ha desbordado y cinco empleados del departamento contactados por el diario le atribuyen solo a ¨¦l la marejada de fondo, pues dicen sentirse marginados y tratados irrespetuosamente. Cuomo ha declarado la guerra a la burocracia sanitaria de la Administraci¨®n que preside, subraya el art¨ªculo, y junto con sus colaboradores de confianza ha establecido un programa de vacunaciones que adoleci¨® de importantes retrasos en su fase inicial.
El detonante del enfrentamiento fue la negativa de Cuomo a aceptar el plan de vacunaci¨®n que el Estado hab¨ªa dise?ado y concertado tiempo atr¨¢s con la Administraci¨®n local, en beneficio de un modelo que hace recaer el peso de la distribuci¨®n en grandes hospitales. Cuomo hab¨ªa venido repitiendo en las ¨²ltimas semanas que no le quedaba m¨¢s remedio que agarrar con mayor firmeza las riendas de la estrategia antipand¨¦mica, mientras atribu¨ªa a sus funcionarios ignorancia o desconocimiento en operaciones a gran escala como el proceso de vacunaci¨®n. Todo ello, mientras se disparaban las quejas y la exasperaci¨®n ciudadana. Lo cierto es que, pese a los retrasos iniciales, ahora Nueva York es el 20? en el listado de Estados que han administrado al menos una dosis a sus residentes.
El rifirrafe entre Cuomo y los especialistas sanitarios de su Administraci¨®n no es sin embargo algo in¨¦dito, y los desencuentros entre t¨¦cnicos y pol¨ªticos se han venido repitiendo en otras muchas partes del pa¨ªs durante el a?o de pandemia. El descontento con las pol¨ªticas -y el mal ejemplo- de Trump ha sido notorio entre los especialistas que trabajan en el Centro de Control y Prevenci¨®n de Enfermedades (CDC, en sus siglas inglesas). El alcalde De Blasio forz¨® en verano la salida del responsable de Salud P¨²blica del Ayuntamiento, y en todo el pa¨ªs se cuentan por decenas los expertos que han renunciado o han sido despedidos por los responsables pol¨ªticos de turno, como la directora de Salud P¨²blica de California, uno de los Estados m¨¢s golpeados por el coronavirus en EE UU.
En el caso de los funcionarios del Estado de Nueva York, las cr¨ªticas hacia su jefe se dispararon al constatar c¨®mo Cuomo anunciaba en conferencias de prensa -comparecencias a las que es adicto- cambios sustanciales en el programa de actuaci¨®n contra el coronavirus, sin consultarles ni avisarles previamente y exigiendo despu¨¦s del anuncio que los expertos ajustasen el plan a sus decisiones.
El ¨²ltimo anuncio de Cuomo ha sido este lunes una campa?a de publicidad para vencer las reticencias ante la vacuna de la poblaci¨®n afroamericana del Estado, uno de los colectivos m¨¢s golpeados por el virus. La ratio de inmunizaci¨®n de los neoyorquinos negros -incluso de los que son sanitarios- va sensiblemente a la zaga de la del resto de la poblaci¨®n, y el objetivo de la campa?a es, seg¨²n el gobernador, garantizarles que no tienen nada que temer y que la vacuna es el ¨²nico medio de evitar contagios y salvar vidas.
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