La ecuaci¨®n que escribi¨® Dios
?Tiene el cosmos alg¨²n sentido? No pregunten a un te¨®logo
Comparto con Renoir la fascinaci¨®n por la luz filtrada entre los ¨¢rboles, y admiro el talento y esfuerzo que dedic¨® a capturarla en su c¨¦lebre Bal du moulin de la Galette, un fiest¨®n celebrado en 1876 en un merendero de Montmartre que ahora nos dar¨ªa envidia a todas las generaciones pand¨¦micas. Como en La balan?oire, otro cuadro de ese mismo a?o, la luz aparece proyectada sobre la gente y sobre el suelo como una salpicadura de c¨ªrculos de claridad sobre un fondo de sombra ambigua. Cada uno de esos c¨ªrculos es el Sol. Tuve la suerte de percibirlo durante la primera fase de un eclipse, cuando cada circulito de luz mostraba un mordisco en su flanco derecho, la sombra de la luna que se iba interponiendo entre nosotros y nuestra estrella. Siempre da gusto que las cosas encajen, pero ?en qu¨¦ sentido eso ayuda a entenderlas?
Dejemos pasar el eclipse, sent¨¦monos debajo del ¨¢rbol y miremos a su copa. Grandes ramas que se bifurcan en ramas menores que se dividen en ramitas, todas con la misma geometr¨ªa, de modo que te da igual mirar al ¨¢rbol entero que al ¨²ltimo de sus brotes, porque siempre tiene la misma forma. Ese tipo de estructuras autosemejantes, o fractales, son comunes en la biolog¨ªa, porque se generan mediante un algoritmo repetitivo de crecimiento y generaci¨®n de patrones que es inmensamente econ¨®mico en informaci¨®n. Con repetir lo mismo 40 veces has hecho un ¨¢rbol con cuatro genes. Parece la obra de un ingeniero muy h¨¢bil, y lo es, as¨ª que ?da eso sentido a nuestra vida? No, porque el ingeniero se llama evoluci¨®n, y genera dise?os sin necesidad de un dise?ador. Por m¨¢s que avance, la biolog¨ªa es una improbable fuente de trascendencia. Para la evoluci¨®n biol¨®gica, un ser humano no tiene m¨¢s prop¨®sito que un ¨¢rbol o que un virus. Creced y multiplicaos.
Pero la madre de todas las ciencias, la f¨ªsica, tiene aspiraciones m¨¢s ambiciosas, casi teol¨®gicas. Es curioso, porque es esta ciencia la que, desde tiempos de Cop¨¦rnico, nos ha expulsado del para¨ªso con sa?a y perseverancia. Ni la Tierra es el centro del Sistema Solar, ni el Sistema Solar es todo cuanto existe, ni la V¨ªa L¨¢ctea tiene nada de especial en este cosmos abrumadoramente grande y pre?ado de galaxias como la nuestra. En el ¨²ltimo siglo y medio, mientras los creacionistas se empe?aban en refutar a Darwin, la f¨ªsica les estaba lanzando los verdaderos torpedos en la l¨ªnea de flotaci¨®n. Si el mundo no ha sido creado para nosotros, las religiones se diluyen en este cosmos inabarcable donde pierde fuelle el negocio de la malversaci¨®n de almas y el tr¨¢fico de vidas eternas.
Entre los f¨ªsicos actuales, los m¨¢s plat¨®nicos son seguramente los te¨®ricos de cuerdas.
Pero el caso es que los f¨ªsicos te¨®ricos han vuelto a la arena teol¨®gica. Es l¨®gico, puesto que su ¨¢rea de conocimiento est¨¢ invadiendo el territorio tradicional de la clerigalla. ?Por qu¨¦ hay algo en lugar de nada? ?Por qu¨¦ el universo es comprensible? ?Ten¨ªa Dios alguna opci¨®n al crear el mundo? Las dos ¨²ltimas preguntas, por cierto, son de Einstein, que no cre¨ªa en el Dios de los te¨®logos, pero s¨ª en el de Spinoza: el que se revela en la armon¨ªa de todo lo que existe. Esta es la ¨²nica religi¨®n de los cient¨ªficos, la que sostiene que el mundo alberga regularidades ocultas, pautas simples y elegantes bajo su apariencia incognoscible. Los cient¨ªficos estudian la naturaleza porque est¨¢n convencidos de que hay algo que entender ah¨ª abajo, en su l¨®gica profunda. Una idea que podr¨ªa suscribir Plat¨®n.
Entre los f¨ªsicos actuales, los m¨¢s plat¨®nicos son seguramente los te¨®ricos de cuerdas. Proponen que los componentes b¨¢sicos de la materia no son puntos, sino cuerdas que pueden vibrar a distintas frecuencias. Cada forma de vibraci¨®n es una part¨ªcula elemental, como un quark o un electr¨®n. Uno de los te¨®ricos de cuerdas m¨¢s destacados, Michio Kaku, lo describe con una met¨¢fora: ¡°Las leyes de la f¨ªsica se reducen a las armon¨ªas de esas cuerdas; la qu¨ªmica son las melod¨ªas que se pueden tocar sobre ellas; el universo es una sinfon¨ªa, y la mente de Dios es m¨²sica c¨®smica que resuena por el espaciotiempo¡±. Ese vuelve a ser el Dios de Einstein y Spinoza, el que se revela en la armon¨ªa de todas las cosas. El Dios de los cient¨ªficos.
La teor¨ªa de cuerdas tiene cr¨ªticas serias dentro de la ciencia. Todo el mundo admite que es una arquitectura matem¨¢tica asombrosa y autoconsistente, pero ahora mismo no se puede someter a prueba, y por tanto es m¨¢s una filosof¨ªa que una ciencia. Pero dos generaciones de f¨ªsicos brillantes le han dedicado su vida, y est¨¢n seguros de que les puede conducir a la unificaci¨®n final que abarque toda la f¨ªsica, la ecuaci¨®n que escribi¨® el Dios de Spinoza para crear el mundo. Es toda la teolog¨ªa que nos queda.
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