¡°Quiero que el Estado admita que fall¨®. No me devolver¨¢ a las ni?as, pero me dar¨¢ tranquilidad¡±
Itziar Prats denunci¨® sin descanso que sus hijas corr¨ªan peligro. No las protegieron. Su exmarido las mat¨® hace casi tres a?os. Ella reclama que se reconozca el error
Han pasado casi mil d¨ªas desde ¡°el hecho¡±. Itziar lo llama a veces as¨ª. Con el tiempo ha aprendido a diferenciar los momentos m¨¢s duros, los de bajada, y los momentos valle en los que se siente algo mejor. Cuenta con voz temblorosa que este a?o pand¨¦mico est¨¢ siendo particularmente dif¨ªcil. Demasiada violencia. Los casos se repiten. La ¨²ltima vez, en Tenerife: dos ni?as, como le pas¨® a ella. Desde que su exmarido...
Han pasado casi mil d¨ªas desde ¡°el hecho¡±. Itziar lo llama a veces as¨ª. Con el tiempo ha aprendido a diferenciar los momentos m¨¢s duros, los de bajada, y los momentos valle en los que se siente algo mejor. Cuenta con voz temblorosa que este a?o pand¨¦mico est¨¢ siendo particularmente dif¨ªcil. Demasiada violencia. Los casos se repiten. La ¨²ltima vez, en Tenerife: dos ni?as, como le pas¨® a ella. Desde que su exmarido mat¨® a sus hijas Nerea y Martina, de seis y dos a?os, el 25 de septiembre de 2018, han sido asesinados otros 10 menores por sus padres o las parejas de sus madres. ¡°No se ven cambios, no se ven¡±, lamenta Itziar Prats.
Junto con su abogado, Gabriel Rubio, recorre el camino para intentar que el Estado reconozca que hubo un ¡°funcionamiento anormal¡± de la Administraci¨®n de Justicia. Quiere que admitan un fallo sist¨¦mico en su caso, el de una mujer que no fue cre¨ªda por ninguna de las instituciones a las que acudi¨®: ni la polic¨ªa, ni el centro de la mujer, ni la jueza ni el fiscal. Nadie se tom¨® en serio las amenazas del ex contra las ni?as: ¡°Me voy a cargar lo que m¨¢s quieres¡±, le dijo. Ahora est¨¢n muertas. Esos dos asesinatos han promovido cambios en el protocolo policial y en el C¨®digo Civil para proteger mejor a los menores. Pero su reclamaci¨®n a¨²n no tiene respuesta.
En el caso de Itziar Prats (Getxo, 45 a?os) se ignoraron las se?ales de alarma. Su m¨¦dico alert¨® al juzgado de un posible maltrato cuando acudi¨® a la consulta. Tras las amenazas del exmarido, Ricardo Carrascosa, ella acudi¨® al centro de la mujer donde le respondieron que no se lo tuviera en cuenta, que los hombres ¡°dicen pero no hacen¡±. Cuando denunci¨® de madrugada en la comisar¨ªa que tem¨ªa por la vida de sus hijas, el protocolo para determinar el riesgo ni siquiera inclu¨ªa preguntas sobre los menores, un ¨¢ngulo ciego que se modific¨® despu¨¦s de que las peque?as fueran asesinadas de madrugada en Castell¨®n, la ciudad donde viv¨ªa Prats y a la que nunca ha vuelto. A ella le toc¨® reconocer el cuerpo de su ex, que se suicid¨® lanz¨¢ndose al vac¨ªo tras acabar con la vida de las ni?as durante el r¨¦gimen de visitas establecido en el procedimiento de divorcio. Tras reconocer al padre subieron a la casa en busca de las ni?as. Los bomberos le cortaron el paso a la vivienda tras forzar la puerta: ¡°?Que no entre, que no entre!¡±, gritaron. Ella se desmay¨®.
Despu¨¦s de enterrar a sus hijas, volvi¨® a Madrid, al hogar de su infancia. Esta psic¨®loga vive con sus padres y se acaba de trasladar a la habitaci¨®n de uno de sus hermanos. Lleva meses buscando piso. Le gustar¨ªa independizarse. Hace casi dos a?os que volvi¨® a trabajar. Le gustaba caminar e iba a yoga. Ya no. Ha abandonado los hobbies. ¡°No me da la vida ni las ganas¡±, explica una tarde de finales de junio sentada junto a su abogado en una terraza de Madrid. Mantiene las visitas peri¨®dicas a la fisioterapeuta porque el cuerpo se le agarrota. Sigue con la psic¨®loga y el psiquiatra. Y no para de trabajar. De 9 a 17, como t¨¦cnica de inserci¨®n laboral. Por las tardes, en su ¡°otro trabajo¡±: la lucha contra la violencia de g¨¦nero. Acaba de regresar del Pa¨ªs Vasco, donde escuch¨® a hijos de mujeres maltratadas hace 30 a?os que contaban ¡°lo mismo¡± que sufren madres e hijos a d¨ªa de hoy: ¡°Los hijos lo viven y lo perciben igual entonces que ahora¡±.
Lleva dos mariposas moradas prendidas en el jersey y otras dos en el bolso, un anillo de mariposas, mariposas en los pendientes. La grande representa a Nerea, la m¨¢s peque?a a su peque?a Martina. Cuando fueron asesinadas, Prats y su madre comenzaron a tejerlas. Poco a poco se han ido sumando decenas de mujeres. Son el s¨ªmbolo de su lucha, la imagen de un proyecto educativo, El latido de las mariposas, que comenz¨® con una amiga, Isabel Gallardo, y que ya han llevado a escuelas de la Comunidad Valenciana, La Rioja, Andaluc¨ªa, Arag¨®n o Catalu?a, entre otras.
20.000 mariposas
Han regalado ya m¨¢s de 20.000 mariposas, que vuelan por media Europa y parte de Am¨¦rica. Las han lucido fiscales, jueces y destacados miembros del Ejecutivo. El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, mostr¨® una en su cuenta de Twitter el 25 de noviembre de 2019. Y escribi¨®: ¡°Itziar denunci¨® pero algo fall¨®. Debemos volcarnos en la protecci¨®n a las mujeres y menores v¨ªctimas de violencia machista. No podemos volver a fallar¡±. Ella a¨²n sigue esperando una disculpa oficial del Ejecutivo.
Su lucha empez¨® apenas un mes despu¨¦s de los asesinatos, cuando denunci¨® p¨²blicamente junto al Defensor del Pueblo ¡ªsu gran apoyo en esta traves¨ªa¡ª que Espa?a estaba incumpliendo el convenio de Estambul y que las ra¨ªces del error que denunciaban eran profundas. ¡°Itziar sufri¨® un fallo del sistema en su conjunto, que comenz¨® cuando denunci¨® y le pasaron un protocolo obsoleto, no adecuado al convenio de Estambul porque determin¨® que sufr¨ªa ¡®riesgo bajo¡¯ sin incluir ni una pregunta sobre las ni?as¡±, explica Gabriel Rubio, su letrado.
¡°La jueza trabajaba con una herramienta in¨²til, pero deber¨ªa haberlo sabido en vez de tomar en consideraci¨®n la valoraci¨®n de ese protocolo. No le hicieron un seguimiento personal. El fiscal fall¨® porque fue voluble, cambi¨® de opini¨®n. Era quien deber¨ªa haber recurrido el auto como responsable de velar por las menores, pero no lo hizo. Ella pidi¨® auxilio y reclam¨® la protecci¨®n de sus hijas. Pero las ignoraron hasta tal punto que ni siquiera aparecen mencionadas en el expediente. ?Sabes cu¨¢ndo salen por primera vez sus nombres? Cuando el padre las mata: solo entonces¡±.
Prats no conoce al fiscal de menores del juzgado de violencia sobre la mujer de Castell¨®n, nunca le vio la cara. Puede que todo hubiera sido diferente si las hubiesen escuchado. Tras los asesinatos, fuentes del juzgado denunciaron a este peri¨®dico falta de medios y que no hab¨ªa disponible un psic¨®logo para analizar a las menores. Un informe de enero del 2020 del S¨¬ndic de Greuges de la Comunidad Valenciana ¡ªel defensor del pueblo auton¨®mico¡ª lo confirma: la Consejer¨ªa de Justicia admiti¨® que, en 2018, cuando pas¨® todo, el gabinete psicosocial de la Ciudad de la Justicia de Castell¨®n ten¨ªa vacante la plaza de psic¨®logo jefe por baja, que no se cubri¨® ¡°por no estar autorizada por Hacienda¡±.
Falta de personal
Faltaba personal para llamar y escuchar a las ni?as. La mayor, Nerea, podr¨ªa haber contado aquel episodio en el que su padre destroz¨® primero el ventilador y luego el carrito de su hermana peque?a a golpes. Fue Nerea, cuenta Prats, la que baj¨® a tiempo a Martina del carro esa tarde, la hermana mayor ejerc¨ªa una protecci¨®n ¡°total y absoluta¡± sobre la peque?a cuando estaban con su padre, ¡°que pasaba absolutamente de ellas cuando iban a un bar y ¨¦l se pon¨ªa con sus amigos a beber¡±. ¡°Todo eso me lo cont¨® ella, porque yo no estaba all¨ª¡±, rememora la madre. Quiz¨¢ con ese informe, la jueza podr¨ªa haber entendido que daba igual que ella se hubiera mudado a ¡°la misma calle¡± donde viv¨ªa ¨¦l cuando se separaron, uno de los argumentos que dio para no considerar la protecci¨®n que Prats ped¨ªa para sus hijas. ¡°Daba igual que viviera all¨ª o en Mondonguedo¡±, estalla visiblemente enfadado el abogado. ¡°Se las ten¨ªa que dejar los fines de semana, se quedaban solas con ¨¦l¡±, a?ade.
El recurso que han promovido por el ¡°funcionamiento anormal¡± de la Administraci¨®n de Justicia se centra en los ministerios del Interior y Justicia, responsables del protocolo policial y de los juzgados, respectivamente. Reclaman 1.542.856 euros por responsabilidad patrimonial por los profundos da?os morales causados a Prats y a los abuelos de las ni?as. Ese recurso fue estimado parcialmente, despu¨¦s de varios pronunciamientos, el 15 de julio de 2020. El Defensor del Pueblo les comunic¨® el pasado junio que Justicia est¨¢ ultimando la resoluci¨®n definitiva y que deber¨¢ recabar informe de la Abogac¨ªa del Estado y un expediente del Consejo de Estado. El Ministerio de Justicia ha declinado pronunciarse sobre la marcha del expediente, seg¨²n ha se?alado una portavoz a este peri¨®dico.
Rubio cree que este tiempo de espera ¡°es un sufrimiento adicional¡± para Prats. Ella considera que es un tema ¡°al que no dan prioridad¡±. ¡°Es como seguir ignorando lo que he reclamado desde el principio. Primero, protecci¨®n, despu¨¦s reconocimiento de lo que se ha hecho mal. Y, por ¨²ltimo, que no se repita, pero se ha vuelto a repetir una y otra vez¡±, se?ala ella.
Ambos esperan que el caso no acabe alarg¨¢ndose como le ocurri¨® a ?ngeles Gonz¨¢lez Carre?o, la mujer a la que el Tribunal Supremo acab¨® dando la raz¨®n en 2018, 15 a?os despu¨¦s de que su hija fuera asesinada por su padre, condenado por maltrato, en una visita sin supervisi¨®n. Gonz¨¢lez Carre?o realiz¨® ¡°un tortuoso y largu¨ªsimo peregrinaje¡±, recuerda Rubio, en el que agot¨® todas las instancias judiciales nacionales hasta llegar a la ONU. ¡°Confiamos en que Itziar no sea condenada a recorrer el mismo camino¡±, se?ala el abogado. ¡°Si no obtenemos una resoluci¨®n satisfactoria de la Administraci¨®n, seguiremos. Pero ser¨ªa una verg¨¹enza que, nuevamente, desde organismos internacionales tengan que enmendarle la plana al Estado espa?ol¡±, contin¨²a.
El protocolo policial incluy¨® preguntas sobre el riesgo espec¨ªfico que corren los menores en los casos de violencia machista en marzo de 2019, seis meses despu¨¦s del caso de Prats. El pr¨®ximo septiembre entrar¨¢ en vigor otro cambio en el C¨®digo Civil que el Defensor del Pueblo reclam¨® tras este caso: que se suspendan las visitas a investigados por maltratar a sus hijos. Prats y su abogado esperan ahora la respuesta de la Administraci¨®n. ¡°Que reconozcan el error no me va a devolver a las ni?as pero me dar¨¢ tranquilidad, la tranquilidad de saber que hice lo que pude, porque siempre te queda la duda de si podr¨ªas haber hecho m¨¢s¡±.
Itziar Prats pide siempre que no salga su rostro en las fotograf¨ªas, como en este reportaje. Eso le permite salir a la calle sin que nadie la mire, sin que la paren para preguntarle por sus hijas, aunque ella nunca miente al respecto. Cuando le preguntan si tiene hijos, responde: ¡°Ten¨ªa¡±. El anonimato, con todo, no siempre juega a su favor. D¨ªas atr¨¢s, acudi¨® en Madrid a una manifestaci¨®n contra la violencia vicaria, la que supone atacar a la madre infligiendo da?o a sus hijos. Un hombre les increp¨® detr¨¢s del cord¨®n policial: ¡°Nos dijo que nos lo est¨¢bamos inventando, que qu¨¦ hac¨ªamos ah¨ª protestando. No respond¨ª. La polic¨ªa lo quit¨® de en medio¡±.
Una mano tendida a la madre de Tenerife
Cuando Tom¨¢s Gimeno desapareci¨® con sus hijas Anna y Olivia en Tenerife a finales de abril de este a?o, Itziar Prats recibi¨® decenas de mensajes: ¡°Todo el mundo se acordaba de m¨ª¡±. Aquellos d¨ªas se march¨® de Madrid para intentar desconectar y estar tranquila. Fue su padre quien le cont¨® que hab¨ªan encontrado el cuerpo sin vida de Olivia, la mayor: ¡°Fue dec¨ªrmelo y pensar en Nerea. El hecho de que no aparezca la peque?a es un run run que no me puedo quitar de la cabeza¡±. Ella decidi¨® ponerse en contacto con el entorno de la madre de las ni?as, Beatriz Zimmerman, para ofrecerse a ayudar en lo que pueda. ¡°Ahora no es momento de nada, lo mejor que puede hacer es contar con el apoyo de su entorno. Lo que necesita es tener la tranquilidad de que nadie la agobie con preguntas de si el padre era bueno o malo o si la ni?a hab¨ªa hecho esto o lo otro. Esas historias sobran¡±.