Un m¨¦dico de Texas realiza un aborto fuera de plazo para forzar la revisi¨®n de la nueva ley
Alan Braid pretende con su decisi¨®n provocar una demanda en su contra para que un tribunal decida sobre la inconstitucional de la restrictiva norma
El ginec¨®logo Alan Braid ha desafiado al Estado de Texas al relatar en un art¨ªculo de opini¨®n, publicado el pasado fin de semana en el diario The Washington Post, que en la ma?ana del 6 de septiembre realiz¨® un aborto a una mujer en Texas que se encontraba fuera del plazo establecido por la nueva ley para poder interrumpir su embarazo (m¨¢s de seis semanas de gestaci¨®n). ¡°Entiendo perfectamente que podr¨ªa haber consecuencias legales [a mis acciones] pero quer¨ªa asegurarme de que Texas no se saliera con la suya en su intento de evitar que se revise esta ley descaradamente inconstitucional¡±.
Con su texto, el doctor Braid, con m¨¢s de 45 a?os dedicados a la ginecol¨®gica en Texas, no solo hace un alegato a favor del derecho constitucional de las mujeres al aborto, sino que busca provocar demandas que acaben en los tribunales y que demuestren que la conocida como S.B 8 (Senate Bill 8 o Texas heartbeat, la ley del latido de Texas) viola la Constituci¨®n de EE UU. La nueva norma contradice la jurisprudencia de la Corte Suprema, que en 1973 reconoci¨® el derecho de la mujer a abortar mientras el feto no sea viable, es decir alrededor de las 22 semanas de gestaci¨®n.
La que se convirti¨® el pasado 1 de septiembre en una de las m¨¢s restrictivas leyes contra el aborto del pa¨ªs proh¨ªbe la interrupci¨®n del embarazo desde las seis semanas de gestaci¨®n, incluso en casos de violaci¨®n o incesto, una vez que se detectan los latidos del coraz¨®n del embri¨®n, cuando la mujer ni siquiera es conocedora de su embarazo. La norma entr¨® en vigor tras el silencio del Tribunal Supremo, que en un nuevo gesto de la mayor¨ªa conservadora, salida tras los nombramientos de tres jueces por parte de Donald Trump, declin¨® pronunciarse.
Braid se remonta al a?o 1972, cuando el aborto no era legal en Texas y el a?o en el que ¨¦l se licenci¨® en medicina por la Universidad de ese Estado del sur. ¡°Excepto que un psiquiatra certificara las intenciones suicidas de una mujer, el aborto era ilegal en Texas¡±, expone el m¨¦dico. ¡°Por ello, si la mujer ten¨ªa dinero la remit¨ªamos a cl¨ªnicas en Colorado, California o Nueva York. El resto quedaban abandonadas a su suerte. Algunas cruzaban la frontera con M¨¦xico¡±, escribe Braid.
En su relato, sencillo pero demoledor, el ginec¨®logo afirma que en aquel a?o vio morir a tres adolescentes como consecuencia de abortos chapuceros y que nunca olvidar¨¢ uno de ellos, una chica que lleg¨® a urgencias con la vagina llena de trapos, lo que le provoc¨® el colapso de sus ¨®rganos como consecuencia de una septicemia y su posterior fallecimiento.
El facultativo declara haber tra¨ªdo al mundo m¨¢s de 10.000 ni?os, realizado innumerables ex¨¢menes ginecol¨®gicos, pruebas de embarazo y llevado a cabo interrupciones de embarazo en sus cl¨ªnicas de San Antonio y Houston (Texas), as¨ª como en la que abri¨® en la vecina Oklahoma.
Pero de repente, el 1 de septiembre todo cambi¨® con la nueva ley. ¡°Se han cerrado el 80% de los servicios de aborto que ofrec¨ªamos y cualquiera que sospeche que he violado la nueva ley me puede demandar y obtener 10.000 d¨®lares. Se puede denunciar ante los jueces a cualquiera que ayude a una mujer a abortar pasado el nuevo l¨ªmite, aparentemente, incluido el conductor que lleve a la cl¨ªnica a mi paciente¡±, prosigue el ginec¨®logo.
Para el doctor Braid, la nueva normativa ha devuelto a Texas al a?o 1972, al a?o de la ilegalidad y los abortos clandestinos. ¡°Tengo hijas, nietas y sobrinas. Creo que el aborto es una parte esencial de nuestro cuidado m¨¦dico, He pasado los ¨²ltimos 50 a?os cuidando y ayudando a pacientes. No puedo sentarme sin m¨¢s y ver c¨®mo regresamos a 1972¡±, finaliza la misiva del facultativo.
De momento, la ¡°provocaci¨®n¡± de Braid ha tenido ya sus dos primeras respuestas. Un hombre de Arkansas y otro de Illinois se han querellado ya contra el m¨¦dico, ya que la nueva ley de Texas permite a cualquier ciudadano denunciar a quien haya ayudado en el aborto, independientemente de donde viva.
En el caso de Arkansas, Oscar Stilley, quien es descrito en la demanda como un abogado ¡°inhabilitado con deshonra¡±, busca poner a prueba la ley, no impedir que el doctor texano practique abortos. ¡°No soy pro vida¡±, declar¨® Stilley, citado por el diario The New York Times. ¡°Lo que estoy tratando de defender es la ley, ya que decimos que somos un pa¨ªs de leyes. ?Pero, d¨®nde est¨¢ la ley?¡±, se pregunta Stilley, quien en su querella incluye una descripci¨®n de sus propios problemas legales, que incluyen una condena en una prisi¨®n federal durante 10 a?os por evasi¨®n de impuestos y conspiraci¨®n. Adem¨¢s, para este hombre de 58 a?os, se trata de una situaci¨®n en la que nunca puede perder. ¡°Me van a dar una respuesta en cualquier caso¡±, explica en referencia a la declaraci¨®n de que la ley sea inconstitucional o de que le concedan los 10.000 d¨®lares de recompensa.
Desde Illinois, Felipe Gomez, contrario al aborto, ha presentado otra demanda en San Antonio contra el doctor Braid por incumplir la nueva ley de Texas.
La gran prueba de fuego de Roe v. Wade, nombre de la querella que result¨® en la legalizaci¨®n en todo el pa¨ªs del aborto, llegar¨¢ en diciembre, cuando el Supremo comience a revisar una ley de Misisipi que proh¨ªbe la interrupci¨®n voluntaria del embarazo despu¨¦s de la semana 15, en una confrontaci¨®n directa al progresista fallo que va a cumplir 50 a?os. En junio de 2022, el Supremo fallar¨¢, sellando el futuro del aborto en Estados Unidos.
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