Un hito racial para el MeToo: las activistas negras que acabaron con d¨¦cadas de impunidad de la estrella del ¡®soul¡¯ R. Kelly
El m¨²sico ha sido declarado culpable de abuso sexual y crimen organizado por hechos que se remontan a los noventa. El caso cuestiona el trato a las mujeres afroamericanas en EE UU
El veredicto de culpabilidad por nueve delitos de abuso sexual, trata de personas y crimen organizado, que puede suponer para el cantante R. Kelly (Chicago, 54 a?os) una condena de c¨¢rcel de entre 10 a?os y cadena perpetua, marca algo m¨¢s que la ca¨ªda de un ¨ªdolo del soul. El fallo ha sido interpretado tambi¨¦n como una conquista para las mujeres negras en Estados Unidos, protagonistas por primera vez en un juicio enormemente medi¨¢tico, y como un hito racial para el movimiento Me Too.
El jurado no dud¨® demasiado: bastaron nueve horas de deliberaci¨®n tras escuchar durante cinco semanas 45 testimonios sobre c¨®mo un hombre poderoso se serv¨ªa de su fama para, con la ayuda de sus colaboradores, tejer una red de abusos, a menudo cometidos con menores, como los descritos por Jane, nombre ficticio, que aleg¨® que el m¨²sico, con quien mantuvo una relaci¨®n de cinco a?os que empez¨® cuando era adolescente, la oblig¨® a tener sexo con desconocidos, que deb¨ªa pedir permiso para moverse de su habitaci¨®n y que fue forzada a abortar. En la sala tambi¨¦n se escucharon relatos de secuestros y de amenazas con armas, que la defensa defini¨® como ¡°construcciones ficticias¡± de fans con ¡°ansias de dinero y de fama¡±.
Jerhonda Pace, otra de los 11 demandantes, dos hombres y nueve mujeres, fue la primera en testificar p¨²blicamente contra el m¨²sico tras d¨¦cadas de denuncias. Despu¨¦s de conocerse la sentencia del tribunal de Nueva York, colg¨® el lunes en su cuenta de Instagram un texto titulado Mi voz se ha escuchado hoy: ¡°Durante a?os, me acosaron por hablar de los abusos sufridos a manos de ese depredador. Me llamaban mentirosa, dec¨ªan que no ten¨ªa pruebas. O que lo estaba haciendo por dinero. No ha sido f¨¢cil, pero lo he logrado¡±.
La lentitud denunciada por Pace ha encendido un debate en Estados Unidos. ?Ha tardado tanto en llegar la sentencia porque las v¨ªctimas eran mujeres y ni?as negras? ¡°Sin ninguna duda¡±, opina en conversaci¨®n telef¨®nica Kalimah Johnson, fundadora hace 26 a?os del SASHA Center en Detroit, dedicado a prestar ayuda a v¨ªctimas de agresiones sexuales como la que ella misma sufri¨®. ¡°Hay en este pa¨ªs una asunci¨®n de que no somos de fiar, un racismo cong¨¦nito que se resiste a creer a las mujeres negras cuando denuncian una agresi¨®n sexual. Viene de los tiempos de la esclavitud, cuando hombres blancos y negros nos violaban con impunidad. Hoy, se desconf¨ªa del testimonio de una de nosotras solo por el hecho de ser negra. Tienen que ver en ello los medios, la m¨²sica o el cine, terrenos que abonan los arquetipos negativos. Nos meten en una de estas dos categor¨ªas: o somos seres insaciables siempre listas para el sexo, o monstruos incapaces de experimentar placer. No hay t¨¦rmino medio¡±.
Hay en EE UU un racismo cong¨¦nito que se resiste a creer a las mujeres negras cuando denuncian una agresi¨®n sexual¡±Kalimah Johnson, terapeuta
Johnson, que recibi¨® ¡°con satisfacci¨®n¡± el lunes la noticia, desconf¨ªa de la pena que impondr¨¢ el juez al cantante (¡°conociendo nuestro sistema, dudo mucho que sea la m¨¢xima¡±) y se apresura a dejar claro que no cree que ¡°justicia y la reparaci¨®n vayan necesariamente de la mano, ni que este fallo sea suficiente para aliviar a las personas a las que [Kelly] agredi¨®. Esa clase de trauma precisa de un trabajo de por vida, independientemente de que el tipo vaya a la c¨¢rcel o no¡±.
La activista, que ha atendido en su asociaci¨®n a varias j¨®venes v¨ªctimas del m¨²sico cuyos casos no puede detallar, lleva colaborando desde el principio con Oronike Odeleye, cofundadora de la campa?a #MuteRKelly (Silenciemos a R. Kelly), que organiza desde 2017 manifestaciones y boicots al cantante en conciertos, radios y plataformas digitales. Una de sus voluntarias se mostraba este mi¨¦rcoles en conversaci¨®n con este diario ¡°desbordada por tanta atenci¨®n medi¨¢tica¡±. Odeleye declar¨® a The New York Times: ¡°Es el final de un largo camino para que las voces de tantas mujeres puedan ser escuchadas. Nunca hemos sido plenamente due?as de nuestros cuerpos. Ya no estamos dispuestas a pagar el doble peaje de ser mujeres y negras en Estados Unidos¡±.
Hist¨®ricamente, se ha culpado a esas mujeres por la violencia que padecieron¡±Rebecca Epstein, abogada
¡°Hist¨®ricamente, no solo se ha dudado de esos testimonios, sino que se ha culpado a esas mujeres por la violencia que padecieron, a base de sexualizarlas y deshumanizarlas hasta hacerlas c¨®mplices de su sufrimiento. Espero que cambien las cosas con este veredicto, aunque queda mucho trabajo por hacer¡±, explica a EL PA?S Rebecca Epstein, directora del Centro Jur¨ªdico sobre Pobreza y Desigualdad de la Universidad de Georgetown, en Washington, que public¨® en 2017 un estudio que conclu¨ªa que las ni?as negras eran percibidas en Estados Unidos como m¨¢s adultas y m¨¢s ¡°expertas sexualmente¡± que las blancas. ¡°Las diferencias m¨¢s significativas se encontraron en los tramos de edad que abarcan la ni?ez media y la adolescencia temprana ¡ªde cinco a nueve a?os y de 10 a 14 a?os¡ª y continuaron en menor grado en el tramo de edad de 15 a 19 a?os¡±, se puede leer en el informe, basado en 350 entrevistas a adultos de ambos sexos a los que se les preguntaba por su diferente percepci¨®n de cualidades propias de la infancia, tales como la inocencia, en ni?as blancas y negras.
A la pregunta de si el MeToo ignor¨® los problemas de la comunidad afroamericana en sus primeros a?os, Epstein contesta: ¡°Me parece injusta esa conclusi¨®n. Fue fundado por Tarana Burke, activista afroamericana, y debe mucho de su ¨¦xito a los esfuerzos y la perseverancia de las mujeres negras¡±. Cabe recordar tambi¨¦n que tres de ellas, Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi, alumbraron hace ocho a?os Black Lives Matter, movimiento antirracista de alcance global tras el asesinato de George Floyd a manos de un polic¨ªa estadounidense.
Seg¨²n otra de las denunciantes, identificada como Stephanie, R. Kelly le dijo cuando se conocieron en 1998 que no entend¨ªa qu¨¦ ve¨ªa la sociedad de malo en su afici¨®n por las ¡°chicas j¨®venes¡±. Ella ten¨ªa 16 a?os. Para entonces, el m¨²sico ya era una superestrella del R&B, estilo musical de consumo esencialmente interno que actualiz¨® el soul en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo. Tambi¨¦n era habitual verlo en un McDonald¡¯s de Chicago al que iba, recuerdan los testigos, a la caza de estudiantes de un instituto cercano.
De ese tiempo provienen las primeras acusaciones. El cantante se cas¨® en 1994 con una adolescente de 15 a?os, Aaliyah, estrella en ascenso de la m¨²sica negra fallecida en 2001 en un accidente de avi¨®n. Seg¨²n uno de los testimonios, la pareja hab¨ªa comenzado a tener relaciones sexuales cuando la muchacha ten¨ªa ¡°13 o 14 a?os¡± y la uni¨®n se produjo ¡°solo para que Aaliyah pudiera abortar sin consentimiento de sus padres¡±. El matrimonio fue finalmente anulado. En esa ¨¦poca, Kelly, autor de canciones como It Seems Like You¡¯re Ready (Parece que est¨¢s lista) produjo un disco a la joven promesa titulado Age Ain¡¯t Nothing but a Number (La edad no es m¨¢s que un n¨²mero).
Otro de los nombres claves de esta historia, Jim De Rogatis, referente del periodismo musical en Chicago, recibi¨® en 2000 un fax en el que una lectora sin identificar de una de sus cr¨ªticas, que comparaba a Kelly con Marvin Gaye, le daba detalles de los ¡°problemas¡± de aquel ¡°con las ni?as¡±. Poco despu¨¦s, el reportero publicaba la primera de sus numerosas investigaciones. Un trabajo de 21 a?os que incluye un libro, Soulless (Sin alma), a punto de ser reeditado. De Rogatis tuvo en 2002 acceso a un v¨ªdeo en el que se ve¨ªa al artista manteniendo relaciones con una menor y que dio origen al primer juicio, celebrado en 2008. El m¨²sico fue absuelto de un delito de pornograf¨ªa infantil despu¨¦s de que la chica y sus padres decidieran no testificar. Esta semana, el cr¨ªtico public¨® en The New Yorker un art¨ªculo titulado: R. Kelly, hallado culpable de todos los cargos, 25 a?os demasiado tarde.
El m¨²sico, ganador de tres premios Grammy, no par¨® de trabajar tras aquellas primeras acusaciones; m¨¢s bien al contrario, se adjudic¨® un alias desafiante, The Pied Piper of R&B (El flautista de Hamel¨ªn del R&B). Desde entonces ha publicado siete ¨¢lbumes, editados por Jive, hasta su defunci¨®n en 2011, y RCA, dos de las discogr¨¢ficas de m¨²sica urbana m¨¢s influyentes de Estados Unidos, para una audiencia aparentemente capaz de disociar la obra de la reputaci¨®n de su autor. En el servicio de streaming Spotify, R. Kelly, estrella m¨¢s conocida en su pa¨ªs que en el resto del mundo (su mayor ¨¦xito en Europa fue, en 1996, I Believe I Can Fly), cuenta con m¨¢s de cuatro millones de oyentes mensuales, aunque RCA rescindiera su contrato tras la emisi¨®n de una serie documental televisiva (Surviving R. Kelly, 2019), que, producida por Dream Hampton, cineasta negra, daba la voz a varias de las mujeres que lo acusan desde hace a?os.
Los abogados del artista, de nombre real Robert Sylvester Kelly, estudian ahora si presentar un recurso. A¨²n les esperan otros tres juicios m¨¢s en dos Estados por pornograf¨ªa infantil, obstrucci¨®n a la justicia y prostituci¨®n de menores. El juez dictar¨¢ sentencia el pr¨®ximo 4 de mayo sobre el proceso cuyo fallo se ha conocido esta semana. Hasta entonces, R. Kelly permanecer¨¢ detenido.
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