La vida con dolor cr¨®nico de ocho millones de espa?oles
Una de cada seis personas padece ese trastorno y a un 11% de ellas les causa problemas de movilidad o limitaciones en su d¨ªa a d¨ªa
La vida con Dolor
?de ocho millones de espa?oles
El dolor lleg¨® hace m¨¢s de 20 a?os a la vida de Mar¨ªa Eugenia Gornes y no se ha ido. Con ¨¦l se acuesta y con ¨¦l se despierta, si es que le deja dormir. La ha apartado de su trabajo y apenas le permite completar tareas cotidianas como barrer o ir a la compra. Lo que empez¨® como unas molestias lumbares y cervicales fue diagnosticado m¨¢s tarde como fibromialgia y seguido de un rosario de medicamentos que la dejan ¡°atontada¡± casi todo el d¨ªa. Su caso es extremo, pero no infrecuente. El dolor cr¨®nico ¡ªun mal invisible que sufren sobre todo las mujeres y suele desencadenar otras patolog¨ªas, como depresi¨®n o ansiedad¡ª afecta a una de cada seis personas (17%) en Espa?a, unos ocho millones, seg¨²n el Ministerio de Sanidad. A un 11% de ellas (casi un mill¨®n) les causa problemas de movilidad o limitaciones en su vida cotidiana.
Cuatro patolog¨ªas aglutinan la mayor¨ªa del dolor no oncol¨®gico en el pa¨ªs: la artrosis, la migra?a, los dolores lumbares y los cervicales, seg¨²n Sanidad, que ha elaborado un plan para racionalizar el consumo de opi¨¢ceos, cuya prescripci¨®n no ha parado de crecer en los ¨²ltimos a?os: el uso del fentanilo, entre 50 y 100 veces m¨¢s potente que la morfina, se ha duplicado en la ¨²ltima d¨¦cada. Estos potentes f¨¢rmacos, en caso de administrarse, deber¨ªan ser el ¨²ltimo recurso, aquel al que acudir cuando nada ha aportado una soluci¨®n satisfactoria,y no es v¨¢lido para cualquier dolor. Aunque en Espa?a todav¨ªa no suponen un problema sanitario, las autoridades temen que un uso demasiado alegre de estos medicamentos termine por provocar una crisis de adicciones similar a la de Estados Unidos, donde casi 50.000 personas murieron en 2019 por sobredosis, m¨¢s de lo que lo hicieron por coca¨ªna o a consecuencia de las armas de fuego. ¡°Todo lo que sucede all¨ª suele llegarnos y la idea es evitarlo; tenemos un sistema capaz de revisar la situaci¨®n para no alcanzar esos niveles¡±, dice Juana S¨¢nchez, de la Sociedad Espa?ola de M¨¦dicos Generales y de Familia.
Durante mucho tiempo el dolor se consider¨® un s¨ªntoma. El aviso de que algo fallaba. Y detr¨¢s de ¨¦l deb¨ªa haber una lesi¨®n o enfermedad que lo causara. En 2017 la Asociaci¨®n Internacional para el Estudio del Dolor cambi¨® su definici¨®n y luego la revis¨® en 2020 para describirla como ¡°una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con da?o tisular real o potencial¡±. A?adi¨® cuatro palabras ¡ª¡°similar a la asociada¡±¡ª que son clave. ¡°Aunque no exista lesi¨®n objetiva se valida el dolor como algo real¡±, escribe el reumat¨®logo Javier Vidal en la Revista de la Sociedad Espa?ola del Dolor (SED). Es el caso de la fibromialgia o la mayor¨ªa de los dolores de espalda, cuya principal o ¨²nica manifestaci¨®n es la sensaci¨®n que producen.
V¨ªctor Mayoral, presidente de la SED, pone el ejemplo de la migra?a: ¡°El dolor de cabeza es un s¨ªntoma que muchas veces nos avisa de que algo va mal, una alarma, pero cuando el dolor pierde esa funci¨®n y se hace un s¨ªntoma in¨²til, se convierte en una enfermedad en s¨ª misma. Muchas veces, con el tiempo, se producen cambios fisiopatol¨®gicos en el cuerpo que llegan a afectar las esferas emocionales, laborales, familiares y sociales. El dolor se ha convertido en el centro de la vida del paciente. En estos casos es frecuente observar fen¨®menos en los que est¨ªmulos que no ser¨ªan nociceptivos [dolorosos] en una persona normal s¨ª lo hacen en quien padece esta enfermedad, el cuerpo cada vez es m¨¢s sensible e incluso aparecen zonas con molestias alejadas del dolor inicial¡±.
Todav¨ªa queda mucho por saber del dolor, de sus causas y sus mecanismos. Una cosa clara es su subjetividad. ¡°El hecho conocido de que la administracio?n de placebo reduzca significativamente el dolor hasta un 20%, demuestra que el componente psi?quico tiene un gran efecto sobre la percepcio?n del dolor¡±, reza el documento de consenso de las tres principales sociedades de medicina de familia de Espa?a para la atenci¨®n al dolor cr¨®nico del paciente no oncol¨®gico.
La atenci¨®n primaria es la principal puerta de entrada al sistema para los pacientes con dolor, que supone el 50% de las consultas, seg¨²n este documento. Mara Sempere, de la Sociedad Espa?ola de Medicina Familiar y Comunitaria, explica que es clave hablar con el paciente y establecer un objetivo de control del dolor: ¡°No lo podemos manejar solo con f¨¢rmacos, es multidisciplinar y pueden intervenir la rehabilitaci¨®n, el ejercicio f¨ªsico, la terapia cognitiva. No es como una infecci¨®n de orina que est¨¢ causada por una bacteria y se soluciona con una pastilla. El paciente tiene que ser consciente de que no va a pasar de cien a cero; el objetivo es conseguir reducirlo un 30%¡±.
Para poner en pr¨¢ctica este enfoque hay dos problemas: tiempo y recursos. ¡°En 5 o 10 minutos de consulta esto es complicado¡±, reconoce Sempere. Y la covid ha agravado la situaci¨®n saturando los centros de salud. Juana S¨¢nchez admite que es dif¨ªcil que el ¡°paciente pueda acceder a un tratamiento adecuado¡±. Uno de los grandes problemas para quienes padecen dolor es el tiempo en que tardan en dar con un diagn¨®stico certero, una media de m¨¢s de tres a?os, seg¨²n la SED.
Una de las patas para el abordaje del dolor es la psicol¨®gica, en la que el sistema p¨²blico de salud tiene un d¨¦ficit cr¨®nico. En 2018 en Espa?a hab¨ªa unos seis psic¨®logos cl¨ªnicos por cada 100.000 habitantes en la red p¨²blica, tres veces menos que la media europea. Marta Redondo, psic¨®loga especializada en terapias de dolor, explica que es importante la parte sensorial, pero tambi¨¦n existen otras variables cognitivas como la atenci¨®n o la interpretaci¨®n que se hace de ¨¦l. Pone el ejemplo de un dolor de cabeza: ¡°Es frecuente encontrar una distracci¨®n moment¨¢nea y que se olvide durante unos minutos, aunque en realidad siga ah¨ª¡±.
Uno de los objetivos de los tratamientos es salir de un c¨ªrculo vicioso muy frecuente en el dolor. Las personas tienden a evitar moverse y eso, salvo lesiones concretas, suele ser contraproducente. Los pacientes se quedan en casa sin hacer nada, se concentran en el dolor y cuanta m¨¢s atenci¨®n le prestan, m¨¢s lo sienten. ¡°Las emociones m¨¢s presentes en el dolor cr¨®nico son la tristeza, la ira y la ansiedad. Estas dos ¨²ltimas generan tensi¨®n muscular, lo que va a empeorar la situaci¨®n¡±, a?ade Redondo.
Dolor. Autolimitaci¨®n. Atenci¨®n a las molestias. M¨¢s dolor. M¨¢s autolimitaci¨®n. Salir de esta espiral es una de las prioridades de los tratamientos. Las principales armas de los especialistas son f¨¢rmacos, rehabilitaci¨®n y psicolog¨ªa en proporciones que var¨ªan seg¨²n el paciente. V¨ªctor Mayoral explica que la atenci¨®n primaria es capaz de resolver la mayor¨ªa de los dolores, pero hay un grupo de pacientes, entre un 6% y 8%, que precisan de unidades del dolor. ¡°Es un servicio hospitalario donde utilizamos tratamientos multidisciplinares y frecuentemente t¨¦cnicas que no est¨¢n en la cartera de la primaria, adem¨¢s de atenci¨®n psicol¨®gica y en algunos casos asistencia social. Nuestro deber es que el paciente salga con un planteamiento diagn¨®stico y terap¨¦utico¡±, asegura.
La capacidad del sistema p¨²blico frente al dolor es, limitada. Las asociaciones de pacientes son una ayuda frecuente. Redondo, por ejemplo, trabaja con la Coordinadora Nacional de Artritis para atender a quienes sufren esta enfermedad (distinta de la artrosis). Gemma Fern¨¢ndez Bosch, presidenta de la Fundaci¨®n Sine Dolore, cuenta que las escuelas para pacientes que hacen resuelven multitud de dudas de quienes experimentan dolor: ¡°Muchos van al m¨¦dico, que les da un mont¨®n de informaci¨®n en poco tiempo que es muy dif¨ªcil de asimilar y luego surgen dudas que no se pueden preguntar hasta otra consulta, que no se sabe cu¨¢ndo ser¨¢¡±.
El dolor tiene m¨²ltiples manifestaciones, causas y explicaciones. No hay una receta ¨²nica. Cada patolog¨ªa es distinta y cada paciente puede necesitar tratamientos completamente distintos. ¡°Un traje a medida¡±, en palabras de Fern¨¢ndez Bosch. Incluso recurrir a los opioides, que ¡°bien pautados y con supervisi¨®n constante¡± pueden atenuar problemas que otros f¨¢rmacos no consiguen resolver, afirma V¨ªctor Mayoral.
A continuaci¨®n, tres personas cuentan c¨®mo es su vivencia del dolor con las patolog¨ªas m¨¢s frecuentes.
Migra?a. ¡°La gente no lo entiende porque es algo que no se ve¡±
Inmaculada Mart¨ªn
Sevillana de 52 a?os, tiene migra?a desde hace 20. Perdi¨® su trabajo porque no pod¨ªa ir cuando ten¨ªa crisis y ning¨²n m¨¦dico le daba bajas. Tard¨® unos siete en dar con un tratamiento adecuado, desde entonces los picos aparecen cada vez con menos frecuencia. FOTO: GARC?A SANTOS
Inmaculada Mart¨ªn, sevillana de 52 a?os, debut¨® con la migra?a hace 20, tras su segundo embarazo. Tard¨® unos siete en dar con un tratamiento efectivo. Por el camino relata la incomprensi¨®n que ha sufrido por parte de mucha gente, incluidos varios m¨¦dicos. Pero, especialmente, en el entorno laboral. Tanto es as¨ª que perdi¨® su trabajo. ¡°Mi m¨¦dico de cabecera jam¨¢s me dio una baja y hay veces que no te puedes levantar de la cama¡±, explica. Las primeras ausencias, supuestamente injustificadas, primero generaban tensiones: su tarea reca¨ªa en sus compa?eros. Y luego, su despido.
¡°Esta enfermedad es un calvario. Te roba la vida. Cuando no tienes crisis te duele la cabeza, pero puedes aprender a convivir con ello. Pero cuando llegan los picos no puedes salir a la calle. Te has de acostar y es algo que la gente no entiende porque no se ve. No es como quien tiene roto un brazo o una pierna. Cuando no iba a trabajar parec¨ªa que no lo hac¨ªa por gusto, por un simple dolor de cabeza¡±, lamenta.
Pero la migra?a no es solo eso. Es un problema neurol¨®gico incapacitante, la primera causa de discapacidad entre los menores de 50 a?os. La padecen cinco millones de personas en Espa?a, seg¨²n la SEN (no todas tienen por qu¨¦ estar computadas dentro de los ocho millones que sufren dolor cr¨®nico ya que son c¨¢lculos de distintas fuentes con distintas metodolog¨ªas; en esa cifra total, adem¨¢s, hay personas que pueden padecer varias enfermedades a la vez). Uno de los grandes problemas es la automedicaci¨®n. M¨¢s de la mitad de quienes lo sufren recurren a los analg¨¦sicos, lo que acaba cronificando la enfermedad. Como todos los dolores, es m¨¢s frecuente en mujeres; suele remitir a partir de los 40 a?os y su causa no est¨¢ clara.
Pablo Irimia, coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN, explica que la migra?a tiene unos s¨ªntomas caracter¨ªsticos que lo distinguen del dolor de cabeza com¨²n: ¡°Se presenta en crisis que pueden durar varios d¨ªas, a veces produce ganas de vomitar, gran sensibilidad a la luz, al ruido. Quienes lo padecen se tienen que aislar de los dem¨¢s y empeora con actividad f¨ªsica. Obliga al paciente a dejar lo que est¨¦ haciendo¡±. Adem¨¢s, la migra?a presenta unos marcadores biol¨®gicos distintos a los de otras dolencias similares, existen unas prote¨ªnas ¡ªel p¨¦ptido regulador del gen de la calcitonina (CGRP)¡ª cuya presencia est¨¢ relacionada con la migra?a. ¡°Se ha demostrado que si se eleva esa prote¨ªna se induce la aparici¨®n de un dolor de cabeza t¨ªpico de la migra?a y los nuevos tratamientos van dirigidos a rebajar los niveles elevados de esa prote¨ªna¡±, a?ade.
Despu¨¦s de pasar por multitud de m¨¦dicos de primaria que no consegu¨ªan averiguar qu¨¦ padec¨ªa y que no la derivaban al neur¨®logo, y de acudir a especialistas en la sanidad privada, Inmaculada dio por fin con el equipo del Hospital Virgen del Roc¨ªo de Sevilla. ¡°Por primera vez me sent¨ª escuchada, me dieron un tratamiento que ten¨ªa f¨¢rmacos, pero que iba m¨¢s all¨¢¡±, se?ala.
El simple hecho de encontrar comprensi¨®n suele ser un paso hacia la mejora del dolor en casi todas sus manifestaciones. Ah¨ª tiene un papel la interpretaci¨®n que se hace de ¨¦l, de las expectativas y las esperanzas. Pero es solo una parte; ella tambi¨¦n dio con un tratamiento adecuado. ¡°Pas¨¦ de tener crisis semanales que duraban como m¨ªnimo dos a tres d¨ªas a sufrirlas como mucho una vez al mes¡±, cuenta Inmaculada, que tras perder su trabajo y al empezar la mejor¨ªa comenz¨® con la empresa familiar que tienen ella y su marido, clave para sobrellevar la enfermedad: ¡°Mi familia siempre me entendi¨®, pero las migra?as a veces tambi¨¦n genera problemas en casa, porque tiendes a estar muy irritable¡±.
Artrosis. ¡°Si te metes en la cama no sales nunca¡±
Gemma Serradell
Tiene 67 a?os y artrosis desde los 40. La padece en la rodilla y la cadera, donde tiene una pr¨®tesis. Intenta salir a la calle y que la enfermedad le condicione lo menos posible, pero desde hace unos a?os acude a los opioides para controlar el dolor. FOTO: JUAN BARBOSA
Desde que le diagnosticaron artrosis a los 40 a?os, Gemma Serradell, que tiene ahora 67, se propuso que le condicionara la vida lo menos posible. ¡°Si te metes en la cama, no sales nunca. Yo siempre he intentado evitarlo¡±, cuenta. Pero hay veces que las fuerzas no le dan. ¡°Subir y bajar escaleras es horrible. No puedo llevar nada de peso y los d¨ªas de m¨¢s dolor no tengo m¨¢s remedio que quedarme en casa; me pongo calor e intento estar lo m¨¢s quieta posible¡±, admite esta enfermera jubilada desde el piso de su hija en Matar¨® (Barcelona). ¡°Viv¨ªa sola, pero con la pandemia me vine con ella y la enfermedad se sobrelleva mejor acompa?ada. Est¨¢s m¨¢s distra¨ªda, piensas menos en el dolor y esto alivia; porque cuanto m¨¢s piensas en ¨¦l, m¨¢s te duele¡±, argumenta.
Su artrosis, en la rodilla y la cadera (donde tiene una pr¨®tesis), es la m¨¢s frecuente para una enfermedad que sufren siete millones de personas en Espa?a, seg¨²n la Fundaci¨®n Internacional de la Artrosis (OAFI son sus siglas en ingl¨¦s). Su presidente, el reumat¨®logo Josep Verg¨¦s, explica que tiene tres causas fundamentales: la primera es el envejecimiento, ya que es una dolencia, el desgaste de los cart¨ªlagos, claramente asociada a la edad. Pero no solo, advierte: ¡°Hay un 20 de poblaci¨®n mayor que no tiene artrosis y personas j¨®venes que s¨ª la padecen¡±.
La obesidad es el segundo gran factor de riesgo. ¡°Perdiendo cinco kilos se reduce el dolor un 50% de promedio¡±, asegura Verg¨¦s. Y, por ¨²ltimo, el deporte de alta competici¨®n: ¡°Si se hace sin la suficiente preparaci¨®n puede causar lesiones¡±, se refiere, por ejemplo, a aficionados que corren maratones. Esto no quiere decir que la actividad f¨ªsica sea perjudicial. Al contrario. ¡°Incluso la gente que tiene dolor se tiene que mover¡±, enfatiza este m¨¦dico.
La actividad f¨ªsica es, junto con la dieta, la base de la recuperaci¨®n, dada la prevalencia del sobrepeso entre los pacientes. ¡°Es importante buena rehabilitaci¨®n de la musculatura, tambi¨¦n el calzado y la p¨¦rdida de peso para los pacientes con obesidad, pero es necesario hacer un seguimiento que en el Sistema Nacional de Salud no suele realizarse¡±, subraya Verg¨¦s. La OAFI ha propuesto al Ministerio de Sanidad una medida que, afirma, podr¨ªa ahorrar al sistema 100 millones de euros. ¡°La mayor¨ªa de pacientes no sigue la dieta que le mandan los m¨¦dicos. Pero hay un 30% que s¨ª. En la fundaci¨®n hay muchos de ellos empoderados, que de forma voluntaria ayudan a los dem¨¢s para hacer un seguimiento semanal, controlando el peso, explicando la rehabilitaci¨®n, y todo esto se acompa?a de apoyo psicol¨®gico y actividades f¨ªsicas. Al final se trata de hacer al paciente autorresponsable, porque es la mejor forma de mejorar¡±, explica Verg¨¦s.
La medicaci¨®n es m¨¢s delicada. Pr¨¢cticamente no hay f¨¢rmacos dise?ados para la artrosis y los pacientes suelen recurrir a antiinflamatorios que causan problemas en la salud a medio y largo plazo, como ¨²lceras y fallos card¨ªacos. Adem¨¢s, los problemas de insomnio, que acompa?an a m¨¢s de un tercio de los pacientes, suele a?adir m¨¢s medicamentos al c¨®ctel, al que tambi¨¦n se a?aden a menudo antidepresivos y ansiol¨ªticos para combatir patolog¨ªas psicol¨®gicas y psiqui¨¢tricas muy frecuentes en las personas con artrosis.
Gemma Serradel lleva unos a?os echando mano de un medicamento ¡°algo m¨¢s fuerte¡± para poder controlar el dolor. Se trata una combinaci¨®n de paracetamol y tramadol, un opi¨¢ceo que, aunque es de los m¨¢s suaves, ya entra en la categor¨ªa de f¨¢rmacos m¨¢s agresivos, con los cuales el riesgo de dependencia tambi¨¦n puede aumentar si no se realiza un seguimiento adecuado. Reconoce que en su caso el sobrepeso no ha ayudado para su enfermedad: mide 1,56 y pesa entre 98 y 100 kilos, unas medidas similares a las que ten¨ªa cuando empez¨® con la artrosis. ¡°Pero tambi¨¦n hay un componente gen¨¦tico: mis dos hijos la han empezado a padecer a partir de los 40 y mi hijo no tiene sobrepeso¡±, a?ade.
Dolores lumbares y cervicales. ¡°Tengo que luchar para moverme algo¡±
Mar¨ªa Eugenia Gornes
Tiene 57 a?os y el dolor lleg¨® a su vida hace m¨¢s de 20. Empez¨® como molestias lumbares y cervicales, m¨¢s tarde le diagnosticaron fibromialgia y desde hace un par de a?os su vida es un calvario de pastillas y efectos secundarios. FOTO: LUIS SEVILLANO
Un 16% de los espa?oles vive con problemas cervicales y un 18% con problemas lumbares, seg¨²n la SED. Y, en la mayor¨ªa de los casos, no est¨¢ nada claro por qu¨¦. Son dolores que no responden necesariamente a ninguna lesi¨®n o da?o en los tejidos. No, al menos, detectable hoy d¨ªa. Pero les duele. ¡°Hay veces que no es posible detectar ning¨²n par¨¢metro biol¨®gico o hallazgo estructural que justifique los signos y s¨ªntomas. Es entonces cuando su credibilidad sobre su intensidad y su sufrimiento se ve puesta en tela juicio. Pero todo dolor es real¡±, enfatiza el fisioterapeuta especializado en dolor ?lvaro Pinte?o.
Mar¨ªa Eugenia Gornes, de 57 a?os, s¨ª tiene localizadas lesiones: ¡°Me detectaron much¨ªsimas protusiones tanto lumbares como cervicales, pero no son operables¡±. En el caso de las lesiones de espalda el da?o en el tejido no siempre es sin¨®nimo de dolor, y viceversa. ¡°Hay personas mayores que la tienen destrozada y no sienten molestias y j¨®venes sin signos de lesi¨®n que rabian¡±, a?ade Pinte?o.
En el caso de Mar¨ªa Eugenia, que lleva con dolor d¨¦cadas, los dos ¨²ltimos a?os est¨¢n siendo ¡°horribles¡±. Nada le funciona. Y no puede echar mano de los opioides porque no los tolera. Ahora toma ¡°una cantidad ingente¡± de f¨¢rmacos ¡ªentre ellos, analg¨¦sicos cada cuatro horas, intercalando nolotil y paracetamol¡ª, lo que le produce efectos secundarios: tiene problemas g¨¢stricos y de circulaci¨®n que se suman al dolor. Adem¨¢s de la ansiedad.
¡°Estoy yendo al psic¨®logo y al psiquiatra, pero en la sanidad p¨²blica son cada cuatro meses. No es suficiente. Intento salir un poquito, pero la cabeza es muy fuerte, te echa para atr¨¢s. Tengo que luchar contra eso para moverme algo, hacer algo por m¨ª que evite que en un futuro pr¨®ximo tenga que estar en silla de ruedas¡±, relata esta docente que empez¨® su ¨²ltima baja laboral en febrero.
La sanidad p¨²blica de Castilla y Le¨®n est¨¢ probando un enfoque de afrontamiento activo que cada vez cuenta con m¨¢s seguimiento. Sus impulsores, los fisioterapeutas Miguel ?ngel Gal¨¢n y Federico Montero, se centran en los dolores m¨²sculoesquel¨¦ticos de larga duraci¨®n que no se relacionan con da?o tisular, sino con cambios en el sistema nervioso. ¡°No trabajamos con f¨¢rmacos, sino en educaci¨®n en la neurociencia del dolor combinado con ejercicio f¨ªsico. B¨¢sicamente intentamos cambiar las cogniciones de los pacientes para que cambien comportamientos¡±, explican.
El ¨²ltimo premio Nobel de Medicina tiene mucho que ver con esto. Uno de sus ganadores, el cient¨ªfico Ardem Patapoutian, explicaba recientemente en una entrevista en este peri¨®dico c¨®mo se pueden sentir dolores que no responden a un est¨ªmulo f¨ªsico, como el de los miembros amputados. Una famosa publicaci¨®n en The British Medical Journal describe c¨®mo un hombre fue al hospital con fuertes dolores despu¨¦s de clavarse un hierro en el pie. Cuando retiraron la bota los m¨¦dicos comprobaron que el metal estaba entre los dedos y no hab¨ªa atravesado la carne. El simple hecho de creer que lo hab¨ªa hecho ya produc¨ªa una intensa sensaci¨®n.
Este ¨²ltimo no es un dolor cr¨®nico, sino agudo. Pero ayuda a explicar c¨®mo el cerebro puede generar percepciones muy reales pese a est¨ªmulos inexistentes. Gal¨¢n y Montero explican que mediante ejercicios y educaci¨®n a los pacientes para que entiendan mejor el dolor se trabaja en la neuroplasticidad del cerebro. ¡°Es algo que a veces cuesta entender. Pero todo el mundo comprende que una persona que sufre un ictus no puede mover bien algunos miembros pese a que sus m¨²sculos est¨¢n perfectos¡±, ejemplifican.
En un ensayo cl¨ªnico que han realizado con 170 personas con este m¨¦todo, entre el 70% y el 80% del grupo experimental tuvo una mejor¨ªa cl¨ªnicamente relevante, mientras que en el grupo control que realiz¨® fisioterapia convencional la evoluci¨®n a medio plazo era muy pobre. ¡°Este estudio abre puertas a cambios del modelo asistencial. En pacientes con dolor cr¨®nico m¨²sculoesquel¨¦tico conseguimos mejorar calidad de vida, disminuimos la quinesiofobia [miedo al movimiento], el catastrofismo, la discapacidad. Adem¨¢s los pacientes experimentan una disminuci¨®n de la intensidad del dolor y aumentan sus umbrales con la consiguiente reducci¨®n de f¨¢rmacos analg¨¦sicos¡±, se?alan.
El presidente de la SED tambi¨¦n ve importante un enfoque que tenga en cuenta la plasticidad cerebral y se aborden aspectos psicol¨®gicos en las unidades del dolor. Pero advierte: ¡°Primero hay que asegurarse bien de que no est¨¢ causado por alguna lesi¨®n, porque en ese caso podemos agravar la dolencia. En segundo lugar, prescindir por completo de los f¨¢rmacos no siempre tiene sentido. Se pueden combinar ambos enfoques para mitigar el dolor¡±.
Vivir sin este sufrimiento es el sue?o de ocho millones de espa?oles. En la mayor¨ªa de los casos no desaparece por completo, pero hay esperanza. Existen muchas formas de mitigarlo y que deje de condicionar la vida a la mayor¨ªa.