Un Tribunal Supremo de mayor¨ªa conservadora se inclina por socavar el derecho al aborto en EE UU
Una restrictiva ley de Misisipi pone a prueba el acceso a la interrupci¨®n al embarazo garantizado por la Constituci¨®n desde 1973
Una vez m¨¢s, las dos Am¨¦ricas cara a cara, m¨¢s feroces que nunca, elevando la voz y caldeando los ¨¢nimos. Este mi¨¦rcoles nueve jueces, la mayor¨ªa hombres, han escuchado argumentos por los que finalmente podr¨ªa derogarse la ley que en Estados Unidos garantiza el derecho al aborto, lo que permitir¨ªa a cada estado de la Uni¨®n prohibir esa garant¨ªa de forma discrecional. Frente al Tribunal Supremo en Washington, la opini¨®n p¨²blica tambi¨¦n se ha dejado o¨ªr en forma de manifestantes desde primera hora. ¡°El aborto es asesinato¡±, clamaban los autodenominados defensores de la vida. ¡°Mi cuerpo; mi elecci¨®n¡±, exclamaban, del otro lado, los defensores de la interrupci¨®n voluntaria del embarazo.
Tras dos horas de audiencia, todo apunta a que una corte profundamente conservadora, nacida al amparo de Donald Trump, se inclinar¨¢ a recortar significativamente, por primera vez en casi 50 a?os, el derecho a abortar conquistado para las mujeres. Se acababa de dar el pistoletazo de salida a la que podr¨ªa ser la batalla final contra el aborto en Estados Unidos.
¡°Es involuci¨®n¡±, afirma categ¨®rica Skylar Deuce, quien ha viajado junto con su madre desde Nueva York para dejarse o¨ªr. ¡°Cre¨ªa que los tiempos de luchar por lo obvio hab¨ªan acabado con mi generaci¨®n¡±, alega la madre, Eleanor Zimms, de 65 a?os, en referencia a la conquista del derecho al aborto en 1973, cuando fue declarado legal bajo el manto de la enmienda 14 de la Constituci¨®n por el Tribunal Supremo con la sentencia conocida como Roe contra Wade. Desde entonces, una veintena de magistrados han pasado por la m¨¢xima autoridad judicial norteamericana y el derecho al aborto se ha mantenido.
Hasta que en los ¨²ltimos a?os, una corriente ultraconservadora subida a la ola populista que surfe¨® Trump fue socavando, Estado tras Estado, el derecho a abortar. Solo en 2021 se han promulgado cerca de 100 leyes que limitan hasta lo imposible el acceso al aborto. La ley que desde hoy revisa el Supremo data de 2018, cuando el entonces gobernador republicano de Misisipi Phil Bryant restringi¨® ese derecho al establecer como tope las 15 semanas de gestaci¨®n, lo que autom¨¢ticamente entr¨® en conflicto con el derecho constitucional que desde 1973 garantiza poder interrumpir el embarazo hasta el momento en el que exista viabilidad para el feto, es decir, ¡°sea potencialmente capaz de vivir fuera del ¨²tero materno, sin ayuda artificial¡± (lo que sucede sobre la semana 24).
En el sure?o Estado de Misisipi, con cerca de tres millones de habitantes, tan solo existe ya una cl¨ªnica en la que las mujeres que lo deseen puedan poner fin a su gestaci¨®n. Contra ese dispensario es contra el que se ha querellado el Estado, en poder de los republicanos, despu¨¦s de que dos tribunales inferiores dictaminaran la derogaci¨®n de la ley que, seg¨²n declar¨® el gobernador Bryant de forma solemne durante su promulgaci¨®n en 2018, tra¨ªa ¡°la salvaci¨®n para los ni?os no nacidos¡±. La ley de las 15 semanas ha llegado finalmente al Supremo, para regocijo de los contrarios al aborto y el temor de los que abogan por el derecho a decidir de las mujeres.
Las dos visiones de Estados Unidos escenificadas ante las escalinatas del Supremo se viv¨ªan en paralelo dentro de la corte. All¨ª, la jueza Sonia Sotomayor no se andaba con lindezas al sugerir que los arquitectos de la ley de Misisipi ¡ªo la de Texas, que pone el l¨ªmite para abortar en las seis semanas de gestaci¨®n¡ª estaban convencidos de que podr¨ªan triunfar debido a que ¡°ha cambiado la composici¨®n de la corte¡±. Su pregunta iba directa a la cuesti¨®n del balance de poder que ejerce desde hace ya a?os el Supremo, cuyos cargos son vitalicios. ¡°?Podr¨¢ sobrevivir esta instituci¨®n a la pestilencia que esto crea en la percepci¨®n p¨²blica, que la Constituci¨®n y su lectura son tan solo actos pol¨ªticos?¡±, se cuestionaba la jueza de origen puertorrique?o, nombrada para el cargo por Barack Obama. Su respuesta era pesimista: ¡°No veo c¨®mo eso es posible¡±. Stephen Breyer, nombrado para la corte en 1994 por Bill Clinton, y quien se alinea con el ala progresista del tribunal, se sum¨® a la argumentaci¨®n de Sotomayor al destacar la necesidad de que el Supremo act¨²e en este caso ¡°bas¨¢ndose en principios relativos a la ley y no en la presi¨®n social o pol¨ªtica¡±.
John Roberts, presidente del Supremo, parec¨ªa buscar su id¨ªlico t¨¦rmino medio en el que se pudiera permitir que los Estados prohibieran el aborto antes de la viabilidad del feto, y salvaguardar alguna parte del de la sentencia de 1973. En su opini¨®n, las 15 semanas que establece la ley de Mississippi no es ¡°una desviaci¨®n dram¨¢tica¡± de la viabilidad. Sorprendi¨® la neutralidad en la que parec¨ªa sentirse c¨®modo el pol¨¦mico juez Brett Kavanaugh al se?alar que, incluso si se dejara en manos de los Estados el derecho a legislar, siempre quedar¨ªan Estados en los que el aborto ser¨ªa accesible para las mujeres. Para el juez nombrado por Trump, los partidarios del derecho al aborto tienen un ¡°argumento contundente¡±, tanto que consideraba que quiz¨¢ el asunto no deber¨ªa de estar dirimi¨¦ndose en tan alta corte.
Exist¨ªa gran expectaci¨®n ante la argumentaci¨®n de la jueza Amy Barrett, nombrada in extremis al final de la presidencia de Trump y devota cat¨®lica. No defraud¨®. La magistrada indic¨® que podr¨ªa inclinarse a no proteger el derecho constitucional de una mujer a abortar ya que siempre existe la opci¨®n de dar al ni?o en adopci¨®n.
Seis hombres y tres mujeres tienen en sus manos el futuro del aborto en Estados Unidos. Seis magistrados conservadores (cinco hombres m¨¢s una mujer) frente a tres progresistas (dos mujeres y un hombre). Durante semanas evaluar¨¢n los hechos y los medir¨¢n bajo la lupa de la Constituci¨®n y sus precedentes. Su dictamen tiene que llegar antes de que acabe el curso judicial en 2022, a finales de junio de este pr¨®ximo a?o o principios de julio, cuando la naci¨®n est¨¦ entrando de cabeza en las elecciones legislativas de mitad de mandato, donde los dem¨®cratas se juegan la C¨¢mara y el Senado.
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