Desenmascarados
Recuperamos la sonrisa. Tambi¨¦n el temor, la duda y la responsabilidad personal de informarse
Nos volvemos a ver las caras. La regulaci¨®n que entra en vigor este mi¨¦rcoles nos libera de las mascarillas que han ocultado nuestro espejo del alma a familiares, allegados y aspirantes y que, de manera humillante, han mejorado nuestra imagen p¨²blica al taparnos las miserias de boca y gesto. En los tiempos fatigosos del confinamiento, una periodista de la Sexta se me quej¨® amargamente: ¡°Me he gastado una pasta en pintalabios, ?y ahora qu¨¦?¡±. Vi el punto. Dos a?os despu¨¦s, los comerciantes de cosm¨¦tica han notado que las ventas de pintalabios, pinzas para el bigote, maquinillas y espumas de afeitar se est¨¢n recuperando. Hemos tenido licencia para ser feos durante 700 d¨ªas. Ahora nos vemos forzados de nuevo a ser guapos, y para muchos de nosotros esto es un verdadero tormento. Vamos a quedar desenmascarados.
Los an¨¢lisis exhaustivos de la Gioconda han convencido a 20 generaciones de amantes del arte de que la expresi¨®n de la cara humana no est¨¢ tanto en la boca como en los ojos. Y es verdad que, si le pones una mascarilla a la obra de Da Vinci, los ojos siguen sonriendo sin ayuda externa. La mascarilla nos ha revelado que esa idea no es exacta. Charlas con alguien enmascarado y no acabas de saber si est¨¢ sonriendo o cabreado, impaciente o encantado, y pierdes los matices que dan sentido a su discurso textual. En este sentido, hoy vamos a recuperar un mont¨®n de comunicaci¨®n no verbal que nos va a facilitar la vida. No se f¨ªen de la Mona Lisa y vuelvan a entrenar los m¨²sculos faciales. Los ojos son un bluf.
La cuesti¨®n m¨¢s candente, con todo, es la duda personal de si quitarse la m¨¢scara o seguirla llevando, porque hay opiniones para todo. Lo primero que hay que recordar es que la nueva norma incluye excepciones importantes: transporte p¨²blico, hospitales, farmacias y residencias de mayores. Son excepciones l¨®gicas, ya sea por la alta proporci¨®n de contagios o por la vulnerabilidad de los pacientes. Los mayores, los enfermos respiratorios cr¨®nicos y las embarazadas pueden decidir llevarlas. Es su decisi¨®n personal, y a estas alturas poca gente podr¨¢ aducir que no est¨¢ informada sobre la pandemia.
Evaluar la capacidad de locales y edificios para filtrar virus deber¨ªa ser una parte esencial de las decisiones que tomen las compa?¨ªas, pero me temo que no lo va a ser
Luego est¨¢n las empresas. En sus dependencias, son ellas las que tendr¨¢n que decidir si mantienen la mascarilla obligatoria, y los empleados tendr¨¢n que cumplir con ello. Lo que no puede hacer ninguna empresa, desde luego, es obligar a un trabajador a quitarse la mascarilla. Los empleados que quieran llevarla son muy libres de hacerlo, como lo son los paseantes de los parques. En los restaurantes los clientes no tendr¨¢n que llevarla, lo que en realidad no cambia nada, porque todo el mundo ya se la quitaba para comer y beber. Una cuesti¨®n importante a la que no hemos prestado la suficiente atenci¨®n es la ventilaci¨®n de los locales y edificios. Evaluar su capacidad para filtrar virus deber¨ªa ser una parte esencial de las decisiones que tomen las compa?¨ªas, pero me temo que no lo va a ser.
Por lo dem¨¢s, la idea general es que la variante dominante del SARS-CoV-2, la ¨®micron, se propaga como fuego por la paja, aunque produce da?os muy limitados, sobre todo en poblaciones muy vacunadas como la espa?ola. Salvo en los casos m¨¢s vulnerables, la autoridad sanitaria cuenta con que la ¨®micron va a acabar por contagiarnos a todos. T¨®meselo como una dosis vacunal de recuerdo.
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