El movimiento en defensa del derecho al aborto toma las calles de EE UU tras la decisi¨®n del Supremo
M¨¢s de 100.000 personas en 568 ciudades protestan por la derogaci¨®n de ¡®Roe contra Wade¡¯ en el arranque de un fin de semana de movilizaciones en al menos 70 ciudades
Ante el imponente edificio del Supremo en Washington, cerrado a cal y canto y protegido por una valla de tres metros de altura, una joven vestida con capa roja y la cara tapada por una cofia blanca sosten¨ªa este viernes al caer el sol un cartel que dec¨ªa: ¡°Esto no es una ficci¨®n¡±. No quiso desvelar su nombre: ¡°Los nombres no son importantes, los s¨ªmbolos lo son¡±. Y ese s¨ªmbolo, una referencia a la novela (y la serie) El cuento de la criada, de Margaret Atwood, que imagina un mundo de mujeres f¨¦rtiles sometidas, solo pod¨ªa, para ella, tener un significado al final de un d¨ªa hist¨®rico, en el que el alto tribunal derog¨® la sentencia Roe contra Wade, que consagr¨® constitucionalmente en 1973 el derecho al aborto en Estados Unidos: ¡°La distop¨ªa se ha hecho realidad en mi pa¨ªs¡±.
La mujer-s¨ªmbolo se encontraba entre las miles de personas que al final de la tarde protestaban en Washington por una decisi¨®n que devuelve a los Estados la potestad para regular sobre el asunto. Est¨¢n en juego los derechos de 36 millones de mujeres en edad reproductiva, que viven en los 26 de los 50 Estados que se han anunciado dispuestos a promulgar leyes restrictivas con car¨¢cter m¨¢s o menos inmediato. El movimiento en favor del aborto convoc¨® a m¨¢s de 100.000 personas, seg¨²n Planned Parenthood, una de las organizadoras, que se echaron a la calle en 568 ciudades, de Nueva York a Los ?ngeles, Nashville, Detroit, Boston o Atlanta, en un ambiente en general pac¨ªfico -salvo la dispersi¨®n policial de una protesta ante el Capitolio de Phoenix (Arizona)- en el que se percib¨ªa m¨¢s la rabia que la felicidad del encuentro. Era el arranque de una movilizaci¨®n que se prolongar¨¢ durante el fin de semana en al menos 70 ciudades.
En Washington, los manifestantes se apretujaron en el paseo que serpentea por una suave colina y deja a un lado la mole neocl¨¢sica blanqu¨ªsima del tribunal y, al otro, los jardines que conducen al Capitolio. El poder judicial y el legislativo, frente a frente. Y en medio, una muchedumbre, sobre todo de mujeres (y en su mayor parte, j¨®venes), que, como explic¨® Andrea Fuller, no sab¨ªan bien ¡°c¨®mo canalizar la rabia¡± y se sent¨ªan defraudadas por ambos.
¡°Aquellos de all¨ª¡±, dijo Julia Elman, estudiante en Princeton, para referirse a los pol¨ªticos dem¨®cratas que estuvieron desfilando durante todo el d¨ªa por la concentraci¨®n, ¡°nos piden que votemos. ?Pero ya les votamos!¡±. ¡°Tienen el control del Senado¡±, agreg¨®, ¡°de la C¨¢mara de Representantes y de la Casa Blanca, y no han sido capaces de codificar Roe¡±. Elman se refer¨ªa a la aspiraci¨®n, un esfuerzo hasta ahora condenado a la melancol¨ªa, de sacar adelante una ley que proteja el aborto en Estados Unidos y lo aparte de los vaivenes de la jurisprudencia, que puede cambiar, a¨²n con un precedente de medio siglo, lo mismo que se tarda en alterar la composici¨®n de los nueve miembros del Supremo.
¡°Hay que reconocer que los republicanos han montado una estrategia maestra. Les ha llevado tiempo, pero lo han conseguido¡±, consider¨® Andrea Fuller, para explicar el modo en el que en solo seis a?os, ¡°gracias a la despiadada paciencia de Mitch McConnell [l¨ªder del partido conservador en el Senado]¡±, han moldeado una mayor¨ªa conservadora de seis a tres, despu¨¦s de que el presidente Trump lograra introducir un tr¨ªo de magistrados con la expresa intenci¨®n de tumbar el derecho al aborto.
La concentraci¨®n ante el Supremo ha empezado seg¨²n se ha conocido la sentencia, pasadas las 10 de la ma?ana, hora de la Costa Este. La noticia la han recibido con j¨²bilo y champ¨¢n un pu?ado de antiabortistas que estaban apostados ante las vallas del tribunal de buena ma?ana. Durante las siguientes horas, los partidarios de uno y otro lado se han manifestado frente a frente. Pero luego los antiabortistas han ido abandonando el lugar y solo han quedado los partidarios del derecho a decidir de las mujeres.
A las cinco de la tarde, hab¨ªa convocado un mitin en la explanada de la estaci¨®n de tren de la capital, en el que han hablado Ilhan Omar (representante por Minnesota) y la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser. ¡°Hoy, la gente se ha dado cuenta de dos cosas: que han perdido una importante cobertura de salud que daban por hecha, y que nuestro Tribunal Supremo es un nido de radicales¡±, sentenci¨® una vez baj¨® del estrado la congresista dem¨®crata de Colorado Diana de Gette. Al t¨¦rmino de los discursos, el grupo, de unas mil personas, ha seguido a Alexis McGill, directora ejecutiva de Planned Parenthood, uno de los grupos en defensa del aborto m¨¢s importantes de Estados Unidos, rumbo al Supremo, que est¨¢ a unos 700 metros de la estaci¨®n. Han marchado entre gritos de ¡°Mi cuerpo, mi elecci¨®n¡± a reunirse con los congregados ante las puerta del tribunal, al que han saludado con proclamas de ¡°Fuck the Court!¡± (que le jodan al tribunal).
El primero de los lemas reson¨® con fuerza por las calles de Manhattan (Nueva York). Una doble convocatoria en dos plazas distintas, la primera ¡°la de la rabia¡± y la segunda, ¡°la del cuidado¡±, confluy¨® en una marcha encabezada por afroamericanas, latinas y representantes de otras minor¨ªas en la que la marea de activistas del aborto se mezcl¨® generosamente con un mar de banderas arco¨ªris.
Mientras una manifestante que rehus¨® identificarse realizaba una performance, tumbada en el suelo sobre una toalla blanca supuestamente ensangrentada, con las piernas abiertas y la ropa interior tambi¨¦n manchada de rojo, mientras sosten¨ªa una percha ¡ªs¨ªmbolo del aborto ilegal¡ª, las hermanas Marina, de 67 a?os, y Elizabeth, de 68, ondeaban un cartel el que pod¨ªa leerse ¡°Suprema Misoginia¡±, como orla de una fotograf¨ªa de los jueces del Supremo. ¡°Tengo una nieta de dos a?os¡±, dec¨ªa Elizabeth, ¡°y tendr¨¢ que venir aqu¨ª cada d¨ªa si no hacemos algo¡±. ¡°Ya nos manifestamos a favor del aborto antes de Roe contra Wade, pero entonces no ten¨ªamos el derecho; ahora es muy distinto, es la primera vez que nos lo arrancan de las manos¡±, explicaba Marina. ¡°Si los republicanos toman el control de la C¨¢mara [en las elecciones de medio mandato], habremos perdido definitivamente. Por eso a las j¨®venes que hoy se manifiestan aqu¨ª s¨®lo les dir¨ªa una cosa: que voten, que voten en noviembre¡±, a?ad¨ªa Marina, temerosa de que la coyuntura econ¨®mica y otros asuntos cotidianos destierren de las preocupaciones inmediatas la lucha por los derechos civiles.
Junto a ellas estaba Nancy, de 77, pareja de Elizabeth desde hace d¨¦cadas. ¡°Es terror¨ªfico lo que est¨¢ pasando, porque adem¨¢s no se detendr¨¢n ah¨ª, lo siguiente ser¨¢ prohibir el matrimonio homosexual, y despu¨¦s seguir¨¢n otros derechos¡±, dec¨ªa Nancy. ¡°La prohibici¨®n afectar¨¢ especialmente a las mujeres sin recursos y marginadas, porque cualquier neoyorquina podr¨¢ seguir abortando sin problemas, y tambi¨¦n las hijas de los pol¨ªticos, estoy segura de que Trump ha pagado unos cuantos abortos¡±, conclu¨ªa Marina. A su lado, un amigo de las tres enarbolaba una pancarta con un mensaje claro: ¡°Recordad esto en noviembre¡±, en las elecciones de medio mandato.
¡°Que mi hija tenga menos derechos que yo no es de recibo¡±
Mangana y Maya, madre e hija, se manifestaban juntas, con un cartel que rezaba ¡°Las armas tienen m¨¢s derechos que las mujeres¡±. ¡°Estamos aqu¨ª hoy porque mi hija va a tener menos derechos que yo y eso no es de recibo. Yo dej¨¦ Ir¨¢n para ser libre y ahora sufro un retroceso¡±, explicaba Mangana, que lleg¨® a EE UU tras la revoluci¨®n isl¨¢mica de 1979. La chica, que contaba orgullosa que empieza en la Universidad de Berkeley el pr¨®ximo curso, se ha manifestado ya por otras causas, como el control de armas o la inmigraci¨®n. ¡°Estoy tan aterrada como furiosa, aunque no espero nada de la movilizaci¨®n, los jueces est¨¢n enrocados en la sentencia, y van a ir cercenando otros derechos, uno tras otro. Pero al menos deben saber que nos tienen en contra, quedarse en casa no es una opci¨®n, hoy menos que nunca¡±, contaba.
A su lado, Raymond Lotta, portavoz de un grupo llamado The RevComs (revolucionarios comunistas), impart¨ªa doctrina sobre la oportunidad que, a su juicio, supone el enfado de la sociedad civil por el fallo del Supremo. ¡°Es la punta del iceberg de la involuci¨®n fascista del pa¨ªs, perceptible en todos los niveles: el Supremo, los gobernadores, el Ej¨¦rcito¡ Aspiramos a subvertir el sistema y creo que el aborto lo puede precipitar, es la brecha que ha colmado la paciencia de la gente, que est¨¢ muy cabreada. Porque esta vez se han pasado: han denegado a las mujeres su completa humanidad¡±, dec¨ªa.
En la protesta, mucho m¨¢s nutrida tras incorporarse la marcha procedente del cercano campus de la universidad, hab¨ªa variedad de sensibilidades: desde representantes de un grupo llamado Jud¨ªas por el aborto, a la abundante corriente latina ¡ªlas hispanas, como minor¨ªa, ser¨¢n las m¨¢s perjudicadas junto con las afroamericanas¡ª, que revivi¨® hoy la marea verde que ha recorrido el continente en los ¨²ltimos a?os. Una joven colombiana que declin¨® ser identificada, luc¨ªa al cuello un pa?uelo verde escrito en castellano. ¡°Es terrible, no solo para Estados Unidos sino para la regi¨®n, porque muchas de las decisiones que se han tomado al respecto en Am¨¦rica Latina est¨¢n inspiradas por Roe contra Wade. Colombia de hecho cita esta sentencia en la legalizaci¨®n del aborto¡±, explicaba la joven, que reside en Nueva York. ¡°Esto va a ser dif¨ªcil revertirlo, no espero nada a nivel judicial, si depende de los Estados vamos por mal camino¡ ?nicamente el Congreso¡ Porque esto es la punta de un iceberg, por eso hoy se han reunido aqu¨ª tantos grupos LGTBI, pero tambi¨¦n de izquierda y de trabajadores. Es un retroceso para toda la regi¨®n¡±. El ambiente apenas festivo, y s¨ª de rabia contenida, qued¨® resaltado por la ambarina luz del poniente.
¡°Sent¨ª la urgencia por hacer algo¡±
Lorena, de 57 a?os, dice que la noticia que lleg¨® desde el Tribunal Constitucional de Washington le provoc¨® el mismo sentimiento de derrota que la noche en que se anunci¨® que Donald Trump se convertir¨ªa en presidente de Estados Unidos. ¡°Es un pa¨ªs lleno de mentiras y de miedo¡±, dice esta chilena que se ha naturalizado estadounidense. Dice que acciones como la de esta ma?ana le recuerdan la naci¨®n de la que huy¨® junto a su familia por la dictadura de Augusto Pinochet. ¡°Siento que una dictadura se est¨¢ apoderando de este pa¨ªs, quien tuvo un fascista como presidente que a¨²n sigue, no ha enfrentado a la justicia y quien puede volver a la presidencia¡±, a?ade. Esta cineasta de profesi¨®n fue una entre cientos que acudieron al centro de Los ?ngeles a manifestarse contra el fallo de la mayor¨ªa conservadora de la corte. ¡°Me pareci¨® una noticia nauseabunda. En cuanto la o¨ª sent¨ª la necesidad por hacer algo al respecto¡±, asegura.
Otra mujer, quien no quiso dar su nombre, dijo que el fallo le record¨® la desesperaci¨®n que vivieron algunas de sus mujeres al quedar embarazadas antes de Roe contra Wade. ¡°No deber¨ªamos volver a eso¡±, aseguraba con un gancho en la mano, un s¨ªmbolo de los tiempos que amenazan con retornar. Otra manifestante sosten¨ªa frente al edificio de la alcald¨ªa una pancarta con informaci¨®n de Aid Access, un servicio en l¨ªnea con el que las mujeres pueden hacerse con pastillas abortivas.
Diversos llamamientos a la movilizaci¨®n se hicieron desde el centro de la ciudad, que fue escenario de un par de protestas. Hab¨ªa rabia y desconcierto en los manifestantes, la gran mayor¨ªa de ellos nacidos en el tiempo en que Roe contra Wade ampar¨® a las mujeres en EE UU. Las protestas fueron organizadas en caliente. Dos comitivas se manifestaron, sin coincidir, en las principales avenidas del primer cuadro de la ciudad. Un grupo, escoltado por la polic¨ªa, irrumipi¨® en la hora punta en la muy transitada carretera 110, donde bloquearon el tr¨¢fico durante algunos minutos. A las nueve de la noche, la polic¨ªa declar¨® ilegal la asamblea, una forma de disperar a la multitud. Este s¨¢bado, se esperan nuevas movilizaciones en protesta por la derogaci¨®n del aborto.
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