¡°Los republicanos no van a parar: tratar¨¢n de criminalizar el aborto en todo EE UU¡±
La historiadora Mary Ziegler demuestra c¨®mo un cambio en las reglas de financiaci¨®n electoral permiti¨® a los grupos antiabortistas aupar a l¨ªderes extremistas como Trump y secuestrar el Supremo
La historiadora jur¨ªdica Mary Ziegler (Butler, Montana, 1982) es una de las voces m¨¢s escuchadas en Estados Unidos en el debate sobre el aborto. Autora de cuatro libros de referencia sobre las consecuencias legales, pol¨ªticas y sociales de la sentencia del Supremo Roe contra Wade, que dio en 1973 rango constitucional a la protecci¨®n de ese derecho, public¨® el quinto, ...
La historiadora jur¨ªdica Mary Ziegler (Butler, Montana, 1982) es una de las voces m¨¢s escuchadas en Estados Unidos en el debate sobre el aborto. Autora de cuatro libros de referencia sobre las consecuencias legales, pol¨ªticas y sociales de la sentencia del Supremo Roe contra Wade, que dio en 1973 rango constitucional a la protecci¨®n de ese derecho, public¨® el quinto, Dollars for Life (Yale University Press), un par de d¨ªas antes de que el alto tribunal derogara ese fallo el 24 de junio pasado. El nuevo ensayo ofrece un original acercamiento a un tema que, tal vez m¨¢s que ning¨²n otro, polariza a la sociedad estadounidense, al fijarse por primera vez en los puntos de conexi¨®n entre la financiaci¨®n de las campa?as electorales y los ataques a la libertad reproductiva de las mujeres.
Para escribirlo, esta profesora de la Universidad de California en Davis bucea en archivos, asientos contables y documentos legales para detenerse en una sentencia del Supremo que no es Roe contra Wade. Ni siquiera es Planned Parenthood contra Casey, el primer intento serio del movimiento antiabortista en 1992 de tumbar en el Supremo el derecho de las mujeres a decidir (cinco de los nueve jueces, tres de ellos conservadores, votaron a favor de mantener ese derecho). Ziegler pone el foco sobre el fallo Citizens United contra la Comisi¨®n Federal Electoral, una decisi¨®n controvertida que levant¨® en 2010 las restricciones para la financiaci¨®n de las campa?as y permiti¨® que las empresas y otros grupos externos pudieran gastar ilimitadamente en apoyar a este candidato o al contrario. Es lo que se conoce como outside money, dinero exterior.
La autora concluye que eso permiti¨® al movimiento antiabortista inundar de fondos y en cierto modo secuestrar al Partido Republicano. ¡°Destruyeron su jerarqu¨ªa tradicional¡±, escribe. Y as¨ª fue c¨®mo allanaron el camino para la emergencia de l¨ªderes populistas sin escr¨²pulos, como Donald Trump, siempre que estos cumplieran con sus objetivos: ¡°colocar jueces en el Supremo dispuestos a criminalizar el aborto¡±.
Trump, sin duda, cumpli¨® sus promesas con creces, pese a que inicialmente ¡°los l¨ªderes antiabortistas desconfiaban de ¨¦l y pidieron su voto para otros candidatos, porque en el pasado se hab¨ªa mostrado a favor del derecho a decidir de las mujeres¡±, recuerda Ziegler en una entrevista telef¨®nica. ¡°[El magnate] cambi¨® de idea sobre la marcha. En eso, tambi¨¦n fue un lamentable oportunista¡±. ¡°El movimiento estadounidense contra el aborto contribuy¨® mucho m¨¢s al ascenso de Donald Trump y a la transformaci¨®n del Partido Republicano de lo que solemos pensar¡±, se puede leer en Dollars for Life. ¡°Los acad¨¦micos han rastreado c¨®mo fue clave el pujante nacionalismo cristiano para que Trump superara a Hillary Clinton en 2016. Pero la influencia del movimiento antiaborto fue mucho m¨¢s grande, y ten¨ªa todo que ver con el modo en que el dinero influye en la pol¨ªtica estadounidense¡±.
En solo cuatro a?os en la Casa Blanca, Trump logr¨®, con el furor del converso, colocar a tres de los nueve jueces que integran el alto tribunal, que dej¨®, a su ca¨®tico paso, descompensado: ahora hay seis magistrados conservadores por tres liberales, una composici¨®n que definir¨¢ la vida estadounidense durante d¨¦cadas (los cargos son vitalicios, y los reci¨¦n llegados lo han hecho a¨²n en la cincuentena). Los tres aterrizaron ah¨ª, pese a que dijeron lo contrario en sus audiencias de confirmaci¨®n, con el convencimiento expreso de tumbar el precedente de medio siglo de Roe contra Wade.
¡°Despu¨¦s de perder Casey, el movimiento antiabortista se centr¨® en la paciente estrategia de desregular el gasto electoral en el pa¨ªs. Antes de que cambiaran las reglas de financiaci¨®n¡±, explica Ziegler, ¡°el establishment [poder] republicano se las apa?aba para sacar de la carrera, a base del dinero que pod¨ªan controlar, a los candidatos m¨¢s extremos¡±. Candidatos como Pat Buchanan, que se lanz¨®, con una ret¨®rica agresiva ciertamente prof¨¦tica, a obtener una candidatura presidencial en 1992 y 1996. Despachado como un buf¨®n y visto como una amenaza por los suyos, ambas carreras las perdi¨® en las primarias contra dos republicanos de pedigr¨ª como George Bush hijo y Bob Dole. ¡°Sin la sentencia de Citizens United, alguien como Trump nunca habr¨ªa tenido ¨¦xito en la pol¨ªtica estadounidense. Ellos empujaron a Trump en su ascenso al poder¡±, remata la autora.
En el libro, Ziegler cuenta una historia de aprovechamiento mutuo, en la que una de las partes, los antiabortistas, han acabado sacando mayor tajada que la otra, los republicanos, que no siempre fueron ¡°el partido provida¡± que son ahora. A Richard Nixon ese nunca fue un asunto que le quitara el sue?o. Y varios de los m¨¢s famosos gobernadores republicanos de la ¨¦poca de Roe sacaron adelante leyes permisivas entre finales de los sesenta y principios de los setenta. Entre ellos: los futuros vicepresidentes Spiro Agnew (Maryland) y Nelson Rockefeller (Nueva York), as¨ª como el presidente Ronald Reagan (California), que despu¨¦s se arrepentir¨ªa de esa firma. Cuando se lanz¨® a por la Casa Blanca lo hizo con una campa?a a favor de prohibir el aborto salvo en casos excepcionales.
¡°Los republicanos estaban contentos de atraer votantes entre las filas antiabortistas, pero para ellos el tema no era una prioridad. Es m¨¢s, durante un tiempo pensaron que eso pod¨ªa alienar a los indecisos, y no se preocuparon por cambiar la composici¨®n del Supremo para meter m¨¢s magistrados contrarios a ese derecho¡±, dice Ziegler.
Esas prevenciones hace tiempo que son historia. A¨²n no est¨¢ claro qu¨¦ efecto tendr¨¢n en las elecciones legislativas del pr¨®ximo mes de noviembre las ¨²ltimas decisiones del Supremo (adem¨¢s de sobre salud reproductiva, han emitido fallos regresivos sobre el uso de armas en espacios p¨²blicos, la separaci¨®n entre Iglesia y Estado o la lucha contra el cambio clim¨¢tico). Los dem¨®cratas conf¨ªan en movilizar a su electorado y convencer a los indecisos, mientras que los republicanos parecen haberse despojado del todo de la m¨¢scara. ¡°Hoy en d¨ªa es un poco dif¨ªcil saber cu¨¢l es el verdadero Partido Republicano¡±, considera Ziegler. ¡°Sea lo que sea, parece claro que no se van a detener en Roe contra Wade; quieren criminalizar el aborto en todo el pa¨ªs. Tumbar Roe contra Wade es el principio, no el final¡±.
El personaje central del libro es el fascinante James Bopp Jr., ¡°uno de los abogados m¨¢s destacados del movimiento antiabortista¡± y uno de esos siniestros personajes que manejan los hilos de la democracia estadounidense desde la tercera o la cuarta fila de la historia. Era un adjunto al fiscal general de Indiana de 24 a?os cuando el Supremo fall¨® Roe contra Wade, y desde entonces ha trabajado decididamente para su derogaci¨®n. Fue ¨¦l quien estableci¨® la conexi¨®n entre el cambio de las reglas de financiaci¨®n de las campa?as y la composici¨®n del Supremo.
Tambi¨¦n supo ver en el improbable candidato Trump, entonces impopular y arrinconado por el poder republicano, el veh¨ªculo perfecto para conseguir los objetivos para los que los suyos han estado trabajando tenaz y sigilosamente durante d¨¦cadas. ¡°Ha perseguido durante 49 a?os un plan maestro. Creo que para ¨¦l siempre ha sido m¨¢s importante la pol¨ªtica, el control del partido, que el aborto. Es un estratega consumado, alguien que realmente disfruta el juego de la pol¨ªtica y los manejos necesarios para ganar¡°.
Consecuentemente, no es una persona a la que le guste perder. Cuando Joe Biden, que, advierte Ziegler, recaud¨® ¡°m¨¢s dinero exterior en esa campa?a¡± que su contrincante, venci¨® a Trump en las elecciones de noviembre de 2020, Bopp fue uno de los m¨¢s tempranos y fervientes defensores de la teor¨ªa, que se demostr¨® sin base, de que los dem¨®cratas cometieron un fraude masivo para alterar el resultado de esos comicios. Incluso puso cuatro demandas en Estados decisivos. Demandas que acab¨® por retirar. Nunca explic¨® las razones que le llevaron a hacerlo.