La historia de Tatiara, una joven atrapada en una telara?a llamada prostituci¨®n
Dej¨® Brasil para trabajar de ¡®escort¡¯ en Espa?a. Joven e inestable, sufri¨® la humillaci¨®n en los foros de puteros y trat¨® sin ¨¦xito de salir de este s¨®rdido mundo. Se suicid¨® en febrero
En las entra?as del foro digital Spalumi para puntuar encuentros con prostitutas sigue activo, desde enero de 2018, un hilo sobre Tatiara. En ¨¦l, m¨¢s de una veintena de usuarios elogiaban su belleza, juventud y, tambi¨¦n, el tama?o de sus pechos. No obstante, la mayor¨ªa despreciaba, con comentarios s¨®rdidos, que los servicios que ofrec¨ªa no cumpl¨ªan con las expectativas generadas. ¡°Lo m¨¢s rese?able es su actitud: parece que est¨¢ ida, como si estuviera un poco colocada. Es como estar con una mu?eca, y ojo que no es borde ni maleducada, pero parece un robot y as¨ª no merece la pena¡±, escribi¨® Xavi76, el 8 de febrero de 2022. El comentario siguiente, firmado por otro forero, cierra el hilo de manera tr¨¢gica:
¡°Hola a todos, este mensaje es un poco distinto a lo habitual en este foro. Detr¨¢s de estas chicas que se dedican a este noble oficio, siempre hay personas, con sus sentimientos y problemas. Tatiara (nombre real) falleci¨® por suicidio el pasado 16 de febrero en Madrid. La familia quiere trasladar el cuerpo a Brasil para hacer el velatorio all¨ª, pero no tienen dinero y han abierto una recaudaci¨®n de fondos. Los que la conoc¨ªamos o no, o compa?eras chicas profesionales que quieran sumarse, ser¨¢ de mucha ayuda. Que estos foros puedan aportar algo m¨¢s que informaci¨®n. ?Gracias!¡±.
Nadie respondi¨® a ese t¨ªmido obituario, tan solo 13 foreros dieron un ¡°gracias¡± al aviso que este usuario dej¨® en Spalumi. Una semana antes, Tatiara escrib¨ªa otras palabras en dos notas de despedida que la polic¨ªa encontr¨® en una habitaci¨®n que ten¨ªa alquilada en un piso del barrio madrile?o de Las Tablas: ¡°Estoy cansada de la vida, la gente decepciona mucho, es mentirosa y hace cosas malas¡±. El internauta que escribi¨® en el foro sobre la muerte de Tatiara, que prefiere mantenerse en el anonimato, la conoci¨® a trav¨¦s de Instagram. Ten¨ªan conocidos comunes ¡°del mundillo de la prostituci¨®n¡±.
El forero y Tatiara nunca quedaron para tener relaciones sexuales. ¡°Vi que estaba mal en sus stories, intent¨¦ animarla y quedamos en tomar un caf¨¦ alg¨²n d¨ªa. Pero nunca sucedi¨®. A veces pienso que podr¨ªa haberla ayudado m¨¢s¡±, relata a EL PA?S este forero que admite ser, como lo llama ¨¦l, ¡°consumidor de estos servicios¡±; tambi¨¦n que publica rese?as en Spalumi. ¡°Solo lo hago si es una cr¨ªtica positiva. Pero no todo el mundo es as¨ª. Hay clientes que creen que por pagar pueden hacer lo que quieran. Es despreciable que tambi¨¦n lo escriban¡±, argumenta. En Espa?a, pagar por sexo no es ilegal. Todav¨ªa. Porque el Congreso estudia penalizarlo, a trav¨¦s de una propuesta de ley del PSOE, y los ayuntamientos ya pueden hacerlo a trav¨¦s de sus ordenanzas municipales.
Muy pocos consistorios lo recogen actualmente, y el salto a internet que se produjo hace a?os supone un obst¨¢culo m¨¢s para acabar con un mercado, sustentado por la trata y la explotaci¨®n sexual de mujeres, que el a?o pasado movi¨® en Espa?a m¨¢s de 4.000 millones de euros y m¨¢s de 108.000 anualmente en el mundo, seg¨²n la Organizaci¨®n de Naciones Unidas. Dinero que se reparte entre proxenetas y mafias, mayoritariamente, y todos aquellos negocios que han ido cre¨¢ndose alrededor y que son un pilar b¨¢sico para el mantenimiento de la prostituci¨®n en Espa?a. Como estas webs, que en la mayor¨ªa de los casos sirven de intermediarias entre los puteros y el proxenetismo.
Los anuncios de Tatiara, sus fotos y los comentarios siguen subidos y pueden verse en algunos de esos sitios (Spalumi y Sexomercadobarcelona, entre otras), que gozan de una gran audiencia. Solo Spalumi, propiedad de Imulaps C. B., cuenta con 489.240 miembros registrados, sin contar los usuarios que entran en ¨¦l sin tener cuenta. Normalmente, hay en l¨ªnea al mismo tiempo entre 10.000 y 11.000 personas dentro del foro, el 90% visitantes. Es decir, personas que no est¨¢n registradas. La plataforma est¨¢ clasificada por comunidades aut¨®nomas y, a su vez, subdividida por categor¨ªas: si la chica trabaja en una agencia ¡ªen un piso de citas dirigido por un proxeneta¡ª o es independiente ¡ªque trabaja, en teor¨ªa, por cuenta propia¡ª.
Los usuarios suelen utilizar plantillas para valorar aspectos generales del encuentro, como si fueran bienes de consumo ¡ªsi la chica fuma, la higiene, la ubicaci¨®n del piso, si hay portero, si es f¨¢cil aparcar, el precio¡¡ª y para puntuar, del 0 al 10, los servicios y aspectos corporales de la chica: su cara, sus pechos, su culo, c¨®mo practica sexo anal y oral, esto ¨²ltimo matizando si es con o sin preservativo.
Tambi¨¦n hay una valoraci¨®n general del putero sobre si ¡°repetir¨ªa¡± en el futuro. Despu¨¦s, hay un relato del encuentro. La exigencia de los usuarios con ¡°las profesionales del relax¡± ¡ªas¨ª las nombran¡ª es muy alta y las cr¨ªticas, como le sucedi¨® a Tatiara, muy duras si los puteros no quedan satisfechos. ¡°Va de diva, quiere que acabes muy r¨¢pido. Est¨¢ buen¨ªsima, pero es como follarse a una mu?eca hinchable que gime¡± o ¡°a veces peca de charlatana¡ yo solo deseaba correrme r¨¢pido y que se marchara, estaba harto de escucharla¡±, son ejemplos de mensajes negativos de los usuarios sobre otras chicas. Ellas no pueden responder a los comentarios porque las normas de estas webs lo proh¨ªben, solo sus clientes pueden escribir. Este diario ha intentado contactar con esta empresa para conocer su opini¨®n sobre estos mensajes y sobre su impacto emocional en las prostitutas, sin ¨¦xito.
Vivir con miedo
Los amigos que conocieron a Tatiara creen que la prostituci¨®n fue el combustible que aliment¨® una depresi¨®n arraigada en ella desde hace a?os y ocasionada no solo por ¡°su trabajo¡±. Al reconstruir su historia, a trav¨¦s del relato de algunos de sus conocidos, de sus historias en redes sociales y de algunos de los mensajes de audio que enviaba a sus amigos, se dibuja una vida de claroscuros: hombres que la amenazaron de muerte y otros con los que entabl¨® una profunda amistad, periodos de ganar una gran cantidad de dinero y otros repletos de peque?as deudas.
Tatiara naci¨® en septiembre de 1993 en Salvador de Bah¨ªa, ciudad costera al este de Brasil. Creci¨® en una familia desestructurada y, cuentan sus conocidos, sin recibir cari?o ni afecto por parte de sus padres. Cuando ten¨ªa entre 16 y 17 a?os se mud¨® a Brasilia a vivir con una hermana y comenz¨® a prostituirse bajo la tutela de otra escort mayor que ella. All¨ª conoci¨® a W., un cliente con el que fragu¨® una amistad. ¡°Despu¨¦s de tres o cuatro citas ya ¨¦ramos amigos y nunca m¨¢s nos relacionamos profesionalmente. Frecuentaba mi casa y conoc¨ªa a mis hijos. Creo que yo era uno de sus pocos amigos. Toda su vida fue muy dura. Odiaba el trabajo. Solo lo hac¨ªa porque necesitaba dinero para vivir¡±, argumenta W.
Contribu¨ªan a ese malestar, a?ade este conocido, las malas cr¨ªticas que otros hombres ya le dejaban en los foros brasile?os: ¡°Est¨¢ demasiado desanimada. Creo que necesita repensar si deber¨ªa estar haciendo esto¡±, escribi¨® en una de esas webs el usuario Jupirula, el 22 de abril de 2015, en Sao Paulo. Tatiara ten¨ªa entonces 21 a?os. ¡°Estaba muy molesta por los comentarios negativos sobre su trabajo. En Brasilia no ten¨ªa vida social, era solo trabajo todo el d¨ªa en su apartamento. Quer¨ªa cambiar, pero no sab¨ªa por d¨®nde empezar ni ad¨®nde ir. No ten¨ªa experiencia profesional, no pod¨ªa conseguir oportunidades¡±, relata W.
Tatiara cogi¨® un avi¨®n con destino a Madrid. Supuso que en Espa?a ganar¨ªa m¨¢s dinero. Al poco de llegar, en diciembre de 2017, conoci¨® a Juan (nombre ficticio) gracias a una compa?era brasile?a. Tatiara necesitaba enviar dinero a Brasil y ¨¦l la ayud¨® a hacer la transferencia para pagar un pr¨¦stamo que hab¨ªa adquirido all¨ª. ¡°Debo miles de euros¡±, explic¨® la misma Tatiara en una nota de audio a una amiga que conoci¨® en Espa?a. Sus conocidos dicen que solo adeudaba un dinero que solicit¨® a un banco para construirse una casa en Brasil y peque?as cantidades a gente cercana, pero que ¡°nunca tuvo problemas con las mafias de trata¡±.
Tras varias semanas de contacto, Juan y Tatiara forjaron un v¨ªnculo muy fuerte, como relata ¨¦l: ¡°Era como un padre para ella. Tatiara me lo dec¨ªa mucho. La acog¨ª en mi casa durante dos a?os y acced¨ª a que nos cas¨¢ramos para que pudiera conseguir los papeles y tener una vida mejor en Espa?a. Era una persona sin maldad, inocente¡±. Han pasado ocho meses desde que Tatiara muri¨® y a Juan a¨²n se le llenan los ojos de l¨¢grimas cuando habla de ella.
Juan fue testigo de c¨®mo los comentarios en los foros le segu¨ªan haciendo da?o en Espa?a. ¡°Me los ense?aba y me dec¨ªa que le dol¨ªa mucho cuando los le¨ªa. No entend¨ªa por qu¨¦ la trataban as¨ª de mal¡±, cuenta. Viv¨ªan juntos, pero Tatiara acud¨ªa a otros pisos de citas para trabajar o se desplazaba a los hoteles donde se hospedaban los puteros. ¡°Me ped¨ªa que la llevase en coche y la esperase, ten¨ªa miedo. En dos ocasiones, el cliente se neg¨® a pagarle. Uno dijo que no se hab¨ªa corrido y que o se iba o le pegaba una paliza. Estaba en un mundo donde estoy seguro de que existen hombres educados, pero tambi¨¦n donde se encuentra la mayor inmundicia de la humanidad¡±, relata Juan.
Las malas cr¨ªticas en las plataformas induc¨ªan a que los usuarios no contactasen con Tatiara y que, consecuentemente, no tuviera ingresos. Eso la llev¨® a mudar repetidamente de identidad en los foros. Y tambi¨¦n a cambiar de ciudad (Bilbao, Barcelona, A Coru?a, Sevilla). Pero muchos internautas se percataron de ello y se lo reprocharon: ¡°Lo de Lara es imposible, cambia de nombre de puta continuamente y, lo que es peor, tambi¨¦n de tel¨¦fono¡±.
¡°Yo intentaba ayudarla porque su sue?o era trabajar en una tienda de ropa. Le pagu¨¦ varias academias de ingl¨¦s para que tuviera m¨¢s posibilidades a la hora de encontrar trabajo¡±, relata Juan. Pero los problemas de salud mental tambi¨¦n eran una barrera. Tanto en Brasil como en Espa?a, Tatiara recibi¨® ayuda psicol¨®gica y psiqui¨¢trica. En Brasilia se intent¨® suicidar en una ocasi¨®n y en Madrid, tres veces. Dos de ellas mientras viv¨ªa con Juan. ¡°Siento que he fracasado. Quer¨ªa ayudarla, pero no pude¡±, lamenta Juan, emocionado. En Espa?a hay organizaciones especializadas como Apramp (Asociaci¨®n para la Prevenci¨®n, Reinserci¨®n y Atenci¨®n a la Mujer Prostituida) que se dedican a ayudar a mujeres v¨ªctimas del proxenetismo, tanto a salir de la explotaci¨®n a la que est¨¢n sometidas como para reinsertarse socialmente. Tatiara nunca acudi¨® a ellas.
¡°No volv¨ª a ver ese abrigo de la misma manera¡±
A Tatiara tambi¨¦n le costaba hacer amigos. Testigo de esa dificultad es Susana (nombre ficticio). Se conocieron a trav¨¦s de Bubble, una aplicaci¨®n para conocer gente, en marzo de 2021. Bastaron un par de semanas de conversaci¨®n en l¨ªnea para concretar una cita. A¨²n recuerda la primera vez que la vio en el Starbucks de la fuente de Neptuno, en Madrid. Tatiara llevaba un abrigo naranja que la hac¨ªa distinguirse entre la multitud, una de sus prendas favoritas. ¡°Formaba parte de su personalidad¡±, recuerda Susana. Ambas conectaron de inmediato: eran t¨ªmidas, a ninguna le gustaban las fiestas de discoteca y las dos intentaban buscarse la vida en Madrid. Susana solt¨® una pregunta corriente: ¡°?A qu¨¦ te dedicas?¡±
¡ªNo tengo trabajo, pero a veces, para ganarme un dinero extra, hago masajes, dijo Tatiara.
¡ªAh, ?qu¨¦ bien! Mi madre es esth¨¦ticienne, respondi¨® Susana.
¡ªNo, pero no ese tipo de masajes. Hago masajes a hombres. ?Pero yo no hago nada m¨¢s y ellos tampoco me hacen nada!, a?adi¨® Tatiara.
Susana no entendi¨® bien a qu¨¦ se refer¨ªa, pero no sigui¨® preguntando. Sinti¨® que los ojos de Tatiara rehu¨ªan el tema. El d¨ªa acab¨® con una foto de ambas sonriendo en la calle de Gran V¨ªa y la promesa de volver a verse. Y as¨ª fue. La relaci¨®n de amistad sigui¨® y, poco a poco, Susana fue descubriendo los problemas de Tatiara. Un d¨ªa, mientras la ayudaba a ordenar la habitaci¨®n que ten¨ªa alquilada en un piso de citas, el tel¨¦fono de Tatiara son¨®. Lo puso en manos libres y un hombre comenz¨® a preguntarle sobre sus servicios de escort.
Tras colgar, Tatiara le cont¨® a Susana que se prostitu¨ªa en esa habitaci¨®n, que pagaba a un chico para que colgase en una web fotos suyas y su tel¨¦fono para publicitarse. ¡°No me lo pod¨ªa creer. Cuando llegu¨¦ a mi casa, cog¨ª mi m¨®vil y busqu¨¦ en Google: ¡®Prostitutas brasile?as¡¯. Me apareci¨® un anuncio donde sal¨ªan sus fotos, era ella. Llevaba puesto su abrigo naranja. Desde entonces, no volv¨ª a ver ese abrigo de la misma manera¡±, narra Susana.
P¨¢ginas, como Slumi o Pasion.com permiten hacer b¨²squedas concretas por ciudades o servicios. Permiten publicitarse de forma gratuita, pero establecen un precio para que el anuncio se autorrenueve peri¨®dicamente con el objetivo de que la anunciante gane visibilidad. Tambi¨¦n tienen una gran audiencia. Pasion.com, por ejemplo, est¨¢ en la posici¨®n 45 de las p¨¢ginas m¨¢s visitadas en Espa?a en 2022, seg¨²n datos de junio la plataforma Semrush. Muy por encima de otros sitios web relevantes como Amazon.com. La propuesta socialista en el Congreso de una ley contra el proxenetismo tiene entre sus objetivos penalizar no solo a los puteros sino toda aquella actividad que busque lucrarse de la prostituci¨®n ajena, por lo que muchos de estos foros han comenzado a borrar estos contenidos o a reformular la estrategia de anunciar a estas j¨®venes.
Durante un tiempo, Tatiara dej¨® de escribir a Susana por WhatsApp. Un d¨ªa decidi¨® llamarla por tel¨¦fono. Tatiara contest¨® con un hilo de voz para decirle que estaba bien, pero ingresada en un hospital porque hab¨ªa intentado suicidarse en un cuarto que ten¨ªa arrendado en la calle madrile?a de Orense, donde tambi¨¦n trabajaba. A su vuelta, las chicas con las que compart¨ªa el piso, tambi¨¦n prostitutas, cambiaron la cerradura y la echaron. Argumentaron que lo que hab¨ªa ocurrido las hab¨ªa puesto en el punto de mira de la comunidad de vecinos, que ya sospechaban que el suyo era un piso de citas. ¡°El presidente de la comunidad te pilla y no s¨¦ lo que te har¨ªa. Mira, lo mejor es que no aparezcas por all¨ª. Dame una direcci¨®n y se te mandan tus cosas por Uber. Va a ser lo mejor para todos¡±, fue el mensaje que Tatiara recibi¨® por WhatsApp del ¡°chico¡± al que le ten¨ªa que pagar el alquiler.
Detr¨¢s de estas mujeres ¡°independientes¡± tambi¨¦n se encuentran los proxenetas, bien encargados de subalquilar a precios abusivos habitaciones en estos pisos o incluso de cobrar por gestionar los anuncios de las escorts en las diferentes p¨¢ginas. ¡°Este era el tipo de deudas que ten¨ªa Tatiara, el alquiler de esos pisos, la publicidad o peque?as deudas por viajar a otros sitios para seguir trabajando¡±, comenta Susana.
Los mensajes entre ellas siguieron y quedaron alguna vez m¨¢s. Susana rememora que un d¨ªa antes de invierno quedaron en la bolera. ¡°Fue un recuerdo bonito. Ella estaba feliz¡±, comenta. No fue el ¨²ltimo. Tatiara volvi¨® a finales de 2021 a la casa de Juan, y Susana la visit¨®. Esa noche durmieron juntas, pero Tatiara, relata Susana, le advirti¨®: ¡°Ma?ana temprano he quedado aqu¨ª con un cliente. Tendr¨¢s que irte a las 8.00¡å. Al d¨ªa siguiente, antes de salir por la puerta del piso, Susana se volvi¨® y mir¨® a Tatiara dentro del ba?o. Mientras se vest¨ªa, Tatiara miraba fijamente al espejo para maquillarse. ¡°Me dio mucha pena. Cerr¨¦ la puerta en silencio y me march¨¦¡±.
Durante su estancia en Espa?a, Tatiara intent¨® salir del mundo de la prostituci¨®n y trabajar en otros empleos. Nunca super¨® el periodo de prueba. ¡°?Hay alguien que trabaje en un bar que pudiera ayudarme un poco a ense?arme a llevar bandejas, que yo no s¨¦?¡±, dijo en un v¨ªdeo que colg¨® en Instagram. Para sus amigos, la ¨²ltima vez que la despidieron, cuando trabajaba en una tienda de ropa, ¡°fue la gota que desbord¨® el vaso¡± de su salud mental. ¡°Despu¨¦s de eso, pens¨® que estaba condenada a vivir as¨ª para siempre¡±, afirma W. Tatiara abandon¨® ¡ªcomo ya hab¨ªa hecho otras veces¡ª la casa de Juan y se march¨® a Las Tablas. A las pocas semanas, se suicid¨®. Su familia consigui¨® al final reunir el dinero para llevarla de vuelta a Brasil y el cuerpo de Tatiara descansa ya en su pueblo natal.
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