Un cura depredador sexual de menores pas¨® por parroquias de Barcelona impune y encubierto durante tres d¨¦cadas
Ocho antiguos monaguillos, alumnos y ¡®scouts¡¯ acusan de abusos al sacerdote Josep Vendrell, que estuvo entre 1965 y 1990 en la capital catalana, en Caldes D¡¯Estrac y en Montcada i Reixac. El arzobispado se niega a dar informaci¨®n sobre el caso
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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¡°Cada noche se llevaba a uno¡±, recuerda Oriol Bogu?a. ¡°Una vez me dijo: prom¨¦teme, Oriol, que si un d¨ªa te pido que te acuestes conmigo me dir¨¢s que no¡±. La siguiente vez que lo llam¨® se neg¨® a ir. Entonces llam¨® a otro. ¡°No olvidar¨¦ nunca su cara cuando me mir¨® mientras iba a su apartamento. Este chico muri¨® muy joven, por drogas. Era muy fr¨¢gil y sufri¨® mucho¡±. Toda una generaci¨®n de ni?os de Caldes D¡®Estrac, a 40 kil¨®metros de Barcelona, qued¨® marcada entre 1970 y 1975 por los abusos del sacerdote Josep Vendrell Cortasa, seg¨²n denuncian al menos seis antiguos alumnos suyos en el colegio e internado del pueblo, donde era director, adem¨¢s de p¨¢rroco de la iglesia de Santa Mar¨ªa y responsable del grupo scout. Pero antes le ocurri¨® lo mismo a otra generaci¨®n de ni?os en la parroquia de Santo Tom¨¢s de Aquino de Barcelona, cerca de la Sagrada Familia, entre 1965 y 1970, seg¨²n relatan dos de ellos.
EL PA?S ha recogido en los ¨²ltimos meses el testimonio de ocho personas que acusan a Vendrell, fallecido en 2004 con 70 a?os, que durante tres d¨¦cadas pas¨® impune de un destino a otro, pese a las denuncias de las familias. Pero hay muchas m¨¢s v¨ªctimas, que prefieren no hablar con la prensa y lo han denunciado al Defensor del Pueblo, al menos siete m¨¢s, seg¨²n el recuento de este grupo de afectados, aunque desconocen el n¨²mero total. En la instituci¨®n que dirige ?ngel Gabilondo solo indican que en la ¨²ltima visita a Barcelona para recoger testimonios de este caso y otros hablaron con 25 personas. Vendrell acab¨® en Montcada i Reixac, cerca de Barcelona, donde se retir¨® en 1990. Antes de ser sacerdote, fue entrenador del club de nataci¨®n Montjuic, entre 1954 y 1957. Luego fue a estudiar a Roma, donde se orden¨® en 1964. Despu¨¦s regres¨® a Barcelona y comenz¨® su carrera, y sus abusos.
Como en muchos otros casos, una historia de abusos lleva aparejada otra de encubrimiento del acusado por parte de sus superiores. Vendrell fue trasladado al menos dos veces, en 1970 de Barcelona a Caldes D¡¯Estrac y, en 1975, de este municipio a Montcada i Reixac. En ambos casos fue a ra¨ªz de esc¨¢ndalos por denuncias de abusos de algunas familias, seg¨²n el relato de los afectados, pero el sacerdote simplemente fue movido a otro sitio. En esos a?os, los obispos de Barcelona eran Marcelo Gonz¨¢lez y, desde 1971, Narcis Jubany. Este caso est¨¢ incluido en el tercer informe de abusos de EL PA?S, que elev¨® a 500 los destapados por este diario en un a?o y fue entregado en diciembre de 2022 a la Conferencia Episcopal y al Defensor del Pueblo. Con el compromiso de facilitar el contacto con las v¨ªctimas si estas lo deseaban, aunque la gran mayor¨ªa lo rechazan por desconfianza hacia la Iglesia espa?ola. En total, este peri¨®dico contabiliza por el momento, ante la ausencia de datos oficiales o de la Iglesia, 910 acusados y 1.741 v¨ªctimas de abusos en la instituci¨®n eclesi¨¢stica.
La archidi¨®cesis de Barcelona, dirigida por el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan Jos¨¦ Omella, indica dos meses despu¨¦s de ser informada del caso, a trav¨¦s del primer testimonio conocido por este diario e incluido en el documento, que no ha abierto a¨²n ninguna investigaci¨®n, pese a que las reglas del Vaticano de 2020 para acabar con el encubrimiento son claras: los obispos y superiores religiosos deben abrir una investigaci¨®n ante cualquier indicio. La notitia de delicto es ¡°toda informaci¨®n sobre un posible delito que llegue de cualquier modo al Ordinario o al Jerarca. No es necesario que se trate de una denuncia formal¡± (art¨ªculo 9). Puede llegar por los medios de comunicaci¨®n (art¨ªculo 10), incluso sin datos precisos debe ser estudiada y si es veros¨ªmil, abrirse una investigaci¨®n previa (art¨ªculos 13 y 16). Es m¨¢s, indica el art¨ªculo 11, ¡°a veces, la notitia de delicto puede llegar de una fuente an¨®nima, o sea de personas no identificadas o no identificables. El anonimato del denunciante no debe llevar a suponer autom¨¢ticamente que la noticia sea falsa¡±.
No obstante, el arzobispado de Barcelona, como muchas otras di¨®cesis, alega que no puede abrir una investigaci¨®n si las posibles v¨ªctimas no acuden a denunciar al obispado y ha negado credibilidad a los informes de EL PA?S. Ante la petici¨®n de informaci¨®n de este diario, ha respondido en estos t¨¦rminos para justificar que no est¨¢ investigando nada: ¡°Ning¨²n Estado de derecho en democracia permite la delaci¨®n an¨®nima, es decir, la denuncia sin que conste el denunciante; tampoco lo permite el Derecho can¨®nico. De lo contrario, nos encontrar¨ªamos ante un sistema pol¨ªtico y social totalitario, sin libertad, en el cual los ciudadanos vivieran con el temor constante a ser denunciados an¨®nimamente y sin defensa efectiva, incluso por motivos falsos o espurios. Admitir una denuncia an¨®nima para provocar una investigaci¨®n de oficio recordar¨ªa otros tiempos superados, como un sistema inquisitorial. Y es esencial proteger el principio jur¨ªdico fundamental de presunci¨®n de inocencia, sin el cual nadie estar¨ªa a salvo de denuncias infundadas. (...) Es imprescindible que el reclamante haga efectiva su denuncia ante una autoridad de la Iglesia o del Estado. El Derecho can¨®nico obliga a abrir una investigaci¨®n cuando la noticia de un delito es veros¨ªmil, y por ello debe contar con unos m¨ªnimos de garant¨ªa jur¨ªdica, como es la identificaci¨®n del denunciante. Los correos enviados a un peri¨®dico no tienen efectos jur¨ªdicos, porque EL PA?S no puede constituirse en autoridad judicial o polic¨ªa, como si se tratara de una comisar¨ªa que recibe denuncias¡±. Explica que cuando se presenten los denunciantes, ¡°ser¨¢n descartadas las denuncias incoherentes, las ilusorias, las que presentan claras contradicciones o las que plantean hechos del todo improbables¡±.
El primer denunciante que habl¨® con EL PA?S, y aparece en el informe, opina que el arzobispado ¡°no se da cuenta de que negar la evidencia todav¨ªa les perjudica m¨¢s, uno de los motivos de denunciarlo a la prensa es precisamente ese, que la Iglesia siga neg¨¢ndose a investigar lo que ha pasado¡±. ¡°Si alg¨²n d¨ªa hacen una investigaci¨®n imparcial, hablaremos¡±, apunta. Las personas que han dado su testimonio sobre este caso a¨²n no han decidido si acudir¨¢n a la Iglesia, pero adelantan que quieren que les pida perd¨®n, que investigue lo que pas¨®, que se aclare el encubrimiento y que se castigue a los responsables que a¨²n est¨¦n vivos. ¡°Y sobre todo, que no vuelva a pasar¡±, subrayan.
EL PA?S reuni¨® a este grupo de antiguos compa?eros de clase, que ahora rondan los 70 a?os y son arquitectos, editores, empresarios, y algunos se ve¨ªan por primera vez desde hac¨ªa 50 a?os. Les un¨ªa la misma desgracia: haber sufrido abusos de Vendrell. Todos recordaban el olor de su aliento a ducados y a co?ac, que a¨²n les persigue. Muchos solo han empezado a hablar de ello hace poco y algunos a¨²n no se lo han contado a sus familias. Leopoldo Lluch, de 69 a?os, y Llu¨ªs Boiria, de 68, que frecuentaban la parroquia barcelonesa de Santo Tom¨¢s de Aquino, cuentan que se libraron por los pelos, pero ambos aseguran que compa?eros suyos ¨Dque han declarado ante el Defensor del Pueblo pero prefieren no hablar con la prensa¨D sufrieron graves abusos.
¡°Ten¨ªa encantados a los padres¡±
¡°?ramos ni?os que pas¨¢bamos el d¨ªa en la calle. Lleg¨® este hombre a la parroquia y mont¨® un grupo scout, el Agrupament Escolta Aureli Escarr¨¦. ?bamos los s¨¢bados y los domingos, hac¨ªamos excursiones, campamentos en vacaciones. Ten¨ªa encantados a los padres¡±, recuerda Lluch. A ¨¦l le daba clases particulares en su despacho y un d¨ªa, con unos 13 a?os, le dijo que cerrara el libro: ¡°Me baj¨® los pantalones, me abraz¨®, pero en ese momento llam¨® alguien a la puerta y me dijo que me escondiera, y que no me subiera los pantalones. Pero yo sal¨ª, era alguien que me conoc¨ªa, que se qued¨® de piedra. Llegu¨¦ a casa y se lo dije a mis padres. Pero su respuesta fue darme una hostia. Solo mi abuelo cogi¨® un punz¨®n de hielo para matarlo, pero lo pararon y luego no pas¨® nada¡±.
A Boiria, de 68 a?os, le hizo una ¡°prueba de homosexualidad¡±, aunque precisa que solo abus¨® de ¨¦l psicol¨®gicamente: ¡°Me dijo: ¡®cierra los ojos y piensa en una chica a ver si se te pone dura¡¯. Yo ni sab¨ªa de qu¨¦ estaba hablando. Entonces me empez¨® a hablar de sexo y fue muy violento, ca¨ª en un pozo, me disoci¨¦ completamente, solo pensaba: ¡®Estoy en peligro, estoy en peligro¡¯. Romp¨ª con Dios, con mis padres, que no me hab¨ªan protegido, romp¨ª con el mundo. Empec¨¦ a suspender todo¡±.
El traslado, en 1970, sucedi¨® a ra¨ªz de dos denuncias, seg¨²n el relato de Lluch. Una de un padre al obispado y una segunda de otro progenitor a la polic¨ªa, aunque el inicio de los tr¨¢mites lo dice todo de c¨®mo acab¨®. Seg¨²n Lluch, ¡°el comisario llam¨® al cura para hacer un careo, pero le oblig¨® al padre a cuadrarse delante del cura, porque era alf¨¦rez del Ej¨¦rcito espa?ol¡±. En efecto, en el Diario Oficial del Ministerio del Ej¨¦rcito de abril de 1959 aparece el ascenso de Vendrell, del reemplazo de 1954, a alf¨¦rez y sargento de complemento. Todo esto lo han sabido luego. Entonces, los feligreses despidieron a Vendrell con una fiesta por todo lo alto.
La ¨²nica consecuencia fue el traslado del cura, que apareci¨® ese a?o en Caldes D¡¯Estrac. ¡°Lleg¨® ya con rumores de pederastia y problemas con ni?os, se dec¨ªa que llegaba castigado por el obispo, aunque luego eso no se tradujo en nada¡±, recuerda Llu¨ªs Grau. Los rumores se refer¨ªan a su paso por el club de nataci¨®n Montjuic, que no ha respondido a las peticiones de informaci¨®n de EL PA?S sobre si le consta alg¨²n episodio de abusos de Vendrell. En cualquier caso, a Caldes lleg¨® incluso de director del colegio local, que ten¨ªa un internado. Adem¨¢s, daba clase de Religi¨®n y de Formaci¨®n del Esp¨ªritu Nacional. ¡°Pero era un cura progre, nunca lo vimos con sotana¡±, recuerda este antiguo alumno.
Carism¨¢tico y deportista, pronto se hizo muy popular y habitual en las casas de los vecinos, donde se presentaba a comer y cenar. Organiz¨® los scouts y, nada m¨¢s llegar, un viaje a Roma en autob¨²s, con alumnos y monjas. M¨¢s tarde otro a Mallorca. Tambi¨¦n empez¨® enseguida con los abusos. Grau relata que fue en el viaje a Italia donde ¨¦l los sufri¨®. ¡°En Roma me castig¨® a dormir con ¨¦l en un piso aparte. A la hora de la siesta, ten¨ªa que ir a su dormitorio y acababa en la cama del cura con el pantal¨®n y los calzoncillos bajados. Tocaba todo lo que quer¨ªa y me besaba en la boca. Se justific¨® diciendo que ten¨ªa un problema con la masturbaci¨®n y eso era un tratamiento de choque para solucionarlo. Yo no entend¨ªa nada, ten¨ªa 12 a?os¡±. Luego, tras el regreso, nunca m¨¢s volvi¨® a ocurrir.
En el pueblo, Vendrell se dedic¨® a abusar sistem¨¢ticamente de los ni?os del colegio, seg¨²n coinciden todos los relatos. Ra¨²l Costa, 62 a?os, que era interno, recuerda: ¡°Viv¨ªa en el edificio del colegio, ten¨ªa un piso arriba y por all¨ª pas¨¢bamos todos. En ese momento ser¨ªamos 30 internos y 100 alumnos. Te llamaba, sub¨ªas, te empezaba a besar, te bajaba los pantalones y te masturbaba, conmigo de ah¨ª no pas¨®. Me dec¨ªa: ¡®Cuando el amor es puro no importa el sexo¡¯. Y que no dijera nada. Nunca lo he contado¡±. Por las noches, hac¨ªa lo mismo con los internos, a los que llamaba a su dormitorio, recuerda Oriol Bogu?a.
Salvador Clofent, un a?o mayor, tambi¨¦n subi¨® a ese piso: ¡°Me dijo que me ve¨ªa raro, que me fijaba mucho en los ni?os, y entonces me baj¨® el pantal¨®n, me bes¨®, intent¨® masturbarme. Lo peor era eso, los besos, cuando a¨²n no has besado a nadie, y ese beso con lengua con sabor a co?ac y ducados¡±. La siguiente vez que lo llam¨® se escondi¨® en el ba?o. ¡°A partir de entonces me ridiculizaba y me hac¨ªa quedar mal¡±. Xavier Torrent¨®, dos a?os menor, pas¨® una vez por la vivienda: ¡°Con la excusa de la higiene me hizo bajarme los pantalones y me toc¨® un poco, pero nada m¨¢s¡±.
Pero con otros alumnos Vendrell fue mucho m¨¢s lejos. ¡°Mis abusos duraron cuatro o cinco a?os, de los 12 a los 15, que ya era mayorcito y ya me rebel¨¦. Empez¨® cuando yo era monaguillo, y luego era en su apartamento. ?l acababa desnudo, me oblig¨® a hacerle felaciones y una vez me intent¨® penetrar. C¨®mo ser¨ªa mi ignorancia e inocencia que le dije: ?pero mos¨¦n, y si tenemos un ni?o? Me dijo que no me preocupara. Lo intent¨®, pero me hac¨ªa mucho da?o, yo gritaba y lo dej¨®¡±, recuerda otro de los alumnos, que no desea identificarse. Lo ha superado, tiene familia y cree que no padece ning¨²n trauma, pero admite que es algo que siempre est¨¢ ah¨ª. ¡°Ocurri¨® hace 50 a?os, pero siempre est¨¢ presente. Es como una caja cerrada que ignoras, no sabes cu¨¢nto te afecta realmente. Esas im¨¢genes, esos minutos. A veces aparecen. No lo puedes borrar, no hay ning¨²n quitamanchas para eso¡±.
Conmoci¨®n en el pueblo
Como en Barcelona, en el verano de 1975 la familia de un alumno del colegio que viv¨ªa en Arenys de Mar, localidad pr¨®xima, denunci¨® lo ocurrido y la noticia corri¨® por todo el pueblo. Algunos padres, relata Grau, informaron a monse?or Pons, el arcipreste de la zona del Maresme. El propio Grau afirma que fue a encararse con el cura para preguntarle si hab¨ªa abusado de m¨¢s ni?os, adem¨¢s de ¨¦l, y le reconoci¨® que s¨ª. Al d¨ªa siguiente Vendrell desapareci¨®, cogi¨® la maleta y se fue. Fue una conmoci¨®n en el pueblo, que qued¨® dividido entre quienes cre¨ªan las acusaciones y los que no. ¡°Se rompi¨® la comunidad, era un pueblo muy peque?o, fue muy triste. Y ese malestar yo creo que todav¨ªa existe, all¨ª es un tema tab¨²¡±, opina Clofent.
En aquel momento se reunieron en un bar muchos de los chicos del colegio para hablar de lo sucedido, y muchos revelaron que hab¨ªan sido v¨ªctimas del cura, pero el secreto qued¨® all¨ª. Los denunciantes se han ido juntando en los ¨²ltimos meses, a iniciativa de algunos de ellos, que a la vista de los numerosos casos de pederastia en la Iglesia que salen a la luz pensaron que hab¨ªa llegado el momento de hablar del suyo. Tienen una lista de alumnos, de varios cursos, con al menos 172 personas. ¡°Queremos ir contactando a todos. No s¨¦ cu¨¢ntas v¨ªctimas pudo haber¡±, explica Grau. Lograron contactar con v¨ªctimas de Barcelona, pero a¨²n no saben si las hay en Montcada i Reixac, donde pas¨® sus ¨²ltimos 20 a?os como cura, hasta 1990.
Hasta ahora cada uno lo ha llevado como ha podido, y por primera vez comparten recuerdos. Uno de los m¨¢s impactantes es de Oriol Bogu?a: ocurri¨® durante una confesi¨®n. ¡°Me pregunt¨® cu¨¢ndo hab¨ªa sido la ¨²ltima vez que me hab¨ªa masturbado. Le dije que no me acordaba y entonces me sent¨® en sus rodillas, me baj¨® los pantalones y empez¨® a masturbarme. Yo no ten¨ªa ni siquiera un pelo todav¨ªa, y ¨¦l segu¨ªa, haci¨¦ndome da?o, enfadado dici¨¦ndome que ten¨ªa que salir algo. Al acabar hizo el signo de la cruz en el aire y me absolvi¨®¡±. En su historia hay un ep¨ªlogo. Muchos a?os despu¨¦s, cuando fue al funeral de su hermano, se encontr¨® con que el cura que lo oficiaba era Vendrell. All¨ª segu¨ªa, nunca nadie hizo nada. Hasta hoy.
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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