La vida despu¨¦s de un infarto: ¡°Tus planes se frustran y te preguntas por qu¨¦ te ha tocado a ti¡±
Solo uno de cada 17 pacientes tiene acceso a una unidad de rehabilitaci¨®n card¨ªaca, que mejora la esperanza de vida y les ayuda a cambiar de h¨¢bitos


Despu¨¦s de jubilarse, Carlos Ortega tuvo ¡°un a?o de gracia¡±. Fue lo que tard¨® en fallar su coraz¨®n, una noche del pasado septiembre, cuando ten¨ªa 65. Sali¨® del hospital cabreado: ¡°Todos tus planes se frustran y te preguntas por qu¨¦ te ha tocado a ti¡±. Aunque no se conoce la cifra exacta, algunos estudios estiman que cada a?o le toca en Espa?a a algo m¨¢s de 90.000 personas, de las cuales aproximadamente la mitad no llegan vivas al hospital. Las enfermedades coronarias son la primera causa de muerte en el pa¨ªs, as¨ª que el cardi¨®logo Jos¨¦ Abell¨¢n lo ve de otra forma: ¡°Si sobrevives has tenido suerte, porque la mayor¨ªa no lo hace. Pero es algo que te cambia por completo la vida¡±.
Otra de las suertes de Carlos, dentro de sus circunstancias, es que est¨¢ siendo atendido en una unidad de rehabilitaci¨®n card¨ªaca. En concreto, la del Gregorio Mara?¨®n de Madrid. Seg¨²n un estudio publicado en eClinicalMedicine en 2019, solo uno de cada 17 infartados en Espa?a tiene acceso a una, pese a que la evidencia cient¨ªfica demuestra que la recuperaci¨®n es mejor y que las probabilidades de reca¨ªda disminuyen dr¨¢sticamente. Mar¨ªa Rosa Fern¨¢ndez Olmo, de la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa (SEC), se?ala que con los programas de rehabilitaci¨®n se puede reducir la mortalidad cardiovascular a largo plazo hasta en un 35%. ¡°Pero no todos los hospitales tienen una¡±, lamenta. Hay m¨¢s pacientes que plazas, lo que obliga a los m¨¦dicos a priorizar, justifica Abell¨¢n.
Se abren aqu¨ª dos realidades muy distintas. Por un lado, la de quienes rehacen su vida de la mano de un grupo multidisciplinar de profesionales (cardi¨®logos, rehabilitadores, nutricionistas, psic¨®logos, fisioterapeutas, enfermeras) y acompa?ados por pacientes en su misma situaci¨®n. Por otro, la de aquellos que no tienen plaza en una unidad de rehabilitaci¨®n y se han de valer con las visitas al m¨¦dico de cabecera y al especialista, que les pautan h¨¢bitos saludables dif¨ªciles de seguir para personas que, muy a menudo, no los han cumplido a lo largo de su vida.

Hipercolesterolemia, hipertensi¨®n, tabaquismo, obesidad, diabetes y sedentarismo son los principales factores de riesgo para sufrir un infarto cardiaco ¡ªlo que no quiere decir que una persona sana y activa, como era Carlos, est¨¦n libres de peligro¡ª. La mayor¨ªa de los usuarios de la Unidad del Gregorio Mara?¨®n re¨²ne varios de ellos. Pero los pacientes a menudo no son conscientes de los peligros a los que se enfrentan. El enfermero David Bedos cuenta que en el formulario que rellenan en su acceso, cuando responden por qu¨¦ creen que han sufrido el infarto, muchos obvian sus conductas poco saludables. ¡°A lo mejor es fumador de toda la vida, con el colesterol por las nubes, y te dice que piensa que la culpa es de la vacuna de la covid. De esos hemos tenido unos cuantos¡±, asegura.
Cambio de h¨¢bitos
El infarto supone una modificaci¨®n sustancial de h¨¢bitos. O al menos deber¨ªa si se quiere evitar otro: quien ha tenido uno pasa a ser paciente de muy alto riesgo. ¡°Justo despu¨¦s del accidente es un buen momento para hacer cambios en el estilo de vida porque normalmente les ha asustado y est¨¢n m¨¢s concienciados. Pero luego depende de cada uno. Los hay que cambian radicalmente: de ser obesos y fumadores se vuelven unos deportistas. Y con otros cuesta m¨¢s¡±, reconoce la cardi¨®loga Irene M¨¦ndez.
Alberto Fern¨¢ndez, de 51 a?os, es de los que han cambiado su vida por completo tras el infarto. Su h¨¢bito menos saludable era el trabajo y lo ha dejado para irse al campo, a un pueblo de C¨¢ceres: ¡°Soy coordinador de proyectos de telecomunicaciones. Cuando tengo que entregar uno puedo estar 20 horas sentado en el ordenado pendiente de mil cosas. La presi¨®n a la que est¨¢s sometido es incre¨ªble. El problema es que a m¨ª me encanta y eso hac¨ªa que siguiera con ello¡±.
Ahora est¨¢ de baja y en paro, porque acab¨® un proyecto justo antes del infarto y en su sector hay constantes contrataciones y despidos a fin de obra. Pero cuando termine el plan de rehabilitaci¨®n, que dura ocho semanas, y le den el alta, se har¨¢ aut¨®nomo y se ir¨¢ al pueblo de su mujer, donde sus suegros tienen una peque?a explotaci¨®n ganadera a seguir con ese negocio y gestionar algunos proyectos de telecomunicaciones a otro ritmo.
Hoy por hoy vive para recuperarse. Hace toda la actividad f¨ªsica que le pautan, y un poco m¨¢s. Es escrupuloso con las comidas y los descansos. ¡°No tanto por m¨ª, sino porque me siento muy mal por mi familia. La noche que me dio el infarto estaban en casa mi mujer, mis hijos y la novia de uno de ellos. Los dej¨¦ a todos traumatizados y no quiero que vuelva a pasar¡±, relata.

Para este cambio, cuenta, ayuda mucho el acompa?amiento de la unidad. Uno de los mayores problemas de quienes sufren un infarto, seg¨²n el doctor Abell¨¢n, es que los pacientes tienen mucho miedo a la actividad f¨ªsica. ¡°Creen que no deben hacer esfuerzos, que no pueden levantar pesos, y es todo lo contrario¡±, relata. En las unidades de rehabilitaci¨®n miden sus capacidades y les indican hasta d¨®nde pueden llegar.
¡°Lo que peor llevan la mayor¨ªa son los ejercicios de fuerza¡±, cuenta Almudena Fern¨¢ndez, fisioterapeuta de la unidad del Gregorio Mara?¨®n. ¡°La gente tiene muy integrado que tienen que moverse, que tienen que caminar una hora. Yo no les limito al tipo de ejercicios: pueden bailar, pueden correr, pueden saltar, pueden montar en bici, pueden hacer lo que quieran, siempre y cuando se ajuste a los l¨ªmites que les marco¡±. Pero las pesas han estado desterradas de la vida de la mayor¨ªa, ¡°especialmente de las mujeres¡±, y les cuesta mucho emprender entrenarse con ellas.
No se trata solo de inculcarles la idea de que tienen que ejercitarse y comer sano. Lo que muchos pacientes necesitan es una educaci¨®n deportiva y nutricional para saber qu¨¦ es realmente saludable para sus vidas.
Todo es m¨¢s f¨¢cil en grupo, seg¨²n los pacientes y profesionales consultados. Y por eso es mucho m¨¢s cuesta arriba para los que no tienen acceso a unidades de rehabilitaci¨®n. Incluso para los que van a una, el ejercicio f¨ªsico es un h¨¢bito dif¨ªcil de mantener. ¡°Tomar las pastillas es mucho m¨¢s sencillo, no supone esfuerzo, pero esto requiere mucha fuerza de voluntad. Aproximadamente el 50% lo abandona¡±, reconoce Fern¨¢ndez.
Otros, seg¨²n la m¨¦dica rehabilitadora Marta Superv¨ªa, salen de la unidad mucho m¨¢s en forma de lo que estaban antes del accidente cardiovascular. ¡°Venir aqu¨ª y ser parte de un grupo les ayuda mucho. Quedan por Whatsapp, salen a hacer ejercicios juntos. En algunas edades procuramos hacer grupos por sexos porque hay generaciones a las que les da palo ponerse a hacer ejercicio delante de se?oras (o se?ores, seg¨²n el caso)¡±, cuenta.
Terapia psicol¨®gica
Tambi¨¦n es m¨¢s f¨¢cil en grupo el tratamiento psicol¨®gico. ¡°Te sientas en un c¨ªrculo, dices tu nombre, como [los alcoh¨®licos] en las pel¨ªculas, y cuentas qu¨¦ te ha pasado¡±, explica Carlos. ¡°Te encuentras en una situaci¨®n nueva. Y la psicoterapia te hace comprender que est¨¢s viviendo una vida distinta y que a partir de ahora todo cambia. Necesitas un punto de resignaci¨®n que hay que trabajar y para eso ayuda mucho¡±, reflexiona.

Ana Mar¨ªa Guti¨¦rrez, de 65 a?os, sufri¨® su infarto las pasadas Navidades. Paseaba por la calle con su hermana y not¨® una presi¨®n fuerte en el pecho. Llamaron al 112, cuyos profesionales ¡°llegaron enseguida¡±. Se lo detectaron tan pronto que no fue consciente del peligro: pas¨® una noche ingresada y en menos de 24 horas estaba en casa con un stent, un peque?o tubito en una vena o arteria para facilitar el paso de la sangre y que es una de las intervenciones m¨¢s frecuentes tras los infartos. ¡°La psicoterapia me ha servido para darme cuenta de que es algo serio. A otros les pasa al rev¨¦s, est¨¢n muy asustados y ven que, aunque es una enfermedad grave, hay m¨¢s gente como ellos y se puede seguir viviendo¡±, cuenta.
Para no llegar a esta situaci¨®n, los m¨¦dicos enfatizan la importancia de los h¨¢bitos saludables: dieta sana, ejercicio, abstenerse del alcohol y del tabaco. Es m¨¢s f¨¢cil de decir que de hacer. Como para muchos es tarde, Luis Rodr¨ªguez Padial, presidente electo de la SEC, resalta la importancia de la disponibilidad de desfibriladores, que podr¨ªan evitar muchas de las muertes que no llegan al hospital. Una vez en ellos, m¨¢s del 90% de quienes sufren un infarto sobrevive, seg¨²n los datos de la sociedad.
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