Las grietas del sistema que fall¨® a Maialen, la mujer asesinada en Vitoria
Jaime Roca llevaba meses quebrantando la orden de alejamiento que pesaba sobre ¨¦l, las autoridades lo sab¨ªan y hablaron con la v¨ªctima en al menos tres ocasiones durante el ¨²ltimo medio a?o
Jaime Roca huy¨® de Vitoria en un taxi. En un peaje de la AP-68, cuando el coche atravesaba la provincia de Zaragoza, la Guardia Civil dio el alto al veh¨ªculo y detuvo al pasajero. Eran las 20.35 del domingo 28 de mayo. Ese hombre de 34 a?os, valenciano, acababa de asesinar a su expareja en la habitaci¨®n de un apartahotel. Lo hizo delante de la hija de ambos, de tres a?os, y se march¨® dejando all¨ª a la peque?a, con el cad¨¢ver de su madre, de 32, embarazada de algo m¨¢s de tres meses de gemelos, tambi¨¦n de su presunto asesino. Sobre ¨¦l hab¨ªa, vigente y desde hace meses, una orden de alejamiento que le imped¨ªa acercarse a ella a menos de 500 metros. Aun as¨ª, se ve¨ªan. Conviv¨ªan por temporadas, iban a ser padres de nuevo. Y las autoridades lo sab¨ªan. Maialen estaba registrada en el sistema del Ministerio del Interior como un caso de violencia machista de riesgo alto. Su expediente constaba a la Polic¨ªa Nacional, a la Guardia Civil y a la Ertzaintza.
C¨®mo pudieron darse las circunstancias para que ocurriera es algo que la investigaci¨®n que ha abierto la Ertzaintza deber¨ªa poder explicar. Por el momento, lo que se conoce es una cronolog¨ªa salpicada de cambios de residencia y viajes de ambos ¡ªM¨¢laga, Valencia, Vitoria¡ª, de ideas sobre el amor que impiden percibir la violencia, y de grietas institucionales por las que esa violencia acab¨® col¨¢ndose.
No se sabe cu¨¢ndo comenz¨® la relaci¨®n, pero hace al menos tres a?os y medio. El 22 de diciembre de 2021 se casaron y ese mismo d¨ªa bautizaron a su hija. Tampoco se conoce cu¨¢ndo comenz¨® la violencia, pero la primera vez que Maialen entr¨® al sistema policial tuvo que ser hace al menos seis meses, y en M¨¢laga, porque la orden de alejamiento fue ordenada por un juzgado de Torremolinos. Por eso, a principios de este a?o, la Ertzaintza tuvo conocimiento por primera vez de la existencia de Maialen como v¨ªctima de violencia de g¨¦nero, y de la imposici¨®n judicial que pesaba sobre Roca. Fue el domingo 29 de enero.
Ambos estaban en un hotel en Vitoria, de donde era ella, y la polic¨ªa auton¨®mica supo de este caso por ¡°una comunicaci¨®n que se recibi¨® por parte de los responsables y trabajadores del hotel donde se alojaba la pareja, con nombre falso¡±, cont¨® el lunes 29 de mayo el vicelehendakari y consejero de Seguridad del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka. ¡°Llam¨® la atenci¨®n de la persona que se ocupaba de la recepci¨®n del hotel que el nombre con el que oficialmente se hab¨ªan registrado fuera uno y, sin embargo, en su relaci¨®n coloquial y directa, se llamaran con nombres diferentes¡±.
Se efectuaron entonces las ¡°primeras investigaciones¡± y la primera ¡°recogida de informaci¨®n¡±. La Ertzaintza contact¨® con ella. ¡°Se mantiene una entrevista y la mujer confirma los extremos que constan en el expediente, pero dice que ella no se sent¨ªa agredida ni se sent¨ªa en peligro. Que ten¨ªan una relaci¨®n de afectividad que ella quer¨ªa mantener, que estaba trabajando por la retirada de esa orden de alejamiento, y que su quebrantamiento era consentido por ambas partes. La relaci¨®n la manten¨ªan consciente y deliberadamente ambas partes¡±, dijo Erkoreka. Los agentes hacen un primer atestado y lo ponen en conocimiento del juzgado correspondiente en el que se incluye ¡°el quebrantamiento de la orden, que es el delito del que se tiene constancia en ese momento¡±.
Maialen y Roca desaparecen de Vitoria. Porque esa ciudad, como confirm¨® el vicelehendakari, ¡°no era su residencia habitual¡±. Y vuelven a la Comunidad Valenciana, de donde era ¨¦l.
Se fueron a Castell¨®n y, en esos meses, ¨¦l public¨® mensajes en sus redes sociales desde El Puerto de Sagunto y Valencia. En abril, ambos llegaron a Burriana, una localidad de 35.000 habitantes al sur de la provincia de Castell¨®n. All¨ª, Maialen acudi¨® varias veces a las autoridades para intentar dejar sin efecto la orden judicial que le otorgaba protecci¨®n y que, en principio, deber¨ªa haberla mantenido al menos a medio kil¨®metro de distancia de ¨¦l. La ¨²ltima vez que fue a las autoridades, fue para contarles que quer¨ªa marcharse. El 18 de mayo, ¡°la Guardia Civil de Burriana entra en contacto con la Ertzaintza para comunicar que Maialen les hab¨ªa transmitido su voluntad de trasladar su residencia de Burriana a Euskadi, y ese d¨ªa se traslada a Euskadi¡±, explic¨® Erkoreka.
V¨ªctima de riesgo
Ella constaba como v¨ªctima de riesgo alto en la Comunidad Valenciana, uno de los m¨¢s altos en la clasificaci¨®n con el que se siguen los casos de violencia machista, y la Guardia Civil era consciente del peligro que corr¨ªa. En ese contexto, los agentes valencianos decidieron acompa?arla hasta all¨ª. As¨ª, la seguridad de Maialen pas¨® a manos de la Ertzaintza, cuyos procedimientos para los casos de violencia machista son aut¨®nomos, como tambi¨¦n lo son los de Catalu?a. Ninguno de los dos territorios est¨¢ dentro del Sistema VioG¨¦n, el procedimiento previsto para seguir a estas v¨ªctimas en el territorio espa?ol.
Cuando lleg¨® a Vitoria, ¡°la Ertzaintza entra inmediatamente en contacto con ella para evaluar el nivel de riesgo que se pueda producir o en el que se pueda encontrar¡±. Al d¨ªa siguiente, el 19 de mayo, ¡°se tuvo una larga conversaci¨®n con ella¡± y, en esa primera entrevista, ¡°la v¨ªctima ratifica el testimonio que hab¨ªa prestado en enero¡±, sigui¨® el lunes narrando Erkoreka. Y repiti¨®: ¡°Vuelvo a insistir en que el quebrantamiento de la orden es voluntario y consentido por ambas partes, que la relaci¨®n no generaba miedo en ella, y que su deseo era poder establecer una relaci¨®n de afectividad con plena normalidad y sin ninguna incidencia de expedientes policiales o judiciales¡±.
De nuevo en su ciudad, Maialen volvi¨® a alojarse en un apartahotel ¡ªtambi¨¦n con nombre falso¡ª, el L¨ªbere, antiguo hotel Barcel¨®, ubicado en el n¨²mero 45 de la avenida de Gasteiz. Mientras, la Ertzaintza hab¨ªa procedido a investigar de nuevo el caso y a hacer su propia evaluaci¨®n del riesgo a trav¨¦s de su sistema, el EBA. El vicelehendakari no dio muchos m¨¢s detalles: ¡°Las primeras diligencias son policiales y la evaluaci¨®n del riesgo en primer lugar requiere intervenci¨®n policial y la aplicaci¨®n de los criterios establecidos por la propia polic¨ªa para evaluar el riesgo, sobre todo a partir de la informaci¨®n que da la mujer. Ella es la principal suministradora de la informaci¨®n de su situaci¨®n, e indagaciones alternativas, en contraste con la informaci¨®n de Polic¨ªa Nacional y Guardia Civil¡±.
Afirm¨® que tambi¨¦n ¡°se habl¨® con ¨¦l¡±, con Roca, al menos la primera vez que estuvieron en Vitoria, en enero. E insisti¨® a lo largo de toda la comparecencia en el relato de Maialen: ¡°En mayo, la v¨ªctima vuelve a asentir que el quebrantamiento de la orden de alejamiento es consensuado y que su pareja no generaba miedo en ella¡±. Nueve d¨ªas despu¨¦s, ella no lleg¨® a la comida que ten¨ªa con su familia.
¡°Cuando detectan que no se presenta, se acercan al apartahotel y descubren el cuerpo de Maialen y a la criatura¡±, explic¨® Erkoreka. La ni?a qued¨® bajo custodia m¨¦dica y ¡°aparentemente en buena situaci¨®n de salud¡±. Se atendi¨® a los familiares y la investigaci¨®n se abri¨® de inmediato. El primer visionado de las c¨¢maras de seguridad apunt¨® hacia Roca y hacia su posible huida a la Comunidad Valenciana. La Ertzaintza avis¨® a la Polic¨ªa Nacional y la Guardia Civil y, en unas horas, uno de los controles del instituto armado en Zaragoza lo detuvo en el taxi en el que intentaba escapar.
El viernes, 2 de junio, al comit¨¦ de crisis sobre violencia machista en el Ministerio de Igualdad, en Madrid ¡ªque re¨²ne a los ministerios de Interior, Igualdad, Justicia y las autonom¨ªas donde se producen los asesinatos¡ª, falt¨® Pa¨ªs Vasco. Estaban teniendo la reuni¨®n de su propia comisi¨®n en la capital alavesa, en la sede de Emakunde ¡ªel Instituto Vasco de la Mujer¡ª. Tras ella, en rueda de prensa, comunicaron que la Ertzaintza estaba haciendo ¡°un an¨¢lisis profundo¡± de lo que hab¨ªa sucedido en el asesinato de Maialen, con el objetivo de ¡°revisar los protocolos que sean necesarios y mejorar la coordinaci¨®n con el resto de [las] instituciones y [los] agentes implicados en la protecci¨®n de las mujeres: fiscal¨ªa, judicatura, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado¡±.
Las grietas del sistema
En este caso, toda esa cadena ¡°fall¨®¡±, dice Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno contra la violencia de g¨¦nero y m¨¦dico forense, quien ve ¡°dos principales errores¡±. Uno es no haberle puesto un dispositivo a un hombre en un caso de riesgo extremo. El otro, incidir en que no se tomaron medidas por la percepci¨®n del riesgo de la propia v¨ªctima, ¡°cuando se conoce que las mujeres v¨ªctimas de violencia machista minimizan el riesgo hasta el punto de que entre un 70% y un 80% no denuncian¡±; de media, tardan ocho a?os en hacerlo. As¨ª, alega Lorente, ¡°no se puede consensuar con la v¨ªctima las medidas m¨¢s adecuadas. Primero, porque son disposiciones judiciales y una medida judicial no es opinable, y, segundo, [porque eso] demuestra que el sistema se preocupa mucho m¨¢s de minimizar las medidas, contando incluso con el argumento de que ella no percib¨ªa riesgo: victimiz¨¢ndola a¨²n m¨¢s, haci¨¦ndola responsable¡±.
El m¨¦dico explica que una mujer que ha convivido con un maltratador necesita, de base, una red profesional de apoyo y terapia para recuperarla de las consecuencias de ese maltrato: ¡°Sabemos lo que produce la violencia en el plano cognitivo y emocional. Si no rompes con eso que se ha construido en el c¨ªrculo de la violencia ¨Dla culpabilizaci¨®n, la normalizaci¨®n de esa violencia, la idea de que a pesar de todo te quiere y todos los mitos del amor rom¨¢ntico que se conocen¨D la opini¨®n de la v¨ªctima va a ir en contra de la propia v¨ªctima, y el Estado tiene que saberlo. Que la v¨ªctima no vea peligro es normal. Que no lo vean las instituciones es para asumir responsabilidades¡±.
En uno de los protocolos de actuaci¨®n de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de coordinaci¨®n con los ¨®rganos judiciales para la protecci¨®n de las v¨ªctimas, aparecen algunas de las medidas posibles, que pueden ser vigilancia electr¨®nica del imputado, vigilancia policial no continuada o protecci¨®n permanente durante las 24 horas del d¨ªa. ¡°A estos efectos¡±, se lee en ese protocolo, ¡°deber¨¢ tenerse en cuenta lo siguiente: en ning¨²n caso las medidas de protecci¨®n pueden quedar al libre albedr¨ªo de la v¨ªctima. Siempre que sea posible se har¨¢ recaer en el agresor el control policial del cumplimiento de la orden de protecci¨®n o medida de alejamiento¡±.
Ninguna de esas cuestiones se aplicaron en el caso de Maialen. Roca, adem¨¢s, se saltaba esa orden de forma continua. ¡°En caso de incumplimiento doloso por el imputado de la medida de alejamiento, se produce un incremento objetivo de la situaci¨®n de riesgo para la v¨ªctima, por lo que se proceder¨¢ a la inmediata detenci¨®n del infractor¡±, fija tambi¨¦n ese protocolo. Y aqu¨ª recuerda Lorente que la alusi¨®n de Erkoreka a que ¡°el quebrantamiento de la orden es voluntario y consentido por ambas partes¡± es ¡°totalmente err¨®nea¡±.
El Tribunal Supremo ya fij¨® criterio sobre esta cuesti¨®n en 2008 ¡ªen el acuerdo del Pleno no Jurisdiccional de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, del 25 de noviembre de 2008¡ª: ¡°El consentimiento de la mujer no excluye la punibilidad a efectos del art¨ªculo 468 del C¨®digo Penal¡±. Lorente ahonda sobre esto: ¡°El quebrantamiento voluntario es manipular la realidad, la v¨ªctima no tiene ninguna restricci¨®n, es ¨¦l quien tiene la orden y ¨¦l quien se la salta. No se puede perder de vista nunca la dependencia emocional, el enganche, que las v¨ªctimas tienen de sus maltratadores¡±.
El exdelegado, que lleva d¨¦cadas conociendo y analizando los entresijos de la violencia machista, recuerda que ¡°hay infinidad de casos en los que ellos las llaman, les dicen que necesitan hablar, que vayan a verlos, que solo quieren aclarar las cosas. Si ellas van voluntariamente, no est¨¢n quebrantando nada, pero ellos tienen que salir disparados. Lo contrario es volver a poner la responsabilidad en la v¨ªctima¡±. Insiste en dos cuestiones: en que ¡°ella no quebranta nada, no es un quebrantamiento, es un acercamiento, y la responsabilidad es de ¨¦l¡±. Y en una grieta institucional: ¡°Si te has saltado, como Estado, la parte de asistir a la v¨ªctima para recuperarla de ese c¨ªrculo de la violencia, lo que ocurra despu¨¦s es parte de haberte saltado esa parte, porque si se hubiera hecho, seguramente esa mujer ya no querr¨ªa hacer ese acercamiento voluntario¡±.
Seg¨²n la OMS, ¡°la violencia se puede predecir y prevenir¡± y ¡°la predicci¨®n debe estimar la probabilidad de ocurrencia de un evento violento¡±. En Espa?a, para eso, los sistemas de predicci¨®n de riesgo tienen indicadores. Otro protocolo, el de valoraci¨®n de riesgo, dice que ¡°para los casos en los que la potencial v¨ªctima de la violencia est¨¢ identificada, como ocurre en la violencia de pareja, la investigaci¨®n indica que resulta de inter¨¦s atender a los factores de riesgo de victimizaci¨®n¡±. Y se?ala que, en violencia machista, ¡°se ha comprobado que la autopercepci¨®n subjetiva de riesgo por parte de la v¨ªctima es un factor con gran fuerza de asociaci¨®n con la predicci¨®n de la reincidencia y, como tal, es incluido en muchas de las gu¨ªas de valoraci¨®n del riesgo de violencia de pareja¡±.
Indicadores de riesgo: embarazo, menores a cargo, reanudar la convivencia
En el formulario del sistema VioG¨¦n hay un apartado dirigido a conocer la percepci¨®n que tiene la v¨ªctima de su propio riesgo, ¡°si bien, despu¨¦s de registrar la respuesta de la v¨ªctima, el profesional que realiza la valoraci¨®n tiene que responder a una respuesta de control para establecer en qu¨¦ medida la v¨ªctima puede estar infravalorando su riesgo¡±, se lee en el protocolo. Entre los indicadores de riesgo de la v¨ªctima est¨¢n: haber ¡°reanudado la convivencia con el agresor¡±; ¡°se niega a declarar o se retracta¡±; ¡°realiza otras actividades que van en contra de su propia seguridad¡±; ¡°se encuentra en periodo de gestaci¨®n¡± o ¡°la v¨ªctima tiene menores o familiares a su cargo¡±. En el apartado del agresor, est¨¢n, entre otros: ¡°el agresor muestra una actitud pac¨ªfica¡± o ¡°se ha llegado a poner en contacto con la v¨ªctima cuando pesaba sobre ¨¦l, en vigor, una medida de alejamiento o una prohibici¨®n para comunicarse con ella¡±.
En todos ellos est¨¢ la historia de violencia de Maialen y Roca. A trav¨¦s de todo este caso, seg¨²n Lorente, se percibe c¨®mo ¡°al final se le da mucha m¨¢s credibilidad al relato de la violencia que al delito¡±. El relato es lo que creemos y el delito es la respuesta a la agresi¨®n, y ¡°el relato no es una construcci¨®n individual, sino social y cultural¡±.
?Por qu¨¦ una v¨ªctima cree que no hay peligro? ¡°Porque social y culturalmente se parte de una idea de que le puede pasar a cualquiera, que no est¨¢ bien, pero que estas cosas pasan en las relaciones de pareja. En esa construcci¨®n de la violencia, esta se normaliza, y luego se fragmenta para explicarla. Es la idea de que hay una relaci¨®n con agresiones puntuales, pero no una relaci¨®n violenta. Entienden que tienen algo de culpa, y eso se une a la idea de miedo: da m¨¢s miedo no quedarse en la relaci¨®n que gestionar la relaci¨®n, porque se piensa en el compromiso, en que se ha adquirido ese compromiso y no se puede romper: que hay que intentarlo, m¨¢s cuando se tienen hijos¡±. As¨ª, si las mujeres en estas espirales de violencia, psicol¨®gica o f¨ªsica o ambas, no pueden ver la violencia para cuestionar la propia relaci¨®n, ¡°mucho menos pueden verla como riesgo¡±.
La pasada semana, la familia de Maialen, en un comunicado, ped¨ªa ¡°que no se busquen m¨¢s culpables que quien decidi¨® cometer este atroz acto, porque no ser¨ªa justo ni ¨¦tico¡±. La responsabilidad del asesinato es de quien lo comete, s¨ª, dice Lorente, pero ¡°la protecci¨®n de las mujeres es del Estado¡±.
En lo que va de a?o, 21 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas ¡ªun n¨²mero que ascender¨ªa a 23 si se confirma la motivaci¨®n machista de los ¨²ltimos cr¨ªmenes de Torremolinos y Cornell¨¤. Desde que arranc¨® la estad¨ªstica oficial, en 2003, son 1.205. Los menores hu¨¦rfanos por violencia de g¨¦nero en Espa?a ascienden a 22 en 2023 y a 399 desde 2013.
El tel¨¦fono 016 atiende a las v¨ªctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del d¨ªa, todos los d¨ªas del a?o, en 52 idiomas diferentes. El n¨²mero no queda registrado en la factura telef¨®nica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. Tambi¨¦n se puede contactar a trav¨¦s del correo electr¨®nico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el n¨²mero 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al tel¨¦fono de la Fundaci¨®n ANAR 900 20 20 10. Si es una situaci¨®n de emergencia, se puede llamar al 112 o a los tel¨¦fonos de la Polic¨ªa Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicaci¨®n ALERTCOPS, desde la que se env¨ªa una se?al de alerta a la Polic¨ªa con geolocalizaci¨®n.
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