La ¡®guerra de las sombrillas¡¯: multas de 750 euros por reservar sitio en la playa y tumbonas de pago en expansi¨®n
La masificaci¨®n de los arenales mediterr¨¢neos lleva a numerosos ayuntamientos a imponer sanciones y vigilar el avance de las hamacas privadas
Son las 10 de la ma?ana y Pedro, jubilado cordob¨¦s, ha plantado dos sombrillas y tres sillas en primera l¨ªnea de la playa de Ferrara, en Torrox, en M¨¢laga. El mar est¨¢ movido y algunas olas rozan su peque?o campamento. Paciente, se moja los pies mientras espera a que sus hijos y nietos lleguen algo m¨¢s tarde. Sabe que no puede abandonar ese espacio demasiado rato porque una ordenanza municipal multa con hasta 300 euros a quienes dejen sus enseres varias horas con el ¨²nico objetivo de guardar sitio en la orilla. ¡°Esto no se puede reservar, es de todos. Me parece estupendo que se persiga¡±, dice el hombre, que compr¨® hace a?os un apartamento en esta localidad de la Axarqu¨ªa y que ahora disfruta toda su familia. Esta playa urbana es amplia, pero entre los numerosos negocios de hamacas ¡ªque despliegan centenares sobre la arena a cinco euros el d¨ªa¡ª, y la llegada de miles de turistas que multiplican la poblaci¨®n en verano, la primera l¨ªnea es un bien preciado. ¡°Quien quiera el mejor sitio, que madrugue¡±, apunta Soledad Garc¨ªa, tambi¨¦n jubilada, que lleva de ch¨¢chara con sus amigas desde primera hora, antes de que el sol apriete.
¡°Aplicamos la ordenanza a rajatabla porque no puede ser que haya quien llegue a las siete de la ma?ana, clave su sombrilla y no vuelva hasta las doce del mediod¨ªa, con su sitio reservado, como un marqu¨¦s. Perseguimos al insolidario¡±, explica el alcalde de Torrox, ?scar Medina (PP), que impuls¨® la medida en 2015. El jefe de polic¨ªa del municipio, Jos¨¦ Manuel Ruiz, recuerda que entonces se llevaban camiones cargados de sillas y sombrillas. Hoy apenas hace falta una camioneta y solo en d¨ªas se?alados o fines de semana, porque vecinos y visitantes habituales ya saben que no pueden reservar en primera l¨ªnea. ¡°No perseguimos sombrillas. Cuando vigilamos, nos aseguramos de que los enseres lleven ah¨ª varias horas sin que nadie aparezca. Pasamos una vez, volvemos luego, consultamos con los ba?istas de alrededor. Solo entonces procedemos. Y si se deja todo en quinta l¨ªnea, ah¨ª no actuamos porque son playas anchas y no molesta a nadie¡±, afirma el responsable policial.
Cuando se llevan toallas, sillas o sombrillas no hay manera de identificar a sus propietarios, as¨ª que la multa no es directa. Solo cuando sus propietarios llegan al ayuntamiento para protestar ¡ªmuchos de malas maneras¡ª es cuando se les notifica la multa. ¡°Esto es como la gr¨²a: para retirar tus cosas tienes que pagar, y encima te llevas la sanci¨®n. Por eso casi nadie lo hace¡±, apunta el regidor torroxe?o. Tras un tiempo prudencial, los objetos retirados de la arena acaban en el punto limpio de la localidad. La medida tambi¨¦n se aplica en el municipio vecino de Algarrobo, seg¨²n confirma la alcaldesa, Natacha Rivas.
En la costa valenciana, en Calpe, Alicante, desde hace cinco a?os nadie puede reservar un espacio en primera l¨ªnea de playa con una tumbona o una sombrilla antes de las 9.30 de la ma?ana. Tampoco se pueden abandonar durante m¨¢s de tres horas para que nadie pueda ocupar ese sitio. ¡°Ante la evidencia de instalaci¨®n de estos elementos sin la presencia de un responsable o titular¡±, se?ala la ordenanza municipal, la Polic¨ªa Local o el personal de limpieza los retirar¨¢ y los trasladar¨¢ al dep¨®sito municipal, de donde nadie los suele recoger. ¡°Cuando alguien comprueba que sus cosas han desaparecido, les sale m¨¢s barato comprar unas nuevas antes que pagar la multa¡±, se?alan fuentes del consistorio calpino. La sanci¨®n establecida por el decreto local es de 750 euros y pretende dar respuesta a ¡°numerosas quejas¡± de quienes encuentran las playas ocupadas y del servicio de limpieza. ¡°M¨¢s de una vez ha tenido que bajarse el operario del tractor que allana la arena para retirar una sombrilla¡± que hab¨ªa sido colocada de buena ma?ana.
La operaci¨®n se repite en diferentes localidades tur¨ªsticas de la Costa Blanca. En la m¨¢s famosa de todas, la alicantina Benidorm, un reportaje del diario sensacionalista brit¨¢nico Daily Mail, acusaba este julio a los ba?istas locales de acaparar espacios en la playa de madrugada, desde las 5.30 de la ma?ana, en detrimento del turista brit¨¢nico. ¡°Nadie reserva espacio en las playas¡±, aseguran fuentes municipales, que niegan la existencia de una ¡°guerra de sombrillas¡±. Hasta los ba?istas m¨¢s madrugadores se quedan disfrutando del mar durante horas, afirman. La sanci¨®n por la reserva de espacio es la misma que en Calpe, 750 euros, pero la Polic¨ªa Local retira ¡°los elementos instalados irregularmente¡± solo cuando ¡°son causa de conflicto entre distintos usuarios¡±.
A los municipios alicantinos se suma Cullera, en Valencia, cuyas sanciones por reservar hueco en la arena tambi¨¦n son de 750 euros, aunque nunca se han aplicado. Las continuas quejas de los turistas durante a?os condujeron a la implantaci¨®n de una ordenanza en 2020 en virtud de la que el a?o pasado se retiraron 150 elementos playeros en apenas mes y medio, pero no hubo multas. Desde el Ayuntamiento se apela a la conciencia c¨ªvica y conf¨ªan en la eficacia de una campa?a informativa a los ba?istas realizada el a?o pasado.
Ocupaci¨®n privada de las playas
En otros lugares de la comarca de la Axarqu¨ªa, como V¨¦lez-M¨¢laga, cuya poblaci¨®n se cuadriplica en temporada estival, no se sanciona la reserva de espacio para la sombrilla. Tampoco en Marbella o Estepona, donde las quejas apuntan m¨¢s hacia la gran cantidad de espacio que ocupan los chiringuitos, sus terrazas y la zona para hamacas o camas balinesas, su versi¨®n m¨¢s sofisticada. ¡°Hay sitios donde no cabe ni la toalla y las playas son, en la pr¨¢ctica, privadas¡±, cuentan fuentes ecologistas.
Otras fuentes explican que en algunos puntos del litoral marbell¨ª ¡°se supera el 40?% de ocupaci¨®n privada de la playa¡±. La asociaci¨®n Ecologistas Malaka inici¨® en verano de 2021, junto a Ecologistas en Acci¨®n, una campa?a de denuncias contra chiringuitos que ¡°urbanizan¡± el litoral con infraestructuras fijas y exceden la ocupaci¨®n prevista con grandes terrazas ante la falta de vigilancia de los ayuntamientos.
En la costa de Catalu?a, este a?o m¨¢s del 35?% de las solicitudes de uso de las playas corresponden a servicios tipo chiringuitos o alquiler de sombrillas y embarcaciones. ¡°No se est¨¢ yendo hacia un modelo de privatizaci¨®n, es imposible porque la Ley de Costas de 1988 lo proh¨ªbe. Simplemente, se ofrecen servicios p¨²blicos de calidad concesionados que ocupan temporalmente una parte de las playas¡±, asegura el Jefe de Servicio del Litoral de la Generalitat, Juantxu Barroso. ¡°Puede ser que haya quien tenga la percepci¨®n de que se privatizan las playas, pero la realidad no es esa¡±, asegura. Las playas urbanas pueden tener una ocupaci¨®n del espacio del 50?% y las naturales del 10?%, ¡°pero nunca se llega a m¨¢ximos¡±, asegura Barroso.
Objeto de duras cr¨ªticas por la presencia de sombrillas y tumbonas de pago es Begur, una de las joyas del coraz¨®n de la Costa Brava. Su alcaldesa, Maite Selva, defiende ¡°un modelo de calidad, limpio y ordenado¡±. De las ocho playas del municipio, la mayor¨ªa peque?as calas entre acantilados, cinco tienen sombrillas de pago. Los principales indignados son vecinos que consideran ¡°una verg¨¹enza tener que pagar¡± para ir a ¡°sus playas¡±, ya que visualmente les da la impresi¨®n de que las tumbonas privadas ocupan mucho espacio.
Tambi¨¦n hay quejas en las redes sociales por lo que se considera como una privatizaci¨®n de las playas. Las que m¨¢s cr¨ªticas reciben son las de Aiguablava, pese a que mide 2.580 m? y la superficie ocupada es de 240 m?, con 20 sombrillas y el doble de tumbonas a 25 euros por medio d¨ªa, y la Sa Tuna, donde este a?o hay seis sombrillas y una docena de tumbonas. Selva, que defiende ¡°un modelo p¨²blico que deja el 80?% de la playa libre cuyo objetivo es dar un servicio de calidad¡±, lamenta que siempre suenen m¨¢s las cr¨ªticas que las felicitaciones y avanza que ¡°cuando acaben las concesiones, algunas el verano que viene, se valorar¨¢ c¨®mo ha ido y se decidir¨¢ si se mantienen¡±.
El modelo italiano: gesti¨®n privada y 30 euros al d¨ªa por alquilar tumbona
La panor¨¢mica de las playas mediterr¨¢neas en Italia en verano es la de kil¨®metros de arena regados con miles de tumbonas y sombrillas divididas por secciones y colores, gestionadas por diferentes propietarios. La mayor¨ªa de las playas est¨¢n privatizadas, informa Lorena Pacho. El acceso a la playa suele consistir en un sendero entarimado que a menudo conecta con un bar, un restaurante o una helader¨ªa. Las condiciones var¨ªan dependiendo de los establecimientos y las regiones, pero en general no se paga una entrada como tal, pero s¨ª el alquiler de la tumbona y la sombrilla. El precio medio es de 30 euros por d¨ªa, que suele aumentar en los fines de semana o en temporada alta y puede llegar a los 100 euros.
Por ley, el acceso al mar y el tr¨¢nsito por estas playas est¨¢ permitido y es gratuito para todos, pero en estos lugares no se puede colocar la toalla, tumbona o sombrilla propia ni hacer castillos de arena o similares. En algunos lugares naturales protegidos, la mayor¨ªa en la isla de Cerde?a, se ha establecido un acceso de pago que var¨ªa de uno a seis euros para las personas y ronda los 10 euros para los veh¨ªculos y un n¨²mero limitado de visitantes por d¨ªa.
La normativa italiana, en consonancia con las leyes comunitarias, establece que ¡°debe haber un equilibrio¡± entre las playas privadas y las p¨²blicas, por lo que en teor¨ªa cada cierta distancia deber¨ªa haber una porci¨®n de arena en la que asentarse sin pagar. Pero en la pr¨¢ctica estos espacios son cada vez m¨¢s reducidos, y se crea, adem¨¢s, un contraste llamativo en la imagen de las playas. Los gestores de las privadas se ocupan de limpiar la arena cada d¨ªa y del mantenimiento, mientras que en las p¨²blicas la limpieza compete al ayuntamiento correspondiente, que habitualmente no realiza con la misma periodicidad o trata de descargar funciones en los establecimientos privados que limitan con el espacio p¨²blico. Es com¨²n contemplar playas privadas impolutas, mientras las peque?as p¨²blicas permanecen sucias y desatendidas.
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