La falta de psic¨®logos lastra la atenci¨®n a la salud mental juvenil en la sanidad p¨²blica
Los profesionales destacan que la estructura es ¡°muy buena¡±, pero que son necesarios m¨¢s profesionales: ahora hay solo seis para atender a cada 100.000 ni?os y adolescentes en Espa?a
Las cifras son desalentadoras. En 2021 se suicidaron 22 menores de entre 10 y 14 a?os en Espa?a, la cifra m¨¢s alta desde 1991. El tel¨¦fono de ayuda para j¨®venes con pensamientos suicidas de la Fundaci¨®n Anar atendi¨® 4.554 llamadas el a?o pasado, frente a las 958 de 2019. La pandemia dispar¨® los trastornos de conducta alimentaria y las autolesiones entre los j¨®venes. Y un tercio de las llamadas al tel¨¦fono de informaci¨®n toxicol¨®gica por intentos de suicidio son de menores de 20 a?os. Para atender el incremento de la demanda, en el sistema p¨²blico de salud trabajan a contrarreloj unos 540 psic¨®logos cl¨ªnicos especializados en atenci¨®n infanto-juvenil. Son, aproximadamente, un 19% del total de profesionales a nivel nacional. Conseguir apoyo psicol¨®gico p¨²blico, r¨¢pido, constante y duradero en Espa?a es una odisea para la poblaci¨®n general, pero todav¨ªa lo es m¨¢s para los ni?os y adolescentes que sufren enfermedades o trastornos psicol¨®gicos, quienes han asistido en primera l¨ªnea al empeoramiento inevitable de su salud mental. Los expertos insisten en que la estructura del sistema p¨²blico es muy buena, y la formaci¨®n excelente. Pero falta personal.
En el total del territorio nacional hay, aproximadamente, 6,5 psic¨®logos cl¨ªnicos de media que trabajan con ni?os y adolescentes por cada 100.000 menores de 18 a?os. Sin embargo, esa ratio var¨ªa enormemente dependiendo de la comunidad aut¨®noma en la que resida el ni?o que necesita tratamiento psicol¨®gico. En el Pa¨ªs Vasco, por ejemplo, son casi ocho profesionales los que trabajan en atenci¨®n infanto-juvenil por cada 100.000 menores, mientras que en Castilla y Le¨®n o Andaluc¨ªa hay, ¨²nicamente, dos. Son datos del estudio Psicolog¨ªa Cl¨ªnica infanto-juvenil en el Sistema Nacional de Salud: datos, insuficiencias y horizontes para mejorar. El informe, publicado en 2022, recoge los ¨²ltimos indicadores disponibles que proporcionan las comunidades aut¨®nomas sobre su sistema de atenci¨®n a la salud mental infantil, y proporciona una imagen general del panorama nacional y los profesionales que trabajan en ¨¦l. Muchos de ellos llevan meses advirtiendo de que no dan abasto.
Los expertos insisten en que la estructura del sistema de salud mental en Espa?a no es nada mala. Al contrario. ¡°Es una muy buena red comunitaria, muy bien estructurada¡±, asegura Isabel Cu¨¦llar, una de las principales autoras del estudio y miembro de la junta directiva de la Secci¨®n de Psicolog¨ªa Cl¨ªnica de la Infancia y Adolescencia de la Asociaci¨®n Espa?ola de Psicolog¨ªa Cl¨ªnica y Psicopatolog¨ªa (AEPCP). ¡°Cuenta con profesionales muy formados, con muchas ganas de trabajar. Muchas veces, son esas ganas de trabajar las que sacan el trabajo adelante¡±, corrobora Diego Padilla, tambi¨¦n autor del informe y miembro de la junta directiva de la misma secci¨®n de la AEPCP. El sistema nacional de salud mental se organiza en tres principales niveles de recursos, entre los cuales existe una comunicaci¨®n activa: atenci¨®n primaria, ambulatorio y hospitalizaci¨®n.
Aun as¨ª, en todos los recursos hay grietas. Solo nueve comunidades aut¨®nomas cuentan con psic¨®logos cl¨ªnicos en el nivel de atenci¨®n primaria. Y, algunas de esas nueve, como es el caso de Madrid, no atienden a infancia y adolescencia. ¡°Podemos decir que ese primer escal¨®n estar¨ªa un poco cojo. Pero es verdad que cada vez se van ampliando, y parece que vamos en la direcci¨®n de incorporar m¨¢s psic¨®logos cl¨ªnicos¡±, apunta Cu¨¦llar. La atenci¨®n ambulatoria es, por el contrario, la que ocupa a la gran mayor¨ªa de profesionales: el informe estima que un 86% del total de los psic¨®logos que trabajan con ni?os y adolescentes en todos los dispositivos, 469 de 543, est¨¢n dedicados al ambulatorio. Y en el ¨²ltimo nivel, el de atenci¨®n hospitalaria ¡ªque incluye hospitales de d¨ªa y unidades de ingreso completo para los pacientes con patolog¨ªas m¨¢s graves¡ª la ratio nacional de profesionales es casi testimonial: de 0.8 por cada 100.000 menores de edad. Adem¨¢s, existen comunidades que no cuentan con algunos dispositivos m¨ªnimos de hospitalizaci¨®n para los ni?os y adolescentes, como Extremadura o La Rioja.
En cuanto a las listas de espera para asistir a la primera consulta, ocurre parecido entre la sanidad infanto-juvenil y la de adultos: hay que esperar meses. Los tiempos se han incrementado significativamente en los centros de salud mental y en las consultas externas hospitalarias, seg¨²n indica el informe, aunque los tiempos var¨ªan mucho entre las distintas zonas de Espa?a. ¡°Es muy importante tratar pronto y bien a un ni?o cuando empieza a presentar la sintomatolog¨ªa¡±, expresa Padilla. Muchas de las patolog¨ªas de adultos comienzan a aparecer durante la adolescencia, de ah¨ª que sea imprescindible detectar y atender de manera r¨¢pida. ¡°Imagina el nivel de angustia de una familia que tiene que esperar cinco meses¡±, apunta el psic¨®logo.
Esos cinco meses de lista de espera a los que se refiere Padilla son la norma en muchas zonas de Espa?a, como ocurre en Madrid. ¡°Pero el problema no es entrar. Es que, luego, entre consulta y consulta hay ese mismo tiempo de espera de meses¡±, a?ade Cu¨¦llar. Esto implica que, con el ¨¢nimo de llegar a todo y a todos, los profesionales del sistema nacional de salud tengan que hacer malabares. ¡°Hacemos un gran esfuerzo. Saturamos las consultas y nos sobrecargamos las agendas. Lo hacemos todos los compa?eros. Pero no podemos mantener ese nivel de trabajo para siempre¡±, prosigue la psic¨®loga cl¨ªnica. Todo ello dificulta que los psic¨®logos puedan atender otras tareas que son parte tambi¨¦n de su empleo, como la coordinaci¨®n entre equipos o los informes de valoraciones, o que tengan que alargar la jornada para cumplirlos.
¡°Nuestro trabajo tendr¨ªa que poder ir m¨¢s all¨¢ de la intervenci¨®n psicol¨®gica. En atenci¨®n infantil no se trata solo con el ni?o, sino tambi¨¦n con la familia. Y a veces, con estos tiempos, tenemos que elegir entre los dos¡±, explica Amaia Izquierdo, psic¨®loga cl¨ªnica y autora del informe. ¡°Adem¨¢s, la falta de tiempo dificulta que podamos hacer coordinaciones con la atenci¨®n primaria, con la tutora del colegio, con el equipo de orientaci¨®n, con los servicios sociales. Se elimina lo comunitario, que es muy importante en el caso de ni?os y adolescentes¡±, prosigue la tambi¨¦n miembro de la junta directiva de la secci¨®n de infancia y adolescencia de la AEPCP.
Esto, asegura Izquierdo, constituye una p¨¦rdida de calidad asistencial y de derechos de los ni?os. ¡°Al final no han recibido el mejor tratamiento posible que puedan tener y que podemos ofrecer en Espa?a¡±, a?ade Padilla. Para alcanzar la ratio de 5 por 100.000 habitantes totales recomendada en 2013 por el Royal College of Psychiatrists, habr¨ªa que sumar, al menos, 1.829 psic¨®logos cl¨ªnicos a los 543 que trabajan en el ¨¢mbito infantil. ¡°Esto implicar¨ªa doblar el n¨²mero de profesionales en ambulatorio a nivel nacional y aumentar significativamente el n¨²mero de PEPC en dispositivos de hospitalizaci¨®n infanto-juveniles, que son claramente insuficientes o inexistentes en algunas autonom¨ªas¡±, explican los expertos. ¡°Casi todas las gerencias hospitalarias est¨¢n buscando especialistas en psicolog¨ªa cl¨ªnica con un perfil en infancia y adolescencia. Y no hay. No hay ni para adultos, no hay ni para infantil. Es una situaci¨®n de embudo, bastante cr¨ªtica¡±, incide Padilla.
Existe otro problema: una evidente falta de transparencia y de indicadores actualizados. ¡°Nuestro objetivo¡±, explica Cu¨¦llar, ¡°era hacer un esfuerzo de b¨²squeda y recapitulaci¨®n de todos los datos disponibles, y poder ofrecer as¨ª una estimaci¨®n de los recursos que existen para tratar de visibilizar la situaci¨®n general¡±. Los datos, advierten los autores, son estimaciones, precisamente porque muchas comunidades aut¨®nomas no presentan cifras sobre la cantidad de recursos de los que disponen, o de la lista de espera que tienen. ¡°La soluci¨®n ser¨ªa que se regulase. Una normativa que obligase a todas las comunidades aut¨®nomas a aportar todos los indicadores. Porque esos datos se recogen, pero no son p¨²blicos¡±, expone Cu¨¦llar.
Posibles soluciones
El aumento de las plazas PIR es una de las reclamaciones m¨¢s frecuentes por parte de los profesionales de salud mental para conseguir solucionar la falta de recursos humanos. ¡°Hay que apuntar responsabilidades. Es decir, que las comunidades aut¨®nomas, las consejer¨ªas de sanidad de las comunidades aut¨®nomas, deber¨ªan comprometerse a aumentar las plazas PIR ya. No a medio plazo ni dentro de unos a?os, sino hacerlo ya y de forma significativa¡±, pide Cu¨¦llar. El n¨²mero de plazas de psicolog¨ªa ofertadas en la ¨²ltima convocatoria PIR del Ministerio de Sanidad de 2023 asciende a 247, un 6,9% m¨¢s que el a?o anterior, en el que el n¨²mero de plazas convocadas fue 231.
Dentro de esas plazas, aun as¨ª, los psic¨®logos reclaman que se cree una especialidad sobre infancia y adolescencia. ¡°Al igual que existe la pediatr¨ªa, para atender correctamente a los ni?os, a los adolescentes y tambi¨¦n a sus familias, es necesaria esta especialidad paralela a la actual, no posterior. Que hubiese dos formaciones de cinco a?os distintas, un PIR de adultos y un PIR infantil¡±, desarrolla Cu¨¦llar.
Los tres profesionales insisten en que hay que ¡°poner en valor la sanidad p¨²blica¡±. En que cuenta con profesionales muy bien formados, con muchas ganas de trabajar, y una estructura bien comunicada y pensada. ¡°Solo necesitamos el apoyo de las instituciones¡±, reclama Cu¨¦llar. De ah¨ª la importancia de aumentar la inversi¨®n: prevenir cronicidad y asegurar que todos los menores reciben la atenci¨®n que necesitan.
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