Los pueblos que luchan para reconquistar sus caminos rurales a los terratenientes
Los ayuntamientos de zonas como la Sierra de C¨¢diz se enfrentan a una batalla judicial para inscribir estas antiguas veredas de herradura, un ejemplo es el sendero que dio origen al complot por el que quisieron culpar de tr¨¢fico de drogas al hist¨®rico ecologista Clavero
¡°Prohibido el paso propiedad privada¡±, ¡°zona de reserva¡±, ¡°coto privado de caza¡±, ¡°?peligro!, ganado bravo¡±. Una constelaci¨®n de amenazantes carteles decora la enorme cancela que veda el paso al camino rural en el que se crio Pepe Menacho. A fuerza de idas y venidas al pueblo, ¡°a por tomates, al molino, a por leche¡±, se lo conoce a cada palmo. ¡°Yo deb¨ª ser el ¨²ltimo que entr¨® ah¨ª antes de que lo cerrasen. Pero eso tiene que abrirse ya, ?es de todos!¡±, exclama visiblemente molesto el gaditano de 80 a?os. Cortado desde hace 19 a?os, el camino que va desde Benamahoma a Zahara de la Sierra es el ep¨ªtome de las intrincadas batallas a la que se enfrentan peque?os ayuntamientos rurales de zonas como la Sierra de C¨¢diz para inscribir como p¨²blicos miles de kil¨®metros de senderos hist¨®ricos. Tan cruentas como para crear un burdo complot para intentar hacer pasar por traficante al hist¨®rico ecologista Juan Clavero.
Clavero siente resarcido, al menos en parte, aquel mal trago vivido en 2017, despu¨¦s de que dos de los cuatro acusados por aquella coloqueta hayan sido condenados a un a?o de prisi¨®n por denuncia falsa: hab¨ªan urdido un complot para acusar al hist¨®rico ecologista de tr¨¢fico de drogas. Pero el origen de todo el conflicto, el trecho de 16 kil¨®metros que atraviesa en canal las 2.000 hect¨¢reas que el millonario empresario belga Marnix Galle compr¨® en 2013 en el coraz¨®n de la Sierra de C¨¢diz, sigue cerrado a cal y canto. La inscripci¨®n del camino como p¨²blico en 2010 por parte del Ayuntamiento de Grazalema ¡ªcompetente sobre el tramo en disputa¡ª abri¨® una batalla legal de dos ramificaciones, una ganada por el municipio en el Tribunal Superior de Justicia, la segunda a¨²n atascada en un juzgado de Ubrique. Sin embargo, propiedad y Consistorio paralizaron en mayo ese segundo contencioso para pactar el deslinde necesario para su reapertura. ¡°Si no alcanzamos un acuerdo nos podr¨ªamos llevar a?os, podr¨ªa ser un pleito interminable. Hemos propuesto un trazado con asistencia de la Diputaci¨®n de C¨¢diz y se lo hemos trasladado a la propiedad. Le hemos advertido que no puede demorarse mucho, si no, reactivaremos el procedimiento civil¡±, resume el regidor de Grazalema, Carlos Javier Garc¨ªa.
La vuelta de los vecinos a ese camino que atraviesa la finca de la Bre?a del Agua y que traz¨® estrechas relaciones entre zahare?os y benamahometanos durante siglos no deber¨ªa demorarse mucho m¨¢s de unos meses, aunque ya nadie se f¨ªa. Paradojas de la vida, los seis kil¨®metros de esa misma v¨ªa que discurren por Zahara hasta toparse con otra valla que cercena el camino s¨ª son transitables, pero a¨²n no est¨¢n inscritos como p¨²blicos. Ser¨¢ por poco tiempo. El Consistorio ¡ªde apenas 1.400 vecinos¡ª contrat¨® los servicios del abogado y perito Manuel Perujo para elaborar su inventario pendiente de caminos, paso previo a su inscripci¨®n ante el Registro de la Propiedad. ¡°Estamos en fase de notificaci¨®n a particulares colindantes. Es espectacular el tesoro que tenemos. Los caminos son nuestros, son p¨²blicos, nadie se puede quedar con algo que es de todos, pero es que adem¨¢s son estrat¨¦gicos como senderos¡±, explica el alcalde zahare?o, Santiago Galv¨¢n.
Solo Zahara, con un t¨¦rmino municipal de 72 kil¨®metros cuadrados, ha detectado con ese estudio 200 kil¨®metros de caminos p¨²blicos. Grazalema, en cuyo t¨¦rmino est¨¢ la pedan¨ªa de Benamahoma, ha descubierto 61 v¨ªas, algo m¨¢s de 100 kil¨®metros, en un estudio realizado con la ayuda econ¨®mica de la Diputaci¨®n de C¨¢diz. En ambos consistorios est¨¢n en v¨ªas de hacer los deberes, en otros a¨²n no han comenzado. Cada municipio, habitualmente peque?o y con pocos recursos, hace lo que puede, quiere y sabe ante una tarea que es ¡°una obligaci¨®n legal¡±, como advierte Perujo. ¡°Los caminos son imprescriptibles, inembargables e inalienables, si alguien lo ha ocupado da igual¡±, a?ade el experto, que recuerda que la Ley de Patrimonio de las Administraciones P¨²blicas obliga desde 2003 a la inscripci¨®n. Pero el abogado tambi¨¦n reconoce que el proceso para hacerlo es todo ¡°un galimat¨ªas porque para ir al registro no existe una escritura, porque vienen de tiempos inmemoriales¡±.
En Andaluc¨ªa, la ausencia de una ley de caminos que s¨ª tienen comunidades como Baleares o Extremadura hace m¨¢s intrincado a¨²n el proceso y obliga a Perujo a hacer encaje de bolillos para elaborar sus inventarios. El abogado recurre a cartograf¨ªas antiguas, fuentes hist¨®ricas ¡ªincluso orales¡ª y la jurisprudencia creada en los tribunales para elaborar y justificar su listado. De forma paralela, recomienda a los ayuntamientos aprobar una ordenanza en la que se definan los par¨¢metros de lo que es un camino p¨²blico. Todo para sortear los litigios que arruinan el proceso. ¡°La ratio de caminos cortados no llega al 20%, pero esos hacen mucho ruido. El problema llega cuando cruza una finca de mil hect¨¢reas dedicada a la caza¡±, apunta Perujo. Ah¨ª es cuando el letrado ve a los equipos de gobierno vacilar, temerosos de verse en juicios largos y costosos. ¡°Se discute todo, la sensaci¨®n es de frustraci¨®n porque estamos totalmente maniatados en la defensa de los caminos¡±, a?ade el tambi¨¦n perito.
La historia vital Pepe Menacho y su mujer, Josefa S¨¦llez, de 77 a?os, bien resume c¨®mo han llegado los ayuntamientos rurales a verse en esta complicada tesitura legal del presente. Los dos se criaron en cortijos en mitad de la Sierra. Los caminos y las v¨ªas pecuarias ¡ªestas ¨²ltimas, m¨¢s anchas, competencia p¨²blica de las comunidades aut¨®nomas y no exentas tambi¨¦n de disputas con los privados¡ª eran las arterias que conectaban entre s¨ª a las localidades en tiempos sin carreteras. S¨¦llez recuerda la odisea que fue llevar al m¨¦dico a su hermano ¡°metido en el ser¨®n de un burro¡±. Menacho se acuerda de c¨®mo el fin del carb¨®n como combustible y la emigraci¨®n rural le llev¨® a salir de Espa?a a ¨¦l tambi¨¦n y a pasar una d¨¦cada por Europa, all¨¢ por los 70. ¡°Fue entonces cuando se perdi¨® la actividad de los caminos¡±, resume Clavero, sentado en un banco en la plaza de Benamahoma con el matrimonio y otros mayores que, como la pareja, resid¨ªan en el campo.
Cuando Menacho regres¨® a su casa, despu¨¦s de encontrar un trabajo como carpintero en la cooperativa de muebles del pueblo, el campo ya hab¨ªa cambiado. Nuevos due?os se hab¨ªan hecho con las fincas y, en algunos casos, hab¨ªan cercenado veredas que atravesaban sus propiedades. ¡°Si las desamortizaciones del XIX ya fueron un saqueo para el campo porque se perdieron tierras comunales, esto fue un saqueo por desidia. Pero en los 80 surgi¨® el senderismo y comenzaron las reivindicaciones¡±, explica Clavero. El ecologista, comprometido e incansable como pocos, presume de los remiendos de seis pa?os de malla de alambre que suma ya el camino de Zahara, de tanto cortarlo. Ecologistas en Acci¨®n lleva ya m¨¢s de una d¨¦cada organizando marchas en C¨¢diz en defensa de los caminos y presume de haber conseguido la reapertura de v¨ªas en Prado del Rey o San Jos¨¦ del Valle. En otros puntos, como en la finca Las Albarradas de Grazalema, no lo han conseguido, como ejemplifica Clavero.
Santa Ana la Real, un pueblecito onubense de 475 habitantes, se?ala el camino de los beneficios que esperan a los consistorios que se determinen a culminar la inscripci¨®n de sus veredas de herradura. Desde hace 16 a?os lleva inmerso en el proceso y ha elaborado una gu¨ªa pr¨¢ctica para ayudar a otros municipios en la misma tesitura. ¡°La reenviamos a los 45 municipios de C¨¢diz y solo contestaron tres¡±, se queja Clavero, molesto con ¡°la lentitud y desidia¡± de muchos municipios. Adem¨¢s, el pueblo de Huelva ha se?alizado y divulgado cada v¨ªa para convertirla en un recurso de turismo activo. Y Perujo da otra poderosa raz¨®n para hacerlo: ¡°Es cierto que hay que verlo como una obligaci¨®n para acabar con un limbo jur¨ªdico, pero que un Ayuntamiento tenga su red de caminos inscrita aumenta su patrimonio municipal, lo que aumenta su solvencia financiera para presupuestos. Adem¨¢s, para optar a subvenciones para arreglar esos caminos te piden la titularidad de los mismos¡±.
Manuel Jarillo se suma a la conversaci¨®n distendida en la plaza. Recuerdan que Clavero y Ecologistas en Acci¨®n organizaron una marcha d¨ªas despu¨¦s de aquella pesadilla de verse engrilletado por una denuncia falsa. Fue multitudinaria. All¨ª estuvieron Menacho, S¨¦llez o Jarillo. ¡°Esos caminos eran para estar unidos. Te encontrabas con uno que iba para un sitio y otro que volv¨ªa de otro¡±, apunta este ¨²ltimo. El sol de octubre comienza a ponerse y las escarpadas crestas de la Sierra comienzan a virar del verde al negro. Clavero se?ala al valle que se abre entre las dos, la zona cero de la discordia, y se esfuerza por explicar lo que hay dentro: ¡°una laguna, un bosque de pinsapos, alcornoques, algarrobos¡ Es una preciosidad¡±. Al otro lado de las monta?as est¨¢ Zahara. Menacho y S¨¦llez est¨¢n dispuestos a volver por esos fueros, tan pronto caiga la cancela. ¡°Ese era nuestro paseo, pero lo mismo me muero y no lo veo abierto¡±, zanja la mujer con resignaci¨®n.
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