La ley del silencio verde: el avance ultraconservador extiende el miedo en las empresas a vincularse con la lucha clim¨¢tica
La vuelta de Trump aumenta la presi¨®n contra las compa?¨ªas y fondos de inversi¨®n en Estados Unidos, que temen aparecer como comprometidas con el medio ambiente, la igualdad y la diversidad
Hubo un tiempo no tan lejano ¡ªse mide en a?os y meses, no en lustros o d¨¦cadas¡ª en el que a las grandes compa?¨ªas les temblaban las canillas ante la posibilidad de ser acusadas de greenwashing o ecopostureo. Ten¨ªan miedo a que se les cazara haci¨¦ndose pasar falsamente por comprometidas con el medio ambiente y la lucha clim¨¢tica. La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, feroz enemigo de las pol¨ªticas medioambientales, ha impulsado lo contrario: el greenhushing, el silencio verde o el miedo a que las empresas sean acosadas por sus medidas ambientales si las hacen p¨²blicas. 2025 ha comenzado con un goteo de entidades financieras estadounidenses anunciando que se retiran de una alianza internacional nacida en la cumbre del clima de Glasgow, de 2021, que ten¨ªa como objetivo limpiar de emisiones de efecto invernadero al sector bancario global. Los seis bancos m¨¢s importantes de EE UU ¡ªJP Morgan, Citigroup, Bank of America, Morgan Stanley, Wells Fargo y Goldman Sachs¡ª han dejado esa alianza (NZBA, sus siglas en ingl¨¦s) auspiciada por la ONU.
A ellos se les uni¨® hace una semana BlackRock, el mayor grupo de inversi¨®n del planeta (m¨¢s de 10 billones de euros en activos bajo gesti¨®n), que ha abandonado el llamado foro Net Zero Asset Managers, que tambi¨¦n persigue el objetivo de llegar a las emisiones netas cero a mediados de siglo. El caso de BlackRock tiene una carga simb¨®lica de altura, porque bajo la batuta de su fundador y jefe, Larry Fink, se hab¨ªa convertido en uno de los mayores apologetas de lo verde. Pero, seg¨²n ha explicado en una carta su vicepresidente, Philipp Hildebrand, formar parte de esa alianza ¡°causaba confusi¨®n sobre las pr¨¢cticas de BlackRock¡± y les ¡°hab¨ªa sometido al escrutinio legal por varios organismos p¨²blicos¡±.
Rob Schuwerk, director para Norteam¨¦rica del grupo de expertos en finanzas verdes Carbon Tracker, traduce esas palabras: ¡°Con Trump se ha enviado el mensaje de que las instituciones que no apoyan su l¨ªnea partidista sobre el cambio clim¨¢tico u otros temas corren el riesgo de convertirse en objetivos p¨²blicos¡±. Ronald Temple, jefe de estrategias de mercado de la gestora de fondos Lazard ¡ªcon 250.000 millones de d¨®lares bajo gesti¨®n¡ª, insist¨ªa en lo mismo durante una reciente visita a Madrid: ¡°Trump le ha declarado la guerra a la inversi¨®n sostenible y va a hacer todo lo posible para desarmar toda la regulaci¨®n que la ha impulsado¡±.
Que viene un fort¨ªsimo arre¨®n desregulatorio en Estados Unidos contra normas medioambientales es algo en lo que coinciden la decena de expertos consultados para este reportaje. Lo que no tienen tan claro es hasta d¨®nde llegar¨¢ y c¨®mo se extender¨¢ el contagio fuera de la principal econom¨ªa mundial de este proceso que tiene, adem¨¢s de lo clim¨¢tico, otros temas en el punto de mira. Es una enmienda a la totalidad de lo que los movimientos populistas de derechas denominan despectivamente capitalismo woke, en referencia a quienes supuestamente han despertado ante las injusticias y los problemas sociales y se disponen a combatirlos. Porque al d¨®lar no solo le aterra ahora parecer verde, tambi¨¦n morado, negro, multicolor...
Trump es la gran ola final, pero esta guerra contra las empresas y los llamados criterios de Inversi¨®n Socialmente Responsable (ISR) es una marea que viene de antes. La primera vez que Joe Biden us¨® el veto presidencial, en marzo de 2023, fue para bloquear una resoluci¨®n republicana que quer¨ªa que no se pudiesen usar criterios medioambientales, sociales y de gobernanza en la gesti¨®n de los planes de pensiones. De ser algo de lo que las empresas presum¨ªan, principios como la diversidad, la igualdad y la inclusi¨®n se convirtieron en un factor de riesgo. En la primavera de 2023, las compa?¨ªas de distribuci¨®n Target y Kohl¡¯s, la cadena de restaurantes Chick-Fil-A, la marca de cervezas Budweiser, las construcciones de Lego y hasta las golosinas de M&M¡¯s fueron objeto de ataques y boicoteos que les costaron miles de millones de valor en Bolsa por su apoyo a la comunidad LGTBI.
M¨®nica Araya, experta en pol¨ªticas clim¨¢ticas y econom¨ªa, habla de un debate lleno de fantasmas y paranoias: ¡°Muchos pol¨ªticos republicanos han tratado con todas sus fuerzas de matar todos los ¨ªndices de ISR y han amenazado a los fondos de inversi¨®n, y cuando ves realmente lo que est¨¢n argumentando, lo que ellos ven es un fantasma, una supuesta agenda comunista detr¨¢s de todo. Suena muy paranoico, pero es as¨ª¡±. En ese contexto, congresistas estatales republicanos de New Hampshire llegaron a proponer hace un a?o que se tipificase como delito penado con hasta 20 a?os de c¨¢rcel invertir en fondos p¨²blicos con criterios sostenibles. Aunque la propuesta no sali¨® adelante, simbolizaba la ofensiva conservadora desde los Estados que controlan ¡ªcomo Texas, Florida y Carolina del Sur¡ª contra las compa?¨ªas que adoptasen esos est¨¢ndares.
Las pol¨ªticas de diversidad, igualdad e inclusi¨®n nacieron al calor de la discriminaci¨®n positiva o acci¨®n afirmativa para favorecer a minor¨ªas. En la ¨²ltima d¨¦cada, su aplicaci¨®n se dispar¨® con los movimientos #MeToo y Black Lives Matter. Sin embargo, tras la decisi¨®n del Tribunal Supremo de 2023 que declar¨® inconstitucional la discriminaci¨®n positiva por motivos raciales en el acceso a las universidades, grupos conservadores pusieron en el punto de mira a las empresas con pol¨ªticas de diversidad y empezaron a presentar demandas. A eso se uni¨® el a?o pasado la presi¨®n desde las redes sociales de algunos activistas, entre los que el m¨¢s destacado es Robby Starbuck.
Starbuck, cuyos mensajes han sido en ocasiones retuiteados por Elon Musk, se atribuye el m¨¦rito de haber hecho abandonar sus pol¨ªticas de diversidad e igualdad a m¨¢s de una docena de compa?¨ªas. La primera en dar su brazo a torcer, tras varias semanas de tuits, fue Tractor Supply, en junio de 2024. Luego, se?al¨® con ¨¦xito a John Deere, Ford, Harley-Davidson, Lowe¡¯s, Caterpillar y Molson Coors, entre otras.
La victoria m¨¢s simb¨®lica para los conservadores es el abandono por parte de Meta de sus pr¨¢cticas de diversidad e igualdad, anunciada la misma semana en que Mark Zuckerberg acababa con la verificaci¨®n de contenidos en la red social. Meta desmantela su equipo de diversidad, modifica sus pol¨ªticas de contrataci¨®n y deja de favorecer a proveedores con pol¨ªticas de ese tipo. Pero, aunque el miedo se extiende en Estados Unidos, no todas las empresas se rinden: el consejo de Apple ha recomendado votar en contra de una propuesta de accionistas incluida en el orden del d¨ªa de su pr¨®xima junta en la que se pide a la empresa dejar de lado sus pr¨¢cticas de diversidad.
Riesgos de reputaci¨®n
Las espantadas verdes se han acelerado ahora ante la inminente toma de posesi¨®n de Trump, pero cuatro gigantes financieros estadounidenses (JPMorgan, BlackRock, State Street y Pimco) ya hab¨ªan abandonado o reducido en febrero de 2024 su vinculaci¨®n con Climate Action 100+, la mayor iniciativa de grupos de inversi¨®n y multinacionales para la reducci¨®n de emisiones. Las entidades argumentaban que las cuestiones clim¨¢ticas se hab¨ªan convertido en asuntos pol¨ªticos, lo que pod¨ªa implicarles riesgos de reputaci¨®n.
Paul Polman, que fue el primer ejecutivo del gigante paneuropeo del consumo Unilever durante casi una d¨¦cada, vincula directamente la presi¨®n pol¨ªtica sobre los conglomerados financieros que hab¨ªan intentado dar pasos frente al cambio clim¨¢tico al ¡°cabildeo¡± de la industria de los combustibles f¨®siles. ¡°Es lamentable. El a?o pasado, las inversiones en energ¨ªa verde m¨¢s que duplicaron las de combustibles f¨®siles. La realidad es que necesitamos triplicarlas, y estos movimientos sin duda lo ralentizar¨¢n. Ll¨¢malo falta de liderazgo valiente o comportamiento ego¨ªsta a corto plazo, pero la realidad es que los inversores en combustibles f¨®siles corren el riesgo de convertirse en los verdaderos anticapitalistas. Hacer que el dinero fluya hacia la transici¨®n clim¨¢tica es financieramente s¨®lido y moralmente correcto¡±.
Schuwerk, de Carbon Tracker, no cree que la consecuencia de este proceso sea un incremento de la exploraci¨®n y desarrollo de proyectos de petr¨®leo y gas. Sin embargo, al eliminar trabas para las emisiones contaminantes y de efecto invernadero de este sector, que restaban competitividad a los combustibles frente a las renovables (mucho m¨¢s baratas), Schuwerk cree que se podr¨ªa ¡°disuadir a algunos inversores institucionales de alejarse¡± del petr¨®leo y el gas por ahora. Deepshikha Singh, de Cr¨¦dit Mutuel Asset Management, un fondo franc¨¦s, explica que el apoyo de Trump ¡°a los combustibles f¨®siles y el retroceso de las pol¨ªticas clim¨¢ticas podr¨ªan crear importantes obst¨¢culos para el sector de la inversi¨®n sostenible y tambi¨¦n para las empresas comprometidas con la reducci¨®n de su huella de carbono¡±. Aunque, como advert¨ªa esta semana en un encuentro con periodistas Frances Col¨®n, responsable del ¨¢rea de pol¨ªtica clim¨¢tica de la asociaci¨®n Center for American Progress, ¡°la transici¨®n a la energ¨ªa limpia no hay quien la pare ya¡±.
Col¨®n admite que dentro del activismo clim¨¢tico se est¨¢n preparando para que Trump anuncie la salida del Acuerdo de Par¨ªs en sus primeros d¨ªas de mandato, algo que l¨®gicamente tendr¨¢ impactos en la lucha internacional contra el calentamiento. Pero esta experta en diplomacia clim¨¢tica a?ade: ¡°Si hay un lado positivo en esto, es que habr¨¢ mucho m¨¢s espacio para que otros pa¨ªses o grupos de pa¨ªses como la UE den un paso adelante¡±. Col¨®n tambi¨¦n pone la mirada en China, que est¨¢ invirtiendo mucho en financiaci¨®n clim¨¢tica.
En la misma l¨ªnea, Gonzalo S¨¢enz de Miera, directivo de Iberdrola y vicepresidente del Corporate Leaders Group (una alianza empresarial de la UE que apuesta por la descarbonizaci¨®n), afirma que ¡°Europa va a seguir con su transici¨®n energ¨¦tica¡±. Y, seg¨²n su visi¨®n, lo har¨¢ por razones de ¡°competitividad, seguridad energ¨¦tica y pol¨ªtica industrial¡±. ¡°China, igual: quiere liderar la industria del futuro. Esto es una carrera y creo que EE UU no va a dejar de apostar por el futuro, no va a querer dejar esta carrera¡±, a?ade S¨¢enz de Miera. ¡°Claro que Trump va a tener impacto, pero esto no va a suponer el retroceso en la transici¨®n energ¨¦tica, ni en Europa ni en el mundo¡±, opina optimista.
Desregulaci¨®n
Sobre la posibilidad de contagio tambi¨¦n habla Juan Prieto, de Corporance, una empresa dedicada a analizar las estrategias corporativas para asesorar en el voto a los accionistas, principalmente grandes fondos de inversi¨®n, en la juntas. Admite que las empresas europeas tienen que ¡°informar con est¨¢ndares m¨¢s exigentes¡± y no solo sobre el impacto que puede tener la acci¨®n directa de la empresa sobre el cambio clim¨¢tico, tambi¨¦n la indirecta, por ejemplo, los bancos y a qu¨¦ tipo de compa?¨ªas dan un cr¨¦dito. ¡°Las empresas norteamericanas vienen con est¨¢ndares m¨¢s relajados y eso es posible que se contagie¡±.
A Helena Vi?es, economista y presidenta de la plataforma europea sobre finanzas sostenibles, le preocupan los posibles efectos negativos en la inversi¨®n clim¨¢tica que pueden producir los ¨²ltimos anuncios de bancos y fondos sobre el abandono de esas alianzas. En Europa, tambi¨¦n le inquieta el auge de una pulsi¨®n desregulatoria que comienza a ganar terreno, ¡°sobre todo si esta no se basa en la evidencia ni est¨¢ orientada a mejorar la eficiencia normativa¡±, a?ade. La actual Comisi¨®n Europea est¨¢ mucho m¨¢s escorada a la derecha que en el anterior mandato de Trump, cuando la alianza entre socialdem¨®cratas y populares hizo que se tomara la lucha contra el cambio clim¨¢tico como una de las principales se?as de identidad de la UE.
La Comisi¨®n se ha embarcado ahora en un proceso de revisi¨®n de la regulaci¨®n con el objetivo de buscar la ¡°simplificaci¨®n¡±, el t¨¦rmino que emplean las instituciones. Huyen de la expresi¨®n desregulaci¨®n, no supone reducir est¨¢ndares de consumo u objetivos clim¨¢ticos, vienen a decir, se busca optimizar. ¡°No se trata de desregular a ultranza. Me preocupa que se utilice ese t¨¦rmino porque se presta a interpretaciones err¨®neas. Se trata de aligerar y simplificar, como dice la propia Comisi¨®n, una carga regulatoria insostenible y contraproducente para la propia sostenibilidad que se pretende fomentar los ¨²ltimos a?os.¡±, remacha por su parte Anthony Gooch, secretario general la la European Round Table for Industry, una asociaci¨®n con sede en Bruselas que defiende los intereses de 40 grandes empresas europeas. ¡°Europa se ha planteado ser l¨ªder en transici¨®n ecol¨®gica, pero para eso hay que ser el m¨¢s fuerte. En bastante de la regulaci¨®n aprobada nada es incentivo¡±, a?ade.
Pero en Coporate Europe Obervatory, una asociaci¨®n centrada en la vigilancia de las actividades de cabildeo en Bruselas, las alarmas se han encendido. Se teme que ¡°la agenda radical proempresarial de Trump¡± empuje a la Comisi¨®n de Von der Leyen a priorizar la desregulaci¨®n y el bienestar corporativo para salvaguardar supuestamente la competitividad frente a Estados Unidos, donde se ha instalado la ley del silencio verde.
Con informaci¨®n de Ignacio Fariza, Manuel V. G¨®mez y Miguel Moreno Mendieta.
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