Las enfermeras no pueden m¨¢s: ¡°La sobrecarga de trabajo pone en peligro a los pacientes¡±
Espa?a necesita 100.000 profesionales m¨¢s para alcanzar la ratio europea y cuatro de cada diez se plantea dejar la profesi¨®n
Las enfermeras est¨¢n hartas. Cansadas. Saturadas. Se sienten maltratadas. Ninguneadas. No pueden m¨¢s. Son las palabras que usan para describir sus condiciones laborales, la ¡°carrera de obst¨¢culos¡± que es su profesi¨®n, una irremediablemente vocacional que, sin embargo, tiene a cuatro de cada diez plante¨¢ndose dejarlo: irse al extranjero, cambiar de trabajo, jubilarse anticipadamente. EL PA?S ha hablado con una docena de ellas, de distintos puntos de Espa?a, con realidades muy distintas, pero sensaciones ¨Dlas descritas unas l¨ªneas atr¨¢s¨D compartidas.
Una de las piedras angulares de todo esto ¨Dque no la ¨²nica¨D es que son pocas (el colectivo se suele autodenominar en femenino porque el 85% son mujeres). Un informe del Ministerio de Sanidad pon¨ªa la semana pasada n¨²meros a este d¨¦ficit, del que llevan a?os quej¨¢ndose: har¨ªan falta 100.000 m¨¢s para llegar a la ratio media de la Uni¨®n Europea de enfermeras (8,5 por cada 1.000 habitantes frente a 6,5 en Espa?a). En otras palabras: por cada tres profesionales que hay en la sanidad (p¨²blica o privada) har¨ªa falta otra m¨¢s para llegar a los est¨¢ndares comunitarios y, seg¨²n dicen, prestar la atenci¨®n que los pacientes necesitan.
Que tres personas hagan un trabajo que requerir¨ªa de cuatro, cuando en sus manos est¨¢n las vidas (en los casos m¨¢s extremos) y el bienestar de los pacientes, puede tener muchas consecuencias de distinta gravedad, pero ninguna buena. Como reconoce una enfermera que prefiere no identificarse del Hospital La Paz, en Madrid, ¡°la sobrecarga¡± puede redundar en ¡°errores en la administraci¨®n de la medicaci¨®n¡±, lo que ¡°pone en peligro la seguridad de los enfermos¡±. Su trabajo con neonatos cr¨ªticos hace que sea necesaria una vigilancia constante, muy cercana, ininterrumpida, que se hace imposible si faltan compa?eras, si no se cubren las bajas, ¡°algo muy frecuente¡±.
Es un ejemplo de muchos. In¨¦s Oland¨ªa, enfermera rural en la provincia de Valladolid que trabaja con poblaci¨®n que mayoritariamente est¨¢ en el otro extremo de la pir¨¢mide demogr¨¢fica, pone otro: ¡°Si no somos suficientes para visitar cada d¨ªa a un paciente con una herida, y lo hacemos cada dos o tres, puede sobreinfectarse, dar problemas, que en casos cr¨ªticos haya que amputar alg¨²n miembro por no tratarlo a tiempo¡±.
En una UCI con pacientes cr¨ªticos, ¡°la medicaci¨®n siempre se da¡±, dice Daniel Fern¨¢ndez, que trabaja en la del hospital Son Espases, en Palma de Mallorca. Pero cuando las cargas de trabajo son grandes, fallan otros cuidados. ¡°Vas a lo urgente y a lo mejor no tienes tiempo para sentar a un paciente que debe pasar alg¨²n tiempo fuera de la cama, no puedes hablar con ellos lo suficiente, tampoco informar a las familias de c¨®mo han pasado el d¨ªa¡±, relata.
La falta de enfermeras da lugar a m¨¢s listas de espera. ¡°Si hay dos quir¨®fanos de maxilofacial, pero no somos suficientes enfermeras para atenderlos, no se pueden utilizar a la vez aunque haya m¨¦dicos suficientes. Tenemos demoras de seis meses para quitar las muelas del juicio¡±, dice otra de la Comunidad de Madrid que tambi¨¦n prefiere mantener el anonimato.
Las plantillas insuficientes tambi¨¦n obligan a doblar turnos. ¡°Y no es lo mismo trabajar 8 horas que 16. Por muy buena que seas, la capacidad de atenci¨®n baja¡±, contin¨²a esta sanitaria. Una encuesta que hizo el sindicato mayoritario (Satse) en 2023 reflejaba que el 85% de las profesionales considera que tiene a su cargo m¨¢s pacientes de lo que considera seguro.
Para dar soluci¨®n, los sindicatos llevan a?os reclamando una ley de ratios: topar por ley el n¨²mero de pacientes que una enfermera puede tener a su cargo. Tras la interrupci¨®n abrupta de la anterior legislatura, qued¨® pendiente de tramitarse en el Congreso, donde lleg¨® gracias a una Iniciativa Legislativa Popular que recogi¨® 700.000 firmas.
La normativa europea que el Gobierno adopt¨® para regularizar al personal p¨²blico est¨¢ ampliando el n¨²mero de personal fijo, pero, todav¨ªa, la estructura en pr¨¢cticamente todas las comunidades aut¨®nomas se basa en buena medida en trabajo precario, contratos por d¨ªas o semanas, cambios constantes de servicio para cubrir las necesidades donde se requieren. Las enfermeras se tienen que incorporar a servicios que quiz¨¢s nunca han pisado antes, con protocolos diversos en cada caso. Victoria Mart¨ªnez, que ha desarrollado su carrera en Granada, asegura que en muchas ocasiones las llaman de un d¨ªa para otro y que en mitad de un contrato les pueden cambiar varias veces de destino. ¡°He tenido que aprender de dos sitios distintos, con lo que eso conlleva: necesidades distintas, medicaciones distintas, pacientes con perfiles distintos. Eso puede repercutir en errores¡±, lamenta.
Pese a que en Enfermer¨ªa existen especialidades, como sucede en medicina (aunque son muchas menos), no se suelen respetar. De las 345.969 enfermeras que hay en Espa?a, 46.114 ten¨ªan alguna de las siete especialidades reconocidas: Familiar y Comunitaria, Matrona, Salud Mental, Trabajo, Geriatr¨ªa y Pediatr¨ªa. Pero la mayor¨ªa no ejercen en su disciplina, seg¨²n una encuesta del Ministerio de Sanidad. Carmen Rosa Hoyos, de 55 a?os, pidi¨® la convalidaci¨®n de su especialidad en 2007, despu¨¦s de muchos a?os trabajando en Primaria. La resoluci¨®n lleg¨® en 2022, y de poco sirvi¨®, porque para ese entonces su plaza ya estaba en un hospital. ¡°El sistema est¨¢ formando y pierde oportunidad de integrar esos recursos. Pierde conocimiento y motivaci¨®n¡±, dijo en la presentaci¨®n del sondeo Javier Padilla, secretario de Estado de Sanidad.
M¨¢s all¨¢ de los pacientes, son las enfermeras las primeras en sufrir este sistema, en una profesi¨®n en la que se pasan a?os (a menudo d¨¦cadas) sin una plaza fija, que llega de media pasados los 40 a?os, seg¨²n Satse. Por medio, adem¨¢s de infinidad de minicontratos, hay ofertas p¨²blicas de empleo (Opes) cuyas vacantes son pr¨¢cticamente imposibles de ocupar sin los m¨¦ritos que dan precisamente estos a?os previos de precariedad.
Maite Falc¨®n, de 50 a?os, consigui¨® por fin una plaza fija despu¨¦s de 25 de carrera. Pero aunque el proceso termin¨® en 2022, todav¨ªa no ha tomado posesi¨®n de ella. Espera que sea en Ourense, donde trabaja, pero no tiene garant¨ªas de esto; en teor¨ªa, podr¨ªan mandarla a cualquier lugar de Galicia. Su situaci¨®n se repite, con peculiaridades y matices, en el relato de muchas compa?eras: ¡°Te vas presentando a todas las Opes, los ex¨¢menes que la administraci¨®n te exige tener para obtener tu plaza. Los vas aprobando y nunca consigues llegar. Al principio porque sacas notas muy buenas, pero como es concurso oposici¨®n, no tienes suficiente tiempo trabajando. A medida que pasan los a?os y vas haciendo tu vida, el nivel de notas empieza a bajar. Llegan los hijos, una serie de responsabilidades que vamos teniendo personas con la edad, compitiendo con otras que pueden estudiar diez horas al d¨ªa. Nunca te guardan la nota, el haber aprobado y superado fase no sirve para nada en siguiente ejercicio. Luego empiezas a sacar notas m¨¢s bajas, te ganan otras personas, cada a?o las reglas del juego cambian: unas veces los puntos valen un 60% y la nota un 40%, otros 70-30, otros 50-50...¡±.
Ella sac¨® plaza de interina hace seis a?os, el tiempo que lleva con pagas extra, vacaciones pagadas y capacidad para organizar su vida, algo que no hab¨ªa podido hacer en las dos d¨¦cadas previas de profesi¨®n, porque siempre deb¨ªa estar disponible por si la llamaban, para que no le penalizasen y se lo pusieran todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil para sacar plaza fija. ¡°Viv¨ªa en un limbo. Tuve que pedir ir a la boda de mi hermana como favor personal; tuve que bautizar a mis hijos muy peque?os porque se terminaba la baja laboral y no sab¨ªa qu¨¦ disponibilidad tendr¨ªa despu¨¦s, si yo misma podr¨ªa asistir¡±, recuerda.
Se plantean dejarlo
Ante estas condiciones, son muchas las que se plantean dejarlo. Oland¨ªa, la enfermera de Valladolid, est¨¢ estudiando Psicolog¨ªa. ¡°La enfermer¨ªa para m¨ª es vocacional. Me encanta, pero me he visto tan maltratada y precarizada que me tengo que plantear otro futuro¡±. Mart¨ªnez, la de Granada, estudi¨® incluso la carrera de Filosof¨ªa, se doctor¨® en bio¨¦tica y aspira a compatibilizar academia con cl¨ªnica, algo que es ¡°pr¨¢cticamente imposible¡±, son dos mundos estancos que no se hablan, en los que los m¨¦ritos de un lado no cuentan para el otro.
Fern¨¢ndez, el de la UCI de Mallorca, que se fue de su tierra andaluza porque all¨ª no hab¨ªa forma de encontrar algo decente, tambi¨¦n tiene estos pensamientos con frecuencia, buscar algo que ¡°no tenga nada que ver¡± con la sanidad. ¡°No quiero despreciar a ninguna profesi¨®n, pero conozco camareros que cobran m¨¢s o menos lo mismo que yo, que tengo vidas en mis manos¡±, argumenta.
Otro frente que tienen abierto las enfermeras es precisamente el reconocimiento de una categor¨ªa profesional que hoy por hoy est¨¢ por debajo de lo que se corresponde con el plan de estudios de Bolonia. Antes de su implantaci¨®n, hace 15 a?os, la carrera era una diplomatura, por lo que su techo en la administraci¨®n era un nivel A2, mientras que las licenciaturas pod¨ªan optar a ser A1. A pesar de ser ya un grado de cuatro a?os, los contratos en la administraci¨®n todav¨ªa registran esta ¡°discriminaci¨®n¡±, tal y como la tildan los sindicatos. En estos d¨ªas, Sanidad est¨¢ negociando un estatuto marco de los sanitarios en el que este ser¨¢ uno de los puntos. Seg¨²n dijo el pasado mi¨¦rcoles la ministra, M¨®nica Garc¨ªa, habr¨¢ una ¡°reclasificaci¨®n¡± que sit¨²e a cada profesional en una categor¨ªa acorde a su formaci¨®n, sus cr¨¦ditos y sus m¨¢steres.
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